Junto con unos nuevos y peculiares compañeros de cacería, reanudáis la marcha y volvéis a avanzar por el barranco maldito. Aunque lo normal sería que os mirarais unos a otros con desconfianza, eso no sucede ya que los dunlendinos parecen confiar en el criterio de su líder y os tratan como a cualquier otro miembro de su pueblo, o sea con un poco más de respeto y menos recelo. Además, gracias a Imhar, el cual colabora activamente con Aldor y Barald en el seguimiento del rastro, mantenéis un buen ritmo y os vais adentrando aún más en las montañas.
El ambiente se vuelve cada vez más opresivo y no sabéis hacia donde os llevarán las huellas pero de algo estáis seguros: la bestia no puede estar muy lejos.
Cambiamos de escena: Capítulo 4: La Bestia