Partida Rol por web

-¡Aaaargh!--grita dolorido Meleghost cuando siente el punzante dolor de la flecha.

-¡Cago en la madre que te...! ¡Baja, serdo, baja! ¡Enfréntate a mí cara a cara, malnasido! --impreca visiblemente cabreado el conjurador al trasgo que lo ha herido justo antes de iniciar un nuevo sortilegio.

Esta vez, tras los pases mágicos y la salmodia de palabras arcanas, el mago halruaano señala al gran trasgo con uno de sus dedos, de donde no tarda en surgir una ráfaga de misiles de energía que terminan impactando en su adversario.

-¡Ja, ja, ja! ¡Asín aprenderás a saber con quién te metes, inmundo!

El impacto de la flecha en el hombro izquierdo, me hace perder la carrera.
Arrrrggg
Apretando fuertemente los dientes para aguantar el dolor, avanzo hacia uno de los trasgos, moviendome con agilidad entre la vegetación. Una vez frente a él, con una sonrisa despectiva lanzo una estocada al abdomen, sintiendo con satisfacción cómo penetra la armadura, cortando carne y músculo, y haciendo que la sangre comience a manar de la fea herida.

A pesar de la batalla que transcurre a su alrededor, la espiritista parece repentinamente abstraída, como ajena a lo que ocurre a su alrededor. Sus compañeros no acaban de comprender muy bien lo que ocurre, pero el impacto de la emboscada parece haberla dejado traspuesta. Entonces, como si otra persona pusiera las palabras en su boca, comienza a hablar tartamudeante:

-Veo... veo su dolor... están con nosotros, aquí. Venid... ve... venid aquí. Ha llegado vuestra hora... y la de ellos.- dice mirando a ninguna parte -¡NO! ¡OH, DIOS MÍO! ¡NO!- grita repentinamente, mientras sus ojos se ponen en blanco y retrocede un poco, desorientada.

La respuesta al ataque es directa; Asoith acaba de subir el terraplén y en un acertado ataque consigue abrir una profunda herida en el pecho de su rival, mas éste se mantiene en pie. Al mismo tiempo Meleghost decide vengarse de su emboscado y con un rápido movimiento de brazos crea tres proyectiles de fuego que acaban con su vida. Por otra parte, Rianna parece entrar en trance, asustando a aquel que se atreve a mirarle... como respuesta, una criatura de pura oscuridad surge junto a ella.

Los trasgos de la zona sur parecen dispuestos a seguir disparando, pese a las amenazas, aunque uno de ellos grita en lo que Meleghost y Asoith identifican como mensaje de alerta, pidiendo ayuda. Las flechas vuelan nuevamente hacia los que aún están en el camino, una de ellas bastante desviada, aunque la otra sí que alcanza su objetivo, mas no logra atravesar la dura armadura de Rianna.

Por su parte, el gran trasgo herido por Asoith decide abandonar su arco y, tras tirarlo al suelo, da un paso atrás sacando algo de su cinto. Rápidamente se lo lleva a la boca, mas esto no parece tener el efecto deseado pues el goblinoide mira con cara de asco el frasco antes de dejarlo caer; finalmente se prepara para el combate, desenvainando una espada larga.
El otro arquero de la cara norte, previendo el ataque inminente por esa zona, se acerca a su compañero mientras desenvaina su espada, situándose junto a él y preparado para atacar al que se acerque.

En ese mismo instante se oye un ladrido tremendo desde la granja y como respuesta a éste, otro desde el otro lindero del camino y una voz trasgoide que les ordena atacar.

Witzzy visto que al moverse antes ha perdido algo de precisión y que ahora aparecen mas enemigos , piensa que lo mejor sera disparar lo mas rápido que pueda el mayor numero de flechas ... así que dispara al bruto sobre el que había disparado antes una primera flecha .... y viendo que no sale con la fuerza necesaria rápidamente vuelve a disparar sobre el mismo . Maldiciendo entre dientes por que al disparar tan precipitadamente no ha precisado bien y la flecha ha salido desviada .

Mierda ... tranquila Witzzy , no te pongas nerviosa . Murmura , mientras se mueve un poco de su posición para ver si con mejor angulo mejora la puntería .

Mientras "Rojo", rodeaba la espesura intentando sorprender a los dos grandes trasgos y manteniendose lejos de sus espadas, "Negro" no es tan prudente. Engolosinado con su éxito anterior salta con furia intentando herir a uno de los soldados trasgoides.

El enano no se queda atrás. Dando unos pasos, balancea su hacha arrojadiza y la manda girando sobre si misma hacia el cuerpo del otro soldado - Malditos trasgos! Probarán el sabor de mis hachas - grita enardecido mientras se prepara para el combate que se avecina.

Un tanto sorprendido por la rapidez con la que han acabado con el trasgo y han venido en mi ayuda, miro a Kastor y, con un asentamiento de cabeza y una medio sonrisa, me adelanto con un paso y golpeo con mis dos espadas al trasgo herido.

El rostro de Meleghost refleja la excitación del momento. Una extraña y desagradable mueca de algo que interpretáis como satisfacción se dibuja en él cuando el gran trasgo que lo había importunado cae desfallecido bajo el impacto de los proyectiles de energía.

-¡Pos sí que te veré! Yo esperaba una mayor resistensia, ¿verdad?--comienza a parlotear con decepción mientras se gira hacia Rianna--¿Chica, estás bien?

-¡La Rianna ha tenido una idea ekselente!--piensa sonriendo al ver la súbita aparición de la sombra al tiempo que un ligero escalofrío le recorre la espalda.

