Partida Rol por web

Raz recibió el dinero con una sonrisa antes de moverse a un lado para permitirte pasar sin problemas.

-¡Hasta luego entonces! -se despidió el mercader mientras salías corriendo de local.

Te dirigiste a toda prisa a la dirección del accidente. Por suerte las personas de la ciudad no resultaban ser demasiado curiosas y ninguna pensaba ir a estorbar en el lugar.

Cuando ya estabas a solo un par de calles, terminaste encontrándote con alguien en un callejón. Iba huyendo apresurado cubriéndose con una capa con capucha, cojeando con la pierna derecha mientras esta sangraba por una herida de flecha.

-¡T-Tsk! -normalmente en esas situaciones uno se alegraría cuando se encuentra con alguien que lo pueda ayudar, pero el hombre se alarmó notablemente en cuanto te vio. -. ¡D-Diablos!

Inexplicablemente, el sujeto logró darte un empujón para apartarte antes de empezar a correr en una dirección diferente a donde se encontraba el incendio. Si lo perseguías te terminarías desviando, y seguramente tardarías más en llegar con la princesa que si vas directo, pero su manera de huir era muy sospechosa...

Estuve corriendo lo más que pudiera para llegar al lugar del incendio... ¡no podía perder más tiempo! ¡Cada segundo fuera de mi tienda es oro que no veo! ¡Sin contar el hecho de que debía ir a por la princesa para escoltarla!

No me detuve hasta que me encontré con aquel personaje herido por una flecha... ¿también había arqueros atacando a gente? Vaya, sin duda debía ser una situación grave, y no debería perder más tiempo. Pero ese hombre... ¡me empujo y salió corriendo mientras maldecía! ¿Que clase de persona sale corriendo al ver a un caballero real? La respuesta era evidente... ¡alguien que ha hecho algo malo! -¡Eh tu!- le grité empezando a perseguirle.

Se que mi objetivo era ir a por la princesa... pero no era una pijita de la alta alcurnia, sino una chica fuerte y buena guerrera, además acompañada de otros tres caballeros diamante... creo que podía permitirme unos minutos para atrapar a ese sospechoso. ¡Quizás hasta había sido uno de los responsables! No me resultó nada difícil perseguir al cojo y atraparle tomándole de la ropa y tirando de el para desequilibrarle y que cayera al suelo tras de mi -¿Que has hecho para tratar de huir de una caballera real? ¡Habla!- le pregunté directamente de forma seria e imperativa tomando mi hacha para esgrimirla. No tengo tiempo que perder, así que prefiero terminar con él pronto para ir a por la princesa.

Se quedó revoloteando sobre el no-muerto dejando que Glaius soltara toda la verborrea de excusas que tenía en la manga y solo se le acercó cuando este pidió ayuda, preocupado por la situación y mirando al nigromante con cara de no creerse un pimiento de lo que decía ni antes ni después. 

-Te recuerdo... que me distes clases básicas junto a Faith en sus días sobre lo que era un No-muerto y su amo. Suspiró y se sentó sobre el pecho de la armadura con algo de calma. - No mientas... no mientas más. Un ser levantado solo puede... obedecer a su amo, seguirlo y... conseguir energía de su propio amo... Les es imposible tener la voluntad de irse con otro nigromante... están atados a su amo por toda su existencia hasta desaparecer... Sacó su bastón con mirada enfadada y lo apuntó hacia Glaius. -Habla... ¿Que pretendes? Como siempre su expresión había cambiado de tímido a intimidante pues se lo estaba tomando como adversario, en ese momento para el el nigromante era una amenaza completamente pues estaba mintiendo a su forma de ver y según sus conocimientos. Se notaba por su voz y sus movimientos que no dudaría en dañar al tipo si eso lo hacía abrir la boca. 

Aun mantenía a Aegis en pie, no iba a dejar que esa armadura entrara e hiciera daño a mi hermanito, y mucho menos que nos degradaran por ello y se volviera a cabrear conmigo. Menos aún iba a dejarle entrar cuando vi los huesos y todos los pelos se me pusieron de punta.

