Me encantaría....gracias... – Le dedico una sonrisa mirándolo largamente. – Clint, creo que no te he preguntado, pero ¿eres también Druida?..... – Espero a que le sirviera la infusión en si antes de colocar las manos alrededor de la taza para calentárselas. – No creo que me resfriase....soy más fuerte de lo que parezco...
Alzo la cabeza para dedicarle una sonrisa amigable, no tenía prejuicios por el aspecto que tenía Clint en aquel momento, le parecía un tipo mucho más amable que mucho de los que había conocido.
El Gran Trasgo negó con la cabeza mientras le preparaba la infusión a Klaus y se la ofrecía.
—No, sólo soy un humilde explorador al servicio de Cerastes y la naturaleza. Quise ser uno, pero con mucho mejor criterio, los druidas pensaron que se me daba demasiado bien pelear como para desaprovecharlo. Y en donde nací lo otro a lo que podía aspirar era a ser un leñador como mi padre. Y no es que eso fuera un mal destino, sobretodo teniendo en cuenta que mi pueblo se llamaba Destino del Leñador, pero a mí el cuerpo me pedía algo más.
Clint sonrió y se quedó en silencio durante unos segundos.
—Tengo una pregunta para ti joven druida—dijo mirando a Klaus intensamente a los ojos—. ¿Qué crees que soy?
Escucho atentamente cada una de las palabras de Clint mientras sus ojos se perdían en las pequeñas ondas que surgían del vaso de infusión con su propio movimiento. Analizo su pregunta tranquilamente, lo cierto es que no sabía o más bien no había pensado en quien o que podía ser Clint, simplemente era parte de el destino que sus caminos se encontrasen y lo ayudasen, pero él nunca se paraba a pensar más lejos de aquello.
No lo sé....nunca me he parado a pensarlo, sin duda el destino te puso en nuestro camino por alguna razón, o quizás nos puso a nosotros en tu camino por algo...- Le dedico una sonrisa suave antes de balancear suavemente las piernas. – Quizás....seas un enviado de los dioses....pero seas lo que seas es indiferente pues solo eres Clint...lo demás es indiferente....
No le importaba que fuera un trasgo, un orco, o simplemente la encarnación del mal no caía en aquellas necedades sociales cada cual era un ente vivo que merecía todo y nada. – Sé que me agradas....y que me siento tranquilo teniéndote cerca...
Clint scuchó a Klaus con una media sonrisa.
—Sólo soy yo. Pero yo soy un montón de preguntas. Y la primera pregunta es quién soy. Mi principio es mi fin y mi fin es mi principio. Y sin embargo hay sabiduría en tus palabras—el gran trasgo dio otro sorbo a su infusión—. Le hice la misma pregunta a Dan, ¿sabes? Su respuesta fue similar. Si un día al despertar ya no soy yo, será lo mismo que haber muerto. Y ante la muerte no hay nada qué hacer. Es lo único cierto para todos los que vivimos.
La muerte es solo la consagración de la vida, no hay que temerla ni lanzarse alocadamente a por ella, simplemente vivir el día a día tomando la decisión correcta...- Observo el líquido que quedaba aun en su vaso antes de mirarle. – Si algo ocurriese, y desaparecieras para ser de nuevo aquel que eras en tu cuerpo...le daré a ese cuerpo el trato que merece.. y en tu memoria los honores necesarios...
Bajo la cabeza suavemente. – No soy demasiado bueno con los acertijos..... – Tras aquello alzo la cabeza sonrojándose ligeramente. - ¿Qué paso allí, por que te eligió a ti la piedra..?...¿Que....que intentas decirme?...¿Quien te envia?
Por fin había acabado la carta para su hermana, antes de darla por concluida, le dio un último repaso.
“Querida Zura.
¿Estás bien? Espero que estén llegando mis cartas porque las tuyas no lo hacen desde un tiempo y es algo que me tiene preocupado. Sé que hace semanas que no te escribo, pero las circunstancias han hecho que tuviera que dejar el trabajo. Pero no te preocupes, he encontrado un nuevo trabajo que me hace estar viajando de un lado para otro. Ahora te escribo desde una posta al norte de Sartor llamada el Pony Pisador, viajando con un grupo de lo más variopinto. Espero que nos podamos encontrar y te lo pueda contar todo detalladamente.
