5 de enero.
Caravana Mercante, sur de las tierras Humanas, cerca de la frontera Balam.
Clima: agradable.
Horario: por la Mañana.
A pesar de ser temprano por la mañana y de que el sol poco a poco iba saliendo, algunas estrellas titilaban muy débilmente mientras que la luna en el firmamento tampoco se mostraba interesada en desaparecer, por lo que el cielo contaba con una estela azulada junto a otra naranja que chocaban y se entremezclaban para crear una amalgama de colores excepcionales en un firmamento fresco y agradable.
El viento barría las hojas, sin embargo, las llamaradas ya habían sido puestas para cumplir sus funciones de calentar los desayunos, la Caravana Draško de criaturas mercantes, donde todas las razas y de cualquier región de Karjian es bienvenida, se movilizaría poco después de las nueve de la mañana para partir hacia Egartana Sky, la gran metrópoli humana donde los comerciantes son los principales heraldos de un mundo manejado por el oro y la sangre.
En el lugar se podía ver prácticamente cualquier ser, algunos vendedores, otros simplemente viajeros que se acoplaban para evitar ser asaltados por bandidos o esclavistas, los hombres y mujeres capaces de blandir una espada o accionar a la magia, eran bienvenidos sin costo alguno siempre y cuando juren proteger a la caravana de cualquier ataque, cualquier otro viajero debe pagar una cuota diaria por ser protegidos y este dinero es manejado por el Gran Tesorero, el humano Pāvils Draško de cuyo apellido es derivado el nombre de la Caravana.
En tu caso, por pertenecer al primer grupo, debías ser de las primeras en levantarte en caso de no tocarte la guardia nocturna, por lo que tu primera tarea asignada es la de revisar el perímetro mientras los demás desayunaban y tus colegas encargados de vigilar durante la noche, ingresan a algunas carretas para dormir hasta el mediodía.
Te habías enterado que un día antes una pequeña cuadrilla de tres o cuatro guerreros fueron adheridos a las filas de guardianes por mandato y contrato del Gran Tesorero.
Finalizado el rastrillaje, es tu turno de desayunar antes de partir hacia el correspondiente destino.
La caravana estaba compuesta por varias carretas, cada una de ellas representa a una familia, aunque esto no implica un grado de parentesco real, simplemente son familia por las similitudes raciales, culturales o por conveniencia económica, ya que un viajero sin carreta puede adherirse a cualquier familia para evitar el pago de la cuota diaria.
La movilidad de la caravana era principalmente por caballos que eran cuidados por sus respectivos dueños, pero también había otro tipo de bestias, como unos bueyes de carga, dos rarvor o lo que sería en su defecto, una especie de reptil casi tan alta como un elfo y casi tan fuerte como un equino e incluso un gran elefante que servía como transporte para el Señor Pāvils.
Si bien, los rarvor son carnívoros, su impecable domadora ha sabido controlarlos y han resultado ser buenos animales de carga y cuentan que algunas veces fueron usados para rastrillajes rápidos ya que su agilidad es única.
Pero la variedad de animales no se queda solo en eso, ya que las mismas carretas son las más variopintas, demostración excelsa de que cada dueño pertenece a una cultura completamente distinta a las demás.
Existen carretas adornadas con grandes huesos de animales, otras que no necesitan bestias ya que son impulsadas mediante el vapor, por lo que siempre se ve una incesante humareda expelida por alguna chimenea metálica, otras por su parte son tan grandes que pueden albergar a decenas de viajeros y otras pocas son de aspecto lúgubre.
Las normas de la caravana son simples: no robar, cuando toca descansar, se debe formar un circulo alrededor de una gran hoguera, cada carreta debe traer su propia comida, no se permite el relacionamiento amoroso con los guardianes, tampoco se permite confrontaciones de ningún tipo bajo ningún precepto.
El último punto es el que más comúnmente es roto debido a las discusiones religiosas de cada familia, por lo que no fueron pocas las veces en las que alguna carreta debe ser expulsada por incumplir cualquiera de estas reglas.
Cabe resaltar que la Caravana no está abierta a todas las razas, siendo principalmente los lupinos, los balam, los choll y los orcos los que, en muy, pero muy específicas circunstancias pueden llegar a ser admitidos, pero solamente en la fila de los guardianes.
