Partida Rol por web

Una claridad inusual se filtraba por aquellas ventana hacia la nada,el edificio entero parecía brillar y eso os despertaba. Parece que Demiurgo a parte de encerraros en una cárcel de la que muchos no saldréis os ha dado comodidades como luz solar,aunque fuera artificial y saliera de la misma estructura del edificio.
Las habitaciones donde dormíais habían mutado,adaptándose cada una a vuestro estilo. Por ejemplo la de Asclepio tenia una infinidad de libros sobre medicina y ,en las paredes de la de Dioniso,había crecido una vid que daba uvas doradas.
La primera noche no había sido buena para algunos aunque otros habían dormido como un tronco. Los primeros gritos hacen que los demás acudan.
El carmín adornaba el columnaje,Inari parecía dormido,apoyado en la Rosetta y blanco como la cal,pero la sangre no venia de el. Caía de la parte superior de la piedra Rosetta,la pequeña diosa celta: Caillech,había sido abierta en canal y destripada haciendo que sus entrañas y su sangre salpicaran toda la estancia,sus ojos muertos sin vida jamas os podrían decir quien la mato.

Al no ver a todos buscasteis en las distintas habitaciones hasta que un nuevo aviso os hizo dilucidar quien faltaba. En el vacío,en la nada,flotaba el cadáver de alguien mas que se alejo de vuestra vista hasta desaparecer: Hathor,diosa de la lujuria y el amor había abandonado la vida y disminuido la cantidad de dioses que conformaban el panteón egipcio

Me quedo mirando los cadáveres entristecido, después me acerco y les cierro los ojos.

-Los muertos son los únicos que ven el final de la guerra. Requiescat in pace.

Salgo de la habitación, mi rostro es pálido y acaricio mis enmarañados cabellos. Tomo una uva dorada y la dejo caer en el interior de la copa. Me detengo al ver a Inari.

Viejo...

Cierro los ojos con tristeza. Me acerco hacia él tomando la garrafa de Sake.

La cuidaré por tí... Espero que tu muerte no haya sido en vano.

Me giro entonces y mis ojos se abren como platos al ver a Caillech. Mi voz se torna nostálgica.

Pura Cail... ¿Por qué tú?

Caigo de rodillas y cierro los ojos con tristeza. Inspiro. Abro los ojos observando el cuerpo de la diosa y me acerco hacia ella, me inclino y beso sus labios mientras tomo una de sus plumas. Tras besarla una enramada vid surge del suelo y cubre el cuerpo por completo. Las uvas que ofrece son blancas como el hielo. Miro hacia el viejo y extiendo mi mano, también un enramado de vid surge y lo cubre por completo, mostrando unas uvas cambiantes de tono, según la luz que les diese. Todos se deciden a buscar a los que faltan y veo a Hathor. Era silenciosa, pero mi mente comienza a trabajar mientras me giro.

Sensual Hathor. Lamento tu pérdida.

Cierro la puerta y ésta es rápidamente cubierta por una vid. Nada tomo de ella, pero la vid será silenciosa guardiana de su muerte.*

Vuelvo a la estancia con los demás. Escucho las palabras de Hypnos y asiento con la cabeza.

Esperemos terminar con esto pronto...

Inspiro profundamente y cierro los ojos.

Creo que ha sido una mujer. -añado- Han muerto dos mujeres. Posiblemente algún tipo de rivalidad. Para eliminar las sospechas posiblemente haya matado a alguien que apreciaba, a alguien que odiaba, y a alguien que le resultaba indiferente... -suspiro Claro, que es lanzar cosas al aire, pero si ha sido como sospecho una mujer, el viejo Inari sería quien le caía bien, y las otras dos mujeres quien les caían mal e indiferente respectivamente... Llegados a este punto, podemos pensar que la que caía mal era mi adorada Cail** pues habló más que Hathor. Es un punto bastante simple, pero... ¿Por qué?

Me siento en el suelo aún pensativo.

No, tiene que haber algo que se me escapa...

Muevo la uva de lado a lado en mi cristalina copa.

