Partida Rol por web

-Me parece bien. -Indicó asintiendo con la cabeza- No voy a obligar a nadie a votar por mi. Y mañana es un buen día como cualquier otro para votarme. Mi ofrecimiento es únicamente para evitar empates, evitar muertes de inocentes... y evidentemente demostrar mi inocencia. Pero si no lo quieres tomar, podemos votar por otro. Eso sí, deberíamos hacerlo en consenso para evitar empates... Eso sería bastante malo...

-Entonces digamos que seguimos tu plan, si en realidad fuera a servir para algo lo mejor sería hacerlo a cara descubierta, precisamente para evitar que se votase a otros o actividades substerticias. Propondría que a dicha votación fuera pública no privada, pues no hay nada que esconder. Si es que estás seguro de lo que haces buen anciano.-la idea de aquel hombre le parecía muy arriesgada, pero si tan seguro estaba lo menos que podía hacer era darle el beneficio de la duda.

-Esta charlatanería no tiene sentido viejo, somos 15. Si solo hubiera dos sospechosos a quien votar no podríamos empatar. Has mencionado que crees que haya tres corruptos entre nosotros. Podrían ser más. No se si hablas más de lo que tu cordura lo permite o sabes realmente más que nosotros. A mi no me convencen tus palabras y desde luego no pienso darte la espalda ni ofrecerte mi mano hasta que esta contienda haya terminado. El único modo ideal para evitar muertes inocentes es que encontremos hoy a todos los corruptos, y es imposible. De nada sirve dejaros guiar por palabras inciertas y extraños razonamientos.

Aún había dos más por hablar. Así que me callé y esperé a que todos hubiesen expuesto su opinión acerca de la situación - no solo sobre el viejo - para poder ser capaz de sentirme al menos lo más mínimo seguro de la decisión para tomar hoy. Estamos hablando de arriesgar vidas inocentes al fin y al cabo, esto no puede ser tomado tan a la ligera ni tan confusamente, si vamos por el sendero de la confusión y la dejadez estamos condenados a perder frente al caos.

-¡Jorjos Baldleof! - señaló Floresta, contrariada y llevándose una mano la la frente. Estaba entre enfado y sonrisa. Varias emociones contrarias. La risa porque a pesar de ser una Elfa del pueblo escondido, parecía ser invisible a los humanos, aunque estuviera delante de ellos, y de alguna manera había llamado la atención de uno. El enfado, era consigo misma. No lograba hacerse entender entre ellos.

- No estoy por gusto, soy una emisaria, como he dicho. El pueblo oculto o escondido, sabe que el Caos está a sus puertas. Si no es detenido antes, la oscuridad llenará la luz de nuestras tierras. Y de alguna manera han confiado en mi criterio para ver la magnitud del problema y atajarlo en la medida de lo posible. ¿Que es lo que no entienden?

- Por otro lado, no sé que pensar de todas las personas desconocidas que soís para mi y soy para ustedes. Reconozco que no confio en nadie que no sea yo misma. Pero pienso, bajo mi propio criterio. Que si yo fuera un Ser del Caos, me cebaría con las poblaciones cercanas a donde estoy. Y para nada haría un arriesgado y largo viaje. Pero por otro lado si fuera un Ser del Caos, supongo que haría lo posible por engañar al personal. ¡Es tan complicada la situación!-. Flora , sacó el arco de su carjak, entonó un cántico y una especie de cuerda surgió tensando el mismo de una manera elegante. Y mirando, con una sonrisa, que intentaba ser amigable, dijo a todos:

- Aún así mi arco y yo misma, está a disposición del que lo necesite-. Y seguidamente se lo guardó y se puso a curiosear por la sala..

-Es un ser del caos. -Dijo señalando con la Pipa a la que acababa de hablar.- Si no me queréis votar a mi, votadla a ella. No tengo pruebas, pero tampoco dudas. -Y sin más se calló.

En un rincón había permanecido callado sofos Wellslab, analizando los datos de los que se presentaban cuando de pronto como a muchos lo tomo desprevenido la propuesta del hombre con la pipa sobre que lo votaran a él para probar su inocencia, la discusión parecía rondar sobre tan atrevido plan cuando de pronto el hombre acuso directamente a la elfa de ser un ser del Caos.

