Partida Rol por web

A la pequeña hobbit la lluvia no la molestaba en absoluto. De hecho, aunque la carga sí que la preocupaba (la lluvia no era buena compañera de los libros de bocetos, las tizas de colores, y cosas así), no llevaba nada que supusiera un sobrepeso importante, excepto por lo que hacia al arco de tejo, que llevaba a su espalda y era extraordinariamente ligero, por algo era de manufactura élfica. 

Había protegido sus enseres de dibujo todo lo posible colocándolos bien a cubierto. Y ella había hecho el recorrido bailoteando y recibiendo las gotas como un regalo de los cielos. Ahora, de nuevo con otra noche encima, mojarse era más molesto, pero tampoco se quejaba. Y la marcha no la había cansado demasiado, aunque cada paso de sus compañeros, incluso de su hermano, suponía uno y medio, o hasta tres, de los suyos. ¡En fin!

Además, sus ojos no paraban de moverse en todas direcciones, y no precisamente al ritmo de sus saltitos. Sus barridos alrededor eran mucho más controlados de lo que parecían, y en su prodigiosa memoria todos los detalles que captaban sus ojos quedaban registrados en alguna parte de su cabecita, aunque no tenía ni idea de cómo, o porqué.

Escuchaba a sus compañeros, canturreaba, bailoteaba. Y, desde luego, prestaba atención cuando se dirigían a ella.

-¿De excursión, Gallind? ¡Aún más excursión que la que estamos haciendo! -Se rió, pero no de él, sino de sí misma. No le iban las excursiones, como buena hobbit que era, pero tampoco se quejaría, una aventura era una aventura. -Te entiendo, sólo bromeo. Sí, si quieres, puedo acompañarte un trecho, sin problemas. Bueno, cuando nuestra guía nos autorice.

Ya se había llevado un tirón de orejas por escaparse antes con Taharina a buscar bayas y frutos, y aunque de naturaleza era traviesa, movediza, lo cierto es que estaban en una misión muy seria. Eso también era un hecho. Y, por consenso, Rilwen llevaba la voz cantante. No iba a defraudarla o a desobedecerla.

Fue la propia Rilwen quien puso los puntos sobre las íes.

-¡Hongos! ¡Setas! Pues claro. ¡Seguro que con esta humedad los hay muy carnosos y sabrosos!

Pues claro, te acompañaré con gusto - Respondió a su buena amiga Rilwen. - Sabes bien que puedo ser muy sigiloso. Solo llevaré el cayado de tejo y mi buena predisposición. Si logramos dar caza a una gran presa te ayudaré a traerla hasta el campamento, pero a ti te dejaré el asechar y cazar. Yo solo miraré desde un arbusto como cuando pequeños. ¿Te parece bien? - Y aliviado de pensar poder dejar por un rato su cargada mochila empezó a ensoñar con el momento de salir a dar un rodeo, libre del sobrepeso. - Será como pasear por el campo. Libre de las obligaciones que porto en la mochila. Una tarea complicada, si, pero una tarea relajante al menos para mi. Espero poder brindar algo de buen apoyo a nuestra montarás. Se lo merece. 

Esto no es una excursión, Lily, esto son trabajos forzados. - Respondió a la hobbit e hizo una mueca de tragedia. - Mis pobres élficos pies. Necesito dejar esto un rato - Y señaló su abultada mochila. Hasta el pobre mulo parecía trasportar menos cosas. - Sigo creyendo que debíamos haber vuelto a bree. - Resopló con resignación. - Como sea, ya falta menos, y aunque la lluvia nos retrase un poco, al menos reconforta. - Luego se quedó escuchando a la pequeña hobbit. - Lo siento Lily, acompañaré a Rilwen por esta vez. Pero en la próxima parada iré contigo gustoso. Todo cuanto pueda ayudar, ayudaré. Sin embargo, pequeña, la experta aquí eres tu. Seguiré tus buenas indicaciones y prestaré mis brazos para llevar todos los hongos y bayas que haga falta. Pero me temo que buscarlos no es lo que mejor se me da. 

