Partida Rol por web

Jaelle vió con asombro como, con una sola mirada de Harold a su padre, éste último sacaba unas cadenas y se las ponía al anciano. La chica se preguntó si siempre había sido así, si quien tomaba todas las decisiones era en realidad Agramont, pero cuando sus ojos almendrados se cruzaron con los del hombre, cayó sobre ella todo el peso de la verdad que iba a ser revelada. Los azules ojos, otrora llenos de tristeza pero con esperanza, se encontraban anegados de -¿Fracaso?-, el corazón de la semielfa comenzó a acelerar sus latidos y estos se mantuvieron gracias a la demostración de Harold. No hizo falta que confirmase las sospechas de la joven con palabras, pero cuando lo hizo Jaelle esperó saber por fin toda la verdad, aunque en el fondo le dió un poco de miedo.

La semielfa siguió la conversación con avidez, cuando Harold dijo que la niña estaba en el pueblo se le secó la boca -¿Quién es?- pero cuando se enteró del destino que le aguardaba -¿No debería tener ya edad suficiente?-, se preocupó y deseó poder hacer algo para cambiar ese futuro. 

-¿Qué poderes se tienen que revelar?

No lo pudo evitar, no quería interrumpir pero la situación de esa mujer, o chica, hacía que algo se removiese en su interior.

"Si esto no es exactamente lo que hace falta para una buena canción, no se que puede serlo" se plantó el bardo a si mismo, sin perder palabra de las explicaciones de Agramont

La pregunta de la semielfa, sin embargo, revelaba el corazón del problema. Todavía no se le terminaba de ocurrir QUIEN podría ser la niña, Selenne, de la que estaban hablando, pero seguramente la conocían, no había tanta gente en el pueblo como para que esto no sucediese- Y lo más importante, quien es ella - preguntó tratando de mantener, aunque sea por el momento, la compostura.

Su intento no fue demasiado productivo. Antes siquiera de esperar las respuestas, las palabras surgieron a borbotones de su boca - Por lo que decís fue ese mago quien ocultó este pueblo del resto del mundo, pero porque no salieron Uds. para poder ocultarla de sus planes. No creo que nadie quiera tener a alguien tan tenebroso como padre - espetó - y si no fue posible conseguir la ayuda de alguien tan poderoso como ese mago, por lo menos deberían haberla ocultado para que no la encontrara. O por lo menos estar preparándose para defenderla -

Lo sabía!!!!!!... Surgió en su cabeza al escuchar las palabras de Harold pero, aunque eso lo tenía claro casi desde el principio, no tenía ni idea de quien era la mujer. Por el tiempo que Dreyden les dijo que llevaba buscando, treinta años, descartaba todos los habitantes jóvenes de la aldea, por lo que tampoco le quedaba mucha más gente. Ava, la mujer de Harold era la que parecía tener más papeletas, pero también podía tratarse de Claudia o incluso de la madre de Jaelle, no podía poner la mano en el fuego por ninguna de ellas.

De todas formas, las preguntas ya estaban formuladas por sus amigos, por lo que esperó a las respuestas mirando a la cara de los allí presentes buscando algún gesto extraño que pudiera llamarle la atención.

Para Brynm ahora los "mayores" cobran otra dimensión, el joven guerrero se apoya en una de las mesas, y mira de hito en hito a todos los de la sala, ¿que clase de hechiceros y guerreros hay en esta pequeña aula? Su siempre tranquila aldea, resulta ser el patio de recreo de un poderoso Hechicero multiplanar y nos ha tenido apartados del resto del mundo. Si ha entendido bien, aquí hay una chica que está destinada a entregarla a ese nigromante.

Parte de la confianza que siempre tuvo Brynn en sí mismo, en que podía con todo, se desvanació para siempre. El joven no se daría cuenta de inmediato. Pero ha dado un paso hacia la madurez.

¿Quien sería ella?

Dreyden parpadeó, sorprendido ante las palabras de Agramont.

