Partida Rol por web

Lord Eddard Stark. Señor de Invernalia. Guardián del Norte. Él sería un buen rey, si no fuera tan inocente e ingenuo. Sabía lo que era el Juego de Tronos, pero o bien no quería jugar bajo aquellas normas, o bien quería jugar a su modo particular de hacer.

Y Tyrion sopesó sus palabras. Se llevó un par dedos a los labios, y se los pasó suavemente por ellos, como si meditara. El lobo tenía carisma y sus palabras tenían el efecto de hacer callar al resto. Esa cualidad debía de tenerla un rey. Un buen rey que dictara sentencias justas.

No pudoo evitar contraer su rostro en una mueca grotesca cuando vio la cabeza de la muchacha Targaryen separarse de sus hombros. Tyrion miró hacia otro lado. No era rey, ni tenía madera para serlo. Aquella bravuconería de sentarse en el Trono de Hierro le estaba saliendo cara: el trasero le dolía sin descanso, se clavaba las puntas de las afiladas espadas en brazos, espalda y cabeza, y le quedaba ridículamente grande para su tamaño. Sin embargo, decidió sentarse, y probar en sus propias carnes lo que se sentía estando allá arriba. Y lo que sentía no le gustaba. El odio, el rencor y una voluntad equivocada se apoderaban de él en ocasiones cuando escuchaba hablar a los allí presentes. Y se sorprendía a sí mismo cerrando los puños, clavándose las uñas en las palmas de las manos. El Trono transformaba. Cambiaba a las personas. Podía sentarse la persona más humilde, loable y con más honor de todo el mundo conocido, que terminaría corrupto, gruñendo a cada petición, preocupándose por sí mismo, y mirando al pueblo como si fuera escoria. El Trono era una perdición para los que estaban allí. Y no consideraba que nadie debiera estar sentado en esa silla de metal. Pero, por el momento, el Gnomo se recostaba de nuevo, tratando de encontrar una comodidad inexistente, y escrutaba con sus ojos dispares los rostros de las familias.

Fue desde el Trono de Hierro desde donde contestó:

-Lord Stark, en mi caso, señalé a vuestra hermana por razones obvias- comenzó, sonriendo, como si hablara del tema más banal del mundo-. Me acusó delante de todos los aquí reunidos de algo atroz. Y lo peor de todo es que lo hizo sin poseer pruebas. Tal hecho no podía quedar impune, y un Lannister siempre paga sus deudas- añadió, algo divertido.

Miró en ese momento a Sandor, agradeciéndole con la mirada el haberlo defendido y haber hablado por él. Se fijó, entonces, en su hermana, y negó con la cabeza, al tiempo que agachaba la vista, y se contempló sus piernas patizambas. Su familia había menguado, y temía que volviera a ocurrir. Si Cersei seguía teniendo aquel comportamiento con el resto de las personas, pronto se convertiría en la nueva Daenerys. Y, aunque se obligaría a lamentarlo, no le gustaba que un león cayera a manos de otros.

-Sólo es el comienzo- murmuró más para sí mismo que para que lo escucharan los demás-. Iremos cayendo a cuentagotas hasta que queden sólo los elegidos. Tyrion- se dijo-, eres un medio hombre, pero procura que les cueste el doble acabar contigo.

El maestre Aemon se ubicó cerca de Jon hasta que a este se le paso su encolerizado estado... Y luego de aquello llegaron las votaciones y con ello una sentencia. La chica de cabellos plateados fue juzgada y ajusticiada por quienes le encontraban sospechosa y entre ellos su padre también se había convertido en verdugo.

Jon no sabia bien que pensar, no era el primer juicio que veía terminar de esta forma, pero aquella chica no parecía haberle hecho mal a nadie. Tal vez él era algo ingenuo, pero esperaba que por sus manos no tuviera que correr la sangre de inocentes y defendería a quienes lo parecieran. Posando su mano sobre el hombro de su hermana No tienes porque ver esto le dice para desviar su atención de aquel macabro cuadro.

Había considerado mantenerme en silencio por una simple razón, no tenía ganas de explicar los motivos de mi votación ni mucho menos llorar por la muerte de Danaerys Targaryen, una chica que no sabía mucho que hacer de su vida y realmente poco me importaba todo. Considerando los hechos y que el traidor tomaba de la misma copa que nosotros de más estaba hacer hincapié en fomentar la rivalidad entre los presentes. Eran tiempos en donde la sangre correría como un río debajo de un puente, de una forma o de otra muchos de los que estaban presentes se merecían tal castigo, aunque mi hermano Jaime realmente no estaba en esa lista.