Era extraño como Elizabeth lidiaba con el - ¿Papeleo? Lo dudo - y aún más las cosas que decía Glaius, pero era normal. Nunca mostré ningún tipo de interes por la magia relacionada con los muertos. Solo una cosa captó mi atención cuando supe que mi magia luminosa podía hacer frente a estos seres. Por eso cuando Fio mencionó lo de sus clases y que yo estaba presente me extrañé mirandole - ¿Eh? ¿Clases con el viejo? - me quedé un momento pensativa - No me acuerdo de ello... Lo siento Fio, pero si lo dices tu será verdad. - A pesar de que me metiera un poco en la conversación seguía manteniendo mi concentración en el escudo

-Bueno, ahora lo más importante ¿Qué vamos a hacer con esto? - yo solo defendía, aunque pudiera atacar estaba en manos de Fio y Elizabeth tomar las decisiones más iimportantes

-Creo que la respuesta es obvia.- Dije mientras el libro de mi mano se cerraba y la mano contraria que lo sostenía iba a mi espalda cogiendo la espada. Mis pasos avanzaron hasta el no muerto y coloque la punta de la espada en el cuello del esqueleto.- Está pidiendo ayuda, pero no es la que quieres darle.- Dije mirando a Glaius.- Supongo que matar a un no-muerto conllevara algo más difícil que separar su cabeza del cuerpo. ¿Cómo lo liberamos de su pesar?.- Pregunte mirando tanto al nigromante como a las hadas.

Desconocía de la magia nigromántica y todas sus facetas y, por alguna razón pensaba que si dejaba caer la espada y partía el cuello del esqueleto, serviría para poco. Solo había que ver todos los quebrados que ya portaba en el cráneo.- Después, si quieres tomar los restos para estudiarlos, ya sabes los tramites que tienes que hacer.- Bastante anodino era ya que dejáramos permanecer a un nigromante en el castillo como, para encima, dejarle trabajar con los restos de un muerto que había llegado hasta las puertas caminando.

Al verse bajo la acusación de una de las hadas, el nigromante cruzo los brazos sin separar su fría mirada de la desafiante de Fío.

-Yo tampoco había escuchado de un caso como este que fuese creible, pero ahora lo estamos presenciando con nuestros propios ojos. Empiezo a sospechar que el amo de este no-muerto me conocía y busca la manera de inculparme, y por eso habrá pedido al esqueleto que me obedeciese o me llamase maestro... Pero desgraciadamente no puedo demostrar nada de eso... -de momento solo tenía posibilidades para defenderse, pero nada con lo qué defenderse realmente. -. Sea lo que sea, no tengo dudas de que la voluntad del no-muerto y la del nigromante son bastante fuertes, al punto de que el alma no ha abandonado el cuerpo incluso luego de tantos daños... No me fio de que haya logrado liberarse del control de su señor.

Ya se esperaba que Faith no se acordase de algo como sus clases de datos básicos sobre los no-muertos, por lo que no se llevo sorpresa ninguna por su reacción. Por otro lado, Elizabeth opto por tomar una decisión, pero antes quería comprobar que lo haría bien.

-El alma del no-muerto se fusiona de una manera especial al recipiente. Si el cuerpo recibe demasiados daños, el alma abandona el cuerpo. En otros casos no bastaría con quitarle la cabeza, pero dudo que actualmente pueda resistir algún ataque más... -explico Glaius a la maga mientras miraba como apuntaba con su espada al cadaver. - Creo que todos estamos de acuerdo en que acabes con él...

Entonces, luego de que Elizabeth confirmase en la mirada de sus compañeros que estaban de acuerdo con la ejecución, podría proceder a atravesar el cuello del esqueleto con su arma, separando su cabeza del resto del cuerpo.

-Maestro... Glaius... -serian las últimas palabras de aquel ser...