-Contesta a los chicos, Azote. ¿Dnde está ella?

Intentamos huir con ella, por supuesto, pero siempre nos encontraba y dejaba un reguero de cadáveres hasta nosotros. Por eso llegamos al Acuerdo. Nosotros, también, ya estábamos hartos de guerras y muertes, de acero y sangre y aceptamos el aislamiento del Valle. Este lugar es importante para Pryos, aunque no sabemos exactamente por qué. Sospechamos que tiene algo que ver con el origen de sus poderes pero eso es todo.

En cuanto a Selenne, ni siquiera ella misma sabe quién es en realidad. El nigromante le transfirió parte de su arte pero de una manera latente, dormida, para que, en el momento en que ella estuviera preparada y se manifestaran, no acabaran consumiéndola (o a lmenos eso nos dijo). Está aquí, entre nosotros, ahora mismo pero antes de revelar su identidad quiero hablar con ella en solitario por asuntos que solo a ella le conciernen.

- Y no deberíamos averiguar porqué es importante para el? - pregunta el bardo que, desdeñando el peligro, ve asomar una gesta gloriosa en su vida. Sin siquiera plantearse que las "gestas gloriosas" suelen ser peligrosas para quienes las encaran, el artista solo piensa en la canción que podrá componer si consigue participar de una búsqueda de esa naturaleza

- Preferentemente antes de que... como habéis dicho?... Antes de que esté preparada - asevera sin prestarle tanta atención a la identidad de la heredera. Después de todo el profesor ya se ha comprometido a identificarla.

- Sabeis en que lugar del valle puede estar ese origen?.. quizás en el castillo? - propone siempre dispuesto a investigar lugares desconocidos, que puedan dar origen a nueva canción. Esta vez, sin embargo, puede disfrazar su curiosidad de ayuda a la comunidad por lo que mira a los presentes e intenta evitar la típica reacción adulta - Y en el fondo sabéis que debemos investigarlo. Vosotros no habéis conseguido la información en todos estos años y nosotros tenemos una forma distinta de ver el mundo. Somos jóvenes - discretamente olvida de decir que en realidad son niños, o quizás adolescentes - Quizás eso eso lo que haga falta para conseguirlo -

Harold parecía dispuesto a contarles todo lo que sabía sin dejarse nada y eso lo agradecía el joven Gaelan, quien escuchó cada palabra de su profesor para no olvidar nada en un futuro. La idea de que un macabro nigromante fuera quien los tenia retenidos ahí no le hacia ninguna gracia, pero era lo que les había tocado vivir, así que tenía que acostumbrarse a su nueva realidad lo antes posible.

- Bueno, es difícil de asimilar, pero perfectamente posible. – comentó tras tomar aire. – Agradecemos tu sinceridad Harold, y no sabes de qué manera pues esta incertidumbre nos estaba matando. – continuó intentando mantener la calma. – Pero lo que dice Adolamin es cierto, ¿no habéis intentado nunca saber porque este lugar es tan importante?. Dreyden comentó que aquí había un foco de poder, y la verdad, a mí se me ocurren varios sitios donde comenzar a buscar. – comentó entrelazando sus manos en la parte posterior de su cabeza. – Quizás si damos con ese foco de poder, pudiéramos utilizarlo en su contra, ¿no?... Aunque lo mismo estoy diciendo una tontería… -

- Y respecto a Selenne, me parece justo que a ella, si aún no lo sabe, se le cuente la verdad la primera, a mi modo de ver es la que más derecho tiene a saberlo y derecho a poder tomar las decisiones que crea oportunas. -

Adolamin volvió a hacer incapié en la identidad de la mujer y Jaelle se mordió el labio inferior sin darse cuenta, de repente no se sentía cómoda con ese tema. El saber que alguien del pueblo, alguien a quien ella conocía y quizás apreciaba, tenía esa losa en su futuro hacía que le faltase el aire, que se preguntase por qué no se había largado ya del lugar en busca de su madre y de nuevos y amplios horizontes.