Por primera vez en mi vida sentí admiración por las palabras de mi hermano el gnomo, incluso para sorpresa de él le regalé un merecido reconocimiento.-Finalmente eres digno de nuestra casa mi querido hermano, un Lannister siempre paga sus cuentas pero jamás traiciona.-señalando con la mirada a su esposo que intentaba en un juego de palabras un tanto obvias por su estado de borrachera incitarme a la discusión. - Como verán soy una dama con principios y los juegos sucios hace bastante tiempo que los he dejado, por esa simple razón en vez de generar enfrentamientos decidamos de una buena vez quién se sentará en el trono de hierro. Aunque pensándolo bien... -Observando a Tyrion sentando en él- A pesar de tu pequeño tamaño luces radiante en el mi querido hermano, lastima que no eres el indicado por obvias razones.- le dedico una de mis bellas sonrisas mientras levanto una copa de vino haciendo un gesto de brindis por la osadía de estar sentado en ese lugar.

Eddard no quería ser Rey, como tampoco había querido ser Señor de Invernalia, pero la muerte de su hermano Brandon no le dejó alternativa. Sin embargo, nada le obligaba al Trono de Hierro, aún así aceptó los halagos de su amigo Robert aunque se negó a sonreir, después de todo acababa de segar una vida, literalmente, su sangre roja salpicaba las baldosas marmóreas de la sala y no hallaba satisfacción en ello.

Luego escuchó las razones que Stannis y Tyrion le extendían. -Comprendo.- Había esperado que Lyanna levantase la voz en su propia defensa, pero ésta, mantenía el mismo silencio que la mayoría, dejándole a él el abogar por la família y lo único que tenía para defenderla era que compartían la misma sangre. -Entiendo vuestras razones. No las cuestiono, solo quería recalcar que nadie tiene más pruebas que otros, y que todos nos podemos equivocar, incluso Lyanna en nuestro dolor. Solo tengo mi honor para asegurar que en mi vida nunca la vi hacer ningún daño a otro ser vivo, así que no la creo culpable más que de excederse, a pesar de no tener pruebas, a lo que os pido perdón, Tyrion.- Se inclinó con respeto pues reconocía el error cometido por su propia casa. No agregó un "ser" porqué el Lannister no era caballero de lo contrario lo habría hecho.

En cuanto a las palabras de Cersei, de nuevo, prefirió guardarse sus opiniones, no obstante, no era tan ingenuo como para no saber que aquel "dama de principios" y lo que vino después, eran más que mentiras vacías. Mentiras que al menos prefería al silencio que guardaba la mayoría. Ausencia de voces que solo alimentaba su paranoia y sus sospechas.
Pero, ante todo lo representado ahi, el silencio que más pesaba era el de Ser Loras, a quién le había reclamado una respuesta, cuya ausencia hablaba más que la mejor de las justificaciones.

-He votado -se gira en dirección a Eddard- si, como todos, porque no nos quedaba otra, y no por gusto. Si hubiera sido por mi no lo habría hecho. ¿Qué he votado a ciegas? Claro, como hemos hecho todos los presentes en esta sala. Pero como bien ha dicho Lord Stannis, ha dado más razones que otros para ser sospechosa. No lloró la muerte de su propio hermano, ni si quiera se acercó al cuerpo, ¿o es que ya sabía de antes que había muerto? Además, que quiere que le diga, Lord Stark, pero empezar a acusar al Tyrion nada más ver el cuerpo, simplemente porque habían tenido una pequeña diferencia de opiniones el día anterior... A mi no me parece de lo más normal. -se cruza de brazos mirandole- Lo dicho, ¿qué me he equivocado? Quizás. Pero ahora mismo para mi es la mayor sospechosa de todos.

Dicho eso, se puso al lado de su abuela con los brazos cruzados, escuchando las palabras de los demás.

No pude salvo reir, había permanecido atenta a ver como actuaban todas las demás piezas de aquel entramado puzzle, y estaba fascinada de ver como se malinterpretaban intencionadamente sus palabras para volcar la furia del clamor público contra mí. Finalmente tras varias acusaciones y empezando a ver las revueltas que algunas palabras hacían saltar contra mi persona hablé, con tranquilidad y educación que me habían inculcado en mi casa:

-Disculpad si no he hablado suficiente o si se me ha malentendido. Dije que el único que tenía pruebas, por llamarlo de alguna forma, en contra era Tyrion. Sin embargo eran nimias y como muchos de vosotros dijisteis, eran casuales. Yo lo admití y entendí vuestros razonamientos y por eso evidentemente no lo voté. Tampoco creía que el hecho de haber reñido con Benjen Stark el día antes, fuera una prueba a tener muy en cuenta para votar a Tyrion y repito, por eso no lo hice. Además de ser Tyrion en asesino, como muchos habéis aportado, habría sido un poco estúpido por su parte matar con el que había discutido, así que sí, también opino que la primera muerte fue aleatoria y fortuita.-terminé de añadir para contemplar al resto de los allí reunidos.

