Partida Rol por web

Jarvo sonrió cuando vio la alegría que nació de aquel encuentro y se propagó por toda la taberna y sacó su laud para deleitar al respetable con alegres melodías.

- ¡Rictavio! - saludó cuando vio que el feriante se encontraba en el local y se unía a su mesa pero dejó de cantar cuando vio la seriedad en la mirada del hombre aunque continuó repiqueteando las cuerdas para que la concurrencia siguiera consumiendo en la taberna.

Si las sagas eran un mal menor en aquellas tierra, solo podía esperar que Coates no volviera a calentarse llegado el caso...

- Hemos encontrado desalmados en el pasado pero nunca gente sin alma... - comentó extrañado. - ¿Sabéis cuál es el motivo para que la maldición haga distinciones?

Davdak solo pensaba en el viaje a Krezk y en esos cuervos que habían dicho que protegían el Agua Azul. Se acercó hacia donde se encontraba aquel hombre enfundado en pieles de lobo.

—¿Qué es eso de que esos cuervos protegen este sitio? ¿Sabes quién los manda? —dijo sentándose en la mesa—. Solo puedo ver a ese Strahd por todos lados. En cada esquina me parece verlo y mis ansias por acabar con él quizá dominan demasiado mis actos. Se que es pronto... pero llegará el día.

El hombre señaló con la cabeza a la posadera, que ahora mismo sacaba unas jarras con bebida para la mesa principal de aquella fiesta.

—Son parte de la familia.— dijo sin desviar su mirada de la bebida —El conde demonio no tiene nada que ver con los cuervos. Más bien al contrario: no son pájaros de su agrado. Vigila, eso sí, si ves murciélagos o lobos. Esas criaturas son fieles servidores del Strahd.

—Sí.— confirmó su adusto compañero —Los lobos y los murciélagos sirven a Strahd.

Por su parte Rictavio intentaba responder a Jarvo:

—Nadie lo sabe realmente. Muchos dicen que tiene que ver con las brumas. Cuando alguien muere en Barovia su espíritu puede perderse en medio de las brumas y no alcanzar su destino en otra vida. Y cuando un nuevo niño nace en el valle puede que no haya un alma que ocupe su sitio en la rueda de la vida. Por eso cuando nace un bebé lo pinchan con una aguja. Si no llora es un bebé sin alma. Algo triste, desde luego. Mira a tu alrededor. Fíjate que muchos de los presentes beben pero no los verás sonreír ni llorar y parecen un poco más lentos entendiendo las cosas.

Jarvo había notado algo extraño en la gente de Barovia pero, visto el ambiente general, no le dio mayor importancia. Sin embargo ahora sí que se fijaba: había gente que parecía más ausente, como figurantes en una obra de teatro.

—Viven, se casan y mueren. Pero no tienen un alma. Por eso su sentimientos no son... completos. Pero alguien sin alma puede engendrar a un niño con alma. Por eso no acabamos de comprender todo el ciclo. Una cosa te diré: Strahd no puede alimentarse de gente sin alma, por lo que creo que ese demonio ha buscado soluciones por su cuenta. Los dos niños que habéis rescatado tienen alma. ¡Son un tesoro más valioso que cualquier cosa que hayáis encontrado en ese molino!

Almas, maldiciones... Aquel lugar empezaba a cabrearle de verdad, ¿Como se había permitido que aquello pasara durante tantos años?Y encima, habían sobrevivido de milagro a aquellas malditas brujas y resultaba no eran lo más peligroso de aquellos lares. Ian gruñó. Volver a ver el sol iba para largo.

-Lo cual me recuerda...- Ian sacó la espada que habían encontrado y se la enseñó con el mayor disimulo posible al semielfo. -Esta espada estaba allí, ¿podría ser de Escudoleal?

Davdak miró a la posadera mientras echaba unas monedas a la mesa, suficientes para pagar las consumiciones.

—¿De su familia? —dijo señalando con la cabeza a la posadera—. Los cuervos han de servir a alguien, si ese no es el vampiro, cosa que me tranquiliza, ¿a quién sirven? ¿A ella?

Nuevamente dirigió el movimiento de la cabeza hacia la posadera.

El máscara sonreía debajo de su mascara. Sin duda alguna Nig-Cö era caprichoso, incomprensible para mucha gente. Por esa razón no tenía tantos fieles como otros dioses.

No obstante... los planes de Nig-Cö iban más allá de la mera satisfacción de las personas o más allá de hacerles creer en una vida después de la muerte. 

Sus planes estaban destinados a algo mucho mayor. Aquel momento de felicidad era la señal que necesitaba Coates para saber que aquel demonio que azotaba la región debía ser eliminado. Sería un trabajo duro, intenso y, probablemente alguno de sus compañeros o incluso él mismo, perderían la vida en el intento. Pero cuando liberasen aquel lugar Nig-Cö se rebelaría a aquellas gentes. No le cabía la menor duda.