Ante las palabras de Lily, decide comentarle.-Lily no tengo que autorizarte nada, os he comentado que mejor que busquemos comida, hierbas, o lo que sea durante los periodos de descanso, porque si lo hacemos durante la marcha perdemos demasiado tiempo y no llegaremos nunca a nuestro destino. Simplemente, por tratar de no pasar mucho más tiempo del necesario en el camino.-Y luego le dice a Gallind: -Será agradable tener compañía durante la excursión de caza, y así si hay suerte podremos traer algo de comida.-

Como en los viejos tiempos, Rilwen. Ahora no veo la hora de hacer el siguiente descanso. - El elfo se veía algo más animado. A sabiendas que rondaría en breve por los bosques con su buena amiga como antaño, no veía la hora de prepararse para ello. - Hemos tenido bastante suerte, hasta el momento no nos hemos topado con adversidades. Solo esa insistente lluvia que se empeña en acompañarnos, juguetona ella. Solo será cuestión de hallar otro buen apartado del camino para acampar a gusto. - Hizo una pausa meditativa y continuó. - Por cierto, no sé si ya se los había dicho pero he logrado descifrar rápidamente el pergamino que me ha encomendado Gandalf. Al parecer contiene un poderoso hechizo, uno muy personabilizable, que puede dejar sumidos en un profundo sueño a mis objetivos. Lo que me recuerda. - Se rasca la barbilla. Y luego mira en dirección a Lily. - Aún sigue mi oferta en pie. Como al margen de aquella colina vigía, ahora te ofrezco, si gustas, esa mágica daga con la cualidad de poder dormir a quienes han cometido actos malvados. La llevo en la mochila y puede ser tuya, si lo deseas. - Hizo una pequeña pausa y su tono se volvió un poco más serio. - Yo creo firmemente que con tus cualidades como buscadora te sería muy útil a la hora de actuar furtivamente. O, si por el contrario, te vieras envuelta en líos y problemas podrías recurrir a ella para tener una oportunidad de huir. ¿La quieres?

-¡Pues claro que la quiero! Gracias, haré buen uso de ella. Oh... no, mejor no tener que usarla, ¡eh?! ¡Jajaja! Tengo una, normal y corriente. La uso como cuchillo, puedo sustituir una por otra, si alguien necesita otro cuchillo más. 

Pero algo había quedado en el tintero de la pequeña hobbit, y tenía que decirlo o reventaba.

-Rilwen, ya sé que no necesitamos autorización, no te tomes a mal mis palabras. Con ellas sólo quiero decir que asumo que tú llevas las riendas de esta nueva... ¿aventura? Espero que quede en esto, en una aventura más que contar junto al fuego cuando seamos todos abueletes. Bueno, unos más que otros, y antes que otros, ¡lo sé!

Les guiñó un ojo, sonriente como siempre, con el mismo optimismo con el que había visto llegar a Gandalf cuando estaban extenuados y heridos tras su episodio en el túmulo.

La lluvia estaba consiguiendo que los rizos de la beórnida se volvieran lacios al caer a plomo. No era una sensación agradable el tener que cargar con semejante volumen de agua en su cabeza. El último día decidió no apartarse del camino y concentrarse en colocar un pie delante de otro, resoplando de tanto en tanto. En los breves instantes en que levantaba la mirada, veía a su amiga de la infancia correteando por los laterales del camino, tan feliz como siempre y se planteaba como lo haría para tener tanta energía.

Más tarde, aún bajo la molesta lluvia, Rilwen hizo un alto en el camino. Parecía que discutían sobre reabastecerse de provisiones. Parece que las reservas del pobre Orejas, que era como había bautizado al mulo que los acompañaba, se estaban terminando. Se acercó rauda al grupo, voluntariosa en ofrecer sus servicios. - Bien, pues yo me ofrezco a acompañar a Lily. La caza puede ser esquiva, pero el bosque siempre provee a aquellos que saben donde buscar. ¿No es así? Vieja amiga. Interpeló sonriendo a la joven que revoloteaba al rededor. - Creo que ya tengo suficientes medicinas para todos, espero no tener que volver a esquilmar mi despensa, eso significaría que Imledair es mucho más duro de lo que pensamos. En fin -dijo alejando los malos pensamientos - Partiremos cuando des la orden y volveremos en un par de horitas al campamento, eso no nos retrasará demasiado.