Parece que el conjurador no termina de acostumbrarse a las oscuras artes de la joven. No obstante, se acerca un poco hacia ella dándole la espalda como para protegerla.

-¡Eso es! Si los chinos llaman a sus perros, nosotros convocaremos a los nuestros, je, je, je--ríe el mago sonoramente mientras inicia uno de sus sortilegios preferidos, el ritual de convocación.

Witzzy, rápida y ágil como le caracteriza, opta esta vez por disparar más rápido en lugar de buscando un mejor blanco, aunque esto no parece ser buena opción pues ambos disparos salen bastante desviados.

Asoith, más rápido que el trasgo que intentaba apartarse de él y tomarse la poción recuperadora, consigue por su parte seccionar el cuello de éste.

El ataque de los perros no se hace esperar, mas este es previamente respondido por el gran trasgo* que rebana prácticamente por la mitad a la pobre fiera; cosa que no logra detenerla pues dirige una dentellada que, por muy poco, no logra atravesar la armadura metálica del soldado trasgo. Va seguido de su compañero, Rojo, quien se prepara buscando una posición favorable para atacar. Finalmente, aquello que precedían los canes, llega la furia del enano quien, pese a su odio a los trasgoides, no acierta esta vez con su hacha arrojadiza, únicamente consiguiendo impactar con la zona trasera del arma sin producir más daño que una simple magulladura.

Mientras el combate se produce en la zona norte del camino, en el susodicho, la palabras arcanas revuelan por el aire, producto de las cuales es el gran bisonte [un buen ejemplar, resplandeciente como ninguno natural] que surge de la nada en la zona sur, tras un arquero.

Las manos de la espiritista comienzan a brillar, extendiendo una iridiscencia plateada por su guadaña. El arma describe un pronunciado arco, como si segara el débil tejido de la vida alrededor. La momentánea grieta pronto toma volúmen, y la silueta torturada y sombría de un hombre mutilado sale de él. Su boca parece retorcida en una mueca de dolor, eclipsada por los dos pozos de invierno azul que resplandecen en su cara.

Cojeando y corcoveando, como si renqueara por un camino imaginario con una luz a la espalda, el monigote siniestro se extiende por el suelo en dirección al trasgo que hay frente a él. Una mano invisible parece extenderse hacia la garganta del goblinoide, a decir por la sombra proyectada, y este se estremece repentinamente cuando toca la suya propia, poniéndose repentínamente lívido.

La mujer que ha contactado con las sombras del pasado, parece aún en trance, sin embargo, mientras el combate continúa a su alrededor.

- Negro! - El grito brotó desde el fonde del alma del enano. Su compañero estaba malherido y no pensaba dejar las cosas así - Lo pagarás maldito, lo pagarás - gritó enardecido, más preocupado por el estado de su mascota que por su leve herida.

Al ver que el gran trasgo cae ante mi certera estocada avanzo, sobre el cadáver todavía caliente de mi enemigo, a enfrentarme al otro monstruo, intentando distraerle y que deje a Negro en paz
Basura cara de mono, ahora te toca a tí digo mientras, en un solo movimiento, me agacho girándo 360 º sobre mi mismo, lanzando un golpe horizonta que logra seccionar parte de la pierna del trasgo

Asoith avanza entre la maleza tras derribar al trasgo, buscando acabar con la vida del siguiente; con la habilidad que le es propia consigue atravesar la armadura de su enemigo a la altura del torax, consiguiendo herirlo gravemente.

Rianna sigue parlamentando con los muertos y, tras ordenar al primero de ellos que reduzca con su toque al arquero [cosa que consigue], ordena a un segundo a que acuda en su ayuda.

Mientras tanto, un bulto se mueve con velocidad entre los arbustos. Al mismo tiempo otro bulto, un perro grande y fuerte de ojos rojos como la sangre, sale de la cabaña a todo correr plantándose en el camino en un momento, listo para el combate.

Respondiendo al ataque, el trasgo que aún se mantiene en pie en la zona norte acierta con su ataque y consigue debilitar al espadachín. Los trasgos de la zona sur, por su parte deciden dejar de lado los arcos y dar trabajo a sus herrumbrosas espadas. El primero posa su arco en la espalda y desenvaina preparándose para el combate; el segundo, por su parte, trata inútilmente de atravesar a la sombra, sin embargo no hace sino atravesar el aire.

Finalmente, y respondiendo a los gruñidos procedentes de la granja, un nuevo trasgo aparece por su puerta, armado con dos espadas cortas y con cara de pocos amigos. ¡¡Kratolak!!*

-¡Madre del amor hermoso!--exclama Meleghost con los ojos desorbitados al observar a los canes recién llegados a la refriega.

-¡Oye, cudiao con esos chuchos de fuego! Les sienta muy mal el frío, pero su aliento es casi peor que el mío...--explica el conjurador mostrándose preocupado tras reconocer a los animales.

Mientras "Negro", afectado por el terrible espadazo del trasgo, se retiraba del combate a lamerse sus heridas, su compañero, "Rojo" intentaba vengarlo, sin demasiado exito en su intento.

Kastor, en tanto, alertado por las palabras del mago mira hacia el camino donde uno los perros exhala fuego de su boca y, a sus espaldas, ve otro gran trasgo armado con dos espadas cortas - Debe ser el jefe - murmura - Y es mío -

El enano vuelve al camino, desenfundando otra de sus hachas arrojadizas mientras desciende y tras dar unos pasos la arroja hacia el perro que ahora tiene frente a si. El arma gira en el aire, clavándose en el torso del animal, lo que provoca una sonrisa del enano - Perro por perro - comenta, mientras trata de ver donde se ubica el que supone es el jefe y que el ya ha decido que será su oponente.