El nigromante no hizo más que soltar un suspiro antes de soltar los brazos, buscando relajarse un poco.

-Yo mismo pediré que extienda mi custodia unos días más para que todos esten seguros de que no haré nada terrible con los restos de este no-muerto... Lo último que necesitan los caballeros son más preocupaciones -confeso Glaius.

Entonces, algo inesperado sucedio...

-Conque ya volviste...

El craneo del esqueleto volvió a hablar, pero esta vez de una manera más fluida, oscura y seca.

-Pense que alguien como tu realizaría un regreso más notable... Pero pareces ser el mismo cerrado de mente de siempre.

-Ese no es el no-muerto... -les avisó Glaius por si no se habían percatado, retrocediendo algunos pasos solo por precausión.

-Algo grande se viene... Algo grande que les mostrará a los caballeros reales y a la familia real su lugar... Estarás orgulloso de mi, Glaius... Estarás orgulloso de todos, excepto de aquellos que no podrán proteger al reino como prometieron hacerlo. ¡Ya quiero ver tu cara cuando veas lo que has causado! ¡HYAHAHAHAHAHA! -tras dar aquel anuncio al nigromante, el craneo terminó por hacerse polvo. Algo era definitivo ahora: el enemigo conocía a Glaius, y lo hacía responsable de lo que tenía planeado por hacer. Desde el interior del almacen no podían ver el estado exterior del castillo ni de la ciudad, por lo que no se estaban enterando si algo sucedia afuera, pero tampoco podían dejar a Glaius.

Ha pesar de que llegaste a subirte sobre el caballo, no tuviste tanta facilidad para manejarlo y que embistiese a su propio amo. Aquel animal se puso a girar en círculos a buena distancia del esqueleto mientras este pensaba en su próximo movimiento, y fue entonces cuando el caballo salió corriendo hacia él contigo aún encima. No pensaba embestirle, no, pensaba acercarse... Mientras tanto, el no-muerto prepararía otra estocada, una capaz de atravesar al esqueleto y alcanzarte en caso de que siguieras encima. El jinete pensaba sacrificar su montura si con ello llegaba a alcanzarte.

Me mostraba algo extrañado, esa hada era una de las mas resistentes que habia visto en mi vida. A pesar de nuestro triple ataque, todavia se mantiene de pie. Lo observaba con el ceño fruncido, pues no me hacia la menor gracia que no haya caido completamente desplomado. — Eres mucho mas resistente de lo que pareces. Me has sorprendido. — Incluso Muramasa lo ataco, y todavia no fue suficiente. 

Una vez mas, intente ponerme en guardia, pero desgraciadamente a pesar de mi compañera, no logre desviar correctamente todas las lanzas que habia conjurado el hada, por lo que nuevamente me habia logrado lastimar. A pesar de ello, no tenia tiempo para estarme quejando de mis heridas. De una u otra manera, ese capullo sin duda se mira muy duro, asi que embistiendo en contra del hada, me lanzo inmediatamente a dar una estocada directa en su estomago sin piedad alguno con toda la fuerza que tengo, esperando atravesarlo. 

Entonces, luego de que Elizabeth confirmase en la mirada de sus compañeros que estaban de acuerdo con la ejecución, podría proceder a atravesar el cuello del esqueleto con su arma, separando su cabeza del resto del cuerpo.

 Deshice el aegis para llamar la atención a Elizabeth. -Espera, lo mejor para liberarla, es la magia luminosa. Al menos no hice el vago en tus clases. Algo me sirvieron - Preparé el mismo conjuro que hice contra el propio Glaius cuando mandó a ese fantasma y empecé a soltarlo - Luminaria - Una sucesión de diferentes rayos empezaron a impactar en la armadura para poco a poco destruirla, o al menos a su cadaver viviente - Con eso debería ser suficiente ¿Ves hermanito? Gracias a ti - Me lancé en plancha volando a por Fio para abrazarlo por haberme enseñado magia ofensiva

Pero entonces una voz sono, casi como de ultratumba. Fio que era quien más directo me veia, podía denotar mi cara de preocupación, y cuando me giré para ver el craneo hablar sin saber como, o al menos para los demás, me dió un ataque de miedo y me escondí tras de mi hermanito. El si que sabía la realidad de lo que me pasaba, algo que sin duda le expliqué una vez tras las clases de Nigromancia, aunque por suerte nunca tuve que mostrarlo ya que me quitaron ese miedo... Hasta ahora.