Después de cuatro días de caminata, el cansancio empieza a aparecer. La incesante lluvia, aunque no cae fuerte, y el barro del camino hace que debáis gastar más energías para moveros. También están las ropas y demás enseres mojados, que aumentan el peso. Aún así, Rilwen administra bien las paradas y busca sitios cubiertos para pasar las frías noches. Durante el día, el cielo pasa de nublado a soleado en segundos. Las nubes pasan veloces descargando su contenido y el sol calienta vuestros cuerpos seguidamente, haciendo aparecer un arco iris magnífico en la lejanía. Algunas veces parece que vais a llegar al sitio de donde emerge, pero nada más lejos de la realidad.

Esta zona es más árida que antes. Habéis pasado de ver verdes florestas y bosques enormes a ver pequeñas arboledas. De vez en cuando, un olor fétido llega con la brisa cuando sopla del norte. Hacia allí está el pantano de Moscagua. De frente, el Gran Camino sigue su inexorable deambular hacia el este, pasando bosquecillos, praderas y colinas. Los días os parecen iguales, salvo con la salvedad de cuando alguno de vosotros sale a cazar o a recoger frutos secos o setas. Vais rellenando las cantimploras en los riachuelos que vais encontrando por el camino. Para hacer diferentes cosas, os habéis dividido en parejas. Los elfos van juntos a cazar alguna presa que pueda alimentaros y daros fuerzas, mientras que las amigas Lily y Tatharina salen a por setas o frutos silvestres. El campamento lo guardan el aguerrido enano y el pequeño hobbit, que como grandes amigos que son, hablan de muy diversas cosas. ¡Alguien tiene que vigilar a Orejas!

Los intentos de Rilwen y Gallind no son fructíferos. Aunque hallan alguna huella de animales grandes y pequeños roedores, no logran dar con ellos y cazar alguno. Por el contrario, aunque la zona no invita a ello, las amigas vuelven con bastantes setas para cocinar y saciar bien saciado los estómagos. Los días van pasando y vuestro destino está cada vez más cerca. Rilwen calcula que en estos cuatro nuevos días que han pasado, habréis perdido medio día con respecto a lo que ella había calculado. Puede que al final sí tardéis los trece días que dijo Gandalf, ese viejo mago. ¡Al final siempre tiene que tener razón!

-"Hiaaa, hiaaa, hiaaa, hiaaa."

Estaban tardando un poco más de lo previsto, al final el viejo Gandalf iba a tener razón, como siempre, y se iban a pasar 12 días para llegar a su destino. Pero con el agua y el barro, ya estaban haciendo bastante, de hecho había que tratar de descansar más horas y buscar sitios secos donde dormir. Tenían que recordar que a fin de cuentas esto no era una excursión, no, era algo más serio, iban a enfrentarse a unos ladrones. Tenían que llegar en buenas condiciones, no agotados por el viaje, si demorarse un día, era necesario, pues lo harían pero llegarían más frescos.-Mas o menos, vamos sobre el plan previsto, y con este tiempo no podemos hacer más, lo importante es llegar y hacerlo en buen estado, ya que no sabemos que nos podemos encontrar. Pero seguro que atrapar a los ladrones no será fácil, y no sabemos de cuantos se puede tratar. Ya estamos más cerca y pronto llegaremos hasta la zona donde estos han sido vistos. Allí tendremos que buscar un lugar seguro y seco desde el que ponernos con la tarea.-Y volvió con alegría al camino, para ella el agua y tener que andar era estimulante. Esperaba poder cazar algo, ya que en los anteriores días, nada había conseguido, pero lo cierto es que el tiempo, tampoco acompañaba para esa tarea. 