Qué puede ser... Alguien a quien le caiga mal Cail** es algo demasiado obvio pero... ¿Quién tendría nada, y por qué, en contra de Hathor, diosa del amor, de belleza equiparable a mi hermosa y querida Afrodita...? Quizá fuese por, exactamente, lo mismo que murió ella...

Mis palabras se reducen al vacío mientras la uva continúa de lado a lado comenzando a impregnar la copa de un tono dorado.

Mira con rabia en la mirada los cadáveres, busca algo o alguien en la sala.

Dionisio, lo de Inari no descarta a nadie, puesto que ha logrado enfadar a mas dioses en un momento que otros en siglos. Cailech en su caso llego un tanto acelerada, y no es por tirar mierda,pero hasta tu tendrías motivos para odiarla. Artemisa y tu sois muy afines, hasta que punto vengarías o velarías por ella solo lo sabes tu. Pero para el poco trato que tenias con ella estas demasiado afligido y me parece muy sobre actuado. Su voz se torna algo mas seria. No perdamos mas tiempo, que a este ritmo no sabemos cuantos caerán la próxima vez.

Los gritos me despiertan, -¿Qué pasa?- pregunto a nadie en particular remoloneando en la cama, tardo unos segundos en recordar que mis ninfas no están conmigo y que me encuentro sola en una habitación decorada como si de un bosque se tratase.

Me coloco mi túnica, fastidiada de que no estén mis niñas para ayudarme, y me dirijo a la fuente del sonido.

Al llegar observo con horror el cuerpo de Inari, pálido sin vida, más allá Caillech desgarrada, con las entrañas al aire. Ante esa visión no puedo más que apartar la mirada mientras cubro mi boca con una mano, horrorizada. Al girarme observo a Hator en el suelo despojada de su admirable belleza natural.

Confundida, salgo de la sala y me dirijo a los allí presentes que ya estaban hablando, -¿Qué significa esto? ¿Nadie ha visto nada?-

Kali mira los cuerpos y dice - Han muerto tres, de las peores formas... Me resulta impresionante ver que Caillech estaba entre nosotros, pues no había oido ninguna palabra de su boca... En cuanto a los demás da un tiempo en sus palabras que descancen en paz y vengaremos sus muertes, las cabezas que porte en mi collar me darán los nombres de aquellos que cometieron estos asesinados ancestrales! y pagarán con sus vidas... Anubis, tienes razón, no hay tiempo que perder. Kali sin danzas ni nada se levanda de donde se enconraba acostada y tomandole recién el peso a lo que acontece el lugar dice. - Ahora debemos pensar en algo urgente... Alguien vio algo, o al menos escuchó?

¿Odiarla?

Pregunto, mientras abro los ojos mirando a Ares, quien ha conseguido sacarme de mis cabilaciones. Suelto una ligera carcajada muy suave.

Te equivocas... En verdad tan sólo deseaba tomar su pureza...

Esbozo media sonrisa mostrando mis dientes.

Pero ya no podrá ser...

El brillo dorado de la copa es cada vez mayor a causa de la uva. Un olor dulzón comienza a invadir el lugar.

Algo que jamás se me ocurriría pensar de la dama presente, pues sé con qué celo la defiende.

Sonrío ténuemente hacia Artemisa.

Por otro lado, no olvides que también domino el teatro y parece mentira que no recuerdes los dramas... Ciertamente me ha afligido la muerte de mi querida Cail*.

Cierro los ojos y vuelvo a asumir mi aspecto pensativo.

Seis mujeres restan... ¿Quién habrá podido ser...? ¿Quién odiaría tanto a una de las dos? Y... ¿Por qué?

Miro a Ares, como si me acabase de ocurrir una idea, mientras mi cerebro comienza a encajar piezas.

¿Por tí... Quizás?

Mi pregunta es directa. Mis ojos están abiertos como platos. Sonrío con cortesía al dios de la guerra. Quizá alguna de las mentes presentes habría dado con la solución antes que yo, pero me siento bastante más cerca.

Creo que estoy... Viendo algo.

Mi sonrisa se vuelve ténue.

