Parecía mentira que, hacía tan solo unas horas, aun hubieran estado allí prisioneros. Cuando el japonés cruzó la puerta de la extraña fortaleza, la descubrió totalmente muerta. Las luces ya no brillaban, ni un solo sonido podía escucharse en sus pasillos. Todo estaba desconectado, apagado y sin vida. Aquí y allí podían encontrarse cuerpos inertes de alguno de los que fueron sus guardianes de prisión y, en otros lugares, las puertas habían sido totalmente desguazadas y apartadas a un lado. Si esto lo habían hecho los prisioneros, los propios guardianes, o los invasores que habían conocido en el exterior no estaba seguro. Pero aquella situación era lo suficientemente extraña para saber que tenía que haber algún peligro cercano.
Cuando llegó a la habitación central, el lugar donde se despidió del resto, notó algo raro en el ambiente. La presión parecía ser mucho mayor justo en la sala de los pilares, y conforme más se acercaba al centro, más enrarecido estaba el ambiente. Con cuidado de no pasar por encima del Centinela -aquella criatura invencible- que yacía apagado y roto en el suelo, se acercó hasta la zona del panel de mandos. ¿No dijo QR que ya estaban llegando?
Entonces sucedió. La cristalera superior se puso en funcionamiento y, canalizando la luz de las estrellas del firmamento, un foco de luz creció en el centro de la habitación. Segundos después, y como si siempre hubieran estado allí, Djimbo apareció junto a Silvia. Pero no había rastro de Darkness ni del recién llegado que habían conocido antes de separarse.
El centinela ha sido suprimido - Informó Silvia con una sonrisa mirando al guardián de la sala de mandos. Con los brazos estáticos a los lados de su cuerpo llegó hasta uno de los antiguos centinelas, y posteriormente cayó hasta sus talones agachándose así para inspeccionar el cuerpo. No estaba solamente desconectado, parecía roto... aquella criatura de excepcional blindaje había sido duramente machacada. Toqueteando con su dedo Silvia buscó más información para saber acerca de quien lo hubiera hecho.
Miró entonces a los recién llegados y intercambió una mirada con Djimbo.
Pese a los evidentes rastros de actividad en el interior de la base, no parecía haber nadie de H.U.M.A.N.S. allí cerca. Aun así, me mantuve alerta ante cualquier posible intromisión. Llegué al punto en el que nos habíamos separado de nuestros compañeros, con aquel ente mecánico inerte y destrozado en el suelo. Enarqué una ceja, pues lo recordaba de pie y aun activo cuando salimos. ¿Más destrozos de aquel grupo paramilitar?
Y de repente, dos de los que se habían ido antes reaparecieron de la nada. Ni rastro de aquel hombre plateado o aquella criatura negra tan extraña.
- ¿Dos menos? - pregunté con gesto de duda -. Bueno, tenemos que irnos rápido. Estamos rodeados.
Nada mas regresar nos es imposible fijarnos en el centinela abatido. Aquella máquina de guerra que tantos problemas nos había acarreado estaba destrozada y la mujer cibernética no lo dejó pasar por alto. Para mas sorpresas no estábamos solos, el extraño oriental estaba allí con nosotros y según pudo entender Djmbo, había problemas inminentes en la zona.
Qué sucede ahora? parece que hemos saltado de la sartén para caer directos en las brasas... Pero ya habrá tiempo de respuestas, ahora hay que actuar... Y ya tenía ganas.
Gapido, haber que salig de acui ya!! haber salida posible? Aquella sala era como una ratonera donde cada pasillo podría representar un callejón sin salida. Aunque de producirse un enfrentamiento directo, con quién sabe qué fuerzas, el pasillo por el que llegaron sería la mejor opción de defensa debido al reducido grupo de metahumanos que allí se encontraban.
Sin dudarlo el africano activó su campo de fuerza envolviendo en él a Silvia también.
Un análisis cuidadoso de los lugares donde el Centinela había sido inhabilitado hizo notar a Silvia que, ante todas luces, nadie de los que pudiera estar allí encerrado en esa prisión había podido hacer algo. El metal y la capa interior de aquel 'ser vivo' parecía estar moldeado y construido en la base metálica misma de la propia prisión, campo de energía incluido. Si nadie salvo ellos habían podido escapar -y gracias a algo de suerte mezclado con la capacidad de vibrar sus propios átomos- era inevitable pensar que otro lo había llevado a cabo. Algunos cortes parecían proceder de algún arma de energía que, finalmente, había sobrepasado la capacidad de adaptación del guardián robótico y de la que solo podía suponer que no era una tecnología habitual de la Tierra.
