Partida Rol por web

—¡Idiotas! ¡Mira que os ofrecí una oportunidad!

La bandida arcana por su lado, también dio un paso hacia atrás para marcar distancias con Vincenza y comenzó a conjurar un hechizo. Uno que ya se parecía a otro que habían visto.

—¡Aktana strok graseo bural!

Estaba vez el horror fue para Kilian que vio como la grasa se acumulaba a sus pies. Aunque manteniendo el equilibrio de momento.

La aventurera arcana lanza grasa. Kilian si quieres salir de ahí tienes que hacer una tirada de Acrobacias CD10 y ten en cuenta el penalizador de armadura.

Un cansado Dan paso al lado del atontado enano ignorándolo hasta alcanzar a la mujer. Al llegar a ella le lanzó una potente patada mientras gritaba casi desesperado pero... algo en el aire la detuvo. Como si hubiera un muro en el brazo de la bandida.

—¿Qué es esto?—preguntó entre cansado y frustrado.

Dan se mueve hasta Q6 y ataca a la aventurera arcana, fallando.

Kelrin falla al estabilizar y está a -8PG.

Iniciativa: Kilian > Aventureros combatientes nuevos > Arael > Aventurero combatiente azul > Klaus > Vincenza > Aventurera arcana > Dan > Aventurero enano > Kelrin > Clint

¡Es el turno de Kilian!

Mapa del combate

Sintió un gran alivio cuando vio como el cuerpo de Tharnaros caía al suelo. Sin embargo, las acciones se sucedían en fracciones de segundo desde ese instante y Kilian no podía dar crédito a lo que estaba pasando. Hasta cierto punto podía comprender la acción de Kelrin, pero no la compartía, pues la prioridad hubiese sido no seguir poniendo en peligro la vida de Klaus. En lugar de eso, ahora eran dos de sus compañeros los caídos y otro dormido.

Además; se encontraba en una trampa de grasa, a duras penas había logrado mantener la estabilidad, pero sabía que salir de allí con la armadura y las heridas sería dificil, pero tenía que intentarlo. Tenía que idear algo y rápido si quería sacar a todos sus compañeros de allí con vida.

Entonces lo vio, el cuerpo de Tharnaros estaba a sus pies. –Si han querido parar la escaramuza para ponerlo a salvo, quizás aún estemos a tiempo de salvarnos –pensó sin tener la certeza de que aquello pudiera funcionar. Saltó, salio fuera de la trampa y se coloco al lado de Tharnaros.

- ¡DETENEOS TODOS! –gritó, mientras trataba de recordar el nombre que había oído apenas unos segundos. - ¿Eiren no?, Di a tus hombres que se detengan o no duraré en acabar con él –concluyó mientras apuntaba con el espadón al cuello del bandido caído. –Hacedlo y nadie tendrá que caer aquí ahora, tienes mi palabra.

Eiren alzó de nuevo las manos llamando la atención de los suyos.

—¡ALTO!—volvió a ordenar.

Cuando los suyos dejaron de luchar miró a Kilian con indiferencia.

—No he parado por él, por mí como si le cortas la cabeza. Si estamos en esta situación es por su culpa. Así que queréis la puñetera piedra, ¿eh? Ya sabía que sólo nos traería problemas. La cuestión es que sé que es valiosa, así que… ¿qué estás dispuesto a ofrecer por ella?

Arael levantó la mano del puñal, móstrando el arma agarrada solo por el pulgar. El otro brazo lo extendió delante de sí, en gesto defensivo pero de no-violencia.

—Hacedle caso a vuestra amiga— Insisitió la elfa, con intención pacificadora, pero concentrada por si finalmente tenía que esquivar algún golpe.

Después de eso, Arael se acercó a la arcana. —Ni siquiera sabemos a ciencia cierta qué es, pero atendamos a nuestros heridos y luego lleguemos a un acuerdo. ¿Qué es lo que queréis?

Se sintió aliviado cuando vio a Arael y los demás dejar de combatir. Eiren también había detenido a los suyos así que quizás podrían salir de allí con vida y mejor aún, con lo que tanto tiempo andaban buscando.

Aunque Euren había mostrado indiferencia por su líder, podía tratarse de una treta, así que se posicionó cerca del cuerpo del maltrecho Tharnaros por si las cosa se ponían feas. Se apoyó en el espadón a modo de muleta, ya que le dolía bastante la pierna, y tomó la palabra tras oír a Arael.

- Un inciso, ¿Cómo sabemos que lo tenéis en vuestro poder? –dijo. Pues sabían que aquél que tocase el meteorito, sufriría una especie de locura, según les contó Gerin. - Y además, si accedes a lo que ha dicho mi compañera, por razones obvias no me gustaría tener que negociar con él. –añadió haciendo un gesto con la cabeza que señalaba a Tharnaros.

Eiren sacó una daga y se acercó hacia Kilian con ademán tranquilo y nada agresivo.

—No puedes saber si lo tengo. Pero si lleváis tiempo siguiéndole la pista sabréis que estuvo en manos de ese mago de Sartor y que unos trasgos se la quitaron. Y esos trasgos ahora están muertos—miró entonces al dormido Clint—. O casi todos. ¿Es un superviviente? ¿Cómo es que se ha unido a vosotros? En tu mano está confiar en que lo tengamos, pero ya te he dicho que no quiero esa piedra, si obtengo lo necesario.

Finalmente la bandida llegó hasta Kilian.

—Y con respecto a negociar con él... también tienes que confiar en mí.

Y con un rápido movimiento le clavó la daga al inconsciente y moribundo Tharnaros.

Uno de los humanos fue hacia la maga con gesto enfurecido.

—¡Perra traidora! ¿Qué te crees que estás haciendo?

La bandida no le dio importancia.

