Partida Rol por web

Viajais durante dos semanas guiados por vuestro guías, hablando con ellos de unas cosas y otras, muchas veces no entendéis o no saben decir una palabra concreta pero acabáis conociendo un poco más esta cultura que respeta a todos los seres siempre que estos se respeten entre ellos. Todo es como muy rígido y se respetan siempre las tradiciones y los tiempos. Nadie pisa las conversaciones de los otros y nadie pregunta otra cosa si antes no se ha respondido la primera pregunta.

Obviamente encontráis maleducados, borrachos, y otra calaña, pero véis como el resto se aparta de ellos y los ignora. Siempre os atienden y respetan vuestras decisiones y nunca os llevan la contraria, ni cuando os equivocáis cuando sólo proponen una alternativa tranquila y pausada, pidiendo una descanso o un trago para que se reconsidere cualquier idea.

Finalmente llegáis al lugar, el campamento base donde los monjes del Monasterio del Paso de las Nubes con los granjeros de los alrededores.

Costumbres extrañas y no tan extrañas, pero si me parecen raras. De donde vengo simplemente si tienes que hablar y es importante lo dices este hablando el que este hablando. me gustaria verles esperar mientras estan siendo atacados por que alguien esta explicando la receta del arroz frito tres delicias.

No pierdo de vista a ninguno de los guias, algo me pica en la nuca y no se exactamente que es, pero lo averiguare. Llegar y esperar a ver como subimos, interesante.

Durante el viaje, Abrosthor se extasia a copiar información y hacer dibujillos de los paisajes. Obviamente, su frenético ritmo de conversación que sólo su congénere Vaskalinsvel era capaz de seguir y que ya de por sí era capaz de marear a una persona corriente, debía tener locos a los guías (más considerando que se daba por duplicado). También cabe destacar que había compartido con sus compañeros bastantes detalles de su vida, entre ellos su dominio de la magia arcana, pero aún ninguno había visto a su "pequeña mascota".

Marcha de alta montaña.
Realmente, un entretenimiento divertido si.
Y encima, amenizado por nuestros compañeros de corta talla, que no se callan. Lo cual, hace que las dos semanas de pateada, a piñón fijo siempre subiendo y subiendo, resulte aun mas divertida si cabe.
Vemos como el paisaje cambia. El cielo se torna plomizo constantemente, amenazante podría decirse.
Nos cae encima algo de nieve, nevadas cortas afortunadamente. Pero la sucesión de nieve caída, se va acumulando hasta hacer que avancemos por un paisaje idílico si no fuera por el constante descenso de las temperaturas.
Nuestra marcha sigue, en un constante ascenso, hasta llegar a lo que es denominado campamento base.
La primera parte de nuestro viaje, parece llegar a su fin.

El viaje se hace mucho mas corto de lo que esperaba, los guardias se notan mucho mas habituados a los extranjeros que el resto de habitantes del lugar, amables y educados nos enseñan con paciencia las costumbres propias y los principios de respeto que imperan en el lugar, todo perfectamente ordenado y a su tiempo quien no respeta las costumbres, no se le increpa, no se le recrimina, sencillamente, se le hace el vació.

Durante el viaje descubro entre otras cosas la afición de Abrosthor por el dibujo, no dejo de intercambiar opiniones y técnicas para mejorar mi propio arte el cual, amenizado por estampas menos rectilíneas seguramente mejorara notablemente, el precio a pagar es aguantar estoicamente su continuo parloteo, si combate la mitad de rápido que habla ya pueden temer sus enemigos, pregunto constantemente a los guías sobre los accidentes geográficos y puntos notables que pasamos rellenando con sus respuestas el escueto mapa que realizo del lugar, cada parada sin falta mido la sombra de un palo especialmente preparado por mi apunto la hora, la medida de la sombra y la distancia recorrida del mismo modo la posición relativa de las estrellas, datos esenciales para corregir el mapa apropiadamente cuando lo pase a un plano adecuadamente, al tiempo le pido a Abrosthor algunos esbozos y bocetos de lugares reseñables y puntos de referencia.

Cuando por fin llegamos al campamento base doy gracias a los dioses por no depararnos ningún contratiempo mientras observo la empinada ladera de la montaña sin llegar del todo a vislumbrar la cima, un escalofrio me recorre ante tal demostración de la naturaleza, un ejemplo mas de cuan insignificantes somos en el gran ciclo de la vida.