Puff... Eso fue más arduo de lo que me temía Rilwen. Será mejor, que si decides salir otra vez, vayas sola. Siento que hasta te he estado estorbando. Quizás esta lluvia no ha ayudado ni a dejado que los animales salieran a los campos. Seguro estén refugiados en sus guaridas al abrigo de los elementos. - Suspiró. - En fin, como sea. En cualquier caso le he dicho a Lily que le acompañaría en este último trayecto. - Y viendo el montón de setas y bayas que había traído junto con Tatharina. - O quizás sea mejor que vaya Tatharina con ella. - Dice con algo de pena. - Ahora mismo me siento un poco inútil. - Volvió a suspirar observando hacia el suelo. - Al final soy un buen músico, y bastante hábil con los pergaminos. Corretear por el campo con mal tiempo no se me da tan bien. 

Cuando le comentaron lo de pavimentar el valle entero quedó pensativo: - Olle, pues no es tan mala idea. Crear caminos y puentes, pasos libre de barro, de ramas, de tener que mojarse los pies o estacarse en el cieno del fondo de un vado o en el barro de una cuneta..... No es mala idea.

Al momento de guarecer el campamento, fue el que mejor recibió la idea de quedarse de centinela. - Yo me quedo. Comentó satisfecho, ya que, sabia que ellos eran mucho mejores que el barbudo compañero en esas lides, así que, proteger las cosas de todos para que pudieran moverse ligeros y cómodos sería su misión. - Los enanos protegemos a los nuestros. .... - Y a sus cosas. Otra cosa no, pero lealtad en él encontrarían a raudales. Incluso si llegara dado el casi, procuraría protegerles, incluso de si mismos. Y el pensar en unas setitas, hechas a la brasa, sazonadas con un poco de ajo espolvoreado, podría hacerle caer las babas. - Menos mal que la barba me lo oculta. Pensaba ruborizado para si.

El alijo de comida que habían conseguido entre Tatharina y ella había sido bastante considerable, y muy apetitoso. Cocinar ya era más complicado, pero aún así la pizpireta Lily se las ingenió para que tuvieran todos algunos bocados con los que agasajar el gusto, además de saciar el estómago. Y la escapada diaria para buscar más comida era estimulante.

Iban a una misión complicada y sin duda difícil, les esperaban momentos probablemente igual o más duros que los que ya habían vivido enfrentándose a todos los problemas y enemigos hasta ahora. Pero había que poner buena cara, y buen humor. Y Rilwen lo estaba haciendo bien, no se estaban retrasando de los planes trazados, a pesar del tiempo encapotado o directamente tormentoso. 

Y no es que a la hobbit le molestaran lluvia y barro, ni la una ni el otro, aunque hubiera preferido estar bien a cubierto en su smial, calentita frente al hogar encendido, pintando un paisaje de su imaginación. Pero ahora el paisaje se abría real frente a ella, y las gotas de lluvia lo iluminaban y limpiaban. Se alegró pensando que podría pintarlo cuando estuviera de vuelta.

-Gallind, te tomo la palabra. ¡Eres un excelente músico! ¿Puedes componer algunas notas para alegrarnos la marcha? Seguro que lo que nos espera cuando encontremos a esos bandidos será todo menos alegre, pero si llegamos ya con el espíritu contento, tendremos mucho ganado. ¡Esa gente deben ser ceñudos y gruñones, bravucones sin ni un ápice de buen corazón! 

Si el elfo tocaba, ¡ella bailaría! Y sin perder el paso, que sus pies se movían con seguridad y presteza ya sin música, ¡con música sería para verlos!

-No te preocupes Gallind, la caza es una actividad solitaria, y puedo ir yo sola-Y le fue muy bien, logrando una buena presa con la que obtener carne fresca para todo el grupo. Aunque Gallind, al igual que ella, era posible que prefiriese los vegetales, los elfos no tenían problemas para andar mucho tiempo, y no requerían de carne en su dieta. Pero para el resto, poder comer carne fresca asada o guisada sería muy importante para recuperar fuerzas.