Cuando la calavera se esfumó dejando aquel horrible mensaje miré a Glaius - ¿Y ahora cual es la excusa? Sabes quien es, así que deberías de informarnos un minimo

Suspiró asintiendo un poco a Glaius, después de todo no quería dudar de el pues siempre había pensado que a pesar de sus inclinaciones hacia lo muerto no era mala persona si no más bien alguien incomprendido, por lo que bajó su bastón dejando que su hermana se acercara y liberase al no-muerto de esa atadura en vida, abrazándola tras eso pues sabía perfectamente lo mucho que le afectaba aquella situación y lo valiente que estaba siendo llegandole a susurrar. - Está... Está bien, estoy... aquí contigo.  Aquella frase tuvo que tomar mayor peso cuando una voz terrible empezó a emerger de lo que se suponía ya era un saco de huesos vacíos, aferrándose a Faith de modo que se sintiera protegida mientras se dirigía de nuevo a Glaius al igual que su hermana había hecho. 

-¿Se puede... saber a quien has enseñado nigromancia?... O... ¿Como mínimo podrías... decirnos a qué se refiere, no? Resopló algo molesto antes de añadir. - Tú dirás de nosotros dos... pero la lias de formas mucho peores... 

Baric lamentablemente no era tan bien jinete como espadachín, se logró montar en el caballo, pero no logró guiarle para arrollar al esqueleto , la montura tenía otras intenciones y aquellas eran que terminara ensartado por el caballero esqueleto.

El joven chasqueó la lengua a la vez que se imaginaba lo que ocurriría, pero aquello no era el fin, podía seguir adelante y así lo hizo. Cuando el caballo se acercó a su jinete, Baeric saltó de el en dirección al esqueleto y con el arma preparada, apuntando a su cabeza.

Mi espada ya iba a cernirse para separar la vértebra que unía la cabeza al esqueleto cuando Faith reclamo mi atención. Tras escuchar sus palabras mi espada se separo lentamente del cuello del esqueleto mientras daba un paso atrás.Mis ojos se entrecerraron levemente mientras el hada preparaba el hechizo para finalmente usarlo. No era una mirada evaluadora, si no más curiosa, como si quisiera saber que tipo de hechizos tenían aquel par.

Fue entonces cuando la voz surgió, mi espada que había estado hasta ese momento apuntando hacia el suelo se alzo en busca de cualquier posible amenaza y, cuando el discurso acabo el filo apunto al nigromante.- ¿Es que no puede ocurrir nada sin que tenga que ver contigo? Pronuncie haciendo referencia a las palabras que había dicho el mismo hacia pocos minutos.- Creo que debes algunas respuestas.

Muramasa hizo el intento de igualar la velocidad de las lanzas y desviar toda la que pasase cerca de él, pero no fue capaz de salir sin daños puesto que varias llegaron a alcanzarlo al igual que Frey.

-Tsk... -nuevamente sujetó su collar con una mano mientras empezó a recitar un conjuro en voz baja. Tardaría en activarlo, pero confiaba en que tendrían el control hasta entonces.

El hada se encontraba totalmente quieta bajo la protección de su capullo, haciéndole un objetivo fácil para ambos, por lo que no desperdiciaron la oportunidad de acercarse para acabar con ella. Un barrido de Alanís fue capaz de rasgar las llamas y hacer que el escudo perdiese su forma para finalmente desaparecer: entonces, Fair alzo la vista para observar con sus últimas fuerzas como Frey llegaba de frente y lo atravesaba con su lanza.

