Partida Rol por web

Rianna se desesperezó. Había dormido como una niña pequeña en brazos de su madre, solamente que ella era una mujer adulta arrullada por los ronquidos de sus compañeros.

Miró la pesada armadura y recordó la dura jornada del día anterior. Aún estaba dudando qué hacer con ella cuando sus compañeros empezaron a despertar y decidió que primero desayunaría con ellos.

¿Fruta, Wittzy? sonrió al ver el frugal desayuno que les había servido. Yo te lo agradezco enormemente, es uno de los placeres en los que me gusta deleitarme pero nuestro compañero aquí presente posó una mano sobre el hombro de Kastor mientras se sentaba a su lado seguramente hubiese preferido algo de carne o de queso regado con un buen trago de cerveza aguada...

El enano se despertó agitado. Si sueño no había sido el más tranquilo. Se había movido toda la noche, probablemente preocupado por algo que solo veía en su mente, por lo que despertarse fue un alivio. Un alivio que duró poco, tras desperezarse miró con cara de pocos amigos la vianda que la elfa, con total inocencia, les presentaba - Podrías haber... - comenzó a quejarse cuando la sacerdotisa lo interrumpió y expresó las palabras que aún no había pronunciado con mucho más tacto de lo que el podría hacerlo en su vida

Tras asentir, moviendo su cabeza arriba y abajo en forma exagerada quiso agregar su granito de arena - Y además Negro no come fruta - comentó tratando de justificarse - Buscaré algo en el carro para reempl... este... acompañar tu desayuno. Eso del queso me gustó - agregó mirando a Ryanna - El carro está bastante cargado, así que quizás sería bueno usar algunas de las provisiones - propuso, tratando de recordar si había alguna horma de queso entre las provisiones

Máraster despertó al nuevo día con ánimo renovado. Tras el fiasco del día anterior, tanto por la lamentable desaparición del mago halruaano como por el incidente del perro del enano, el evocador de Aguasprofundas se propuso nuevos objetivos para el futuro inmediato. El interesante estudio del extraño objeto mágico que portaba en la mochila debería aguardar a tiempos más propicios.

-¡Buenos días por la mañana!--saludó el mago iluskano al resto del grupo mientras se acercaba a recoger alguna pieza de fruta para desayunar--De lo más saludable. Gracias, Witzzy.

Luego el arcanista se sentó al pie de la cueva donde pasó un buen rato en silencio, estudiando un grueso y desgastado grimorio.

- Bueno, hora de ponerse en marcha. Toca negociar con los gigantes, y después supongo que volveremos al pueblo...  

Si salgamos y negociemos con ellos , cuanto antes consigamos aliados mejor nos ira . Dijo la elfa colocando las flechas peinadas en el carcaj .

El verano es caluroso en la ruta del Alba pese a la sombra que arrojan los árboles de su linde*. El viejo camino ha sido poco frecuentado recientemente aunque no se encuentra en mal estado. Tras varias horas de lento caminar con el traqueteo del carro como principal conversación entre los aventureros el paso llega a un abrupto final, a la sombra de una gran colina que soma por encima del manto boscoso.
En la base de la colina se encuentran las ruinas de lo que una vez debió ser una enorme e imponente fortaleza de madera. Árboles enteros fueron utilizados para erigir los muros de tamaña fortaleza, mas ahora el conjunto no es más que una escombrera de troncos podridos y cubiertos de musgo. Una fina hilera de humo asciende desde la gran hoguera que hay en el centro del recinto amurallado, donde un enorme jabalí crepita atravesado en un espetón del tamaño de una lanza.

Hay un gigante sentado junto al fuego que murmura algo para sí mismo en su propio idioma y que la distancia convierte en meros gruñidos. Es extraordinariamente alto y delgado, de hombros encorvados, piel cobriza marcada por manchas rojas, y tiene una melena de pelo verde a juego con una barba enmarañada. Mide fácilmente 10', incluso sentado.

Rianna avanzaba sin el caso puesto y se abanicaba contínuamente, bebiendo sorbitos de agua a cada rato y recogiendo y soltandose el pelo sin saber muy bien cómo tenía menos calor.

Cuando vio los restos de la fortaleza y el humo de la hoguera, se colocó el casco, con la abertura del rostro descubierta.

Y cuando vio al gigante, susurró a su compañeros lo que hasta ahora no se habían parado a preguntarse. Amigos, ¿alguien habla gigante?

Con las manos sobre las empuñaduras de las espadas, miro con las cejas enarcadas al oir las palabras de Rianna

Pues no, pero quizás hable en común, o en algún dialecto trasgo, si no, conmigo no contéis. susurro encogiéndome de hombros

 - No, lo siento, solo común y silvano.

- Que? Los gigantes tienen idioma propio? - pregunta el enano sorprendido - Como si fueran una raza inteligente? - acota, por suerte, en voz baja

- Solo espero que no quiera poner un burro en ese espetón "gigante"... - bromea, o no tanto, antes de intentar preocupar al druida - ... ni tampoco a un ciervo -

Wittzy se encoge de hombros ... yo no hablo esa lengua . Pero estar´´e atenta a los alrededores , dice dejando claro que lo de hablar es difícil para ella .

-No tengo el placer,--susurró Máraster a Rianna--pero lo pondré en la lista de cosas por aprender en un futuro, descuida.

Para un tipo del norte como él, el marcado clima meridional en esta época del año era una auténtica tortura. Después de secarse el sudor de la rente con el antebrazo, el evocador iluskano observó durante unos segundos a la enorme criatura con el ánimo de recordar cualquier detalle que pudiera serle de utilidad en la situación actual.

-Sí, sí. Esto... lo tengo en la punta de la lengua...