A medida que se acercaban a su destino, deberían ser más cautelosos, pues no sabían por donde se movían los ladrones, y había posibilidades de que se topasen con ellos. Así que cuando calculó que estarían a una jornada de su destino, por la noche tras cenar, junto a la hoguera, les dijo a sus amigos:-Estamos cerca de la roca de la que nos habló Gandalf, mañana, sino tenemos algún imprevisto llegaremos a la zona. Así que será mejor tratar de hacer menos ruido y hablar más bajo, ya que no sabemos con exactitud donde puedan estar los ladrones. Y nuestra idea es pillarles a ellos desprevenidos, no que ellos nos pillen a nosotros.-Tendrían que comenzar a hacer guardias, para que pudieran estar más tranquilos, y así evitar que les pudieran caer encima por sorpresa mientras dormían.

Tatharina quedó sorprendida con la habilidad de búsqueda de su amiga. Encontraba las setas más jugosas entre las raíces de los árboles y evitaba aquellas que podrían resultar peligrosas como toda una profesional. - Después de todo, parece que no necesitabas ayuda. Habiendo comprobado que no era necesario estar atenta, decidió aprovechar este momento a solas - Aun así me alegro de que estemos juntas como tantas otras veces en Bree. Siento que habíamos perdido un poco el contacto las últimas estaciones. ¿No crees? Si no hubiera sido por la nota de tu hermano, quien sabe si hubiéramos retomado esta amistad.

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En la siguiente incursión a los bosques, la beórnida decidió ir por su cuenta. Las tres mujeres saldrían a proveer al campamento mientras los hombres descansaban al abrigo de la hoguera. Se preguntó a sí misma si ellos serían los que cocinaran o volvería a hacerlo Lily después de patearse el bosque. - Será mejor que me concentre, esta puede ser la última oportunidad de encontrar algo útil antes de enfrentarnos a nuestro destino. Cuanto más preparados, mejor. Sin embargo, el cansancio y la lluvia parece que no acompañaban en su búsqueda. Hubo de resignarse y volver al campamento con las manos vacías. Se sentó junto al fuego y con la intención de secarse un poco las botas, sabiendo que si no, el próximo lugar donde buscaría setas sería en sus pies.

Claro que si Lily, puedo armonizar el camino y la velada - Y tomó su arpa de Thonluin para acompañar el andar con unas melodiosas notas. - No por nada lo llaman Imeldar, corazón negro. Es de seguro un hombre muy amargado. No como nosotros que sabemos disfrutar de la alegría que provee una buena canción y la compañía de los buenos amigos. - Y luego dejó la charla a un lado para entonar las suaves notas del arpa durante el resto del camino. Ver bailar a Lily, llena de alegría, alejaba las preocupaciones de cualquiera. Desde que saliera de aquél túmulo, los ánimos reanimados de la hobbit, habían sido un foco de esperanza para todo el grupo. 

Tiempo más tarde cuando faltabase un día para llegar, junto a la hoguera, después de la cena, Rilwen les comunicó sus ideas y planes para el último tramo del trayecto y Gallind escuchó atentamente. Se sintió algo regañado por todo el ruido melodioso que había estado haciendo durante el trayecto, sin embargo conocía bien a Rilwen y no había nada de regaño en sus palabras. La semielfa era una mujer astuta y precavida que sabía moverse con soltura por las tierras salvajes. Sus consejos también eran sabios. - De acuerdo Rilwen, desde esta noche ya no habrá cantos ni arpas en lo que queda del camino. Y puedes contar con el paso sigiloso de quien es amigo del viento. Mi capa, mi atención y mi silencio caminarán a tu lado, y estarán a tu servicio, montaraz. - Luego hizo una pausa solemne que rompió unos segundos más tarde con un - ...Pero aún podemos celebrar esta noche. - Y sonrió como solía hacer habitualmente. 

Tras ver regresar esa jornada a Tatharina con las manos vacías, esperó a tener una buena oportunidad y se acercó a ella. - No deberías preocuparte. Se de buena ley que buscar cosas fuera de los senderos no es fácil. - Se quedó mirándola. - Si me hubieras avisado, te hubiese acompañado. Quizás no hubiera sido de mucha ayuda - Le dijo y luego se acercó para susurrarle. - Pero hubieras podido culparme a mí, y dejar que me llevará el descrédito como cuando salí con Rilwen y no hallamos nada. - Luego le guiñó un ojo. - Y dime, ha habido en estos días alguna canción de las que he cantado que te haya gustado más. Esta es quizás la última velada ruidosa que tendremos antes de enfrentarnos a nuestra misión. Me gustaría tocarla para ti, si así lo prefieres. - Y se quedó sonriente esperando la respuesta de la beornida. Buscaba despejar sus pensamientos y mejorarle los ánimos, sabía lo mucho que se preocupaba por los demás. 

