Partida Rol por web

Cada uno de ustedes recibió una misiva de Hitler para hacerse presente de carácter urgente en el Führerbunker, todos son escoltados por miembros de la guardia personal de Führer.

Mientras van llegando los hacen aguardar en una sala de espera, cuando por fin estan todos reunidos, los hacen pasar a una habitación solamente amueblada con una robusta mesa de madera y solo una silla en la cabecera. 

Hitler entra escoltado por media docena de su guardia personal, esta vestido con su uniforme militar y tiene un semblante demacrado.

Me siento en la cabecera de la mesa, saco una carpeta y la abro, me coloco los anteojos, todo en silencio y sin mirarlos a la cara quienes seran? acaso los tendre que matar a todos? comienzo a leer las hojas que tengo enfrente Estan Todos presente? le pregunto sin levantar la vista a Rochus Misch, mi guardia personal. 

Heil, mein Führer! -grito, respondiendo a Hitler - Señor, estan el Comandante en Jefe de las SS, Heinrich Himmler y sus hombres, el Teniente Coronel Adolf Eichmann, y los coroneles Vogel y Hans Landa; el comandante supremo de la Luftwaffe Hermann Göring y el piloto Hans Rudel, el Ministro de propaganda Joseph Goebbels, el Duce de la República Social Italiana Benito Mussolini; el  Dr. Josef Mengele, Medico de campo de concentracion , los mariscales de campo Erwin Rommel  y Fedor Von Bock; su fotografo personal  Heinrich Hoffmann y finalmente, su secretaria personal, la señorita Traudl Junge.

Levanto la mirada, dura y fría Saben porque están aquí? No? Es porque miembros de la Abwehr* y de la Gestapo* han descubierto una nuevo atentado contra el Reich por parte de los aliados, Operación Swordfish la llaman. Cual es su fin y porque estoy yo aqui? Se preguntaran algunos aunque otros seguramente saben porque estan aqui La finalidad de esta operacion es corromper a gente que pueda acceder a mi y asesinarme y terminar con la guerra! doy un golpe en la mesa Por eso estan aqui! Porque han sido señalados como posibles instigadores, no contra mi, no se equivoquen los voy señalando al dedo y fijando la mirada sobre cada uno esto es una traicion a la nacion alemana! a la raza aria! Entre ustedes se escondes unos malditos cobardes, despreciables y desleales ratas! Se vendieron a nuestros enemigos para acabar con nuestro sueño! y porque? PORQUE!? tiene miedo! miedo por ese desembarco de tropas en Normandia!

Me paro abruptamente, la silla se cae Acaso no levante este nacion de la miseria? Acaso no agarre una nacion en ruinas y la transforme en algo mejor? Acaso no transforme a un pueblo derrotado en los dueños de Europa! No transforme a un monton de matones en harapos en un ejercito real? en una maquina bien aceitada de combate! Acaso no hice temblar a nuestros enemigos! No castigue a los juidos? Los culpables de nuestra miseria? Acaso lleve a la raza Aria desde los suelos a lo mas alto de firmamento? termino gritando, agitado y apenas si puedo controlar los temblores de mis manos.

Malditos cobardes! perros sin agallas! estoy cansado! Cansado de ser traicionado! Basta, no mas! Se estaran preguntando que hare con ustedes, pues bien, ustedes deberan buscar a los traidores entre ustedes mismos!  Ustedes votaran para que uno de ustedes sea acusado e interrogado por mis hombres!  intento calmarme, cierro los ojos y tomo unas bocanas de aire antes de seguir.

Tienen hasta mañana a la noche. No me digan que no son culpables! Diganselo a ustedes mismos cuando termino de hablar salgo de la sala, sin escuchar las replicas que puedan hacerme, dejo dos guardias armados en la habitacion y cierro la puerta la suerte esta echada

- Heil Hitler!

Il Duce se permite un leve e imperceptible bufido de irritación. Ya era demasiado malo que, en primer lugar, el demente austriaco que comenzó imitándolo y adorándolo pasara a ser el caudillo de una casi todopoderosa nación. En segundo era aún peor tener que depender de el para gobernar lo que le quedaba, apenas el viejo Nord (por lo menos Milano seguía siendo suyo), de L´Italia.

