Partida Rol por web

El bardo despierta mucho más tranquilo de lo que el mismo hubiera esperado. Al notar las señas del mago tomó su arco, o por lo menos el que ahora consideraba "su arco" en una mano y su guitarra en la otra, antes de aproximarse a la ventana intentando descubrir quién, o que, había sobresaltado a su amigo.

La oscuridad de la noche, apenas disuelta por la luna no le permitó ver demasiado por lo que, asumiendo que probablemente necesitaría utilizar el arma antes que el instrumento musical, apoyó la guitarra en el marco de la ventana, aunque no por ello alejo sus dedos de las cuerdas

- Alguien ve algo? - preguntó a sus compañeros sin elevar el tono de voz - Será Roman que está volviendo? -

Unas suaves sacudidas en el hombro despertaron a la chica que se tensó de inmediato, la cara del mago y el dedo en los labios fueron bastante para que se levantase en silencio y con expresión grave. Escuchó la explicación susurrada por Galean y tomó sus armas, Brynn ya se encaminaba hasta la puerta y Adolamin hacía lo mismo pero hacia la ventana. Sin pensar dirigió sus pasos hacia el bardo mientras enfundaba la espada en el cinto, se puso a cubierto del marco y espió el exterior con todos sus sentidos.

Brynn se colocó la armadura en silencio mientras Jaelle echaba un buen vistazo por la ventana. La noche era oscura pero le pareció adivinar un par de figuras moviéndose en las sombras, avanzando hacia la cabaña. Sus oidos captaron el sonido de las risas y una voz que se interumpía por la tos. Hablaban en un lenguaje desconocido para la mestiza.

Ante las palabras de su compañera, Adolamin aferró con fuerza su arco y dio un par de pasos hacia el interior de la cabaña. En la misma no había demasiada luz, pero los restos de la hoguera le permitirían apuntar mejor que si intentaba disparar hacia el exterior

- Dejen que nos intenten sorprender y los atacamos cuando intenten entrar - propuso - Sea por la puerta o la ventana, en cuanto hagan el intento podemos acabar con ellos - añadió tratando de esbozar algo parecido a un plan.

El bardo buscó una flacha de su aljaba y la empulgó en su arma - Después de todo si vinieran con buenas intenciones no se estarían riendo y, lo mas importante, se anunciarán antes de entrar - completó dispuesto a seguir su propio plan

El guerrero ante el fino oído de Jae, deja la mano inmovil cerca del pomo de la puerta y asiente a las palabras de Ado. Con un movimiento lateral se coloca al lado de la puerta, hacia el que no se abre la hoja. Se pega a la pared y mantiene la espada en alto, todavía no estaba el plan perfilado, pero si intentaban entrar por la puerta se llevarían una sorpresa de medio metro de acero.

Intento relajar la respiración y no mirar hacia las brasas, tengo que tener la máxima visión en la oscuridad. Los latidos de mi corazón me suenan como martillazos a mis oídos, esconderse nunca ha sido lo mío, me pone nervioso la espera.

La semielfa no pudo apreciar quién se acercaba pero distinguió dos siluetas y voces distendidas hablando en un idioma desconocido, entre susurros se lo dijo a sus amigos y asintió a la propuesta del bardo.

-O saben que en la cabaña hay amigos, ¿Roman con alguien?, o la creen vacía. A ver si se acercan más y los distingo.

Jaelle se quedó en el borde de la ventana, atisbando el exterior en espera de que las figuras se acercasen para poder saber si eran amigos o enemigos y transmitirlo al resto. No obstante sus manos acariciaron la madera del arco y las plumas de la flecha que tenía presta para ser lanzada.

Vuelve a tirar. Ahora estan mas cercas y puedes verlos mejor.

Pronto, os llegó un hedor considerable proveniente de las criaturas que avanzaban. Jaelle las había identificado como parecidas al ser que encontrasteis flotando en el lago. Eran pequeños y escuálidos y de aspecto reptiloide. Llevaban armaduras hechas con pieles y largas lanzas con las que se ayudaban para caminar. Sus ojos, rojizos y anaranjados, revelaban su naturaleza maligna. 

En un momento dado, el más cercano se detuvo y señaló a la ventana. Sin duda, la luz de las brasas había llamado su atención.

Abandonaron las risas y entraron con mucho cuidado en el porche, olisqueando el aire. El más retrasado, sin embargo, antes de entrar emitió un extraño ruido al aire, parecido al de un búho o lechuza. Una señal, sin duda.

Unos pocos pasos más y la muchacha logró ver a los seres que llegaban, en un principio pensó que se habían alarmado por nada y que era Roman con alguien igual de pequeño que él, pero al instante se retiró de la abertura de la ventana y miró a sus amigos. Con seriedad les confirmó las peores predicciones.

-Dos 'lokolds' de esos -susurró equivocándose en el nombre con las prisas, volvió a mirar y volvió a comentar -no parecen mucha cosa.

Eran cuatro contra dos, eso era asumible, pero cuando sus puntiagudas orejas captaron el ulular del búho saliendo de los labios de una de aquellas criaturas no tuvo tan claro que solo fuesen dos. Sus ojos buscaron alguna salida alternativa a la lucha.

El bardo, casi sin darse cuenta dio un par de pasos atrás, buscando ocultarse en la sombras mientras tensaba su arco

- Si son dos supongo podremos con ellos - afirmó mucho demostrando más seguridad de la que realmente sentía - Si son mas... Bueno, ocupémonos primero de estos dos y después decidimos que hacemos - propuso

El primero de los kobolds asomó la cara por uno de los lados de la puerta (cobertura parcial) y echó un vistazo a la habitación.

El bardo, más por el susto al ver las criaturas que por haberlo decidido apuntó lo mejor que pudo y disparo su flecha. Probablemente fue la suerte lo que impulsó el proyectil hasta clavarse profundamente en la garganta del kobold que se asomaba por la abertura.

- Lo maté, lo maté! - los gritos de Adolamin anularon cualquier intento que hubiera querido tener de ocultarse - Ya verán cuando escriba esa canción. Mataba a sus enemigos de un único flechazo! - gritó alegre mientras bailoteaba en el lugar donde había pretendido esconderse

El cerebro del kobold aún no había procesado la información que le habían enviado sus ojos cuando la flecha de Adolamin le atravesó la garganta. El kobold cayó al suelo, muerto, antes de enterarse de por qué.

Jaelle se sorprendió gratamente de la puntería de su amigo, pero como sabían que al menos había dos y solo uno se había asomado, decidió sacar la cabeza por la ventana para dar buena cuenta de él. Esperaba poder acabar rápidamente con el ser, pero no era lo mismo disparar a un objetivo enmarcado por el dintel de la puerta, que enfocarlo en la penumbra del porche.

La flecha de la elfa pasó zumbando a centímetros de la coronilla del kobold cuando éste la vió y se agachó. La criatura tenía una mirada de pánico en sus ojos.

Bryyn se quedó con la espada en alto sin poder usarla, Ado había disparado a la velocidad del rayo y Jae sacó la cabeza por la ventana y también disparó una flecha. Él sin saber que hacer se quedó donde estaba esperando por si entraba otro más, que lo dudaba.

Adolamin se puso como un loco a gritar y a saltar. Le susurro con urgencia.

-Cállate y escóndete o lo último que escribirás será tu testamento- le amenazo con el puño cerrado, para luego girarme a la Elfa- ¿Le diste?- pregunto.

Jaelle negó con la  cabeza a la pregunta de Brynn. En la oscuridad no se podía apreciar pero la punta de sus orejas estaba algo teñida de rojo, le daba rabia haber fallado.