La muchacha no me hace ni caso, ella sabrá. Tan sólo quería encontrar un puesto de semillas.
Busco entre tanto bullicio un lugar donde comprar los encargos de mi madre.
Lidia contemplaba el horizonte mientras contemplaba como el sol se iba alejando y la luz empezaba a menguar.
- Pues parece que refresca
Tras acabar de disfrutar del primer día en su nuevo hogar, cansado, Adán se marchó hacia la posada donde tenía una habitación ya reservada antes de que cayera la noche.
Una vez llegó a la posada, pidió un plato caliente que consistía en un estofado recien hecho, antes de ir a su habitación.
Mientras comía observaba a través del ventanal como la luz del sol, había dejado paso a la oscuridad de la noche. Muchas personas volvían a sus hogares mientras algunos otros terminaban en la taberna tomando la ultima copa del día.
Una vez acabó su plato, se despidió del tabernero felicitándolo por la calidad de la cena y subió a su habitación.
Muchas gracias por todo, la cena ha sido exquisita, hasta mañana.
Ante el obvio desprecio de la mujer me encojo de hombros y me dirijo a la posada que me había mencionado la extraña mujer.
Entro y sonrio al tabernero.
-Hola buen señor. Cena cama y hospitalidad para el buen Travis, si no hay camas me conformo con un sofa.
Ciguaco, observando como la noche empezaba a caer, decidió que queria contemplar las estrellas desde ese lugar tan alejado a su hogar. Buscó un claro en la zona boscosa cercana al pueblo, trazó unos extraños glifos aquí y allí con la punta de su bastón, dibujó un círculo, que reforzó con unas piedras cogidas de aquí y allí, y se sentó en mitad del círculo. Alzó la vista y suspiró, feliz, mientras contemplaba el firmamento.