Por la expresión de Vincenza no parecía que fuera a dejarse convencer por sus compañeros de aventura..
—Arael cariño, Gerin es un Halcón Argénteo. No conozco a ningún halcón que me lo haya confirmado, pero es tan obvio que hasta duele. Si preguntas a cualquiera que haya oído hablar del mago, no te negará la posibilidad—la espadachina entonces se dirigió a la drow—. No Kelrin, no estoy borracha, de hecho estoy serena como un infante. Tan serena que no me ha costado darme cuenta de que mientras todos salieron en tu defensa, ahora nadie ha salido en la mía. Una sabe leer entre líneas y lo que leo no vale quinientas piezas de oro.
Las últimas palabras de la mujer las dijo mirando a Kilian. Fue a darse la vuelta y entonces añadió algo más.
—Fue realmente divertido—dijo con media sonrisa—. Pero tened cuidado, sé de alguien a quien no le va a temblar el pulso para liquidar cualquier obstáculo.
Era raro, cualquier diría que Vincenza debía de estar molesta, enfadada o incluso dolida, pero si lo estaba no lo parecía. Y tras esa despedida la mujer se encaminó hacia la puerta de la taberna moviendo las caderas.
Tras las palabras de la espadachina, Kilian no dudó en reaccionar y se levantó de la silla.
- Esperadme, no tardaré. –les dijo a los demás en tono serio mientras se encaminaba también hacia la puerta, mientras lo hacía añadió. - ¡Eh Vincenza espera!
Al encontrarse frente por frente a la espadachina le dijo:
- Me entristece que te marches así, me hubiese gustado que me acompañases a Aguascálidas como hablamos. Bueno, no estoy aquí para convencerte de que te quedes, pero si quería aclarar un par de cosas y proponerte algo antes de que te marches.
Dio un suspiro y aprovechó para hacer una ligera pausa antes de proseguir diciendo:
- La primera es que no he salido en tu defensa como tampoco salí en el de ella, pero puedo garantizarte que no hubiera dejado que te hicieran nada. Y la otra cosa es que entiendo que tengas tus motivos para no venir, y aunque yo no sé nada acerca de esos halcones, si se reconocer a un buen compañero y tú lo has sido. –le dijo con total sinceridad y añadió. – Por eso creo que merecerías las coronas tanto como cualquiera de los que están sentados ahí. Si no quieres acompañarnos, al menos podría intentar cobrarlas por ti y enviártelas a donde me dijeras.
Kilian se quedó callado esperando una respuesta de la hasta entonces su compañera, pero entonces añadió:
- Por cierto, ¿A quién te has referido cuando has dicho de alguien que no le temblara el pulso?
Vincenza se paró en la puerta y se giró a escuchar al hombretón. Mantenía esa media sonrisa de quien sabe algo pero no lo dice.
—Eres un encanto Kilian, pero no van a pagarte por mí. Recuerda las palabras de Gerin, quinientas coronas por persona—después volvió a mirar la mesa de los aventureros—. Si no lo ves tan claro, quizás esté equivocada, ¿quién sabe?
La espadachina se encogió de hombros y salió a la calle. Antes de marcharse volvió a girarse.
—Dile a Arael que lo siento, ¿quieres? Buena suerte.
La mirada de Vincenza hacia la mesa confirmó lo que se temía. No había nadie más que ella supiese que pudiese ser una amenaza, se refería con total seguridad a Kelrin. Y tal asunto, él también lo tenía en mente.
- Quizás si hubiese hablado con el mago, podría haberlo conseguido –pensó mientras se encaminaba con resignación hacia la mesa con los demás.
Entornó los ojos e hizo un gran esfuerzo por mantenerse en su sitio. No sabía qué podía esperar de Kilian, pero desconfiaba que volviera con la espadachina.
- Arael... Cómo podemos dar con los halcones argenteos?
Al fin y al cabo la idea de Vicenza no era tan mala...
Llegó y volvió a sentarse donde lo estuvo anteriormente. Miro a Arael antes que nada y le dijo:
- Me ha pedido que te diga que la perdones, que lo siente mucho. -dijo añadiéndole al mensaje un poco de dramatismo.
Tras ello, le dijo a los demás:
- En fin, mo hay nada que hacer con ella… Y bien, ¿nos podemos marchar ya? –dijo en un tono monótono pues estaba ya cansado de estar allí sin hacer nada.
La elfa estaba muy extrañada. Le había sentado algo mal la forma de desaparecer de Vicenza, pero no iba a entrometerse en su forma de actuar. Aún asi...
—Algo no va bien...
—Creo que Vicenza ha huído. —Dijo, ignorando momentáneamente la pregunta de Kelrin— Quiero decir, literalmente. No tiene sentido que dijera que "no salimos en su defensa" cuando solo discutíamos qué hacer, nadie la estaba atacando. Solo se me ocurre que sea una excusa... Es posible que la persigan y no nos lo haya querido decir. Tendríamos que barajar la opción de que haya varios grupos tras nuestros pasos.
