Partida Rol por web

La energía estática de la base, pese a estar acostumbrada a ella, zumbaba en los oídos de todos, mientras, agazapados tras unas cajas de suministros a medio colocar, miraban aun sorprendidos hacia la puerta del Almacen Principal. Uno de los fluorescentes del techo, pese a haber apagado las luces, continuaba con un tenue brillo pulsatil, como resistiéndose a morir. Todos había ocurrido rápidamente: los disparos (de subfusil militar, como había notado Rodriguez, del personal de seguridad), los gritos de sorpresa y de angustia, y el ruido de botas golpeando el suelo mientras aquellos asaltantes se desplegaban por la base desde el Modulo de Conexión Exterior, donde el Sargento Harris (mando de la Base), el Capitán Bullock (Jefe de Seguridad) y Alphonse Misner, uno de los Tecnicos de Mantenimiento, habían acudido a recibir a los que todos daban por hecho que serían el relevo para la mayor parte de la tripulación.

Mientras el latido de los corazones y las aceleradas respiraciones daban ritmo al momento de descanso, con todos ellos, Rodriguez, Schmidt (parte del equipo científico dirigido por la prestigiosa doctora bióloga Elizabeth Mellows), Bedoin (comunicaciones) y Popova (mantenimiento) escondidos allí, tras haber huido a la carrera hasta el almacén, trataban, en susurros, de decidir como afrontar esa horrible y difícil situación, los gritos mas allá de la puerta cerrada se fueron difuminando.

Las piezas empezaban a encajar: hacía 48 horas que se había cortado la comunicación con el exterior, y 24 horas desde que a la Base llegó la señal de que el ascensor bajaba… Demasiada coincidencia, viendo lo que ocurrió al llegar este al fondo marino…

De pronto, un ruido a sus espaldas les puso en guardia, haciéndoles contener la respiración, pero antes de que ninguno de ellos llegara siquiera a moverse, la Doctora Mellows salió de detrás de uno de los paneles de alimentos: la pulcra trenza que con tanto primor llevaba siempre sobre el hombro derecho, aparecía ahora deshilachada, casi desecha, mientras su rostro, lívido a la tenue luz de la pequeña linterna que portaba, parecía envejecido por el peso de la responsabilidad, pero el brillo enigmático de sus ojos no había cambiado un ápice, incluso había crecido aun mas, azuzado por la determinación, una determinación que quedó clara cuando habló con voz queda, con aquel pulcro acento británico:

— Han tomado la base. Necesito que me cubran para llegar al Modulo 505: he de destruir toda esa información antes de que caiga en malas manos… — dijo, sin poder contener el dolor que le producía articular aquellas palabras, pues hablaba de destruir todo su trabajo, todos los avances conseguidos en aquellos meses por la Estacion Subacuática Internacional. Cerró los ojos, respirando profundamente, y cuando los abrió, sus ojos almedrados volvían a tener aquella determinación, e iban pasando alternativamente a cada uno de sus cuatro compañeros escondidos, esperando su respuesta…

Markus parecía todo ojos. Tan pequeño era (delgado, bajito), tan poca cosa que parecía más un muñeco que se habían dejado por ahí.

Le apodaban Noproblemo. No problemo..., dijo, mientras miraba con lástima a la Doctora Mellows. Sus ojos, como siempre, fruto del sentimentalismo o, quizá, de alguna lesión producida por la luz de las soldaduras, estaban anegados en lágrimas que de vez en cuando enjugaba con un trapo sucio de grasa.

El hombrecillo de cabellos completamente blancos hacía un gesto hacia un bulto que ocupaba buena parte del almacén mientras se seguía explicando. ...ahí iestá iexoesquieléto priesurizado. Markus puiede salir fuiera y aislar el miódulo iuno cinquio cinquio. ¿Da? Quiziá pudierra hacierlo desde dientro también. Diesdie la consiola.

Se levantó y comenzó a desempaquetar el armatoste. Iesto diebería aguantar las bialas biastiante bien. Iestá prieparrado piara sioportar miucha priesión.

El científico llamado Bernard, estaba sudando, le pasaba siempre que se ponía nervioso, le pasó cuando tenía el examen final de los Architeuthis, y eso era una nivel uno de problemas. Que entren con fusiles a pegar tiros en una instalación subacuática presurizada, eleva el nivel de histerismo a diez. Así que está sudando como un pollo.