Los siguientes días fueron mejorando, ya que las nubes fueron cada vez menos constantes y ya no descargaban sobre vosotros esa fina llovizna que regaba todo a vuestro alrededor. El sol salió con fuerza, volviendo a irradiar todo su poder sobre los campos, colinas y bosques, y haciendo que la vida volviera a surgir a vuestro alrededor. Pajarillos, pequeños animalillos y roedores pululaban en los alrededores. Tiernos brotes de hierba o flores silvestres crecían gracias al poder del agua y del sol. Las noches, ahora estrelladas, seguían siendo frías por el aire que provenía del este. Pocas nubes se veían ya por el cielo. El barro del camino se endureció y pudisteis avanzar a mayor ritmo.

En los días siguientes salisteis a buscar comida y a cazar alguna pieza, y vuestros esfuerzos se vieron recompensados con multitud de setas, bayas, frutos silvestres, un pequeño jabalí y un par de conejos; además de encontrar alguna hierba aromática para sazonarlos. Entre lo que ya llevabais vosotros, lo que cargaba el pobre Orejas y lo que ibais recolectando y cazando, no pasasteis hambre en ningún momento. Pudisteis disfrutar del Gran Camino y de la naturaleza estos últimos días, cosa que alegraba sobremanera a los hermanos hobbits, siempre tan dicharacheros. Por las noches, empezasteis a tener más cuidado con las hogueras e incluso os turnabais para hacer guardias.

El terreno empezó a cambiar y las colinas del este se fueron acercando, volviendo el paisaje más funesto. Los vientos de las montañas eran fríos y penetrantes, incluso ahora en verano. Antes de llegar a las colinas del este, cruzasteis un río y después varios más. En las proximidades surgían pequeñas arboledas que iban aumentando de tamaño según avanzabais. Un día, llegasteis a un río bastante caudaloso y a un puente de piedra de muy buena manufactura y muy antiguo que lo cruzaba. Alguno de vosotros sabíais que este punto era el inicio del Bosque de los Trolls y que por tanto estabais en el antiguo reino humano de Rhudaur. El puente era llamado el Último Puente porque más allá de él solo había maldad y peligros continuos.

Nacido en los manantiales y las nieves fundidas de las Montañas Nubladas, el Mitheithel fluye ruidoso y con fuerza. El Gran Camino pasa sobre él por el Último Puente. Más allá del Mitheithel, hacia el norte, se encuentra el Bosque de los Trolls. Habitado principalmente por trolls de los bosques y lobos, el bosque tiene un aura maligna. Los árboles son sombríos y crecen muy juntos. Entre las matas, los espacios abiertos albergan zarzas y arbustos estranguladores. En el este hay más colinas tenebrosas. Antiguos castillos en ruinas, tan malditos como los hombres que antaño vivieron en ellos, todavía se aferran a sus laderas. Las tierras son espantosas.

Según las cuentas de Rilwen, estos días habéis ganado terreno y conseguido reducir el tiempo para llegar a vuestro destino. Pasáis por encima del puente y podéis ver el gran trabajo que se hizo el día de su construcción. Aunque han pasado muchos, muchos años, aún conserva su poderío. Por debajo, el gran río arrastra el agua y los sedimentos al sur, muy lejos de donde estáis, para terminar uniéndose a otras corrientes de agua. El ruido casi no os deja escucharos y avanzáis hacia adelante, siguiendo el Gran Camino. Ha habido alegría en la expedición, con cantes y bailes, pero ahora toca silencio y sigilo; Rilwen así lo aconseja. La última noche la pasáis meditabundos, pensando qué os deparará el día siguiente.

Escena 2: El puesto de guardia