Partida Rol por web

Los intentos de terciar en el encuentro de Jaelle y Brynn cayeron en saco roto. La música de Adolamin, sin embargo, dió su fruto y, poco a poco, el brillo se desvaneció de las manos de Dreyden que pareció tranquilizarse y mecerse al ritmo de la canción del bardo.

Sus sospechas se habían hecho realidad al ver la cara de Dreyden al mirar a Harold pero, a diferencia de sus amigos, no pudo reaccionar a tiempo. Por suerte, su amigo bardo parecía haber conseguido controlar la situación y Gaelan bajó la guardia. – Dreyden detente!!! – exclamó, siendo lo único que podía hacer. –No puedes enfrentarte a todos!! Piensa, recapacita y  hablemos esto como personas civilizadas. – Intentó ser lo más tranquilizador que la situación le dejaba.

Dreyden se quedó en trance durante unos segundos. Gaelan también trataba de razonar con él y pareció que el anciano empezaba a escucharlo cuando unos pasos a la carrera retumbaron por el pequeño edificio. Borgos el enano, vestido con su armadura de combate cargó como una avalanca de rocas directamente sobre Dreyden, arrollándolo en una embestida salvaje, que acabó con ambos volando por el aire y estrellándose en la mesa de Agramont, que los esquivó en el último momento.

El enano, que acabó encima del viejo, empezó a lanzar puñetazos salvajes contra Dreyden en una rápida sucesión demoledora que sólo acabó cuando éste perdió la consciencia.

Borgos se levantó a horcajadas sobre los restos de la mesa y de la cara de Dreyden, muy maltrecha.

Como último agravio, le soltó un escupitajo al anciano inconsciente.

- Pe... pe... pero que está pasando - el joven bardo queda impresionado ante la violencia que demuestra el tutor de su compañero, Brynn - Si ya estaba tranquilo - agrega sabiendo que probablemente su música no hubiera podido contener a Dreyden mucho tiempo más, pero sin intenciones de reconocerlo en voz alta.

- Y porque reaccionó así? - expresa en palabras lo que todos tienen en su mente - Acaso reconoció a ese "Azote"? - pregunta, esperando que los mayores, sobre todo Harold, reconocieran lo que parecía obvio.

Mientras Jaelle hablaba Brynn intentó inmovilizar al hombre, pero en realidad fue la canción que Adolamin cantaba la que logró que el anciano bajase la mano, la chica dejó escapar el aire en un suspiro pensando que el mal momento había pasado mientras Gaelan se dirigía a él. De repente el suelo empezó a moverse, la semielfa miró a todos lados intentando saber qué pasaba y tuvo el tiempo justo de apartarse cuando Dreyden se avalanzó en su dirección.

Una vez fuera de peligro se giró para mirar al hombre y preguntarle por qué lo había hecho, pero las palabras murieron en sus labios antes de salir. Su mandíbula cayó varios centímetros y sus ojos se abrieron desmesuradamente mientras su cuerpo quedaba paralizado por lo que veía, la chica solo consiguió salir de su estupor cuando la voz aterciopelada de su amigo rasgó el silencio que siguió a la paliza. Se acercó unos pasos al hombre inconsciente y miró a Harold a los ojos.

-Basta de secretos, quien es el Azote y donde está la niña que rescató de la aldea de Grammorn. -ya estaba hecho, ellos sabían más de lo que habían dicho y querían respuestas antes se seguir hablando -Él no debería haber asistido a la reunión, si nos hubiesen tenido más en cuenta lo habríamos dicho -el reproche se podía escuchar claramente en su voz.

Sus ojos se abrieron como platos ante el ataque de Borgos y no pudo ni siquiera reaccionar antes de que el enano ya hubiera descargado su furia sobre Dreyden. - ¿Pero que diantes??!!!!!. – exclamó una vez salió de su estupor. - ¿Por qué narices has hecho eso?. – le preguntó directamente a Borgos. – No era necesario, ya se estaba calmando… ¿Verdad Beatrix?. – Buscó algo de apoyo de su mentora, aunque la verdad es que tenía muy poca fe en ello.