Coates pasó al lado de Davdak y escuchó a su amigo.

- Sirven a Nig-Cö, Davdak, sirven a Nig-Cö....

Después continuó hacia algún lugar tranquilo, lejos del barullo para poder meditar y conectar con su Dios. Necesitaba escucharle, hoy más que nunca.

Las palabras de Rictavio le hicieron darse cuenta de lo que habían tenido delante suyo desde que atravesaron las brumas, como aquella maldición empapaba a todos los habitantes de la región.

- Estoy convencido que Ireena e Ismark serán unos excelentes protectores de estos muchachos. - le dijo cuando le explicó la importancia de que tuvieran alma.

Viendo que se avencinaba otra discusión teológica entre Davdak y Coates, decidió cambiar la conversación.

- No tiene sentido partir a mitad del día, nos encontraríamos enseguida con una noche a la intemperie. - sugirió, mirando al pícarao que tanta prisa tenía por partir. - Podremos reponer fuerzas, identificar esos objetos y quizá aprender algo más de los cuervos...

Rictavio asintió ante las palabras de Jarvo para luego fijarse en el arma que portaba Ian:

—A fe mía que es Famina, el filo que Escudoleal portaba antes de adentrarse en el Castillo de Ravenloft.

Tomó de una de sus bolsitas una perla que atrajo la atención de Jarvo: no debía costar menos de 100 piezas de oro¹. De un bolsillo de su chaqueta cogió una pequeña pluma de algún tipo de ave y con ella acarició la perla que, por arte de magia, desapareció. Luego extendió su mano para tocar la espada mientras asentía, concentrado.

—El temple de este arma es magnífico. Sin duda lo notarás en cuanto la uses². Pero además tiene el don de absorber la vida si tu golpe se realiza de la forma adecuada. Causará un devastador daño en tu enemigo a la par que usará ese dolor para restaurar tus propias heridas. Por desgracia este tipo de ataque no tendrá efecto sobre constructos o muertos vivientes³. No es el arma más adecuada para enfrentarse a un vampiro, lo cual no le niega funcionalidad en otros casos.

La tabernera rechazó las monedas con las que Davdak pretendía pagar:

—Mientras estéis en Vallaki consideraos nuestros invitados. Mi marido perdió los nervios anoche pero vosotros habéis demostrado vuestra buena templanza. Estoy segura de que finalmente seremos nosotros los que acabemos en deuda con vosotros.

Estaba a punto de irse pero debió escuchar lo que el pícaro le comentaba a los otros dos. Dudó un momento hasta que decidió darse la vuelta. Fulminó con la mirada a la pareja de cazadores pero la suavizó, tras un suspiro de resignación, para dirigirse nuevamente a Davdak:

—Los cuervos nos protegen y ayudan. Confiad en ellos viajero y ellos confiarán en vosotros. Strahd no puede corromperlo todo en estas tierras aunque lo intente con todas sus ganas.

A Davdak no se le escapó el interés con el que Rictavio escuchaba estas últimas palabras de la mujer, como si aquella confesión le produjera algún tipo de sorpresa.

Ian miraba de un lado a otro. De la espada a la posadera, a Coates, a Davdak, a los cazadores y a Jarvo y luego a la espada. -Pues le daré buen uso a la espada de mi amigo hasta que pueda devolvérsela en persona. A fe mía que se lo daré.- Luego se giró a los cazadores y a la posadera -A ver si lo entiendo, los cuervos son buenos y los lobos malos, entendido.- sin fiarse mucho, miró a Rictavio -y hay escasez de almas... ¿Deduzco que las brujas usaban a los niños para que Strahd se alimentara? Si es así, ¿al haberle cortado el suministro no le habremos debilitado?

Ian sonrió lobunamente. Si le habían dado en el hocico al muy hijo de perra le bastaba por ahora, aunque eso le cabreara. -Por cierto, ¿es por eso por lo que atrae a gente de fuera aquí? ¿Para poder alimentarse de gente con alma?

- Entiendo que la gente sin alma son más.. ¿dóciles? - preguntó a Rictavio. - Porque hemos visto a un borracho en un cepo a la entrada y era todo lo contrario a la docilidad.

Agredeció con una sonrisa la hospitalidad incondicional que les había ofrecido la posadera y quedó convencido de que debían pasar por la hacienda familiar de los vinateros pues eran buena gente.

- Conseguiremos entregarle la espada. - dijo a Biblings, alegrándose de que contaran con tan potente arma como ayuda en su lucha contra los peligros que seguramente se encontrarían en el camino.

