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La cuarta legión es la más famosa de todas. Conocida como "la Heroica", durante su historia acogió a grandes personalidades del Imperio. En ella se forjaron algunos de los más grandes guerreros y es la que más notables victorias tiene en su haber.

Pese a toda la gloria que le acompaña, su papel de reserva en los grandes conflictos es la que le ha otorgado en muchos casos la labor de resolver campañas en que otros cuerpos de ejercito tuviesen un merito superior. Esta faceta, tachable de oportunista en muchos casos no ha destacado por encima de su fama en modo alguno.

Los grandes estrategas imperiales decidieron en su momento, que por su carácter simbólico, esta legión no debiera de sufrir derrota alguna y aunque se esforzaron por protegerla de los combates más terribles, la gravedad de la situaciones a las que se enfrentará el Imperio desde su fundación exigió inevitablemente que fuera puesta a prueba en las peores dificultades y precisamente asumiendo responsabilidad cuando ninguna otra legión podía hacerlo. Ciertamente la supervivencia del Imperio tiene que ver con que la fama se encontró merecida en los momentos más críticos.

Algunos hombres poderosos o ricos han estado en ocasiones sirviendo en esta legión con carácter temporal por poseer el simple privilegio de decir que han estado en ella.

Pese a ser una legión controvertida, no solo no tiene unos requisitos tan estrictos como cualquier otra para acceder a la tropa, sino que además se exige y se contempla como necesario un carisma natural o cierta dote de liderazgo. El legionario medio de la cuarta no es alguien, a diferencia de el de otras legiones, a quien asustaría encontrarse en un callejón oscuro de la ciudad.