La siguiente explicación por parte de Harold puso de manifiesto, a ojos de la semielfa, la magnitud del poder de ese nigromante -Si ni la druida May con todo lo que sabe, Bellatrix con su poder, el señor Agramont que ha curado esas heridas como si no fuesen nada, ¡Borgos! con esa fuerza y rabia, y a saber cuantos más de nuestros vecinos que no son lo que parecen, no pudieron con el nigromante.. ¿Que ella está aquí?.- sus claros ojos buscaron por la sala la cara de Selene.

De inmediato los dos chicos, mejores con las palabras, expusieron ideas y posibilidades. La muchacha abrió y cerró la boca un par de veces, al igual que sus puños, su mirada estaba fija en Harold pues parecía que era él quien iba a revelar el final de la historia y añadió unas palabras antes de que el Azote volviese a hablar.

-La fuente de poder del nigromante, o más bien fuentes, son tres y no están lejos. Si podemos destruirlas quizás acabemos con la gran amenaza de ese tal Piros y entonces pueda ser destruido.

Algo en su voz no sonaba como siempre, los que la conocían podían apreciarlo, parecía que su voz no salía de la casi siempre bromista rubia.

Sabemos que hay tres brechas en el valle que filtran fugas de poder desde la dimensión de Pryos. Están en lugares malignos, que atraen fuerzas oscuras hacia ellos. La cueva de los lobos era uno de ellos y la de las arañas, otro.  De las ruinas olvidaos, es muy peligroso entrar allí. Tuvimos que sellar la entrada con un gran derrumbe de rocas hace años. Y, querido Adolamin, creeme, cualquier cosa que habita en esas ruinas, se te comería vivo a tí y a tus amigos sin pestañear. Allí perdió el ojo Borgos.

Harold cerró los ojos, como alejando aquellos recuerdos.

Escuchadme. Nosotros... aceptamos este exilio de buen grado. Casi todos éramos jóvenes cuando nos encontramos con Pryos y Selenne pero ya habíamos visto mucho. Demasiado, diría yo. Mucha guerra, mucha sangre... el mundo exterior... sé que os lo hemos dicho muchas veces pero todo lo que hayamos dicho se queda corto. No es un buen lugar. Por eso, cuando el nigromante nos dió la oportunidad de dejar aquella vida atrás, la aprovechamos. Queríamos criar a nuestros hijos, vosotros, a salvo, en paz. 

Me parece que no soy conscientes del regalo que os hicimos.

Jaelle escuchó al hombre con semblante serio, según lo que les decía no había nada que pudieran hacer contra ese Pryos y eso la cabreaba. En ese estado, y al oír las últimas frases de Harold, no pudo más que replicar.

-¿Regalo? Por mucho que una jaula dé seguridad, no deja de ser una jaula. -dijo con el corazón en cada palabra -Solo después de conocer y vivir ese mundo se podría apreciar este encierro. -negó con la cabeza, alejando más palabras de reproche de su boca, cambiando de tema -¿Y quien es Selene? Qué espera el tipo ese de ella ¿tiene que aceptar su destino? Sin más, sin posibilidad de cambiarlo. Sin esperanza...

No se podía creer que sus vecinos, a quienes consideraba buenas personas en su mayoría, se desentendieran de la chica y de lo que le pasaría. 

Brynn también se enfurecía a la par que la elfa y asentía con la cabeza a todo lo que ella decía. Encerrados. Aunque sea de oro, sigue siendo una jaula, y además todos se habían rendido, habían bajado los brazos y aceptado su destino... ¿o no? Brynn sonríe y mira a quienes hace unos instantes eran poderosos guerreros. Se niega a creerlo.

-Pero seguro que hay un plan B ¿verdad?, ¿Habéis investigado una manera de derrotar al nigormante?- pregunta anhelante en la voz- Vamos, ¿Borgos? habrás forjado alguna arma mágica seguro- levanto las cejas espectante.
 