Poco fue tu interés en hacerte con amistades, ya que la vida de bardo y asesino te impulsaban a no encariñarte demasiado con las personas que te rodean, especialmente si se tratan de nómadas mercantes, sin embargo, la pérfida cara del señor Draško te había calado hondo en tu memoria.
Era un hombre que pocas veces salía de su carreta, la cual albergaba a tres esposas quienes solamente eran vistas durante el momento del baño tanto de ellas como de su más de una docena de hijos.
Al contar con la bestia más grande y fuerte, podía pegarse el lujo de contar con un vehículo de gran porte donde su numerosa familia podía vivir plácidamente.
Ninguno de aquellos niños superaba los diez años, por lo que, bajo los preceptos religiosos de Draško, no pueden socializar con nadie hasta quien sabe qué edad.
El hombre solo salía cuando había que dar alguna noticia o cuando se debía requerir la paga a alguna familia, por lo que era odiado con justa razón ya que no era una persona muy agradable en su tratar.
Esa mañana, contra todo pronóstico, salió para hablar con las familias en general, acompañado por sus inseparables tres intérpretes los cuales traducían sus frases en khar, élfico y wrothiano ya que el idioma madre de aquel Tesorero pertenecía a una lengua muy particular de las tribus del oeste, en el continente árido perteneciente ahora a los lupinos.
El Tesorero saluda con su fina voz, sus traductores, un humano, un elfo y un enano transmiten su salutación.
El tesorero lanza una frase levemente larga.
- He sido visitado recientemente por un enviado de Huehueteotl… - traducen uno tras otro hasta llegar al último intérprete, repitiendo este proceso ante cada frase del señor Draško – …al parecer necesitan a unos combatientes…que no tengan problema alguno en apoyar a algunas fuerzas…de la milicia balam…me han pedido que yo mismo envié a alguno de mis hombres…sin embargo, prefiero que se ofrezcan voluntarios para llevar a cabo tal misión…se supone que la paga será muy buena incluyendo como bono…la posibilidad de escoger un heredero o heredera de pagos mensuales costeados por los Consejeros balam…por lo que espero que de esta Caravana pueda haber alguien capaz de ofrecerse para tal hazaña…cuya naturaleza no se me ha sido revelada -
Los murmullos se acrecentaron y las miradas se cruzaron, esperando ver al siguiente hombre o mujer que se digne a ofrecerse.
Eire se despertó con la primera brisa de la mañana, se había quedado dormido sobre la rama de un robusto árbol de las cercanías. La noche anterior había sido un poco movida, había conseguido un par de botellas de las reservas y estuvo bebiendo junto a algunos de sus compañeros y compañeras de viaje en el interior de una de las carretas hasta que ya de madrugada decidió salir a tomar el aire. Lo demás en su memoria estaba borroso.
Desde allí mismo observó a su alrededor, si no recordaba mal en breve le tocaba hacer su turno de vigilancia, por lo que haciendo uso de su gran agilidad, tras estirarse y desperezarse, saltó cayendo de pie en el suelo, lástima que no lo hubiese visto nadie…
Se recogió la cabellera como pudo en una trenza y se alisó los ropajes para disimular donde había pasado la noche.
Caminó durante un largo rato entre la gente y los animales, hacía tiempo que no veía una mezcla tan variopinta de razas y criaturas. Mientras pensaba que no sabía cómo había llegado hasta ahí, se aseguraba de que todo estaba en orden, Normalmente viajaba solo, de hecho hacía años que no iba entre comerciantes. Tenía un recuerdo vago de haber prometido acompañar a alguien a no sé dónde, lo siguiente que recordaba era encontrarse en una carreta, tumbado entre pieles de marta y una suave fragancia a manzanas. Cuando abrió los ojos nada de lo que había a su alrededor le decía donde estaba, fue horas más tarde que gracias a hablar con la gente se enteró de que estaba en una caravana compuesta por todo tipo de mercaderes y viajantes. Resignado con su destino cumplió con las indicaciones que le daban, puesto que tampoco tenía nada mejor que hacer ni a dónde dirigirse.
