Con los bolsillos llenos de oro el grupo de aventureros comenzó a cenar en El Sicansíos Ardiente. Una buena cena con longaniza, verduras asada, salazón, queso y un cochinillo. Todo regado con buena cerveza y mejor vino. Ahora que por fin y de una vez por todas el trabajo estaba terminado, merecían una celebración. Había habido tensiones y conflictos, también momentos complicados, pero la verdad era que todos habían empujado juntos hasta el final y se habían salvado los unos a los otros cuando realmente hacía falta. Incluso aunque la marcha de Vincenza lo hubiera deslucido todo, el grupo se debía un momento así.

Sin embargo conforme la cena iba pasando una pregunta iba flotando en el ambiente hinchándose poco a poco como un globo. ¿Y ahora qué? La piedra estaba a salvo y ya no tenían nada que hacer. Caín les había ofrecido trabajo si volvían en unos días, pero ya no tenían obligaciones para con sus compañeros. Mañana por la mañana serían libres, libres de hacer lo que quisieran.

Clint fue el primero en atreverse a romper el hielo.

—Mañana me marcharé de Aguasfrías—anunció de forma ceremonial—. Necesito volver a casa y saber qué ha sido de mi familia y mis amigos. 

Alzo la mirada cuando escucho aquellas palabras del trasgos y apreto los labios silenciosamente, solo para despues ponerse en pie y caminar hacia donde estaba este y poder abrazarlo con fuerza. - Te echare de menos, entiendo tu decision, pero te echare mucho de menos Clint...gracias por todo lo que me has enseñado....-Se separo entonces lanzandole una sonrisa. - Rezare por que tu vuelta sea pacifica, y por que puedas reencontrarte con tu familia y amigos y todos esteis bien....algun dia seguro que nuestros caminos se cruzaran de nuevo....

Tras aquello volvio a su asiento mirando a los demas, antes de mirarse las manos para quizas reunir valor para expresarse - Me gusta....me gusta esta hermandad, es posible que sea el que mas provecho haya sacado de ella por mi inmadurez....pero...os considero  todos amigos y casi hermanos y....no dudaria en retomar los caminos con cada uno de vosotros....- Miro sus manos luego nervioso, y casi timido tras aquellas palabras. - Se que he podido ser un estorbo mas que una ayuda, pero....si alguno decide volvera con Cain, si decide seguir el camino, espero poder acompañarle....

Y lo esperaba de verdad, no sabria que hacer si todos decidian tomar su propio rumbo, no sabria si alguno de ellos dejaria que fuera su compañero. - Si no es el caso...quiero...que todos sepais que para mi ha sido un honor y orgullo haberos conocido....muchas gracias...por todo...

La comida de aquél lugar le resultaba extraordinaria, podía llegarse a acostumbrar a comer allí durante un periodo de tiempo. –Quizás debería felicitar al cocinero. –se dijo. Estaba degustando la crujiente paletilla de aquél cochinillo a la leña cuando escuchó las palabras de Clint y Klaus. Comprendía y respetaba la decisión del trasgo, sin embargo, le hubiese gustado seguir contando con la ayuda del mismo en trabajos venideros.

Quiso intervenir, pero antes, necesitaba aclarar su voz; así que dio un gran trago de su jarra de cerveza. Una vez posó la jarra de nuevo sobre la mesa, carraspeo levemente y dijo:

- Espero que la fortuna este de tu parte y encuentres lo que deseas –comentó mirando a Clint y añadió con el propósito de dejarle la puerta abierta: - Pero recuerda que, si no hallas lo que buscas, siempre puedes contar conmigo para unirte en cualquier empresa que esté desempeñando en ese momento.

Hizo una pausa en la que aprovechó para mirarlos a todos y continuó diciendo de forma desinteresada:

- Respecto a lo que ha dicho Klaus... yo no sé vosotros, pero tengo interés en saber de qué se trata esa propuesta de la que nos habló Caín, quizás esté relacionado con otro tipo de irorita. Y si la paga es tan suculenta como lo ha sido hasta ahora…

No sabía nada acerca de esos Halcones, ni quiso poner en alerta a Caín en su último encuentro, pero no le hacía gracia la idea de que un grupo se pudiese dedicar a recolectar tanto poder. Miró de reojo a una tarta de manzana que aún nadie había probado, estiro su mano para agarrar un trozo y concluyó diciendo

- En definitiva, como ha dicho que debemos esperar unos días, estaré por Aguasfrías con el fin de dar buena cuenta del botín que hemos ganado hasta que me pueda enterar cuál es ese encargo que tiene para nosotros.