Si a eso le sumamos el tener que participar de cada una de sus locuras conspiranoides era comprensible que Benito Mussolini, otrora señor indiscutido de toda Italia, se sintiera un poco cansado.

Como todo desde aquel fatídico día de 1943 a el no le quedaba otra cosa que seguirle el juego a Hitler.

- Me imagino, Führer - dijo Mussolini como si estuviera hablando con un igual - que la inteligencia que tiene debe ser bastante detallada. Alguna idea, siquiera aproximada, debe tener acerca de quien es este traidor. Si quisiera decirnos...  

Sin embargo pareció que Hitler no lo escuchó pues se fue sin contestarle.

Extraño, siempre lo trató mas que generosamente...

-Heil Hitler!- Digo con voz alta y clara.

Me siento sorprendido; cuando recibí la misiva lo ultimo que pensé era en encontrarme en esta situación.... si hasta empaque mis cámaras de fotos pensando que venia aquí por otro motivo!!. ¿Como puede sospechar de mi?. Cuando la puerta se cierra miro a mi alrededor intentando ver las primeras reacciones ante aquel discurso. 

Tras el usual saludo a mein Führer, me situé discretamente a escuchar lo que tenía que decirnos. El hecho de que pudiese haber traidores entre los asistentes en la sala me hizo hervir la sangre.

-¡¡Traidores!! -repetí después de que mein Führer se fuese, aún sin poder dar crédito a la acusación lanzada. Y sin embargo, si él lo decía, tenía que ser cierto..

Miré con suspicacia a los congregados, tratando de advertir algún comportamiento delator.

-Heil Hitler!-el saludo salio de mi boca como el resonar de los tambores en una marcha militar que cruza una ciudad doblegada ante el poder de Alemania, nuestra Alemania.

Escucho atentamente las palabras de nuestro Führer, asesinato, traición, no puede ser esto no lo podemos permitir, el es nuestro líder es como un padre para todos nosotros. Cierro mi puño con rabia pensando -quien puede ser el bastardo- mientra Führer sale por la puerta y la cierra tras el.

Un hombre en silla de ruedas, con su uniforme militar impecable, entra rodando al salón, su actitud es de clara autonomía. Escucha indignado las palabras relacionadas a la traición, al fin y al cabo había dado todo por la causa, por eso había perdido sus piernas.

-Heil Hitler!

Luego de que se fue el  mein Führer murmuro, malditos traidores, moriran ahogados entre su propia sangre.

- ¡Heil mein Führer!

El taconazo reverbera por la habitación como si de un tiro se tratase, sobresaltando a más de uno.

Tras escuchar con sumo interés las palabras del Führer, Goebbels se apoya contra una pared y pasa a estudiar y analizar minuciosamente a todos los presentes, mirándoles fijamente y de arriba abajo con los ojos entrecerrados.

No me gustaba que me sacaran de mi cuartel donde estaba dirigiendo las divisiones en un momento tan crucial de la batalla, pero claro, era el Fuhrer y no se le podía decir que no.

Ya en su presencia me cuadré dando el pertinente taconazo – Heil Hitler, se presenta Erwin Rommel

Levanté una ceja cuando dijo lo de un atentado contra el Reich ¿Y yo que pinto en esto? ¿Yo instigador? Mi labor está en el frente, no en estúpidos complots… Y bueno, luego comenzó con tu discurso, tocaba escuchar y no dejarse llevar por su ira, ya sabía como se las gastaba.

Pasada la furia inicial miré a los presentes – Traidores… - ¿Quiénes serían? – Caballeros, los traidores que den un paso al frente, no nos hagan perder el tiempo, tendrán una muerte rápida, demasiado rápida para lo que merecen – Podrían demostrar ahora lo valientes que eran

-Nein Herr Rommel, su solución es muy... naïf- afirma el coronel Hans Landa. -Yo tengo una visión muy diferente de las cosas. No por nada logré cazar cientos de ratas judías en Francia- Landa saca su pipa y la enciende tranquilamente.

