Apenas lleváis unas horas en ésta laberíntica ruina minera desde que os encontrásteis con R2-D0 y los soldados imperiales: el ataque de los mynocks, el cañon blaster de la entrada, derrumbes, explosiones, fuego... y todo ello aderezado con pequeños encontronazos con los persistentes imperiales.
Pero lo habéis superado. No sin dificultad y un terrible y triste sacrificio. Así que sacáis fuerzas de vuestra perseverancia, abnegación, orgullo o dignidad y os incorporáis dispuestos a lograr llegar hasta la maldita lanzadera o morir en el intento.
Seguís a Decero por el pasillo de la derecha iluminados por la linterna del rifle empuñado por Dan-Vid.