Esperemos que nuestro querido Asclepio pueda sanar a alguno de los dioses aquí presentes.

De reojo miro a Kalí.

Las viñas preservarán sus cadáveres y nos ahorrarán la visión, pero si en verdad dices que sus cabezas te darán la respuesta puedo destapar la puerta de Hathor.

Mis palabras son sencillas.

Me giro hacia la diosa de cuatro brazos, -Kali, haz todo lo posible para dar con el o los asesinos, esta masacre no ha podido hacerla un solo dios, no estando todos presentes-.

Algo en las palabras de Dioniso llama mi atención, lo miro fijamente estrechando la mirada, - Querías tomar su pureza... Eso me da que pensar querido Dioniso, por ejemplo que ella no haya querido dártela y por venganza la hayas abierto en canal, perdóname querido pero todo esto es muy extraño y me atañe personalmente puesto que si has sido el culpable de su muerte por esa razón, mi vida corre peligro inminente estando a tu lado-.

Me separo un poco de Dioniso para observar su reacción, -Él no puede ser... pero... tantos años siendo inservible más que para beber y fornicar, quizás esa es su razón para arrebatarnos nuestras vidas y con ellas nuestros poderes... no...-

Dionisio tu sentido del humor crece como tu afición por el drama, casi todos desearian verme entre esas victimas, consciente o inconscientemente y no es la primera pureza que tomas la fuerza. Me atormentan diversos pensamientos en este momento, pero el que mas la capacidad del asesino o asesinos para hacerlo con total sigilo. Kali, con tantos brazos tendrás capacidad para enfrentarte a varios oponentes y quiero saber que consideras tu maldad.

Todos debemos hacer lo mejor posible. Luego mira a Ares. - Mi maldad? Soy destructora de la maldad!!... Me parece insolito que me juzgues por mi apariencia, no es digno de un dios.

No te juzgo por tu apariencia, eres una combatiente excelente y destruyes la maldad, para los míos por ejemplo yo soy malo. No conozco lo que vosotros o tu concreta mente llamas malo. Pero si consideras que preguntarte por tus principios y alabar tu capacidad de combate es indignarte, pues soy culpable.

Fijandome en los cadávere de los dioses. Digo con trsteza en mis palabras:

Inari, Caillech y Hathor. Quien haya podido hacer tal cosa debe ser una persona con el aura negra, malvada. Juró que daré con él o ellos, tarde o temprano, pero lo haré y mi Ira caerá sobre ellos.

Parpadeo en silencio, demasiado sorprendida para decir nada. Tres muertes, si una más, ni una menos. Como sigamos por este camino... Bueno, estaremos todos muertos en menos de lo que se tarda decir "Monte Olimpo". 

Es una pena que Némesis también haya caído. Farfullo, más para mi que para el resto. Ella sabría señalar al culpable y lo castigaría. Porque ninguna acción es libre. 

¿Nadie ha visto nada, pues? Añado mirando al resto de dioses. Mis ojos caen en Dioniso y luego en Kali. 

Los asesinos son sigilosos. Han matado tres veces y parece que no pudieron defenderse. No veo que ninguno de nosotros tenga señales en el cuerpo de algún tipo de lucha dijo Shiva que tenía un ojo abierto, mirando a todos, sin perder detalle

Me encuentro en una habitación echa a mi medida: libros de todas las ciencias sanitarias, ingredientes y fármacos de toda clase y aparatos quirúrgicos... Parece que ahora si que no podemos salir...

De repente oigo un grito y salgo hacia él. Me encuentro varios dioses reunidos alreded y con Inari, Caillech y Hathor muertos. Ninguno son de mi panteón, de hecho, Inari no lo conocí hasta esta reunión y de Caillech había oído hablar brevemente. Sin embargo no puedo evitar llorar por mi incapacidad ¡¡¡Podría haber hecho algo!!! Es el pensamiento que no paro de repetirme en la cabeza mientras lloro intentando contener las lágrimas

Los demás dioses siguen hablando pero no es hasta pasado un rato cuando empiezo a recuperar la compostura... Quisiera emborracharme y olvidarlo todo... Pero mi naturaleza me impidé pasar por alto esto y dejar que más dioses muera.