-El miedo es una reacción interesante. Cuando más cerca está un desgraciado de morir, es cuanto más se aferra a traicionar sus principios, a mentir y a engañar para salvarse de su inevitable final- dice hablando para todos. -Y muchos de los judíos que recuerdo haber capturado eran fieros partidarios del Führer hasta unos días antes de ser apresados. Discursos apasionados alabando las virudes de Alemania, maldiciones a los enemigos, burlas a los opositores... todo para ocultar su verdadera naturaleza-

Deja ver una leve y fugaz sonrisa en su rostro.

-Ahora, ¿quien dice odiar mucho a esos malditos traidores y desearles la muerte?- indaga inquisitivo.

Cuando no, tenía que ser uno de los mas fanáticos entre los fanáticos el primero en abrir la boca. Por mas que proclamen que sus métodos son un medio para un fin para ellos es el fin en si mismo. Si no fueran los judios serían los eslavos, o los negros o lo que fuese. Todo lo reducen al judio. Lastima que no tienen mas Hombres como Rommel... lastima que yo no tengo mas Hombres como Rommell... Balbo, que tremenda decepción, en fin... - pensaba Il Duce, mas ocupado en su infortunios personales y en las virtudes de la mentalidad castrense que en el motivo de la "reunión".

- Herr Landa, eso es algo que diría cualquiera que se encuentre en esta situación. Todos somos en principio leales a la Causa y enemigos de la Democracia. La pregunta es, mas bien, quien es aquel que este en una posición mas apta para causarle daño al Führer. Declamaciones de lealtad podemos, y haremos, todos... Aunque yo debo ser leal mas a mi Movimiento que al de mis aliados. No tengo nada que aportar aquí, salvo que me hayan llamado como observador...

Después de los saludos pertinentes tomo asiento, estaba un tanto enfadado ya que personalmente estaba trabajando en un reclutamiento a gran escala de miembros para las SS pero al parecer se trataba de algo muy importante.

Limpiándo mis gafas con un paño suave y un poco de vaho de la boca observo a los presentes uno a uno sin perder el hilo de la conversación, sin nada interesante que decir de momento me mantengo en silencio

Dirigiéndose a Himmler:

- ¡Oiga Usted! ¡Está deshonrando su uniforme sentándose en el suelo como si de un vulgar mendigo judío se tratase!

¿Esa es la imagen que pretende dar de nuestro Generalato ante nuestros aliados?

Debe Usted padecer algún tipo de transtorno mental para actuar de esa manera, el tipo de transtorno que haría a alguien desvincularse de su Patria y renegar de sus germánicos principios ¿No será Usted el traidor que buscamos? ¿Eh Herr Himmler?

Sonrío ante tal acusación y me echo a reír mostrándome distendido y tranquilo.

-Herren bitte* -Digo mirando en especial al Duce y a Hans Landa. -Al parecer sus palabras han surtido efecto, miren como ha saltado la liebre, no me pronunciaré mas al respecto. -No puedo mas que mirar con cierta sorna al pobre Goebbels

*Caballeros por favor

El coronel Hans Landa sonríe. -Nein nein Herr Himmler, no hay que apresurarse... - dice mientras se aproxima sin borrar la inescrutable e intimidante sonrisa de su rostro.

-Herr Goebbels, dígame. ¿Le gusta la leche? ¿Ha probado usted la leche de las campiñas francesas? venga, tome asiento, quizás podamos hablar... no hay nada de malo en ello, a todos nos gusta hablar ¿verdad?- dice con tono tranquilo y casi dulce.

- No está la situación para frivolidades, querido amigo. Más que de la leche de esos decadentes franceses, debería Usted ocuparse de la seguridad del III Reich, y de que se mantenga la moral alta entre nuestros hombres. Y no creo que eso vaya a conseguirse hablando sobre majaderías intrascendentes.

Y por cierto, que antes de ofrecer a nadie que tome asiento, podría ocuparse de proveer de sillas el lugar.

¿Proveer sillas? digo con ironia al ver mi silla de ruedas donde permanentemente estoy sentado, siento no poder compartir...

Digo con alta ironía. Señores en vez de discutir por vanalidades, vamos al punto, el interés de mein Führer es primero, y sí se estan afectando sus intereses debemos encontrar las respuestas y... eliminarlas...