Tras dar la vuelta completa al perímetro se dirigió al lugar en el que los demás ya habían comenzado a desayunar. No tardó mucho en ver que el ambiente estaba un poco revuelto asi que se apuró para terminarse la comida pronto y se metió entre la multitud para ver que estaba ocurriendo al otro lado. Poco a poco la voz de aquel hombre extraño que había viajado con ellos, pero al cual casi nunca se le había visto, llegó a sus oídos, junto a las traducciones correspondientes.
Lo cierto es que sus palabras no le llamaban demasiado la atención, la milicia nunca había sido plato de su gusto pero la recompensa… bueno mejor que estar en una caravana sin rumbo…
Antes de terminar de meditarlo como correspondía y olvidando por completo la anterior promesa que supuestamente había realizado una de esas noches donde la ebriedad hablaba por él, se sorprendió a sí mismo alzando la mano al mismo tiempo que avanzaba hacia su posición.
- Si se me lo permite, me honraría poder ser de su utilidad, señor. - Dijo con voz clara y firme, en el campamento había dejado verse como un hombre, a pesar de que esto no le agradaba demasiado. Si no fuera por que le sorprendieron uno de los primeros días bañándose en uno de los ríos por los que habían pasado no se habría delatado, pero ahora quizá podría serle de utilidad. Aunque si le daban la oportunidad de salir de allí volvería a su apariencia de siempre.
5 de enero.
Caravana Mercante, sur de las tierras Humanas, cerca de la frontera Balam.
Clima: agradable.
Horario: por la Mañana.
Muy poco tiempo paso hasta que tú y otra persona dan un paso al frente.
- Presto mi servicio para la misión encomendada – era un hombre de facciones casi tan finas como las tuyas, lo que te indicaba que podría tratarse de un elfo o quizá, algún vampiro.
Al ver que nadie más se ofrecía, el gran Tesorero los llama a cada uno para que suban a su carreta personal.
Adentro era realmente grande, no tenía nada que envidiar a un hogar hecho y derecho, con varias habitaciones, mobiliario y mujeres que debían evitar el contacto físico con nadie que no sea su propio marido.
El olor apestaba a mierda de niños y a naranjas recién peladas, el hombre le entrega a cada uno un pergamino, de la decena que tenía disponible, lo que indicaba que esperaba que más gente se anime, pero era bien sabido que tratar con los balam era un asunto peliagudo, principalmente por el conflicto con los lupinos.
Cada pergamino contaba con el mismo mensaje:
Entregar al capitán Miztlyoatl
Quizá no eran muchas palabras, pero quizá la presentación sellada con lacre escarlata y la figura de un jaguar con las fauces abiertas, era lo realmente importante.
El Tesorero pone a disposición dos de sus caballos más veloces y con ellos llegan hasta su destino, un día después de aquel llamado.
6 de enero.
Entrada sureste de Huehueteotl
Clima: agradable.
Horario: por la Mañana.
La capital balam, era una ciudad viva y con una fuerza militar sumamente ducha en el combate táctico, lo que se reflejaba por sus inmensas filas de guardias que miraban atentos a la carroza que iba pasando por las impecables calles de una ciudad adornada con aristas cuadráticas y dragones que escupían fuego.
Poco fue el esfuerzo implementado para buscar al capitán en cuestión, ya que el pergamino presentado a un guardia basto para que este los guie hasta un cuartel de donde salía un balam de gran tamaño y con una armadura completamente pulida, poco común entre estos guerreros felinos.
El balam saluda en el idioma regional y al ver que no lo entendían, decide llamar a uno de los tantos soldados, a quien le brinda una serie de instrucciones que son acatadas al pie de la letra.
Este soldado, los guía hasta una imponente edificación en forma de pirámide la cual, notan que contaba con distintas entradas cada cierta cantidad de escalones, con muchísimos guardias completamente pétreos atendiendo cada una de susodichas entradas, ingresando ustedes a la octava sala de las diez a las que podían ingresar.
Ya dentro de la sala, notan que era completamente cuadrangular, con varias ventanas que daban iluminación al lugar, el suelo estaba compuesto principalmente por un sol arcaico tallado, en el centro del todo, había un gran sillón de roca con cojines escarlatas, todo adornado con las figuras típicas de la cultura balam, mientras que tras esta suerte de trono, en la pared que daba al norte, había una estrecha serie de escalones más pequeños que los ubicados en la zona exterior, el soldado los deja a ambos en ese lugar donde solamente estarían ustedes y otras dos muchachas.