El bardo se sentía tan despechado como sus compañeros, pero su natural sentido de la diplomacia, lo llevó a plantear el tema de una forma más componedora que la de sus compañeros

- Acaso vosotros, a nuestra edad, lo habriais apreciado? - contestó Adolamin, sin levantar el tono de voz - No lo creo. Y si creo que os equivocais al no enfrentar a ese nigromante. Acaso podréis vivir con vuestra conciencia si le entregáis a Selenne, sea quien sea,

- No, creo que la situación nos ha obligado a reaccionar. Decís que no sobreviviríamos a las ruinas. Acaso pensásteis que lo habríamos hecho en la cueva de las arañas? - preguntó y continuó antes de darles tiempo a contestar - Pero lo hicimos. Sin siquiera saber a que riesgo nos enfrentábamos. Si lo hubiesemos sabido... - "Probablemente nunca habríamos entrado" pensó para si, sin ganas de expresar sus pensamientos en palabras antes de continuar - pero si nos informáis de lo que sabéis podemos intentar hacer lo que vosotros no os animasteis - completó

Repentinamente se dió cuenta de lo que estaba diciendo "Estoy loco. Esto no es una historia. Puede ser peligrososo... pero ya abrí la boca. Siempre podremos arrepentirnos más adelante"

-Basta - dijo May, la druida.

En su rostro se leía enfado, irritación.

-No teneis ni idea de lo que hablais. ¿Qué os pensais? ¿Qué no llevamos años martirizandonos con esas cuestiones? ¿Que no agotamos todos los recursos que se nos ocurrían? Lo llamamos nigromante, lo llamamos humano pero ni siquiera sabemos si es ninguna de esas dos cosas. Sabemos que viene de otro plano, otra "dimension" y que sus poderes afectan a lo muertos pero no sabemos casi nada mas de Pryos.

Cuando llegamos aquí y descubrimos lo de las tres fuentes intentamos explorar el castillo en ruinas. Murieron personas. Guerreros de renombre, mi hermana, una sacerdotisa de Helm cuyos poderes no conseguían expulsar ni a un mísero esqueleto en ese lugar... ¿Qué pretendes tú, Adolamin? ¿Triunfar donde Paloma no pudo? Suerte habeis tenido de escapar de las arañas, porque de los lobos os salvamos nosotras, por si no lo recuerdas.

Las palabras de la druida hicieron que Jaelle desviase su vista hacia ella, escuchó como el dolor inundaba a esa mujer que ella tenía por una de las más fuertes que conocía y casi lo sintió como propio. -Nosotros dimos cuenta de cuatro lobos- pensó recordando su entrada en la cueva en pos de las dos mujeres, pero no creyó que fuese algo importante que señalar. No compartía todas las ideas de su amigo. 

Sin decir ni hacer nada volvió a mirar de nuevo al Azote a los ojos, esperando la respuesta a su pregunta.

La reacción de May hizo repensar al bardo sobre el optimismo de su ofrecimiento. Si bien para sus adentros seguía pensando que quizás debían intentarlo, no podía dejar de tomar en cuenta los argumentos de la druida - Yo... eh... hablé sin pensar demasiado - no pudo menos que reconocer - No sabía lo de vuestra hermana, Helm la tenga en su gloria - añadió a modo de disculpa

- Quizás es que vosotros ya habéis tenido tiempo de aceptar los hechos - se explicó tratando de justificarse - Nosotros nos estamos enterando ahora y... que decir, no parece que sea justo para Selenne, sea quien sea, que la abandonemos a su suerte -

Adolamin, como de costumbre, intentó sacar partido de su facilidad de palabra para sonrascarle a los presentes algo más sobre lo que habían intentado en el pasado - Decís que en las ruinas hay esqueletos vivientes y reconozco que no tengo intenciones de enfrentarme a algo así. Pero quizás podamos revisar más profundamente la cueva de las arañas y ver si podemos impedir que ese nigromante use el poder de ese sitio. Quizás no fue "solo suerte" - no pudo evitar aclarar - Quizás ya debieran considerarnos capaces de ayudar, aunque sea solo para revisar ese lugar en profundidad. Si nos decís que debemos buscar allí, quizás podamos... no se... ayudar - completó poco seguro de lo que estaba ofreciendo