A su lado se encuentran algunos más tranquilos y otros como el joven Bernard. Asustado, se quita sus redondas gafas, que por el calor corporal se estaban ahumando, cuando aparece la doctora Mellows por la puerta, Bernard se coloca la gafas de nuevo y se pone en pie con intención de ir hacia ella, finalmente no logra ponerse derecho del todo y se queda en una medio inclinación como esperando para saltar de trinchera a trinchera.

¿El ruso no sé qué dice que va a aislar al módulo 155? ¿Pero qué demonios dice el chalado este? Lo dejó mientras empezaba a desempaquetar algo, seguro algo grande, ruidoso y que gastaba mucho combustible, el estilo ruso. Se acercó a la Doctora, con la que nunca tuvo la oportunidad de llamarla por su nombre, sin embargo ese corsé ha saltado por los aires en esta situación.

-Cuenta conmigo, pero…- le dice mientras finalmente sale de detrás del cajón que usaba de cobertura, por su forma de actuar, es seguro que no podrá salvarse la información- usted es la prioridad doctora- le dice con admiración- no arriesgue su vida si no es necesario por favor- ahí parece que hay algo más que admiración en esa preocupación. Todo esto dice mientras le tiemblan las piernas- podríamos salir por los minisubs que hay en la sala de descompresión.

Lucie había logrado calmarse, aunque estaba acostumbrada a trabajar bajo presión nunca había estado tan cerca de la acción. Era una treintaañera que, aunque un poco corpulenta, se mantenía en forma pese a que su trabajo básicamente era estar sentada. Tenía una media melena ondulada pelirroja recogida en un moño, lo que dejaba al descubierto su cara redonda, aniñada y de gesto alegre. Su cutis estaba salpicado por las pecas habituales en los pelirrojos y, por supuesto, su piel era clara y sensible al sol.

Escuchó a la doctora, la sala de la que hablaba no estaba cerca y tendrían que atravesar la sección central. Lucie tenía algo que decir.

-Doctora, creo que antes debería ir a la sala de comunicaciones y pedir ayuda, está aquí al lado, no me llevará mucho tiempo. Estoy de acuerdo en que es prioritario eliminar esa información pero debemos aprovechar que estamos cerca de la radio para pedir refuerzos.-

Efectivamente el almacén principal comunicaba directamente con la sala de comunicaciones, segundo hogar de Lucie. 

El semblante de la directora científica traslucía una determinación que sin duda luchaba contra el miedo que también debía embargarla. Escuchaba con gran atención cada palabra que los muchachos que hacían posible que todo aquello funcionase le decían, no en vano, sin ellos, la base no podía fluir como debiera.

Popov se dedicaba a arreglar cosas, y eso se notó desde el principio. Ese afán de buscar soluciones le valió para evitar pensar en funestas consecuencias. Mellows pareció sopesar su propuesta, asintiendo lentamente, mientras echaba furtivas miradas puerta, como si aquellos terroristas fuesen a entrar en tromba de un momento a otro. Después, abrió los ojos, con un brillo esperanzado en la mirada cuando la joven Bedoin hablo, pero apenas duró un momento:

— El módulo de Comunicaciones lleva sin funcionar ya 48h, querida. Mucho me temo que nuestros asaltantes nos han dejado aislados... Tendremos que valernos por nosotros mismos... — sentenció, mientras escuchaba la opinión de su nervioso colega alemán. — Créeme, Bernard — le dijo también en un susurro — que lo único importante ahora mismo es acabar con esa información, pero para eso tengo que llegar allí. Sólo puede hacerse a través de esa consola.

Tras eso, se giró hacia el técnico de mantenimiento, esbozando una cansada sonrisa. Aquel hombrecillo, siempre lleno de grasa, despertaba en ella un extraño sentimiento maternal, teniendo en cuenta que era mayor que ella: — Es por eso que no podemos aislar sin más el 505, mi querido tovarich... O al menos, no sin posibilidad de abrirlo, cuando yo llegue...

— Rodríguez, tu patrullas estas salas, así que asumo que las conoces bien. Puedes guiarnos, intentando evitar a los asaltantes?? La Providencia quiera que no sean muchos, y que tanto el sargento Harris como el capitán Bullock hayan sido capaces de parapetarse en algún lado, y nos puedan servir también de cobertura... — preguntó al/la agente de seguridad, que aún parecía evaluar la situación, pistola en mano, cubriendo la puerta de salida...