Poco fue el tiempo que duro este incomodo silencio, ya que ingresa un balam raudamente casi sin hacerles caso, yendo directamente por las escaleras ubicadas tras el trono.
Luego de esta fugaz visita, llegaron varios individuos más, todos de razas distintas, dos muchachas posiblemente humanas, un vampiro, un enano y un semielfo.
Por las escaleras centrales, baja una pomposa balam con vestidos de seda, acompañada por el que las había ignorado antes, la fémina balam, se sienta en el trono y observa a los presentes, mientras dos traductores se colocan a diestra y siniestra.
- Buenos días – saluda con un wrothiano fluido – ¿alguno de los presentes no habla este idioma? – sus traductores pasan a preguntar, pero en vampyr y en khar, debido a los presentes, esperando que alguien diga algo, da un poco de tiempo para continuar hablando – creo que ya estamos todos, esperaba que haya más gente –
Al decir esto sin embargo se escuchan grilletes que poco a poco se hacen más sonoros hasta que por la entrada ingresan otra cuadrilla bastante particular, un orco, tres humanos, dos de ellos machos y uno con piel sumamente parda con tatuajes purpuras, otra humana hembra y un elfo.
Todos iban escoltados por Miztlyoatl, el capitán que los había atendido anteriormente.
El militar lanza varias frases en náhuatl a lo que la balam pasa a examinar a los recién llegados de pies a cabeza, expele algo burlona una serie de palabras en ese mismo idioma y pasa a sentarse en el trono.
- Paso a repetir nuevamente, ¿alguno de los presentes no habla wrothiano? – esta vez los traductores repitieron la frase, pero en carumar y aihasa –
En caso de que nadie necesite a los traductores, la balam pedirá que salgan de la sala, caso contrario continuara con sus intérpretes.
- Muy bien, este es un numero bastante considerable de interesados, por lo que estoy bastante más tranquila, primeramente, déjenme presentarme, soy Cihuaxochitl, pero pueden llamarme Consejera para evitarles conflictos con el nombre, ya que soy consciente que no es un nombre sencillo de pronunciar… - suelta una leve sonrisa claramente de falsa amabilidad - …capitán Miztlyoatl, por favor, libere a los encadenados, ahora son mis invitados –
Dicho esto, el fornido balam pasa a soltarlos a cada uno.
- Como algunos sabrán, el gobierno balam cuenta bajo su comando, una gran cantidad de guerreros dispuestos a acatar las órdenes de sus consejeros, por lo que puede parecerles extraño que tengamos que acudir a guerreros de razas tan variopintas a modo de ofrecer una misión un tanto delicada, por lo que pasare a explicar cada aspecto de esto esperando que presten la mayor de las atenciones… - ya se iba notando su verdadera naturaleza de política - …actualmente nuestra gente está pasando por momentos de crisis con respecto a la casi eterna Guerra de los Colmillos contra los lupinos, con quienes por fin, luego de casi un milenio de lucha, hemos logrado entablar una mesa de debate, con la ayuda principalmente de nuestros hermanos los humanos, con quienes estamos estrechando buenas relaciones diplomáticas y es justamente por esta buena relación que hemos logrado extraditar a algunos… - calla, observa a los que no hace mucho estaban encadenados - …interesantes guerreros… - nueva risa de amabilidad fingida - …es por ello que tanto el gobierno balam como la nación humana hemos acordado otorgar la posibilidad de la ciudadanía egartiana o hueteotlica, con todo lo que eso implica: posibilidad de ocupar cargos en la milicia y por supuesto, una paga mensual bastante generosa, sin mencionar la posibilidad de heredar estos mismos privilegios a los congéneres de primer y segundo grado, es decir, padres e hijos –
Calla y espera que alguno haga algun tipo de conjetura u observación.
- Jo´kar está dispuesto… - habla el hombre con los tatuajes - …de hecho, mi familia completa son una tribu de guerreros que estaríamos dispuestos a trabajar para la Consejera, sin embargo, no puedo comprometerme hasta saber cuál es el encargo –
La balam de pelaje pardo claro, de cuello estirado, con una pequeña tiara adornada por tres piedras preciosas verdosas, gira levemente su rostro para observar al que no hace mucho era un simple prisionero, suspira un poco y le contesta.
