Partida Rol por web

-Bueno, creo que no habrá problema...pero no nos retrasemos mas de lo necesario por favor. Realmente yo también tengo muchas dudas, no se si va o si ya está allí.

Realmente se veía bastante dudosa.

-Pero quiero dirigirme hacia allí a pesar de no saber mucho. Será mejor ponernos en marcha cuanto antes.

Justo después de escuchar las dubitativas palabras de Erikia, Pallantides se adelantó y dijo:

- Partamos pues, no hay tiempo que perder - Y decidido empezó a caminar hacia la ciudad.

Pensó que debía animar al grupo y dar ejemplo de determinación, ya que las circunstancias eran tan penosas. Sin embargo no terminaba de fiarse de su nueva acompañante, y esperó que los muchachos con los que había iniciado su rito de transito hacia la edad adulta le cubrieran las espaldas.

Marcus sin cruzar palabras con sus compañeros, se pone a seguir a Pallantides, no sin antes darle un golpe en el hombro a Rest, que parece ido, quizás en shock por todo lo sucedido, para darle a entender que nos pondremos en movimiento.

Marcus camina sin quitarle los ojos a Erikia, siempre con el cuchillo y la lanza preparados...

El grupo tomo el camino a la ciudad. Con un poco de suerte podria conseguir caballos o un carro con el que viajar mas comodos que a pie.

Al llegar el olor a quemado impacto a los muchachos. Olor a carne y madera consumida por las llamas. En el suelo cadaveres que los supervivientes se afanaban por recoger para evitar epidemias, miembros amputados y sangre salpicada por todas partes.

Las personas miraban al suelo como si se sintieran culpables de terribles delitos, esquivandoos y apartandose de los forasteros.

La ciudad entera se encontra en el estado mas lamentable que podiais imaginar. Habia ardido en mitad de una batalla de la cual ya no quedaba nada y nadie queria decir una sola palabra al respecto, como si hablar de lo sucedido fuera llamar al propio demonio.

El malestar se reflejo en el rostro de Erikia, aquel aire nauseabundo le hacía sentir mal y se notaba que no estaba acostumbrada a semejantes escenas.

Aqui estarás segura...

Realmente aquel hombre le había protegido de una gran desgracia, otra mas.

Durante el camino se había sentido bastante incómoda paceciendole que aún había cierta desconfianza hostil por parte de sus acompañantes, lo cual le hizo sentir bastante desdichada. No dijo nada, simplemente se cubrió la nariz y la boca con un pañuelo para que el hedor no le llegara tan fuerte a los pulmones.

Por fin llegaron a la ciudad. El recorrido había transcurrido sin altercados, aunque se notaba la tensión en el ambiente. Palax no había dicho ni una palabra, prácticamente no habían hablado. La situación era muy grave y todos estaban preocupados y pensando en otras cosas.

Aun con todo, Pallantides no esperaba ver la ciudad en esas condiciones. La había visto en llamas, pero no había tenido en cuenta toda la destrucción que eso podía llevar consigo.

La gente pasaba de largo, sollozando, cada uno concentrado en sus propios asuntos, llorando, gritando...el olor era insoportable, así como la visión de los cadáveres y los rostros rotos por el dolor. Los hombres que por allí pasaban, iban caminando deprisa o corriendo, haciendo caso omiso de la presencia del grupo.

- Tenemos que hacer algo, preguntar a alguien...sino nos volveremos locos, viendo lo que está pasando...- Susurró a sus compañeros mientras recorrían la ciudad intentando no pensar demasiado en los cadáveres y los heridos. La visión producía nauseas y mareos.

Al final, Palax se decidió y paró a uno de los hombres que parecía menos ocupado. Entonces recordó las formas que le habían enseñado cuando aún vivía con su familia, aunque en esta situación poco importaría:

- Señor, necesitamos ayuda, nos hemos perdido, no sabemos bien qué ha pasado ni qué hacer, ¿Podría decirnos quien gobierna esta ciudad y dónde está para hablar con él si aún sigue vivo? - Pallantides habló en un tono que demostraba su aún no llegada edad adulta, aunque tampoco dejaba ver demasiados signos de debilidad, sobre todo en su actitud.

