Partida Rol por web

No sabes exactamente lo que le pasa o piensa. Hay agresividad en sus gestos, eso es claro. Y estás seguro que interés sexual pero.... crees que te está ordenando algo, algo distinto. No conoce el idioma eso está claro. Y te das cuenta que todos estás mirando en vuestra dirección, aunque algunos no lo aparenten

¿Haces alguna otra cosa?

La mujer se pone de rodillas con cara de preocupación, permanece medio curvada con sus senos colgando.

No entiende que quiere y parece que no habla indigno.

¿No hablas nigerthiano tampoco? - Prueba esta vez en el lenguaje de la ciudad de las cadenas. Su voz es mas un quejido que una pregunta.

El hobgoblin no parece contentarse con tus palabras y te intenta volver a pegar una patada en el costado. Sin embargo y afortunadamente el golpe únicamente te pasa rozando, sin ocasionarte daños adicionales. 

El hobgoblin vuelve a gritarte mientras señala el carro en el que llevan el botín, y el suelo

Sin entender muy bien por que se acerca hacia el carro y una vez cerca se queda mirando al gran trasgo con cara de duda.

¿Y ... ahora? - Pregunta con miedo ahora en indigno otra vez.

Otro de los gran trasgos se acerca a ti, y te empuja sin delicadeza alguna contra el carro, aprovechando para poner sus manos bestiales sobre tu cuello y sobre tus nalgas. Tu cara queda a poca distancia del contenido del carro: las grandes bolsas con botín, los cadáveres de los indignos y diversas bolsas que, supones, llevan comida y algunos de los bienes que hubieran cogido los gran trasgos para hacer su razzia.

- Bajar. Traer donde se te diga. Callar - te dice echando su fétido aliento sobre ti

La mujer lanza un soplido de frustración.

Y carga con algo para mirar a donde le indican.

Sivilis se mira al trasgo y dice - Con las manos atadas no puedo hacer nada.

Y se gira un poco para que pueda ver la cuerda que la ata.

El gran trasgo parece aplacarse ligeramente con tus palabras, y en vez del golpe brutal que temiste preparase, te da un bofetón. Luego te gira y te desata las manos a la espalda... y te las ata por delante* de forma que acarrear y llevar cosas de un lado a otro, puedes hacerlo

- Si bien trabajar y callar, luego comer y beber darte - dice aprovechando para volver a meterte mano sin ningun tipo de disimulo.

* si lo evitas o intentas evitar avisa

Al contrario, Sivilis no solo no rehuye el manoseo ... si no que se pone bien para que le metan mano, sacando pecho por si le magrean los senos, o levantando el culo si le ponen mano por debajo.

Sivilis suelta un resoplido de molestia y agarra el primer saco para descargarlo.

Tengo otras necesidades que comer ... - Murmura la chica casi para si mismo.

Cuando lanzaron a Sivilis contra el carro, tuvo que apoyarse en sus pechos como si fueran almohadas, al levantarse de nuevo ella no se percata que, con la presión, algo de leche se había derramado y ahora sus pezones goteaban un poco y estaban humedecidos.

Alarga sus manos para alcanzar uno de los sacos, estirándose por encima del carruaje y exponiendo sus bajos a la vista del trasgo.

(Por si acaso, se asegura de separar un poco las piernas, no fuera que no pudiera apreciar los detalles.)

Luego con el saco en las manos aguarda que le señalen donde tiene que llevarlo y lo hace, agachándose un poco para dejarlo bien en el suelo (pero sin doblar las rodillas).

Repetirá el proceso para vaciar el carruaje, sudando un poco por el esfuerzo y dándole un tono de brillantez a su piel.

Un gruñido a medio camino entre la sorpresa y la lujuria. Memorizas ese gesto. Tienes que pasar a comprenderlos, a entenderlos. Tanto su lenguaje como su lenguaje corporal. Tu vida depende de ello.

Al ver tu gesto al inclinarte para coger el saco, el gran trasgo pasa de manosearte a agarrarte del cuello, con inequívocos propósitos sexuales. Con brutalidad e impaciencia te obliga a girarte encarándose a ti y te empuja, disponiendose a penetrarte mientras la base del carro está apoyada contra tus riñones.

Y en ese momento el jefe de la partida grita un par de órdenes, que provocan el inmediato retroceso, rezonangando maldiciones, del gran trasgo que un instante antes se disponía a violarte.

El jefe gran trasgo se acerca a ti y te mira de arriba abajo. Entonces agarra la cuerda que tienes a tu cuello

- Tu serás primero para mi. Pero antes trabajarás. Lleva cadáveres a campamento borde. Y sacos a donde están poniendo mi tienda. Tu ser esclava, y mascota. Y obedecer a lo que te digan   

Sivilis sonríe al acercarse al cuerpo del capataz, sobreactuando el que agarre la cuerda de su cuello.

Ya es lo que estaba haciendo. - Dice con voz de gata en celo mientras apoya sus pechos en el trasgo y levanta un poco el muslo para acariciarle la zona de la entrepierna.

El gran trasgo te mira sin poder disimular un punto de sorpresa... y mucho menos su lascivia*. Sin embargo ha dado una orden, y el deseo de follarte ahora mismo es menor que el deseo de demostrar su poder ante sus hombres. Y por supuesto de follarte luego.

Así que te hacen trabajar como una mula durante un par de horas, antes de "hacerte trabajar" de otra manera. Practicamente estás exhausta (llevas todo el dia sin comida ni bebida de ningun tipo y trabajando sin parar) cuando el lider de la partida gran trasga da un tirón de la cuerda que se ata a tu cuello obligándote a acercarte a él mientras sonríe enseñando sus colmillos inferiores puntiagudos y ligeramente curvados.

* Realmente tu cuerpo no es tan del agrado de los gran trasgos como pudiera parecer. Evidentemente su ideal de belleza está mas cerca de una gran trasga que de una humana, por hermosa que esta sea. Sin embargo las razas trasgoides, en similar medida a las razas orcas, no desdeñan violar a las hembras que capturan de otras razas, como medio de someter, y demostrar su poder, además del placer que extraen de tales prácticas. Evidentemente las condiciones de vida de dichas esclavas son terribles, y suelen durar poco. Mientras has sido esclava de los gran trasgos estos capturaron a otro par de hembras de sus razzias, que no pudieron sobrevivir ni diez días, y que al morir fueron convertidas en comida para los lobos domésticos de los trasgos. Sea como fuere sienten placer al follar una esclava... pero no están ni mucho menos acostumbrados a hembras de otras razas que no solo parecen no temerosas, sino hasta insinuantes