Lo cierto es que las prisas de Killian, en su mente, fortalecían su teoría. Quizás él también escondía algo. Siguió tomándose unos segundos para reflexionar y seguir construyendo historias catastróficas. Siempre disfrutaba imaginando que moría de forma terrible.
—Respecto a los Halcones, hermana —sonrió con sarcasmo a Kelrin— Son un grupo organizado solo en grupos pequeños y secretos, o incluso individuos por cuenta propia. Si quieres dar con ellos, acude al mal, estarán luchando contra él. Aunque, créeme, ahora son ellos los que quieren dar con nosotros... si no lo han hecho ya. Si quieres tener contacto con ellos, quizás Gerin sea un buen punto de partida.
Se terminó la copa de vino de un tirón y se levantó de golpe de la mesa.
— Y tú, tienes razón, chaval —Apuntó con el índice a Kilian —Vámonos —Cogió las dos monedas de oro de la mesa y se dirigió a la barra.
—¡COMIDA GRATIS!
Mientras Arael gritaba con júbilo por la invitación a la comida, Kelrin estiró un brazo y le cogió del hombro, acércandola de nuevo, con cara de "no tan rápido, hermana"
- Lo preguntaba... -dijo mientras tiraba hacia atrás de Arael con todas sus fuerzas- porque quizás podríamos usar a los halcones o alguna autoridad a nuestro favor. Denunciarla - se aclaró la garganta, sabiendo que la idea no sería bien recibida por los demás- de forma que esté, digamos... bajo control. Algo que no sea especialmente grave, o le acarree graves problemas pero que nos dé unos días de ventaja.
Hizo una pequeña pausa
-Vicenza sabe cuántos somos, nuestras habilidades y a dónde vamos. Es un todo o nada, si nos traiciona estamos muertos
Aunque empezaba a sospechar que lo tendría complicado para volver a Sartor.
No creo que debiéramos ponernos a buscarnos Halcones o lo que sea ahora, lo mejor sería simplemente emprender el camino y confiar en ella....- Aquel ambiente le estaba poniendo nervioso, no le gustaban las peleas especialmente y los ánimos no eran los mejores. – Deberíamos ponernos ya en marcha, si alguien nos persigue o va a empezar a hacerlo contra más distancia de por medio mejor...
Se puso en pie dispuesto a terminar de recoger sus pertenencias para empezar la marcha, pero espero a que todos los demás se pusieran en marcha como el mismo estaba dispuesto a hacer.
—Dudo mucho que Vincenza pueda traicionarnos. Salir de aquí, buscar a un grupo de mercenarios, ir a darnos caza... No creo que tenga tiempo para todo eso—dijo Clint rompiendo su silencio y dirigiéndose directamente a Kelrin—. Además, si quisiera hacerlo podría haberlo hechoya , tan sólo tendría que haber revelado tu secreto. Entre eso y mi presencia... hubiera sido suficiente para tirarnos a todo Sartor encima.
El gran trasgo hizo una pausa y miró ceñudo a la drow.
—Te tengo por alguien inteligente Kelrin. No me gustaría pensar que te estás dejando llevar por algún tipo de venganza.
Esbozó una sonrisa resignada. Si quisiera vengarse no sugeriría algo tan leve y que le acarreara más problemas a la larga:
- Tienes razón, Clint. Ya tenía localizado un comprador, es estúpido pensar que tenga localizado también alguien más interesado en la piedra... o que hayan dado con ella quienes la buscan.
Mantuvo la mirada en Kilian unos segundos antes de coger su petate.
-De todas formas no te preocupes por mis intenciones. En cuánto el maestro de Gerin nos pague, seguiré el camino por mi cuenta - Empezaba a estar cansada de tener que hacer teatro para ganarse el favor de sus compañeros, y tal vez podría encontrar a otros más afines con sus métodos.
-Si conseguimos llegar
-¿Nos vamos?
—Vámonos ya—dijo un también ceñudo Dan—. No deberíamos haber parado a comer.
La repentina marcha de Vincenza parecía haber vuelto a enrarecer el ambiente del grupo. No porque pudiera ejecutar ninguna venganza, seguramente Clint tuviera razón, pero la tensa discusión que acababa de acaecer unida a la presión de cargar con la piedra y casi huir hacía Aguasfrías, empezaba a hacer efecto.
Sin mucho más que añadir, todo el grupo salió en tropel de El Escudo Partido. No había tiempo que perder, tenían que hacer el viaje lo más rápido posible y poner la máxima distancia respecto a ese incierto e invisible perseguidor. Los problemas que pudiera tener Vincenza o el paradero de Eiren tendrían que esperar para otro momento.
El grupo continúa aquí.