Me acerco a examinar los cadáveres (primero el de Caillech, luego el de Inari y finalmente el de Hathor) y mientras tanto empiezo a hablar: Como bien dices, Dionisio, el objetivo del asesino era matar a Caillech; bien por ira hacia ella como dices o bien porque destripándola es la única forma de conseguir sus poderes. Pero no creo que el asesino tenga preferencia por las mujeres; creo que Inari se encontró en el sitio equivocado en el momento equivocado... Lo que me resulta extraño es la muerte de Hathor, ya que no está en el mismo sitio que Caillech e Inari; ¿es posible que Hathor se suicidara porque encontrara a estos cadáveres?... También me resulta extraña la muerte de Inari porque no tiene ninguna marca... lo cual, en mi opinión, apoya la teoría de que hay más de un asesino.

En realidad nunca he disfrutado de tomar las cosas por la fuerza...

El brillo dorado de la copa comienza a hacerse opaco.

Como respuesta a mi querida Artemisa tan sólo diré que estaba cerca de ello, pues la escuchásteis halagarme y acercarse a mí, incluso interponerse entre mi querida Artemisa y yo. Celos, diría yo.

Sonrío débilmente.

Mis queridos Ares y Eris. Creo que gracias a vosotros tengo mi respuesta...

Me pongo en pie.

Una mujer. Sólo dos apreciaban al viejo Inari... Atenea y Mne... Meno... Nemo.. Mneso... Mnemósine. Uf... Cada vez me cuesta más. Y ambas tienen que ver contigo, querido Ares.

El índice de mi mano diestra lo señala y una sonrisa divertida aparece en mi rostro.

Por un lado, la diosa de la sabiduría y tu eterna rival. Aunque por odio ella hubiese matado a Eris, aún guardaba rencor por la manzana, y ayer fuí testigo de ello. Aunque otro cantar es la diosa de la memoria, tan cercana a tí... -mi sonrisa se atenúa- De todos es bien sabido tu idilio con Afrodita. Afrodita es una de las pocas de nuestra familia que ha caído. Posiblemente su marido cayó ayudándola. Hathor cumplía el mismo papel y posiblemente temería por que te la arrebatasen. Y si ello es cierto, la muerte de mi pura Caillech tan sólo serviría como alguien neutral, al haber muerto alguien cercano a ella tendría una excusa y la muerte de Caillech serviria para despejar las acusaciones sobre ella o las dudas hacia mi querida Artemisa y hacia mí...

Raudo coloco mi mano sobre la piedra roseta, en pie, y murmuro unas palabras. Ésta emite un brillo mientras mi sonrisa se amplía y las palabras de la piedra comienzan a moverse. Continúo hablando.

¿Y por qué te mencioné, mi querida Eris? Desde que hemos llegado parece como si ella hubiese usurpado tu lugar, lanzando acusaciones veladas en todas direcciones para confrortarnos los unos con los otros. Siendo a cada momento más cercana a nuestro querido dios de la guerra, como deseando ocupar el lugar que por derecho te corresponde. Aunque has sido prudente al mantenerte en un segundo plano, puede que ello te haya salvado la vida.

Suspiro largamente.

Al igual que puede que mis palabras hayan condenado la mía.

Retiro mi mano y el brillo inunda toda la sala por unos segundos. Miro mi copa de brillo dorado opaco. Vuelvo a sonreir algo más amplio, sentándome nuevamente en el suelo y con la mirada perdida hacia la ya casi inexistente uva dorada. Dejo caer la pluma y rápidamente la escarcha impregna la copa. Mi vial vacío se llena menos de un cuarto de una sustancia viscosa y granate que dejo caer en la copa. Rápidamente se mezcla con el dorado y termina resultando un líquido bastante diluido, apenas más espeso que el agua, de color blanquecino amarillento. Extiendo mis manos tomando una de las uvas que han surgido de la vid que cubre a Caillech para dejarla caer en el interior. Mi sonrisa se amplía. Mis dedos están recubiertos de escarcha que parece querer tomar mi mano.