- Si, estaba a punto de explicar eso… - entrecierra un poco los felinos ojos y continua - …se trata de un grupo de expedicionarios balams que habíamos enviado hace algunos meses para investigar un extraño ataque que había sufrido un asentamiento en la Isla Mayor de las Islas Prohibidas… -
- ¿Islas Prohibidas? Tontos son por atreverse a establecer un asentamiento en ese lugar… - el tal Jo´kar se atreve a insultar a los balam a lo que el capitán se le acerca peligrosamente –
- ¡Quieto Miztlyoatl! – le vocifera la consejera – no le sumes importancia, yo me puedo encargar de esto.
El capitán se detiene frente al humano sin despegar su mirada, faltando solo un pequeño movimiento en falso para que pueda atacarlo, el guerrero tatuado ni se inmuta y no se mueve de su lugar, demostrándole el poco o nulo miedo que le tenía.
- Señor Jo´kar, por favor, evite interrumpirme más, me gustaría explicarle bien todo para que luego saque cada uno sus conclusiones… – dice con voz calmada la Consejera mientras que el capitán vuelve al lugar donde había estado antes - …camino a esta operación, fueron interceptados por un grupo extremista conocido como los Cuervos Blancos, una facción de humanos que desean extraer recursos naturales para la formación de su propia nación, y me temo que fueron ellos los que han atacado y probablemente asesinado a todos nuestros enviados, por lo que necesitamos enviarlos para averiguar lo que realmente ha pasado en ese lugar…somos conscientes de que puede ser peligroso y es por ello que no estamos ajenos a brindarles equipo de combate, a modo de evitar cualquier tipo de baja innecesaria –
El silencio inunda el lugar, el sol afuera se mostraba radiante y en la calle se escuchaba el algarabío típico de una ciudad que no descansa.
Los *** indican que podes rolear un poco antes de la llegada a la ciudad, colocando de nuevo esos asteriscos.
Por ejemplo:
Antes de los asteriscos, charla con el otro hombre
***
Despues de los asteriscos, roleo dentro de la ciudad
El día anterior había resultado ser largo y tedioso, cuando se unió no pensó que fueran a actuar tan deprisa. Por suerte no tenía pertenencias que empaquetar por lo que en menos de una hora se encontraba subida al caballo a punto de emprender camino. Hacía tiempo que no viajaba en uno de esos, casi siempre se movía a pie o en carruajes ajenos, pero por suerte no tenía problemas con ellos ya que se llevaba bien con la mayoría de los animales.
No conocía al otro hombre por lo que aprovechó el tiempo en interrogarlo, mientras observaba sus ropas y sus movimientos, analizando cada uno de ellos para ver si descubría algo interesante en él.
- ¿Cómo te llamas? Nunca te había visto por el campamento. - Preguntó al mismo tiempo que colocaba su caballo al lado del suyo, sin descender el ritmo. Sus rasgos le hacían pensar que quizá era de su misma raza, aunque también había oído hablar de una raza que no conocía muy de cerca y cuyas características físicas eran semejantes a las de aquel hombre. Preguntárselo directamente le parecía demasiado incómodo por lo que decidió averiguarlo más tarde. - ¿Puedo saber la razón por la que te presentaste voluntario?
Lo peor psiquicamente de toda aquella decisión es que seguía debiendo parecer un hombre puesto que así era cuando se presentó y quien sabe hasta cuando debería alargarlo. Internamente oró para que no fuera demasiado. Seguía llevando el pelo recogido pero algo más alborotado, por suerte corría una ligera brisa y esto hacía algo más llevadera la travesía.
- Necesito pedirte un favor… - Murmuró por lo bajo para que no le oyera nadie más.- Si alguien pregunta, soy mujer. - De forma no intencionada al final de formular esta frase sus ojos le dedicaron un pequeño brillo de amenaza, por supuesto, aunque no era lo que tenía en mente, si le delataba juraría vengarse.
Para él era costumbre montar caballos en diferentes misiones, moverse de un lugar a otro sin dejar rastro alguno tras cumplir los trabajos como si fuese una sombra como consecuencia de las circunstancias más que una costumbre de infancia. Se había visto obligado aprender a sobrevivir ante la adversidad y la desgracia, sumergido en los recuerdos de algo grato pero que al final resultó ser precario al conocer partes de su historia que no debía conocer. Extrañamente, recordarlo brinda tranquilidad por unos momentos.