Te volveré a escribir cuando esté asentado en un lugar. Tu hermano que te quiere
Kilian.”
Asintió y selló la carta. No estaba muy conforme con ella, sabía que era escueta, pero al contrario que otras veces, lo que le había ocurrido hasta ahora no debía contarse por carta. Podría poner muchas vidas en peligro, incluida la de su hermana, si la carta llegase en malas manos.
Esta vez, puso el nombre del padre de Zura como destinatario. Pensó que ya que las cartas de su hermana no le llegaban quizás es que las suyas tampoco lo estuvieran haciendo. Poner el nombre de alguien tan importante como lo era Farkas entre los suyos, haría que la carta llegase con total seguridad a Zura.
-Bueno, mañana se la daré al posadero por si la puede entregar, ahora es tarde. – pensó desperezándose y se marchó directamente a la cama a descansar.
A la mañana siguiente se levantó temprano y preguntó a Woodrow si era posible que alguien fuese a entregar la carta al poblado de Zura en los Montes de la Estrella
—Igual me he explicado mal. No es poca técnica, es más bien... una técnica muy personal. Por ejemplo, nunca uso carcaj; es incomodísimo para moverte libremente. Si corres acaban todas las flechas por el suelo. En vez de eso, llevo las flechas en la mano con la que tenso el arco. Seguro que te has fijado.— Mientras hablaba se iba vistiendo con una muda muy ligera para dormir y, cuando terminó, cogió dos flechas sin punta que estaba reparando en la mesilla de la habitación.
—Mira, así. —Tomó el arco con la mano izquierda. En la derecha tenía las dos flechas agarradas. —Para disparar más rápido, en vez de cruzar la flecha a la parte izquierda del arco, la apoyo en la derecha directamente. Esto da algo menos de estabilidad, pero solo se nota en disparos de más de ciento cincuenta metros. —Tensó el arco y se inclinó hacia delante, apuntando al suelo cerca de la puerta. —Además, intento usar todo mi cuerpo para disparar. De nuevo, con disparos largos, esto sería un inconveniente, pero yo odio disparar desde tan lejos. —En cuanto terminó la frase, solto el arco. "Clank, Clank". Hubo menos de medio segundo entre una flecha y la otra. —Si te apetece, podemos practicar un día.
Dejó suavemente el arco donde estaba. —Lo de los halcones, bueno, fue una etapa más. Estuvo bien lo que duró, conocí gente interesante... Aún así, ciertamente, no volvería a esa vida.
—Pero bueno—Dijo en un tono alegre —¿Y tú qué, señorita misteriosa? ¿De dónde vienes?
El gran trasgo esbozó una divertida sonrisa llena de colmillos. Era casi como ver a un león sonreir.
—No pretendo darte ningún mensaje oculto joven druida, sólo divagaba sobre mi propio ser. Hasta donde sé, nadie me ha enviado, y como os dije, no averigüé nada de ese meteorito hasta que me vi en este cuerpo. Es más, si no hubiera sido por vosotros ni siquiera sabría que era eso lo que me había puesto en esta situación.
Clint puso la taza encima de una mesa y acercó sus manos al fuego.
—Aun así, si desaparezco de este cuerpo en algún momento... agradecería que no acabaras con la vida de esta pobre criatura. A no ser que amenace vuestra vida claro.
Miro meditabundo al gran trasgo haciendo un gesto de concentración con los labios, por más que lo intentase le era imposible descifrar nada en claro de las palabras recibidas, no entendía absolutamente nada así que negó con suavidad más para sí mismo que para otros.
Escucho sus siguientes palabras y asintió con suavidad antes de dedicarle una sonrisa. – No te preocupes, una vida es una vida no creo que tenga por qué ser arrebatada a menos que sea realmente necesario, si dejaras de ser tu para volver a ser el, por mi mano no atacare ni acabare con su vida a menos que amenace la mía..