Néctar blanco. Hacía tanto tiempo que no lo tomaba.

Alzo mi copa.

Va por tí, querida Cail*. Espero que mi cuerpo lo aguante...

Y bebo de un sólo trago el Néctar resultante. El frío junto con los sabores afrutados me invade la garganta. Sonrío débilmente, mientras un mar de sensaciones me invade por completo. Introduzco la uva en el interior de mi boca. La muerdo para que su jugo se mezcle con mi Néctar. Dejo escapar un pequeño suspiro.

Ah... Es tan... Agradable.

Mi mirada se desvía hacia Asclepio.

Y es... Dioniso.

Corrigo con suavidad. Cierro los ojos y sonrío. El sabor está bien conseguido. Es lo más cercano que puedo estar a ella. Lo mejor que puedo ofrecer. Y lo mejor que puedo tomar.

Parpadeo, sorprendida. No acabo de entender hacia donde van tus palabras Dioniso. ¿Nos acusas de asesinos? ¿De alborotadores? ¿De próximas víctimas circunstanciales?  Me encojo suavemente de hombros. No me importa lo que digas, pero haz que tus palabras sean claras. No lances la piedra y escondas la mano. 

Y, en cuanto a mis acusaciones, preguntar por el siglo movidito de Atenea o señalar que Yahweh todo lo sabe... no me parecen grandes acusaciones. No buscaba confrontación, solo señalar lo que ellos mismos dicen. Sus palabras son las mías. Suspiro. Aún no desconfío de nadie, no he visto nada. No sé nada. 

En cuanto a Ares, déjame decirte que no necesito buscar mi sitio junto a él. Ya lo tengo. Soy su compañera. Junto a Énio, Deimo y Phobos, si es que aún siguen vivos. Sonrío fríamente. Juntos corremos a la batalla, asustamos al valiente, enemistamos a los amigos y apuñalamos a los vencedores. Pero esto no es ninguna batalla, ¿o me equivoco? 

Me sorprendes amigo Diosnisio, aunque mi ego si aprecia el halago con respecto a las simpatizantes que pueda tener, debo recordar que los mortales y los dioses nunca me han tenido en tan alta estima, o lo disimulaban demasiado bien hasta el punto de difamarme continuamente en publico. También es sabido que mi hermana Atenea y yo no nos procesamos amor precisamente, sino al contrario. Si tuviera que decir un dios mas apreciado por todos los presentes serias tu, amigo. Te apreciaban en poco tiempo parte de esos dioses extranjeros, los griegos ni que decir el aprecio que sienten hacia ti.

Disculpame Dio-niso - digo especificamente el nombre para dar a entender que me autocorrijo, pero sin recochineos jeje - pero tú teoría tiene un fallo: Si fuera tal y como tú dices, sería Hathor la que estaría abierta en canal... y me cuesta creer que el dios de la guerra consiga controlarse cuando quiere matar a alguien que usurpa el puesto de su amada. Para seguir tú teoría, deberíamos suponer que Ares mató a Caillech y Eris (u otra persona) a Hathor e Inari; porque veo muy poco probable que Ares matara a estos dos últimos sin herirles - Termino de decir esto y abro los ojos como sorprendido de mi mismo Jamás pensé que defendería a los dioses de la guerra y la discordia. No sé... sigo pensando que el objetivo era Caillech y que Inari estuvo en el momento inadecuado. Lo que tengo claro es que un asesino sabe matar de forma sigilosa, sin causar heridas... y eso me preocupa bastante

Sobre Hathor lamento tener que plantear lo siguiente... pero al ser la diosa del amor, encontrarla muerta en su habitación y sin ninguna herida ¿no es posible que se halla suicidado?.

Es sin duda una tragedia pero, no creo que Inari sea una muerte casual, dada su reciente actitud... quizá le haya parecido un estorbo al culpable, o culpables... En cuanto a la diosa del amor, no creo que haya sido asesinada, pero puedo equivocarme claro.