De repente, se posiciona al lado de él quien al parecer fue el segundo voluntario a ofrecerse para dicha misión. Puede notarse en la postura de cabalgata que él se encuentra completamente relajado expresado en sus hombros como el no sostener de manera firme la cuerda de montar.
Ante la pregunta no mira para intercambiar la mirada, a pesar de la capucha puede notarse los mechones de cabello blanco caer y las facciones romanas como afiladas de la parte inferior de su rostro resaltadas en ese pálido níveo. Haciendo evidente su atractivo.
-Mi nombre es ..Alec. Y correspondo con el comentario-.
Ante la pregunta eleva un poco el mentón, observando el cielo por unos segundos y puede notarse un par de cicatrices sutiles rodear el cuello tal vez por combate o por una hembra que si supo intimar bien con él una noche olvidable. Escuchando el cantar de las aves, el sonido de los árboles.
-Dinero y riesgos a correr siempre son buenas razones para aceptar trabajos de este tipo-.
Comenta sin mirar a aquel guerrero y antes de pensar en la posibilidad de consultar por el nombre, escucha ese comentario del favor y que se revela como una mujer. Pareciendo algo accidental, llevando a enarcar su ceja derecha por unos segundos hasta contemplar esa mirada amenazante y curiosamente, una sonrisa naturalmente galante.
-Me gustaría saber vuestro nombre antes de escuchar su favor, más si seremos compañeros en esta misión-.
Comenta natural y de manera elegante solo a ser escuchado por ella, dando a entender en sus palabras que hará caso omiso al hecho de ser una mujer, ahora posando sus ojos en ella que se dejan ver más allá de la capucha. De forma almendrada completamente negros como una noche sin luna.
Perdón la demora...recién aparecieron estas dos escenas
El modo de actuar del otro hombre le hizo sonreír, pese a sus palabras se notaba que realmente le había tomado como mujer y eso le hizo feliz, además había revelado que su propósito principal al aceptar la misión, si no había mentido era el mismo que el suyo. Se relajó un poco y respondió a su presentación de una forma algo más amable.
- Un placer, Alex. Puedes llamarme Eire. - Soltó una mano de las riendas y se la tendió mientras analizaba sutilmente con la mirada a su compañero.
Era un hombre bastante atractivo, de rasgos finos e intrigantes. Su cabello era igual de largo que el de él, pero ese color tan claro le llamaba especialmente la atención, pocas veces había visto a alguien con el pelo más bonito que el suyo, o al menos no las suficientes veces como para reconocerlo. Sus ojos también tenían una mirada intensa, tanto que llegó a tner que apartar la mirada, fingiendo volver a centrar la suya en el camino. Quizá en otra ocasión el acercamiento habría sido distinto por parte de “ella”.
Tampoco pasó por alto aquellas curiosas cicatrices a ambos lados de su cuello, ¿cómo se las habría hecho?... Se sorprendió a si misma imaginando hasta donde llegaban y negó ligeramente con la cabeza para quitarse ese pensamiento de la cabeza.
- Parece que no queda mucho para llegar. - Comentó cambiando el rumbo de la conversación.
Motivo: insight
Tirada: 1d20
Resultado: 12(+7)=19
Tiro para intentar averiguar (por su tono de voz, gestos, mirada, lo que sea) si esconde alguna cosa o tiene segundas intenciones mas allá de lo que se ve a simple vista y el ha dicho verbalmente.
-Es un gusto conoceros Eire-.
Lo observa atento, estrechando la mano ofrecida como gesto de saludo, el apretón es firme de alguien que está seguro en sus convicciones con quien puede entablarse una conversación sin mayores rodeos o tapujos a primera vista. Luego de deshacer el gesto vuelve a posar la vista en su camino aun estudiando detenidamente las facciones de aquel chico.
Es probable que use bastante su carisma para captar la atención...o bien, ella debe ser bastante seductora.
Los gestos resultan seductores a primera vista, manteniendo la expresión formal en su rostro al mismo tiempo que escucha el comentario respecto al trayecto.
-Puede que estés en lo cierto, pero el camino suele ser más largo de lo que parece. Más cuando debemos viajar en caravana-.