-Interesante cambio de actitud hombre, primero tratando de demostrar tu inocencia y luego acusando directamente, aunque la coartada propuesta por la Elfa no me tiene de todo contento, excusar a los foráneos de no ser agentes de Caos me parece inverosímil pues posiblemente no les guste cazar donde duermen y precisamente lo hagan en un lugar alejado del mismo.

El viejo Sofos continúa hablando mientras se acercaba al grupo.

-Como muchos lamento no tener más información sobre quienes son los agentes del Caos, en este punto y con este encierro tan repentino podría ser cualquiera, obviamente están tratando de ocultarse posiblemente algunos ya dieron argumentos y se propusieron a dar caza a estos seres y probablemente otros permanezcan callados tratando de pasar desapercibidos.

El viejo se dirigía a los presentes lamentándose estar en una situación tan ataviada y con las votaciones tan cerca.

-mi nombre, Sofos Wellslab y como bien lo dijeron solo trato de salir con vida como muchos, espero ser de ayuda en la búsqueda de estos seres para poder salir de aquí.

Cuando escuchó esas palabras, acusándola directamente, un escalofrío atravesó su médula. La locura, el Caos, estaba ya totalmente metido en la humanidad. Apenas se había podido presentar y ya había un dedo acusador. Nadie la conocía mayormente, para bien o para mal... Vio ahora la locura en la humanidad, el sin sentir. Se imaginaba el resto señalandola, guiados por el miedo, el caos, y la sinrazón... Ese pecado del que adolecía la humanidad. Veía ya el mundo sumido en el Caos de la locura, gente matando a inocentes, sin pensar, que mañana ese mismo que señalaba le señalaría a él.... Una lágrima, de despedida surgió por su mejilla...

-Sin duda, matadme, no quiero ver un mundo que ya no puede ser salvado. Por mi parte, aunque solo pueda emitir el voto de este día, no señalaré a nadie sin pruebas. Y aunque las tuviera, votaría en silencio. Y si no muero hoy, estoy ya señalada. Para que esperar y tener que ver el Caos mañana.

Observando a la Kislevita con una leve sonrisa, asintiendo a la misma.
-Entonces ha sido un buen comienzo, Gherta.-
Suspirando al escuchar tanto sin sentido de unos y el silencio de otros. Me dirijo a todos ellos de manera educada pero algo irritada.
-¿Por que malgastan sus energías en defender la vida o saber el nombre de alguien que tardo demasiado tiempo en darse cuenta que quería morir?-
Tomándose un momento en ver las reacciones de los demás.
-Si a la horca no le importa el nombre o quien sea aquel al que tiene en sus garras. Solo cumplir con su deber.-
Observando una vez más a los presentes con una expresión levemente enfadada, antes de regresar a su lugar y sus pensamientos.

Muchos nombres, muchas caras, muchas palabras pero ninguno parecía abrazar el caos, al menos en primera instancia pero así es el mal en Altdorf, una ciudad sucia llena de secretos y demasiada gente. El sitio perfecto para ocultarse todo aquello que desea seguir oculto.

-Anciano, supongo que tenéis un destino mayor y sabéis que no tendréis muerte bajo la soga. Pero eso no me vale, la cuerda esta esperando por un esbirro oscuro no por un hombre con ínfulas de héroe o del deseo de tener un bardo que cante su nombre. -Me acerque al cónclave alejándome de la sombras, era tiempo de que oyeran un voz más.

-Mi nombre es Samuel Sylba y el destino a querido que lleve en esta ciudad desde hace casi un lustro, por lo que me considero habitante de la misma hasta que decida marchar. Pueden llamarme como deseen.

Le guiñó un ojo a Bragg, al menos él no parecía domesticado por la ciudad. Les escuchó a todos, algunos eran tan tontos que arrojaban sospechas sobre si mismos. Incautos, necios. No quería matar a nadie inocente, eso era cierto. Pero había una realidad aquel día.

—Alguien tiene que morir, eso está claro. Podemos arriesgarnos y votarnos entre nosotros, a ciegas. Eso solo provocaría...caos. Aún es pronto para sospechar. Pero este anciano nos ha mostrado un camino. Si él es un siervo y muere, habremos cazado uno. Si es inocente y muere... Bueno, es lo que quiere. Hay una tercera posibilidad. Si es inocente y algo sucede, como dice de forma velada, habremos probado que es inocente. Es un paso hacia la verdad. 