Le hubiera gustado ayudar a todas esas personas que veía por las ruinas de la ciudad, pero si lo que decía Erikia era cierto...tenían una misión mucho más importante entre manos. Además, tampoco acababa de soportar esa situación.

Marcus no podía creer lo que veía, la ciudad sumergida en llamas, el caos, la desesperación y el terror reflejado en el rostro de los aldeanos era casi contagioso, dudaba que algún aldeano le pudiera responder a Pallantides, por lo menos algo coherente, pero valía la pena intentarlo.

Dioses, que le ha sucedido a este Mundo...¿Qué cosa tan terrible hemos hecho para merecer esto?

Los ciudadanos se apartaban de vosotros como de la peste. Ante la pregunta de Pallantides un niño señalo a un hombre colgado de una viga.- Es el alcalde.- dijo y su madre lo aparto de un tiron de vosotros.

Nadie parecia dispuesto a decir nada hasta que un hombre joven se os acerco.- ¿Habeis sobrevivido a la nube negra? Sin duda teneis suerte.- comento indicandoos que le siguierais.- Volvio loca a la gente, se mataron entre ellos, todo el que respiraba bajo ella se convirtio en un animal. Yo la eludi de milagro, pude esconderme de su poder pero casi nadie mas pudo. Los que no han muerto han quedado tan afectados en sus mentes por los horrores vistos que algunos se suicidan, como el alcalde al descubrir que se habia comido las piernas de su hijo.

Pallax empezaba a desesperarse, la gente parecía como ida, como si sus mentes hubieran escapado de este mundo y solo quedaran sus cuerpos vacíos intentando evitar el contacto con el grupo. Al final pudo oir cómo un niño señalaba uno de los cadáveres que decoraban la escena, era el alcalde.

El muchacho sintió un escalofrío en la nuca, una sensación pesada encima de los hombros, una inquietud constante, todo parecía sacado de la peor historia de terror que le habían contado. Todavía no podía siquiera llegar a comprender en su totalidad lo que significaba el fin del mundo, pero el concepto de muerte y locura se veía claro por todo el ambiente.

No sabiendo que hacer, llegando a marearse un poco, aun manteniendo su actitud decidida simplemente para que no pareciera que flaqueaba, al final un tipo les habló, parecía que todavía mantenía la cordura, pero les reveló algo sumamente preocupante.

La tormenta había hecho enloquecer a las gentes del lugar y habían llegado a atrocidades tales como las que había realizado el alcalde. Pallantides quería salir de allí, epro no sabía a donde ir, a la vez, quería estar ahí dentro, fuera estaba la tormenta, aquel horror que se movía rápidamente buscando la vida, aunque no parecía que la hubiera costado entrar en esta ciudad.

Sin embargo intentó parecer seguro y fuerte cuando se dirigió al hombre que les había hecho caso. No quería parecer tan débil como aquellos a los que solo les quedaba muerte y desesperación, en tiempos de crisis, cualquiera enloquecía y podía llegar a hacer atrocidades a aquel que no sabía defenderse.

- ¿Y como os llamais? - Inquirió al hombre que tenía delante y que le había contado lo sucedido. - ¿Cómo conseguisteis escapar de la tormenta? ¿Queda alguien más que lograra escapar? ¿Dónde podemos ir? Necesitamos viajar lejos en poco tiempo... - Como pasaba últimamente ante todos estos males, las preguntas salían de la boca del muchacho rápidamente, su curiosidad y ansias de poder hacer algo, de salvarse le obligaban a no hacer pausas y a saber cuanto más y más rápido, mejor.