Tras aquello se puso en pie lanzando luego un bostezo que tapo a duras penas con la mano. – Creo que será mejor descansar como has dicho, a saber que nos espera mañana, buenas noches Clint que las estrelles velen tu sueño...
Mientras Arael hablaba, daba una vuelta por la habitación. Mantenía la mirada en la elfa, salvo cuando ésta la desviaba, que aprovechaba para echar una mirada curiosa pero disimulada por la habitación.
- Ahora lo entiendo - Esbozó su mejor sonrisa de interés ante la demostración de la elfa, y dio un par de palmadas cuando finalizó. Al bajar las manos estas reposaron "casualmente" en la bolsa de viaje de Arael. Palpó lo que pudo por encima, tal vez más adelante pudiera sacar algo interesante de ahí. Ante la pregunta sobre su pasado, hizo una mueca- Bueno, ya sabes, no hay mucho que contar. Mi familia era algo estricta, necesitaba alejarme para poder crecer siendo yo misma- Las mejores mentiras eran las que tenían algo de verdad, al fin y al cabo eso estaba haciendo: crecer como hechicera - no es especialmente interesante, aunque es especialmente tarde -Dijo dirigiéndose a la puerta. Antes de cruzar el umbral se giró para mirar a Arael- Ha sido un placer hablar contigo, Arael. Estoy segura que seguiremos conociendonos a lo largo del viaje.
Y desapareció tras la puerta.
Kelrin se marchó sin que Arael pudiera si quiera despedirse pues a la elfa le había entrado pronto mucha prisa. Un gesto extraño en un grupo de gente extraña, nada novedoso. La arquera se quedó con el hecho de que esa noche dormiría en un colchón.
Sin embargo antes de pensar en tirarse a la cama la puerta volvió a abrirse y esta vez quien estaba ahí era Vincenza.
—Vaya... ¿Kelrin?—dijo con un gesto burlón— Veo que estás muy solicitada.
Arael se encogió de hombros con una sonrisa —No te creas que tanto. Además esta chica... Quizás no sea yo la más apropiada para decirlo, pero es un poco rara— La elfa se acomodó en una silla, mientras invitaba a la humana a entrar, con un gesto— ¿Cómo te encuentras, Vicenza? Por fin un merecido descanso, ¿Verdad?
—¿Sólo Kelrin es un poco rara? En este grupo no hay nadie normal.
Mientras se reía, Vincenza cerró la puerta y echó el pestillo.
—Ya estoy bien. Creo que todo se quedará en un susto y unas cuantas feas cicatrices. Dan me contó lo que hiciste esa noche—la espadachína hizo una pausa mirando a Arael a los ojos—. Te debo la vida. Gracias.
—Seguro que no tan feas —Le respondió con una sonrisa, tocándole el hombro. En un momento, la expresión de la elfa se volvió más seria, aunque mantenía los ojos clavados en los de Vicenza. —Queramos o no, estamos juntas en esto y nos estamos jugando la vida. No podemos permitirnos medias tintas.
—Pero fuiste tú quién se lanzó a rescatarme arriesgando tu vida. Tú—Vincenza entrecerró los ojos—. ¿Sabes? Estos días atrás no he estado muy en forma, pero hoy… ¿sigue en pie la propuesta que me hiciste en el bosque?
La elfa soltó una carcajada nerviosa y miró hacia otro lado. —Pues acabo de darme un baño, pero no me importaría darme otro, y aún menos si es en compañía.— Arael volvió la mirada hacia Vicenza. La agarró suavemente de la chaqueta para atraerla hacia sí y, poniéndose de puntillas, la besó.
Vincenzaa sonrió a la elfa e hizo ademán de resistirse a su tirón. Pero no duró mucho, la espadachina dejó arrastrese arrastrar por la elfa y que la llevara a dónde la noche quisiera que fueran.
La noche en El Pony Pisador pasó sin incidentes y todos agradecieron poder dormir en una cama después de varios días a la intemperia. A la mañana siguiente continuaron con su búsqueda con un nuevo objetivo.
Tharnaros.
El grupo continúa aquí.