-Se que para algunos de vosotros sigo siendo vuestra principal sospechosa, y os entiendo, fundamentalmente porque no tenéis a otra persona que culpar, nadie ha dado la cara ni ha aportado ninguna prueba contra nada ni nadie. Así que cualquier voto que se emita ahora, no deja de ser al azar y sin fundamento alguno. No caeré en intentar quitar de vuestras mentes mi cabeza cortada sobre una pica, pues seamos sinceros al menos en una cosa, si preguntáramos a todos los que estamos aquí reunidos, ¿No diríamos que todos somos inocentes?.

Finalmente se me ocurrió que tenía una "prueba" para darle a aquellos incrédulos, el concilio perdería interes y acabarían por asesinarme por la noche, sin embargo viendo las ansias asesinas que tenían algunos hacia contra mí, no ví más remedio que dejarlo caer.

-Yo al menos, si tengo alguna "prueba", si se puede denominar así, de que no soy una asesina. Pues en Invernalia una de mis actividades favoritas era estar muy atenta a todos los cotilleos y rumores que se formaban en mi casa. Aprendí de ello y conseguí como sacar un pequeño provecho de aquello- sonreí discretamente- Aquí en la capital, por lo que tengo entendido ese trabajo lo realiza muy bien Varis- dije sonriéndole- Así que para que veáis que no miento, haré ese gran trabajo que se me da hacer tan bien, y que hice contra Aemon ayer,  hoy lo usaré contra aquel que siempre paga sus deuda- haciendo un pequeño guiño a aquel enano que tan alto me acusaba.

Se llevó las manos a los ojos y se los frotó de puro cansancio. El Trono consumía, aletargaba y drenaba el ánimo de aquel que se sentara sobre él, como si fuera un castigo. Como si no quisiera que nadie se sentara sobre aquella silla hecha con espadas fundidas.

Reprimió un bostezo, y, con los ojos algo llorosos, miró a su hermana. A sus palabras acompañadas de su sonrisa, se limitó a no hacer ni decir nada. Simplemente, la contempló. Tyrion sabía que se metía con él porque su hermana sabía que podía. Contra alguien amorfo, enano, con cicatrices, asimétrico y que de la vida sólo espera beber, comer, dormir y estar con mujeres era fácil insultarlo. Y esperar que no hiciera nada. Y sintió lástima por ella, y más aún por él mismo porque nadie saldría en su defensa. Un enano debía abrir su propia senda, y esperar a que todos los animales le mordieran.

Por lo que él también alzó una copa invisible, y le devolvió el honor. En su semblante había una nota de misericordia por él mismo. Si la muerte de su hermano Jaime no había podido sacar el lado dulce de Cersei, nada lo haría. Y un león herido era peor que un león hambriento.

Sin embargo, lo que realmente hizo que chascara la lengua y diera un respingo fue la hermana del Señor de Invernalia. Con los ojos algo sorprendidos, y la boca entreabierta, Tyrion dijo:

-Ninguna mujer ha tenido tanta dedicación por mí- se maravilló, y se llevó la mano al pecho-. Ninguna se había fijado de tal manera en mí. Mi señora...

La frase se le trabó en la garganta y las palabras no salieron por su boca. Por primera vez, después de horas sentado, se levantó del Trono de Hierro, anadeando por entre el mar de piernas, se acercó hacia Lady Stark, y sus ojos brillaron. Clavó la vista en Eddard, y dijo, fingiendo un gran esfuerzo:

-Lord... Lord Eddard Stark- dijo, con la boca seca, nervioso, aunque, en su fuero interno estaba exultante-, mi señor, os pido la mano de vuestra hermana quien, desde el primer momento en que me vio, no ha cejado en llamar mi atención acusándome de las trágicas muertes que nos han rodeado.

Hincó una rodilla en el frío suelo y su estatura bajó aún más.

-Disculpadme, Lord Baratheon- siguió Tyrion, mirando a Robert-, pero la doncella tiene un claro caballero en mente, y no sois vos.

Fue, entonces, cuando miró a Lady Lyanna, y, tratando de no sonreír, sino de ser lo más serio, caballeroso y gentilhombre que podía, trató de tomar la mano de la loba, y murmuró:

-Mi señora, yo también os amo. ¿Os casaríais conmigo ante los ojos de los dioses antiguos y nuevos, ante los ojos de todos los presentes, ante todas las almas que nuestros corazones poseen?