Niet, niet, niet. Noproblemo doctorra. Markus tiene lianza tiérmica. ¡Markus aisla miódulo y luiego... ! A tomiar por ciulo... ¿Se dicie así? ¡Al fiondo del miar matarilie-rilie-rilia! ¡Markus corta y tomia por ciulo!

Daba igual si iban por dentro o por fuera. El armatoste era una armadura cojonuda, así que el ruso ya se estaba enfundando el el trasto.

¡Lios demiás con minisubmiarinos ayuda, empuja, bong! ¿Da? Oh, zharenoye der'mo Si viamios por dientrio, yo tiomo caja grande, esciudo. Tiodos detrias, entrie mis piernias. Y dispiarian. Y lanza tiérmica igual, yo.

El bicho ese estaba preparado para currelar fuera, estaba equipado con un soplete. Una lanza térmica. No recordaba si lo había recargado, por cierto. Igual ni conseguía fastidiar el módulo. Pero bastaría un pequeño agujero para espiazar al que se quedara dentro.

Mientras se decidían los demás, Markus encendió el equipo de comunicaciones del exoesqueleto. Igual los cabrones tenían una señal por la que se hablaban. Con la lengua marcó el lector de frecuencias en modo búsqueda y conectó los altavoces con la mascarilla de la escafandra todavía abierta. ¡No problemo! ¿Da?

El alemán sigue la conversación moviendo la cabeza de uno a otro de los que hablan y cuando se refiere a ellos la doctora. Ella lo tiene claro, hay que destruir la información y tenemos que llegar rápido. Empieza a pensar como un científico, como un científico con miedo, eso sí. Por lo que la mayoría de sus planes abarcan salir de ahí con vida, así que ha eso se agarra. Se vuelve a quitar las gafas para hablar, en susurros como los buenos espías, mientras con la manga de la camisa se seca el sudor de la frente.

-Entonces pongámonos en marcha cuanto antes, en estos primero momentos de confusión son los mejores para moverse entre el caos, cuando los asaltantes tengan toda la estación bajo control, será más complicado- es entonces cuando el ruso se mete en el exoesqueleto para trabajar en la profundidad oceánica, y activa los altavoces, Eso es demasiado para el nervioso Bernard que se sube al armatoste de un salto e intenta arrancar o desenchufar los altavoces, zarandeándolos y susurrando a gritos, lo que viene a conseguir una especie de tono normal pero exasperado- ¡¿pero qué haces desgraciado? ¿Qué parte de evitar los asaltantes no entiende tu cerebro?-golpe de nudillos- Qué clase de plan disparatado estás proponiendo haciendo un agujero sin control en el casco? Puedes asegurar que se bajarán todas las compuertas de seguridad sin matar a nadie? ¿Puedes confirmar que alguien lo arreglará para que el resto escape? NO. me parece muy bien que tú trabajes sólo pero yo... ¡yo tengo compañeros aquí!  No quiero que mueran por un plan absurdo que dejará una tumba tras nosotros.

Se deja caer del traje del Operario respirando con dificultad, debido a toda la adrenalina y toda la rabia que ha soltado como un geiser. Poco a poco se relaja su expresión y ritmo cardiaco, lo necesitaba, pero sigue sin evitar dar alguna que otra mirada de censura al Ruso. Tienen que escapar, tienen que poder ir apagarlo todo y volver corriendo de nuevo a la sala. Pero no pueden verlos, tenemos que evitar el enfrentamiento. Se coloca las gafas de nuevo y habla con un tono mucho más comedido.

-A menos que vayas a usar el traje para hacer una distracción y que podamos llegar a la consola, ya te lo puedes ir quitando, no quiero ni oír de disparos o lanzas térmicas ¿Da?- mira suplicante a los otros tres compañeros de este improvisado escuadrón de Swat para que lo apoyen en contra de ese sinsentido.

Lucie movía la cabeza negativamente - No, no. Es decir, cierto, la sala no funciona, pero conozco la manera de enviar un código de emergencia. La sala cuenta con un sistema de comunicaciones alternativo y autónomo que sigue funcionando aún en caso de caída del sistema principal. Puedo enviar un aviso, solo necesito unos minutos en la sala.- Lucie entendía perfectamente la importancia de la eliminación de los datos que decía la doctora pero la posibilidad de avisar al exterior les daría una oportunidad en caso de enfrentamiento con los asaltantes, necesitaban refuerzos.