Mientras Silvia parecía ocupada en analizar los restos inertes del Centinela, los focos de luz que habían abierto el puente de acceso entre las dos zonas que habían cruzado se apagaron. Toda la habitación central del templo se quedó completamente a oscuras, salvo por algunos ligeros destellos que podían notarse en el escudo creado por Djimbo. De vez en cuando este se iluminaba levemente, como si algo microscópico lo hubiera golpeado. Y en aquella oscuridad resonaban el eco de pasos por toda la instalación. Algo más lejos, el rumor de dos voces hablando parecía sobresalir debido al calor de una discusión. Segundos después, cuando Silvia había acabado, todo se enmudeció en un sonoro silencio.
Debo ahondar en esa llave. Pero necesito tiempo. Vosotros podéis ganar ese tiempo, podéis volver y hacer entender a Mezzeder que está equivocado y que retome la senda de los verdaderos Profetas. - me dirijo a los Padres - Profeta es lo que menos me siento, sino un hombre andando a tientas por un valle oscuro. Queda mucho por recorrer y el amanece aún esta lejano. - me encojo de hombros para volver a dirigirme a los presentes. -Os pido que marchéis, aunque la decisión es vuestra, como bien han dicho. - indico a los Padres con un gesto -Trabajaré lo más rápido que pueda en desentrañar los secretos de esa "llave" y me reuniré con vosotros tan pronto me sea posible. Para ello os daré información sobre el Profeta llamado Tharall, aquel que me guió hacia el camino que ahora piso. Con su ayuda podréis tratar con Mezzeder, hacedle ver que está desviado del plan de los Padres, y que es bienvenido a volver a el. Como bien han dicho, si el Imperio Shimenari que dice venir al salvamento de la Tierra tuvieran la capacidad de devolverle el equilibrio, no necesitarían usar de este conocimiento. Ellos están empleando métodos análogos a los que emplearían ellos. - gesticulo en dirección a Darkness. - Decidid, y decidid bien, el destino del planeta descansa en vuestros hombros.-
Recuerdo las últimas palabras de Caîne en la Sala del Conocimiento para añadir la información que os ha dado sobre Tharall.
"Dentro de los tres Profetas que nos encontramos en vuestra Tierra, Mezzeder es el que más alejado se encuentra de mi punto de visión sobre vuestro planeta y la Búsqueda de la Verdad. Es fiel a la verdad impuesta por la emperatriz, así pues, aunque mis actos no sean por completo en su contra, podría confundirse por una traición bajo una mirada sospechosa y fanática."
Al parecer, toda 'invasión' del imperio Shimenari está dirigida por Los Profetas, que, desde tiempos inmemoriables viajan en Tríadas, como ya habéis visto parecen hacer los propios Padres. En su planeta de origen eran 'Buscadores de la Verdad', investigaban el conocimiento dejado por aquellos que los precedieron y crearon y viajan por la galaxia intentando comprender el misterio mismo de la vida y de algo que llaman "El Vacío" del que parecen sustentarse. Pero, y con la anexión de su planeta al Imperio Shimenari, los Profetas empezaron a servir al propio fin de la emperatriz. Al parecer, Tharall, uno de los profetas, al llegar a la Tierra se dio cuenta que algo no iba bien, pues estas fortalezas parecían pertenecer a sus propios creadores, y la existencia de tres cámaras del conocimiento que apuntaban a algo distinto al objetivo de la emperatriz le hizo abrir los ojos y decidir dejar de lado la empresa que se le ordenó para investigar. De este modo, Mezzeder es el Profeta que aquí se encuentra y se haya por completo bajo el yugo mental de la emperatriz y ha dejado de lado el camino de la verdad. Los Profetas son poderosos telépatas que, aunque tienen el poder y la fuerza para ser fuertes soldados, prefieren la dialéctica a la imposición de la fuerza física.
La situación se volvió tensa en unos pocos segundos. Las luces se apagaron, dejándonos con el único estímulo de unas voces distantes discutiendo. Y aquello solo duró unos segundos. Tragué saliva en cuanto se hizo el silencio. Elevé ligeramente mi brazo derecho, preparándome para prenderlo en llamas.
- ¿Queréis luz? - pregunté en voz baja a mis compañeros.
En cuanto me dieran la señal, encendería mi brazo para iluminar.
Reduzcamos el volumen con tal de evitar ser localizados por un posible enemigo. - Silvia alzó los codos y bajó la pelvis para quedar como un cangrejo, se deslizó por la parte baja de la pared tan sigilosamente como pudo con tal de alcanzar a ver a los desconocidos antes de que pudieran descubrirles a fin de identificarles. Por la cháchara, no tenían pinta de alienígenas, pero debía determinarlo y cerciorarse con un chequeo visual antes de decidir qué era lo más seguro para los metahumanos que le acompañaban.