Davdak observó a Rictavio y esperó a que respondiera a las preguntas. Más adelante le preguntaría sobre su desconcierto con la posadera, pero ahora no era el momento.

Rictavio se encogió de hombros.

—Este lugar está lleno de misterios y el de la gente sin alma es, sin duda, otro más de los muchos. El tipo que estaba en el capo supongo que habría puesto en tela de juicio las ideas del burgomaestre de Vallaki. Según él celebrar fiestas y mantener los ánimos caldeados por la alegría son una defensa contra las malas artes de Strahd. Hace un par de semanas celebró la fiesta de los lobos ensartados y ahora está planeando el homenaje al sol radiante, aunque aquí en Barovia dudo que nadie recuerde como brilla el sol si no es a través de la maldita niebla cubre el cielo siempre. Siendo así estoy seguro de que tarde o temprano aparecerá por aquí para hacer suya esta celebración.

Se volvió hacia Ian:

—Hasta donde yo he podido averiguar las brujas actuaban por su cuenta. Mucho me temo que el nombre del molino, el Viejo Machacahuesos, venía de su oficio. Los huesos de niños sanos y bien alimentados servían probablemente para crear los Pasteles del Sueño que tanto éxito tenían entre los habitantes de estas tierras.— había cierto resentimiento en su voz —Esta gente está tan desesperada que es capaz de entregar a sus vástagos por un momento de escape, aunque sea en forma de un sueño falso. Lo mismo pasa con el vino aunque, afortunadamente, para su elaboración no es necesario recurrir a la peor de las maldades. Aunque ahora escasee desde que no han llegado los últimos envíos del Mago de los Vinos.— cambió de tercio regresando a las brujas:— ¿Servir a Strahd? Lo dudo. Pero imagino que el viejo vampiro tendría sus motivos para dejarlas hacer... No sé que decir al respecto. Hay muchas cosas de Barovia que escapan todavía de mi entendimiento. Los forasteros son atraídos como simples juguetes para Strahd. Tengo la teoría de que los pone a prueba porque está buscando quizás lugartenientes que puedan ayudarle en ciertas misiones que él mismo no pueda hacer...

Pero por lo que había dicho hasta el momento estaba claro que Rictavio tenía un interés casi insano en descubrir todo lo que podía de aquel lugar.

El máscara buscó un lugar tranquilo, lejos del ruido de la taberna para ponerse en contacto con Nig-Cö y rezar sus plegarias.

En su mente no dejó de darle vueltas a las palabras de Rictavio... Si aquel ser de oscuridad atraía forasteros para buscar lugartenientes... Eso podría llegar a ser un problema... ¿Podría ser que el amigo de Ian estuviese siendo reconvertido por el vampiro? ¿Quizá su grupo se enfrentaba a un tipo de prueba para determinar si podían pasar a engrosar las filas del ejercito del vampiro?

Aquellas preguntas se amontonaban en la cabeza del máscara, mientras dirigía sus plegarias a Nig-Cö...

Ian soltó una carcajada - ¡JA! Pues si busca lugartenientes en nosotros lo lleva claro... Y Escudoleal tampoco le serviría, antes preferiría la muerte. Así que... Luego su ánimo se agrió un poco y se rascó el mentón pensativo -O sea que no le hemos fastidiado nada al vampiro ese...- le pegó un trago a la bebida y miró hacia los niños y al jolgorio que había montado en la taberna. -Bueno, si al menos ha servido para subir los ánimos de la gente...

- Seguro que todo lo que sea tener al pueblo más subyugado es una pequeña astilla clavada en su dedo. - dijo levantando su copa ante las palabras de Ian.

Tan pronto estuvieron tranquilos, Jarvo subió al dormitorio para poder pasar a limpio sus últimos versos.

Se fueron a dormir.

Davdak estaba en páramo desolado. Cuando avanzó unos pasos de pronto unas manos putrefactas surgieron del suelo para agarrarlo y arrastrarlo hacia la oscuridad de la tierra. El pícaro sintió el dolor cuando su piel era desgarrada y sus músculos atravesados por las manos huesudas.

Se despertó. Pero no estaba despierto. Estaba en otro sueño. Estaba en el viejo Machacahuesos. Hacía un frío intenso. Intentó moverse pero descubrió entonces que no podía. Estaba muerto. Su cuerpo estaba muerto. Pero él estaba muy vivo, mirando alrededor aterrorizando, sintiendo como los gusanos devoraban su carne putrefacta. Sabiendo que sólo quedarían unos huesos en los cuales su consciencia viviría de forma eterna.

Quiso gritar pero su cuerpo no era más que una masa inerte.

Las pesadillas de Davdak se prolongaron durante toda la noche, haciendo que se levantase malhumorado y agotado. Aquello distaba mucho de ser normal.