-Pueden ir sin mi si quieren, les alcanzaré cuando termine- Lo dijo tímidamente y, por supuesto, sin estar para nada segura. Estaba asustada y no le hacía ni pizca de gracia tener quedarse sola pero debía pedir ayuda, solo ella podía hacerlo, estaba dispuesta a asumir el riesgo.

Como todos, se sorprendió al ver que el ruso se enfundaba el exoesqueleto y, aunque Schmitt quería disuadirle a Lucie le pareció buena idea, le serviría como armadura y podría ir de avanzadilla con una protección extra, aunque claro, quizá fuera muy ruidoso.

— Señores, por favor!! — se escuchó la voz contenida de la Doctora Mellows, mientras ponía un brazo sobre cada uno de los hombres que allí había discutiendo, con esa fuerza en la mirada que tienen las personas acostumbradas a que se las escuche, y la reputada cientifico había dado conferencias magistrales a nivel internacional, antes de aceptar la oferta para trabajar en la Estacion Verne y su ambicioso proyecto que tanto bien podía hacer a la Humanidad... — O mal... — se vió obligada a pensar, teniendo en cuenta la terrible situación actual.

— Markus, se que tus intenciones son buenas, — le dijo, suavizando la voz, mientras trataba de esbozar una sonrisa que se quedó en eso, un intento, pues la responsabilidad pesaba como una montaña — pero no creo viable el exoesqueleto en el interior de la Base: primero, te costaría un mundo moverte con él, y segundo, y mas importante — continuó, jugando con la trenza, a aquellas alturas deshilachada como una vieja muñeca hecha de lana, aunque la cadencia se acompasó al ritmo en el que solía dar dichas conferencias — el ruido que generaría dicho movimiento, atraería a todos los terroristas que pueda haber por ahí...

— Tienen subfusiles de asalto de ultima generación, calibre 9x39, capaz de penetrar casi un centímetro en acero a menos de 100 metros... — la interrumpió la Agente Rodriguez, desde la puerta, mientras calibraba el peso y la posible efectividad de su pistola de 9mm. Parecía que hubiera estado ajena a la conversación, pero su cara de preocupación, echando fugaces miradas a la puerta del pasillo del sudeste, que daba al Almacen Secundario, mostraba a las claras que sus opciones no eran muchas, ni buenas. Esperaba que algo o alguien viniese de aquel lado?? Dificil saberlo.

La Doctora cerró los ojos, masajeandose las sienes, cuando la joven técnico de sistemas, Lucie Bedoin, contó aquello sobre un sistema de comunicaciones alternativo: — En serio?? Eso sería fantastico, pero, en el mejor de los casos, tardarían 16 horas en llegar los refuerzos... — De nuevo, el bofetón analitico les devolvió a una realidad nada halagüeña.

Por último, un Dr Schmitt, mucho mas calmado, pareció activar por fin a la Dra Mellows: — Creo que es lo mas sensato, con sigilo, tratar de movernos por los pasillos antes de que los terroristas controlen totalmente la Base... No creen??

Despues, se volvio a la joven Lucie de nuevo: — Aunque supongo que podemos esperar un par de minutos a que mandes ese SOS. Independientemente de lo que pase aquí hoy, eso pondrá mas dificil la posible huida a esos malnacidos...

— Chhhsssssssssssss, trrrrrrrrrrrr, fiuuuuuuuuuuuuu!!! — sonó el acople de la radiofrecuencia del exolesqueleto, mientras Markus, habiendose quitado de encima al furibundo científico alemán, continuaba sintonizando frecuencias:

— سريعة، مجرد تقليل مشغلي القاعدة! — se escuchó una voz profunda en árabe. — يتم التحكم في مدير نفسه، والأمن هو إصابة قاتلة. نحن نعرف بالفعل أين الطبيب المسؤول عن الدراسة هو؟ يقول الثاني انه يجب أن يكون من وحدة "الهدف" — continuó la parrafada, a lo que se escucharon varios: — سلبي —, separados por varios segundos...

Mellows habia tenido una mano levantada todo el rato, como pidiendo silencio. Al acabar, dijo: — Probablemente mi árabe no sea uno de mis fuertes, pero creo haber oido que tienen al Director Harris, y a mi asistente, el Doctor Monteros, además de que me están buscando. Finalmente, me ha parecido entender que el Capitán Bullock está herido de muerte... — tradujo, con dificultad, mientras su cara palidecía. Ninguno pudo diferenciar si lo hacía mas por el estado crítico del Jefe de Seguridad, o por que tuvieran a su asistente...