Comenta como alguien acostumbrado a realizar este tipo de trayectos y misiones, atento en sus cinco sentidos ante la mínima señal de potencial amenaza que pueda aparecer en los costados.
-¿Primera vez que escolta una caravana ?-.
Pregunta curioso mientras mantiene el amarre firme y el galope es suave de su corcel.
-Si esta pregunta es impertinente, le extiendo las disculpas correspondientes. Generalmente las realizo para que podamos coordinarnos bien como equipo en caso de que se presenten inconvenientes en nuestro sendero-.
Comenta tranquilo y sincero, no de conocer detenidamente todas sus capacidades pero si estar consciente de como poder coordinarse al momento de combatir.
Sabes que no ha revelado su nombre real pero si son sinceras sus razones para haberse ofrecido de voluntario en esta misión
- Lo cierto es que no, Alex. - Le nombró a la vez que clavaba de nuevo la mirada en los ojos contrarios, sin duda aquel nombre no hacía honor al rostro que tenía en frente, estaba mintiendo y el por qué la llenaba de intriga. - La última vez que viajé en caravana tenía diecisiete años. - Recordó con resignación, pues justo en esa época fue cuando comenzó esta nueva etapa de su vida. - Iba con… -reprimió la palabra familia porque aquellos malnacidos se merecían todo menos eso, realmente nunca lo habían sido pero hubo un tiempo en que los consideró así.- ...un grupo de comerciantes. - "Hasta que me vendieron", pensó.
En su cambio de tono se notaba que no era un tema agradable para él pero todo lo dijo con una increíble sonrisa falsa en los labios, sin duda para aparentar que no le importaba.
Volvió la vista al caballo y posteriormente a la ruta, estaba deseando llegar, conocer su misión e irse a una taberna a por unos tragos antes de partir de nuevo. Si no recordaba mal, aun le quedaba algo de oro encima, pero esperaba recibir algo más pronto.
- ¿Podemos tutearnos? Creo que tendremos mucho de que hablar por el camino y sería algo tedioso si tenemos que andar con formalidades. - Acto seguido volvió a mirarle y decidió cambiar de tema para desviar la atención en él. - ¿Tienes esposa? ¿Hijos? ¿Perro?... Antes de que respondas, te adelanto que yo no. - Añadió la última frase con una sonrisa, esta vez más relajada, para que no le rebotara la pregunta como escapatoria.
- Y no tienes de que preocuparte, como ves yo también lo considero importante, "debes conocer al rival, pero aún mas al aliado". - Recitó una frase que había escuchado numerosas veces en sus viajes y le guiñó un ojo en señal de complicidad.
5 de enero.
Caravana Mercante, sur de las tierras Humanas, cerca de la frontera Balam.
Clima: agradable.
Horario: por la Mañana.
A pesar de ser temprano por la mañana y de que el sol poco a poco iba saliendo, algunas estrellas titilaban muy débilmente mientras que la luna en el firmamento tampoco se mostraba interesada en desaparecer, por lo que el cielo contaba con una estela azulada junto a otra naranja que chocaban y se entremezclaban para crear una amalgama de colores excepcionales en un firmamento fresco y agradable.
El viento barría las hojas, sin embargo, las llamaradas ya habían sido puestas para cumplir sus funciones de calentar los desayunos, la Caravana Draško de criaturas mercantes, donde todas las razas y de cualquier región de Karjian es bienvenida, se movilizaría poco después de las nueve de la mañana para partir hacia Egartana Sky, la gran metrópoli humana donde los comerciantes son los principales heraldos de un mundo manejado por el oro y la sangre.
En el lugar se podía ver prácticamente cualquier ser, algunos vendedores, otros simplemente viajeros que se acoplaban para evitar ser asaltados por bandidos o esclavistas, los hombres y mujeres capaces de blandir una espada o accionar a la magia, eran bienvenidos sin costo alguno siempre y cuando juren proteger a la caravana de cualquier ataque, cualquier otro viajero debe pagar una cuota diaria por ser protegidos y este dinero es manejado por el Gran Tesorero, el humano Pāvils Draško de cuyo apellido es derivado el nombre de la Caravana.
En el caso de ustedes tres, por pertenecer al primer grupo, debían ser de las primeras en levantarse, por lo que la primera tarea asignada era la de revisar el perímetro mientras los demás desayunaban y sus colegas encargados de vigilar durante la noche, ingresan a algunas carretas para dormir hasta el mediodía.