—Salvar tu vida y la mía idiota. Si estamos así ha sido culpa de él. ¿Crees que si Ómaco hubiera estado vivo hubiéramos acabado en ésta situación? O la maldita idea de robar a ese horrible león. Si no hubieramos hecho eso Alina también seguiría vivo. Ese cabrón ha estado jugando a un doble juego tomando decisiones por su cuenta y ha acabado con la mayoría de nosotros. Se acabó.

Ante el silencio de su compañero Eiren se volteó hacia Kilian.

—Atended a vuestros compañeros y negociemos.

Kelrin se estabiliza por sus propios medios y no tenéis problemas en estabilizar a Klaus. Los conjuros de dormir dejan de tener efecto.

Clint se "despertó" de golpe completamente desorientado.

—¿Q-Qué...? ¿Qué ha pasado?

El gran trasgo se llevó la mano a la cara y puso un gesto de desagrado al verla. ¿Quizás esperaba que hubiera dejado de ser un trasgo? Entonces ya se fijo en el resutado del combate y terminó de aturdirse.

—¡Kelrin!  ¿Está bien? ¿Cómo hemos acabado así?

—Luego te lo contamos Clint. Esto todavía no ha terminado.

Al fin estaba con sus compañeros y se sentía aliviado. Pero se sorprendió al encontrarse pensando en la sangre fría que había demostrado Eiren al degollar a Tharnaros. Algo así no es que fuese una prueba fehaciente de poder confiar en ella, pero si demostraba que aquella mujer era una superviviente y que, al menos, había sinceridad en sus palabras.

Se acercó a sus compañeros y les dijo: - Voy a hablar con ella, preferiría ir acompañado, así que si alguno se encuentra con fuerzas y me quiere acompañar se lo agradecería. Cuanto antes podamos conseguir el meteorito, antes podremos salir de aquí y descansar.

Dio media vuelta y se encaminó hasta donde se encontraba Eiren. Tenía que ser cauteloso, ella tenía algo que querían y ellos no sabían lo que ella podría pedirles. Cuando por fin la tuvo frente por frente, tomó la palabra:

- Bueno, pues tú dirás Eiren, ¿Qué es lo que buscas? –dijo en un tono seguro y sosegado con la intención de indagar que se proponía aquella mujer.

—Oro por supuesto. O cualquier cosa de valor. ¿Qué voy a querer si no? Pero la verdad es que parece que tenéis poco que ofrecer.

Arael siguió los pasos de Killian mientras devolvía su cuchillo a la funda encganchada en la pierna. Al oír a la maga se encogió de homrbos. —Pues chica, estamos tiesos. Seguramente entre todos no juntemos un puñado de monedas, pero somos unos aventureros bravos, siempre se puede sacar algún provecho de gente así.—Dijo la elfa, apoyándose en una de sus caderas y guiñádole un ojo.

—Si no lo ves, puedes venir con nosotros a hacerle una visita a Gerin. Seguro que él tiene algo que te sirva... y está dispuesto a pagar con ello.

La arcana torció el gesto abriendo mucho los ojos.

—¿Lo que estáis ofreciéndome es que viaje con vosotros?—preguntó con incredulidad—Es una broma, ¿no? ¿Vais a compartir vuestra recompensa conm... con nosotros? ¿Quién me dice que cuando estéis recuperados no vayáis a tomar cartas en el asunto?

Si mentis a las preguntas de Eiren tirad por engañar. Si decis la verdad y no lo cumplis, os penalizaré la experiencia mucho. Y con mucho me refiero a experiencia negativa.

Arael negó con la cabeza. —No, no no... No me has entendido bien, te he ofrecido venir a ti, tú eres la que tiene la piedra. Estos me dan igual. Obviamente, mis compañeros tendrían que dar el visto bueno— Anotó, mirando a Killian hacia arriba.

—De hecho, paso de viajar con una pandilla de bandidos... Y seguro que ellos también.

- La idea de Arael, aunque es descabellada, podría ser una solución factible. Más aún, viendo como ha reaccionado Eiren. –pensaba Kilian. Que, durante ese tiempo, había estado escuchando con atención la conversación entre aquellas mujeres.

- Estoy de acuerdo con mi compañera, a mí no me importaría que nos acompañases. –apostilló para continuar diciendo: - Es más, yo mismo compartiría mi parte de la recompensa contigo en ese caso. Si alguno de tus hombres quiere seguirte, también lo compartiría. Pero como es evidente, os deberíais comprometer a no intentar nada extraño pues eso rompería nuestro acuerdo. –hizo una pausa y miro fijamente a la maga para finalizar diciendo: -Si confías en mí, eso es lo que yo personalmente te puedo ofrecer.

Dan miró a Kilian y a Arael con resignación. Dada su abierta brújula moral estaba claro de que el monje no estaba muy conforme con hacer tratos con una bandida, pero por otro lado sabía que no tenían muchas más acciones.

Mirando de soslayo a Kelrin y a Klaus y con una seca cabezada el monje aprobó el plan de la elfa.

Eiren no parecía muy convencida.

—¿Cuánto os ofreció Gerin por la piedra?

- Quinientas monedas de oro –respondió al instante. –Esa sería la cantidad que compartiríamos en caso de que aceptes mi propuesta.

Se quedó callado esperando la respuesta de Eiren. Realmente le vendría bien llevarse toda la recompensa completa, pero valoraba mucho más la repercusión que podría alcanzar si conseguía devolver el meteorito o lo que acababa de ocurrir con el mismo Tharnaros. Por otro lado, quizás Eiren y sus hombres recapacitasen y se diesen cuenta que podría ser más gratificante llevar un camino alejado de cometer una fechoría tras otra. Aunque sabía con seguridad, que eso sería más difícil que ocurriese.