— Rápido, niña, manda ese mensaje!! — dijo, con un leve temblor en la voz — Mucho me temo que todo acaba de empeorar: ahora sí que vamos contrarreloj...

Asustado, Markus bajó el volumen del altavoz de la escafandra (con la punta de la nariz) para que no les descubriera, pero lo suficiente como para que fuera audible. ¿Cuánto tardarían en llegar esos cabrones? ¡No problemo! Susurró, si es que se puede susurrar entre exclamaciones con voz aguardentosa (y eso teniendo en cuenta que Markus era abstemio). No problemo, acomodando la voz. Mientrias Liucilie mianda SOS priuebo con consiola piaria ver si acciedo a circuito ciámarias y viemos diónde estían tiodos.

Wiiiiii, el exoesqueleto se abrió como un bocadillo y de semejante mole salió el ruso, que parecía una especie de marioneta, mirando con ojos de gatito apaleado a Bernard.

Pero era una ilusión. En realidad, estaba a cien. Le gustaba la acción y no se había puesto triste, ni ofendido, ni nada de eso, tras la bronca del científico. No problemo, repitió, ¿Tieniemos armias? Él tenía una remachadora que, sin una buena plancha de acero donde encastrar el remache, podía lanzar un clavo de punta con mucha mala idea. También tenía un soplete de acetileno por ahí. De esos que llevan las bombonas en plan mochila, para operar en espacios estrechos, amén de la muy socorrida llave grifa de diez kilos, no hay ni que decirlo. Todo el mundo le había visto con semejantes cosas de aquí para allá.

Pero dejó esos detalles a otros y se concentró en acceder a las cámaras de control.

Cuando la Doctora jefe levanta la mano, Bernard se queda paralizado como un conejo cuando le das con las luces largas del coche. Escuchaba atentamente, cualquiera podría pensar que sabía hablar árabe, pero nada más lejos de la realidad, buscaba nombres de personas. Cuando terminó la conexión y Mellows tradujo lo suficiente para saber que los asaltantes tenían una lista de personas a las que necesitaban, por supuesto ella estaba en esa lista de la compra macabra.

La chica de comunicaciones se acababa de sacar de la manga un canal de emergencia que dice seguirá abierto, aunque la señal llegue a la superficie, ya dijo antes nuestra directora que de nada sirve eso. Pero sigue decidida, así que es mejor que lo haga cuanto antes, por lo menos el ruso ya se ha quitado la armadura y se está armando. Bernard no se une a su búsqueda de armas, pues prefiera pensar que van a evitar el enfrentamiento, él es un hombre de ciencia, mira, observa, pero pocas veces interactúa, interactuar con proyectiles a alta velocidad, es lo último que tiene en mente.

Aprovecha ese momento de dispersión de sus compañeros de trabajo o mejor dicho compañeros de supervivencia para acercarse a la Doctora y hablar con ella en voz queda. Hay que ser analíticos y ponerse en todas las hipotéticas situaciones

-Doctora, nunca he preguntado que se estudia en el sector 505- pone las manos en alto como si le apuntaran con un arma- y no lo estoy haciendo ahora- le aclara para evitar suspicacias- pero si tú crees que hay alguna posibilidad que yo llegue, ya que a mí no me buscan los árabes, y tengamos que separarnos- evita decir que puede ser capturada o asesinada- sería mejor compartir al menos como piensas destruir la información, si hace falta algún código o llave, la probabilidad de éxito se multiplica por dos si yo tengo las posibilidad de cumplir el objetivo- me hecho el pelo por detrás de las orejas con un gesto de preparación y me permito una sonrisa pues nunca pensaría tutearme así con la gran Doctora Mellos, ojalá salgamos de esta como en las buenas pelis americanas- además, tengo buena memoria.

Mellows tenía razón, los refuerzos tardarían en llegar y solo Dios sabe que iba a ser lo que se encontrarían en la base, pero si Lucie podía llamarlos era su obligación hacerlo. Por supuesto, la Doctora accedió, Lucie ni se planteaba lo contrarió.

-¡No tardaré, doctora!- Contestó con su bonito acento francés y se puso en marcha.

Las voces en árabe sintonizadas por Markus añadieron más presión, sin duda eran terroristas extremadamente peligrosos. La francesa tampoco conocía demasiado la lengua aunque lo que pudo entender coincidía con lo dicho por la doctora.