Todos observaron como la sangre se le escapaba de la boca del hada antes de que está usase sus últimas fuerzas para sujetar la lanza del peliazul.

-Disfrutad de esta victoria... Estoy ansioso de ver cuando sera la siguiente... -en su rostro se dibujo una sonrisa de seguridad, e instántaneamente todo su cuerpo empezó a iluminarse, y en un desapareció causando una explosión que alcanzaría a los más cercanos: Alanís y Frey.

Después de que el humo de la explosión se disipase se pudo confirmar que no quedaron rastros del hada. Con la amenaza fuera del lugar, Muramasa dejó de conjurar su hechizo y se acercó a ustedes.

-¿Se ha suicidado? ¿Acaso venía preparado para morir? -se preguntó Muramasa mientras guardaba su arma.

Entonces, unos rayos empezaron a formarse alrededor de la pared de fuego que bloqueaba la salida. Esta energía eléctrica empezó a moldearse como una esfera que encerró dentró de si las llamas, y poco a poco fue haciendose más pequeña, hasta que pudo ser sujetada por ambas manos del amigo del príncipe.

-Mght... -tras presionar lo suficiente entre sus manos, pudo hacer desaparecer la esfera comprimida con las llamas dentro entre sus manos, desapareciendo así el muro de llama en su totalidad. -. ¿¡Que ha pasado aquí!? -preguntó alarmado y preocupado antes de correr hacia la familia real.

Con un chasquido de dedos, Muramasa deshizo el muro santo.

Mark y el príncipe se juntaron preocupados uno por el otro. La familia real había salido ilesa del combate gracias a la protección de los tres.

Poco después, Zedron llegó corriendo a toda prisa.

-¿Estan todos bien? -fue lo primero que dijo mientras observaba a los presentes.

-Los Caballeros Reales defendieron a la familia real. ¿Que sucedió, Zedron? -le explicó Marshall.

-Cuando sucedió la explosión en la ciudad pude ver una figura huir volando a las afueras. Decidí perseguirle rápidamente y ver que relación tenía con el accidente: Era un hada peliroja, delgada, usaba poderosos hechizos de fuego... Pude identificarlo como el criminal que buscamos, Fair.

Ni Marshall ni la familia real sabían que decirle al respecto. Zedron no era alguien que mintiese ni se equivocase al reconocer personas, pero era difícil pensar que alguien podía estar en dos lugares a la vez, y de paso morir en uno de ellos.

-Alanís, Frey, Muramasa, ustedes deberían quedarse aquí a proteger la familia real por si sucede algo más. Los otros caballeros ya deben estar movilizandose por la ciudad para recuperar el orden y traer a salvo a la princesa -les ordeno Marshall. -. Zedron, tu deberías recorrer los muros del castillo y estar atento por si vez otra amenaza.

-Me parece bien. En todo caso, si escucho algo raro en esta sala, vendré lo más rápido posible, ¿entendido?

Había pasado precisamente lo último que quería. Ahora los tenía a los tres encima como si fuese el culpable de lo sucedido.

-Esa risa solo la he escuchado en una sola persona... Durante mi busqueda de redención había un niño que se intereso mucho en mis artes y quiso que se las enseñase. Pase un tiempo considerable en su pueblo, así que no tenía nada que perder con su presencia: aprendió rápido las artes básicas de la nigromancia, pero cuando me fui aún le quedaba mucho por aprender. No le dije nada, no le deje nada, simplemente un día desaparecí y lo deje a su suerte con algunos ingredientes y el cadaver re-animado de su perro. Nunca pensé que tras tantos años continuaria estudiando nigromancia, y mucho menos que alcanzaría este nivel... Siempre fue alguien curioso y poco prudente: solo espero que no haya hecho cosas de las que luego no se pueda arrepentir; no todos somos capaces de romper los pactos de la nigromancia luego de que te consumen...