Finalizado el rastrillaje, es turno de ustedes el poder desayunar antes de partir hacia el correspondiente destino.
La caravana estaba compuesta por varias carretas, cada una de ellas representa a una familia, aunque esto no implica un grado de parentesco real, simplemente son familia por las similitudes raciales, culturales o por conveniencia económica, ya que un viajero sin carreta puede adherirse a cualquier familia para evitar el pago de la cuota diaria.
La movilidad de la caravana era principalmente por caballos que eran cuidados por sus respectivos dueños, pero también había otro tipo de bestias, como unos bueyes de carga, dos rarvor o lo que sería en su defecto, una especie de reptil casi tan alta como un elfo y casi tan fuerte como un equino e incluso un gran elefante que servía como transporte para el Señor Pāvils.
Si bien, los rarvor son carnívoros, su impecable domadora ha sabido controlarlos y han resultado ser buenos animales de carga y cuentan que algunas veces fueron usados para rastrillajes rápidos ya que su agilidad es única.
Pero la variedad de animales no se queda solo en eso, ya que las mismas carretas son las más variopintas, demostración excelsa de que cada dueño pertenece a una cultura completamente distinta a las demás.
Existen carretas adornadas con grandes huesos de animales, otras que no necesitan bestias ya que son impulsadas mediante el vapor, por lo que siempre se ve una incesante humareda expelida por alguna chimenea metálica, otras por su parte son tan grandes que pueden albergar a decenas de viajeros y otras pocas son de aspecto lúgubre.
Las normas de la caravana son simples: no robar, cuando toca descansar, se debe formar un circulo alrededor de una gran hoguera, cada carreta debe traer su propia comida, no se permite el relacionamiento amoroso con los guardianes, tampoco se permite confrontaciones de ningún tipo bajo ningún precepto.
El último punto es el que más comúnmente es roto debido a las discusiones religiosas de cada familia, por lo que no fueron pocas las veces en las que alguna carreta debe ser expulsada por incumplir cualquiera de estas reglas.
Cabe resaltar que la Caravana no está abierta a todas las razas, siendo principalmente los lupinos, los balam, los choll y los orcos los que, en muy, pero muy específicas circunstancias pueden llegar a ser admitidos, pero solamente en la fila de los guardianes.
El señor Draško era un hombre que pocas veces salía de su carreta, la cual albergaba a tres esposas quienes solamente eran vistas durante el momento del baño tanto de ellas como de su más de una docena de hijos.
Al contar con la bestia más grande y fuerte, podía pegarse el lujo de contar con un vehículo de gran porte donde su numerosa familia podía vivir plácidamente.
Ninguno de aquellos niños superaba los diez años, por lo que, bajo los preceptos religiosos de Draško, no pueden socializar con nadie hasta quien sabe qué edad.
El hombre solo salía cuando había que dar alguna noticia o cuando se debía requerir la paga a alguna familia, por lo que era odiado con justa razón ya que no era una persona muy agradable en su tratar.
El mundo de las caravanas mercantes, es uno repleto de viajes, aventuras y tratos con criaturas de todo tipo de razas, es por ello que muchos hombres y mujeres sedientos por conocer nuevos límites, acuden a las mismas en busca de aumentar sus conocimientos sobre las cosas de las que realmente están compuestas el mundo.
Los tiempos actuales están sumidos en una completa tensión nunca antes palpada.
Los enanos enemistados con sus vecinos los ahobs, los balam en guerra contra los lupinos, los humanos ganando cada vez más terreno en el ámbito político internacional, los elfos apagándose lentamente en su propia burbuja, las hadas casi extintas y los nephilims encerrados en la extraña nave que había llegado a Karjian no hace más de un par de siglos.
Los sonidos de las pesadas pisadas de los animales repentinamente, fueron detenidas ante la aparición de una cuadrilla militar que se aproximaba firmemente hacia la caravana.
Contaban con un estandarte poco conocido, el de un león en la esquina inferior derecha, y varias estrellas rodeándole sobre un camino verde cuyo centro estaba dominado por un sol tan blanco como el mismo león.
Este seria el estandarte visible.
Tambien, este seria el reinicio para ustedes, a partir de aca comienzan a postear ^^