Gaelan escuchaba y recopilaba toda la información. El joven mago no es que no estuviera de acuerdo con lo que los mayores habían hecho, podía llegar a entenderlos, estaba molesto con las formas de proceder de los mismos, pues si hubieran dicho algo, mucho de todo lo que había ocurrido se lo habrían ahorrado, pero oye, ya estaba hecho así, así que tocaba apechugar y mirar para adelante.

El comentario de Adolamin, el cual le pareció desafortunado a todas luces, lo dejó boquiabierto. – Claramente, Ado habló sin pensar, es un defecto que tiene el chico, que le vamos a hacer, pero no se lo tengáis en cuenta, les pasa a todos los artistas. – comentó con una media sonrisa algo falsa para quitar hierro al asunto y mirando a los ojos de May. – Sentimos mucho la perdida de tu hermana May, y si hemos dicho algo inoportuno, que lo mismo si, es por los nervios que tenemos tras enterarnos de todo esto, que me tenéis que admitir que no es un trago difícil de digerir. – Su don de palabra salió para intentar apaciguar un poco los ánimos.

- Por otro lado, no voy a entrar a valorar si ese “regalo” del que habla Harold es un regalo como tal, pues me temo que, por mucho que intente resistirme, es un regalo que mis padres me obligarán a aceptar. – continuó Gaelan con voz pausada. – Pero lo que no podéis pedirnos es que permanezcamos al margen de todo esto, y más sabiendo que hay una persona, Selenne, a la que no le augura nada bueno el futuro, y que encima no lo sabe, cosa que sí que me parece preocupante. – dijo frunciendo el ceño. – Aunque bueno, eso ya es otra cosa. –

Colocó las manos tras su espalda y continuó. – Pero hay algo que estamos obviando, y que creo que cometemos un error en hacerlo. Yo no es que crea mucho en el destino, los que me conocéis lo sabéis bien, pero sin embargo no paro de pensar en una cosa. – hizo una pausa para que sus palabras calaran hondo. – Existen tres puntos de poder en la aldea y, curiosamente, el destino nos ha llevado a nosotros cuatro a dos de ellos… ¿Casualidad?... No, yo no creo en las casualidades… - comentó negando con la cabeza. – Hemos salido vivos de ambos puntos, en uno por la ayuda de May y Beatrix y en otro por… porque somos la caña… pero diantres, salimos vivos!! Y eso es algo que a mí no se me pasa por alto, y espero que a vosotros tampoco se os pase. – miró a los ojos de los allí presentes. – No pido que nos deis vía libre para hacer lo que nos dé la gana, que por otro lado estaría muy bien, sólo pido que se nos dé un voto de confianza y que abráis vuestras mentes porque… - otra pausa. - … porque sinceramente creo que algo está cambiando en la aldea y creo que puede ser el momento de volver a intentar hacer algo. -

Harold miró intensamente a Gaelan, como si estuviera atendiendo con todo su interés a lo que decía. Pero no le ocntestó. Miró a Jaelle y le respondió a ella otra vez lo mismo.

-Sabreis quién es Selene cuando ella os lo diga. Primero debe enterarse ella misma. En cuanto a su destino... quizás los chicos tengan razón. Creo que hay fuerzas que no comprendemos que parecen querer involucrarlos en esto. Creo que deberíamos incluirlos en nuestro plan.

-¡NO! -Dijo Galvan, el padre de Jaelle. No consentiré que pongais a mi hija en peligro. Ella es lo único que me queda de mi vida, mucho más larga que las vuestras, y no pienso perderla! Esa fue la razón por la que acepté venir aquí.

Beatrix permanecía callada, mirando intensamente a Harold con un aire indescifrable pero, si algo parecía resbalar por su rictus circunspecto, era un igera sensación de cólera.