Dejó al científico hablando con la doctora y Se movió evitando hacer ruido, de eso ya se había encargado el ruso. Cuando llegó junto al acceso a la sala de comunicaciones abrió la puerta y entró con decisión en su lugar de trabajo.

Con celeridad, pues de veras parecía que la situación acaba de empeorar, ahora que sabían aquellos terroristas de Oriente Medio buscaban a la Directora de Investigación de la Base, Lucie y Markus, ahora de nuevo fuera del traje, quizá atraido de nuevo a la tierra por la contundente objetividad de la bióloga, entraron en la Sala de Comunicaciones: la francesa, para utilizar ese canal secreto que con tanto celo había guardado, tal y como le habían enseñado y pedido, para casos como este, y el ruso, para intentar acceder desde allí al circuito de cámaras de seguridad. Quizá si los nervios no estuvieran a flor de piel, o si en el pasado le hubiese interesado el condenado circuito, hubiese caído en que, desde aquella sala, se controlaban las comunicaciones con el exterior, ya fuera por radio, sonar, y demás ondas:

— Claro, la Sala de Control!! Desde allí sí que podría!! — pensó el menudo manitas, vislumbrando en su mente la disposición de dicha sala. Quizá si los asaltantes no habían tomado aquella sala, podrían colarse allí sin ser vistos, pero claro, debían salir a la Seccion Central, peligrosamente cerca de la Conexión Exterior, donde había comenzado el asalto...

Lucie Bedoin estaba en su salsa en aquella sala, donde pasaba la mayor parte de su tiempo en la Base, analizando los mensajes que llegaban diariamente, muchos de ellos, apenas ecos que rebotaban en la laderas abisales, asi que, sabiendo que el tiempo era un factor limitante, encendió la consola, y dejo fluir aquel protocolo de seguridad aprendido y entrenado mutiples veces antes de coger aquel ascensor submarino. Pese a una ligera duda debida a la tensa situación, enseguida empezo a teclear, y el sistema, aparentemente muerto, le empezó a responder con aquel panel retro con carcateres verdes. En breve habría acabado, y de nuevo el sistema volvería a estar caído, pero podría proseguir con la fortaleza de haber cumplido con lo que de ella se esperaba. 

Ambos científicos quedaron en la sala de suministros, hablando en voz baja. La doctora Mellows escuchó atentamente a su colega alemán, y al acabar este, volvió a menear la cabeza, aunque esta vez esbozando una sonrisa cansada:

— Eso solo te pondría en peligro, Herr Bernard, y eso no sería justo: yo pude elegir unirme a esto, sabiendo lo que conllevaba. Siempre supimos que, si se descubría, se iniciaria una guerra mas o menos secreta por hacerse con "ello"... — Una mirada de profunda tristeza se apoderó de la británica, otorgandole, de golpe, otro lustro de años. — Pero tu no, tu te embarcaste en este proyecto, probablemente, por el afán de aprender, de conseguir un contrato mas adelante para alguno de los proyectos que sin duda tienes en mente... No, he de ser yo, es mi responsabilidad...

¿Tieniemos armias?

La voz del enclenque técnico irrumpió en sus reflexiones, y ambos científicos levantaron la cabeza hacia él: — En la vida he peleado, mas que por conseguir subvenciones o mecenas. Tengo pánico siquiera a empuñar un arma, pero si es necesario para llegar al 505, lo haré — dijo la doctora, levantando la barbilla.

Para entonces, Lucie salía de la Sala de Comunicaciones golpeando ambas manos, claro gesto de que su trabajo había concluído, y al parecer con éxito, aunque esperaba haber recibido algún tipo de confirmación de que el mensaje había llegado a buen puerto, pero solo la estática del silencio del canal la acompañó, hasta que de nuevo, el sistema calló de nuevo, apagándose completamente.

Entonces, todos pudieron oir un ruido, algo que que Markus tenía grabado a fuego en su mente, de las veces que tenía que escucharlo cuando verificaba las puertas con módulo hidráulico: se había abierto la puerta del pasillo que daba de la Seccion Central al vestíbulo del Almacén Principal: era probable que se acercasen problemas...

— Rápido, escondamonos!! Quizá no nos vean, entre tanta caja. Si no lo hacen, podremos movernos con mas tranquilidad despues, pues nos buscarán por otras secciones de la Base... — susurró la doctora, ocultándose tras un panel de latas de aceite...