Allí se encontraba, mirando al día de mañana por primera vez en su vida. Pero, probablemente, no de la forma en la que lo hacían sus compañeros.

Su "¿Mañana qué?" era, en realidad, mañana, pasado, el otro y el otro... A Arael siempre la había movido la aventura que se encontraría a la vuelta de la esquina, experimentar algo desconocido, explorar un lugar que nunca había visto; Pero ¿Y ahora? En unos segundos había vivido varias vidas y empezaba a no encontrar sentido ni interés a nada.

Arael afirmó a Clint con la cabeza y una sonrisa triste, al fin y al cabo ella hubiera hecho lo mismo. Después, tomó su laúd y empezó a tocar un arpegio sencillo. Nunca se le había dado bien improvisar o componer, siempre tocaba lo que conocía, pero había algo dentro de ella que quería salir.

—¿Sabéis?— Dijo mirando a Clint— A menudo pensamos que no hay nada peor para un pájaro que una jaula; pero un ave encerrada tiene el deseo de ser libre. Estará tan llena de voluntad que luchará y luchará, hasta que  un día consiga escapar. —Hizo una pausa, y el arpegio se iba volviendo progresivamente más complejo, melancólico— ¿Pero de qué le sirven a un gorrión un par de alas si no quiere volar, si no tiene a dónde ir? La libertad sin motivo es mil veces peor que el motivo sin libertad.

La elfa empezó a cantar. No sabía de dónde venía esa canción, ni el laúd ni la voz. Nunca la había oído, pero parecía que la hubiese tocado durante toda su vida.

Cuando terminó se sintió triste e iracunda. Desesperada, se llevó la mano al amuleto que llevaba en el pecho para buscar tranquilidad, como siembre hacía en los momentos difíciles.

Pero no había nada.

No había nada porque nunca lo hubo. ¿Qué te pasa, idiota?

—Yo también tengo que irme—anunció entonces Dan para a continuación dirigirse directamente a Klaus—. Nada me gustaría más que seguir con vosotros, pero tengo obligaciones que cumplir. ¿Sabéis? El día del ataque a la torre de Gerin, cuando corríamos hacia el fuego, pensé que personas como vosotros eran las que podían cambiar el mundo. Os levantásteis sin pensarlo al oír la voz de alarma e incluso pusisteis vuestras vidas en juego junto a desconocidos. Y al final lo conseguimos. Y es curioso, porque aun teniendo nuestros más y nuestros menos, al final cambiamos el mundo.

El monje sonrió y miró a Clint.

—Si quieres, podemos viajar juntos hasta Puntagrís. Y los demás, si alguna vez pasáis por la ciudad, venid a visitarme. Cuando era niño iba con mi padre a una taberna llamada El Guantelete de fuego. Podemos vernos allí.

—Me parece bien—respondió Clint a la propuesta de Dan y luego se dirigió a Kilian—. Gracias por el ofrecimiento.

El gran trasgo dio un sorbo de su jarra.

—Aunque la verdad es que tengo que daros las gracias a todos. Si no hubiera sido por vosotros, posiblemente estuviese muerto. Otra vez—añadió con media sonrisa—. Me ayudasteis a recuperarme y a saber quién soy. Y eso os lo deberé siempre.

Entonces Clint empezó a mirar a su compañeros uno a uno.

—Arael, busca tu libertad, pero recuerda, el caos no te hará libre. Kilian. Los que usan la fuerza para marcar el camino no tienen un futuro prometedor. Tu capacidad con la espada no puede ser tu mejor arma. Joven druida—dijo mirando a Klaus—, sigue buscando la verdad, pero recuerda, la única verdad universal es que hay muchas verdades, unas grandes y otras pequeñas. Y las pequeñas a veces son más valiosas.

Por último el gran trasgo miró a Kelrin.

—Eres una incógnita. Pero si algo sé después de dos vidas, es que solo no se puede recorrer el camino. Huir de los demás no servirá de nada.

El grupo continuó cenando y festejando. Ya tendrían mañana momento para despedidas y adioses. Puede que cada uno tomara un camino diferente, pero sus vidas estarían unidas por un hilo invisible. Juntos habían luchado hasta las puertas de la muerte. Juntos habían recuperado un peligroso objeto capaz de provocar un destino peor que la muerte. Y juntos habían conocido uno de los grandes misterios de la realidad.

El día de mañana era desconocido, aunque lo mirasen no verían nada más allá que la misteriosa bruma. Pero eso es precisamente lo que es tenían que ver. Un camino desconocido que se muestra a cada paso. Un misterio que se desentraña con el fluir del tiempo. Eso es el día de mañana. Eso es la vida.

FIN