Después llegó Jaelle, la impulsiva elfa que no sabía quedarse callada. Contuvo las ganas de llevarse una mano a la cabeza a modo de frustración para que no pareciera que aquello le sobrepasara… Bueno, de perdidos al rio… Se dijo a si mismo mientras se colocaba al lado de su amiga para afianzar su posición. - ¡Eso!!!. – añadió para hacerse más fuerte. – Creo que va siendo hora de que nos deis alguna explicación más, ¿no creéis?, ya sabéis, para que no nos coja de improvisto otro arrebato como el de Borgos. – sabia que se estaba ganando una buena reprimenda, pero ya había empezado, ya no había vuelta atrás.

Todos estabamos enfadados. Yo estaba ligeramente estufacto al ver al bueno de Borgos en semejante ataque de furia. Él y yo pensamos en los mismo, derribarlo, pero la violencia usada por el ancho herrero difiere mucho de mis intenciones. reconozco que incluso di un paso atrás, turbado. ¿Que clase de conjuro estaría lanzando? seguro que era uno muy malo y por eso Borgos había reaccionado así. Eso tenía que ser.

Saliendo de mi momentánea parálisis me coloco junto a mis compañeros con los brazos cruzados, en medio de ellos y el ceño fruncido.

Harold chasqueó la lengua, decepcionado y miró a Galvan, que sacó unos grilletes y se los puso al anciano.

A continuación, el propio Harold, primero, os miró (especialmente a Jaelle, por sus palabras) como nunca antes os había mirado. Harold siempre había tenido un mirada nostálgica, triste, a veces, pero su espíritu siempre positivo siempre había compensado aquella tristeza o frustración que se leía en su mirada. La que teníais delante era de derrota, de resignación.

Se agachó y posó una mano en la cabeza de Dreyden, que, instantaneamente, emepzó a recuperarse de sus graves heridas. Las brechas se cerraban solas, los moratones se absorvían, las hinchazones se reducían... en unos segundos solo la sangre seca señalaba que había estado herido.

El anciano se despertó de nuevo, confuso. Al ver a Harold fue a hablar pero éste lo interrumpió.

-Sí, Dreyden, soy yo, el Azote. Cálmate y te daré las respuestas que llevas tantos años buscando.

La forma en que Lord Agramont curó al viejo Dreyden sorprendió a Adolamín, que no sabía que este tuviese ese poder. De hecho, se hebía dado cuenta, tras varias pruebas, que el, a veces conseguía que su música eliminase alguna herida menor, pero no tan completamente como había hecho el viejo profesor

Sus palabras posteriores fueron una segunda sorpresa - Pero... si vos sois... entonces... la niña... - curiosamente el joven, que se destacaba por la forma en que encadenaba sus palabras en una canción se estaba quedando sin palabras.

Meneando la cabeza optó por finalmente permanecer callado, esperando que Harold continuase. Lo que estaba pasando era demasiado extraño como para suponer como podía llegar a continuar.

Dreyden pareció controlarse cuando Harold habló. Miró a sus manos y a lso grilletes que lo aprisionaban. Por supuesto conocía conjuros para los que necesitaba sus manos pero ninguno conseguría acabar con el maldito Azote, así que se calló y se preparó para obtener respuestas.

Cuando Adolamin mencionó a la niña, él habló.

-La niña... Selenne... ¿Donde está?

Harold miró primero a Beatrix, luego a Galvan y luego a Jaelle.

-Está en este pueblo. A salvo. 

Dreyden soltó un largo suspiro.

-¿Por qué?... ¿Qué paso? El nigromante...

Harold cerró los ojos, como si volviera  revivir la historia que contaba.

-Selenne fue la clave para la salvación de medio Cormyr.

-Pryos, el nigromante que arrasó la aldea... Él volvió a esta dimensión sólo para encontrar descendencia y arrasó todo lo que estuviera en su camino hasta encontrar la mujer que estuviera dispuesta a dársela. Cuando toda su familia estuvo muerta, le entregué a la niña para que la adoptara como suya. Fue la única manera que encontramos para detenerlo.

Era sólo un bebé...

-Cuya familia entera había sido devorada por necrófagos! No sabíamos nada de tí! Él aceptó pero le pusimos una condición. Nosotros cuidaríamos de ella hasta que sus poderes se revelaran. Él estuvo de acuerdo en ello. Creemos que tenía sus propios planes hasta entonces.

Él insistió en manteneros a ella y a nosotros bajo control, en una zona lejos de cormyr, mágicamente protegida por sus extraños poderes...