Luego de haber explicado su relación con el posible nigromante que controlaba al no-muerto, Glaius soltó un pesado suspiro.

-No recuerdo su nombre... Llevo al menos treinta años sin saber de él, no tengo la menor idea de donde pueda estar o cuales sean sus motivos... Pero sus ojos siempre apuntaban en alto: dudo que esto sea una simple venganza por haberlo abandonado... Debemos informar a la familia real. Si fue capaz de mantener vivo a un no-muerto hasta este punto seguramente puede manejar una horda o un no-muerto de alto nivel que nos de graves problemas. Hay que estar preparados.

Viendo como aquel monstruo con forma humana arrollaba a Ameline, Feris no pudó evitar ponerse en guardia, su ira había remitido pero no por ello iba a aflojar la ofensiva.

-Sutera, manten la escolta...Pelirroja no vayas a aflojar ahora- El lobo no dudo en comenzar a andar hacia el bandido con decisión y mientras lo hacia la energía mágica era bombeada hacia sus músculos, instantes más tarde el filo de la Naginata ya estaba dirigiendose al cuello del adversario.

Como mi hermano me indica me dirijo a cubrir a la princesa poniéndome delante de ella y alzando mi escudo entre ella y el bandido a la par que disparo al enemigo antes de decir:

-Alteza, si decidís iros me marcharé con vos para escoltaros. Puede haber más en cualquier esquina. Quedo a sus órdenes.

Alanis protegió el rostro con el grueso de la lanza sujetado en vertical por el mango y mitad de su longitud, y se mantuvo firme en sitio. Sintió algo de calor y alguna quemadura menor, pero por fortuna su armadura pudo aguantar la mayoría del daño, aunque ahora estaba algo chamuscada. Humeando, bajó el arma momentáneamente, aunque se había preparado para continuar despachando enemigos si entraban por la puerta. Pero resultó ser Zedron.

-Estoy bien, gracias. Pero, mis compañeros sufrieron daños. Sería bueno que se les atendiera.

Observó que todo estuviera más o menos en sitio y nada estuviera iniciando un incendio, y asintió.

-Por supuesto, nos quedaremos con la familia real hasta que todo esté debidamente controlado. Sobre el hada...lo único que se me ocurre es que sea capaz de crear copias de sí mismo. No creo que esperara enfrentarse a tantos contratiempos y protectores a la vez. Y definitivamente no esperaba a Muramasa. Hizo un excelente trabajo impidiendo que pudiera tomar acciones directas contra la familia real.

Al atravesarlo con mi lanza, me quedé quiero cuando ví que agarró mi arma, mientras hacía una mueca de disgusto. Sus palabras no me inspiraron nada de ánimos, y tal parecía de que seguramente no se quedaría con esto, lo que no me esperaba fue cuando su cuerpo empezó a emitir luz, y allí supe que estaba en peligro. – ¡Oh, maldicion! – Dije mientras inmediatamente me hacía para atrás y me cubría con mis brazos mientras saltaba hacia atrás, mandandome a volar varios metros atrás y revolcarme por el piso del impacto. 

 – Huh... Condenado bastardo... – Dije mientras me levantaba chamuscada, pero hará falta más para detenerme y logré reaccionar casi a tiempo... Tsk, detesto a los de su tipo. Al levantarme, me reincorporo con el príncipe que no ha tenido mayores daños, mientras Alanís hablaba con los demás. – Para que haya muerto de esa manera, ese bastardo está planeando algo más, aún no hemos terminado la peor parte. – Dije de malhumor mientras iba a ver si mi lanza todavía estaba en una pieza o no. – Buen trabajo, Muramasa. Si no hubiese sido por ti quizás hubiese sido diferente el resultado, pero por ahora es necesario llevar a su alteza a un lugar más seguro, necesitamos prepararnos para lo peor en todo caso. – Y me colocaba al lado de su alteza, para resguardarlo más de cerca.