Miró su reflejo en el metal de sus hachas, no era una decisión fácil y no quería matar a un aliado ni a un inocente. La única forma de descubrir cuales eran las intenciones del anciano era confiar en él y caer en su trampa. Ella siempre había sido más temeraria que valiente. Se giró hacia el anciano sin nombre.

—Os voy a votar, anciano. Para mí sois igual de útil vivo que muerto.

Y allí me encontraba yo, rodeada de una gran cantidad de seres de lo más diverso. Pasando la mirada por todos los que estaban pude reconocer algunas personalidades fuertes chocando, y bastante odio en el ambiente, pero casi nada de amor y eso tenía que tratar de arreglarlo. Me llamo Rosalia Espino y creo que si todos colaboramos juntos podemos encontrar a los malos que hay entre nosotros. No me gusta desconfiar de nadie, así que por favor os pido, no me rompáis el corazón con mentiras. No era una buena presentación, pero era mejor decir esto que no decir nada.

Me mantuve al tanto de lo que estaba pasando. Las conversaciones sin sentido no servían de nada 

Mientras prendo una pipa y doy una calada de ella comento. - No es justo intentar imponer las ideas a los deseos de una persona. Si el anciano quiere morir es libre de ellos, nos será útil su muerte eso lo sabremos después nada más  -

Luego mientras sigo evaluando al grupo que se ha juntado . - me llamas Erkus Darpeus a su servicio por si a alguien le interesa. - 

Estaba decidido y debía hacerse, el viejo había sido muy valiente o muy estúpido y allí observaba como el resto pasaban la soga por encima de una de las vigas del gran comedor. Era la hora y el viejo allí se encontraba, contento, hasta casi satisfecho de que se le hubiera hecho caso a la opinión de un senil anciano.

Sin embargo cuando le pusieron las manos encima todo cambió, primero la confusión de la demencia y la edad, sus débiles piernas empezaron a echarse hacia atrás al mismo tiempo que gritaba - ¡¡¡Soy Eurulfooo, YO SOY EURULFO STONEFELL !!! - Todo su valor y determinación se había esfumado y hubo que sujetarle para colocarle la soga al cuello, con rabia repitió una vez más - ¡¡Yo soy Eurulfo Stonefell....!! no...

El taburete le fue retirado de una patada y su cuerpo cayó dejando que la punta de los dedos de sus pequeños y finos pies descalzos casi rozaran el suelo. Su rostro arrugado se desencajaba de sufrimiento mientras emitía sonidos ahogados y realizaba el baile del muerto durante varios minutos hasta quedar totalmente rígido, arqueado e inmóvil. 

Su rostro parecía más joven, su barba había desaparecido... si es que alguna vez la había tenido. Sus orejas habían crecido sobresaliendo de su pelo negro. Con cuidado y muy confusos bajasteis el cadáver de la soga para contemplar el rostro de horror de Floresta, quién había perecido en la soga. 

Sin ninguna duda, todos estaban seguros de haber arrastrado y colgado a Eurulfo Stonefell, y además había gritado su propio nombre.... sin embargo, el viejo estaba al final de la sala, sobre un banco con una vista privilegiada y tan tranquilo y sosegado como se había mostrado durante todo aquel primer día.

Todos tenían una gran cantidad de preguntas mientras se miraban unos a otros, pero lo que parecía el viento resultaba ser un crugir de huesos, y todos se giraron hacia el cadáver de Floresta que seguía en aquella sala, retorciéndose, su carne se apartaba como jirones de tela en sangrientas rasgaduras y de forma antinatural se puso en pie una vez más.
Su cabeza se había rasgado y solo restos de carne y pelo quedaban encima de un cráneo rojo, del interior de la elfa había salido un demonio, un auténtico demonio. Unos se santiguaron, otros se apartaron de la mancha del caos para no ser contagiados y unos pocos valientes sacaron sus armas dispuestos a enfrentar aquella amenaza de forma directa, pero el demonio tenía un objetivo claro

SANGRE PARA EL DIOS DE LA SANGREEE

Sin hacer caso de cortes y golpes el demonio atravesó la sala y hundiendo sus garras sobre el viejo Eurulfo Stonefell le habrió en dos como si fuera una bolsa de papel. El contenido de su caja torácica quedó en su sitio escupiendo chorros de sangre que imposibilitaban la escena de casquería, pero ya herido y fuera de su cuerpo el demonio cayó muerto sobre el cadáver mutilado de Eurulfo Stonefell, de quién no se conocerían los muchos secretos que sabía.