Marcus se sorprendió de la respuesta del niño y observó el cadáver del alcalde a la luz de las llamas, cuyo cuerpo parecía mecido por manos mantasmagoricas, quizás ya alucinaba cosas.

Al ver que un joven se les acerca y les habla de forma coherente, sus esperanzas vuelven a aparecer, y un pequeño atisbo de optimismo resurge dentro de sí, quizás no todo estaba perdido, o todos condenados.

-Disculpa a mi amigo, creo que te a llenado con más preguntas de las que tienes y no ha respondido ninguna, Sí logramos escapar de la Nube, nos refugiamos nosotros 3 -digo indicandonos a Rest, Palla y a mí- y luego la encontramos a ella -indico a Erikia- Nos preguntabamos si dispondrán de algún caballo sobreviviente, ya sea para tirar carreta, o algo similar, pues debemos de desplazarnos rápidamente, y claro también puedes responder las preguntas de mi amigo -digo a tono de broma, para calmar la situación, mal que mal, puede ser nuestra única oportunidad de conseguir transporte y alimentos.

- Si, si.. lo lamento. Me llamo Gaurem Gabriel Gremlemar, hijo de Grinsel Gabriel.- se presento con mayor educacion.- Arquero de profesion y vocacion. Tengo una aprendiz notable que lleve de vuelta a ver a su familia tras cinco años de adiestramiento. Volvia a buscarla cuando la nube aparecio... Se lo que es, un mago me hablo de esa cosa, el temia que pasara y a pasado. Las puertas del infierno han cedido. Esa es la primera señal.

Solo algunas zonas no se han visto afectadas, por suerte el pueblo del que procedo cuenta con una proteccion magica y mi mujer e hijas estan bien pero me preocupa mi aprendiz.- aseguro sin detenerse.-... no tengo idea de cual al norte fue la nube, no se que paso en las tierras salvajes de los barbaros.

- He conseguido un carro y un par de caballos, podria acercaros a algun sitio si me toma de camino. Voy en busca de ese mago, amigo mio... creo que Morgul Rast es el unico que puede parar esto.. si es que alguien puede.

-También nosotros -habló Erikia ahora, extrañada de la afortunada coincidencia- Busco a Rast también, por el mismo asunto que le concierne a usted.

Hasta el momento Erikia no había dicho nada, intentando escapar de los horrores que le contaban y su imaginación detallaba.

Después de la revelación que les hizo Gaurem Pallax abrió los ojos por la sorpresa. Así que él también buscaba a ese tal mago. El muchacho se giró y miró a Erikia que contestó rápidamente...no parecía querer esconder lo que hacía, se fiaba de aquel hombre.

Con todo Pallantides no tenía más opción, parecía que lo único que podía ahcer era seguir las pistas que se le presentaban, al fin y al cabo no había conocido nunca un objetivo más noble que el que se le presentaba. Había dejado las pruebas de niños, para aceptar esto, debía ser un hombre.

- Entonces no esperemos más y partamos. Dirijámonos al Bosque de la Luz raudos, si lo que afirmais los dos es cierto - Mientras miraba a Erikia y pasaba por Gaurem - no tenemos tiempo que perder.

Has de ser fuerte en esta empresa Pallantides...que tu padre se sienta orgulloso allá en el cielo, donde te observa Se dijo a sí mismo el muchacho, intentando hacer frente a sus ganas de dejarlo todo.

Marcus no cabía en su sorpresa al escuchar que Gaurem también andaba en busca del "mago" Morgul Rast, y al parecer era amigo de él, o al menos lo conocía, además de eso poseía medios de transporte para llevarnos hacía donde estaba el supuesto mago. Por fin las cosas se estaban poniendo del lado de los bárbaros, o eso esperaba Marcus.

-Bueno pues aprovechemos que las cosas se están tornando favorables, y emprendamos la marcha pronto.

Luego mira a Gaurem, para que responda si esta en condiciones de partir de inmediato o necesita de algo antes de emprender camino.