Partida Rol por web

Jardines del santuario de Pelor

Valle del Sarda

diez minutos para el ocaso.

Yrlinand alzó el vuelo con rapidez y los tres aventureros tuvieron que apretar el paso y adentrarse en los jardines.  El pequeño petirrojo era solo un punto negro el oscuro cielo del ocaso. Los últimos rayos del sol teñían de sangre las nubes mientras en el otro extremo del horizonte comenzaban a verse la luna y las estrellas más brillantes.

El clérigo se enganchó con la rama baja de un manzano, espantando a los pájaros que se preparaban para pasar la noche en el árbol y el cielo se llenó de pequeñas siluetas en vuelo.

-...Genial- Protestó Tran, incapaz de distinguir al petirrojo.

Pero el joven mago continuó a paso rápido sin inmutarse, guiado por el vínculo que le unía a su familiar.

Yrlinand fue descendiendo en un certero planeo hasta una de las zonas más alejadas del santuario donde terminaban los parterres geométricos dando paso a una naturaleza caótica y descuidada.

El pícaro desenvainó una de sus espadas y se abrió paso entre la maleza en el más absoluto silencio. Tras otear desde unas zarzas hizo un gesto a sus compañeros para que se acercasen.

Yrlinand estaba posado sobre un viejo roble; bajo su copa yacía el cadáver de un venado donde un grupo de cuervos se estaba dando un festín con la carroña.

Era la hora del crepúsculo y las sombras se extendían horizontales hasta el infinito.

Tran entrecerró los ojos y comentó desconcertado: -No me imaginé al gran Corvinus picoteando carroña-

Shanshar apretó los labios. ¿Había cometido un error al confiar en el criterio de su familiar?

- Ayudadme con la armadura.- Fue la respuesta de Nalfeim a Tran. No estaba de humor para soportar los comentarios ácidos del pícaro. Comenzó a quitarse la armadura con cara de pocos amigos,suficiente carga llevaba ya encima. Los brazales, las grebas, pero necesitaba ayuda para el resto.  Una vez terminado dejó las piezas junto al tronco de un árbol y las cubrió con su capa negra para después recubrirlo todo con nieve. Separarse de la pesada armadura era más difícil de lo que hubiera imaginado en un principio. Estaba cansado y pensó que sería una liberación volverse a sentirse ligero. Sin embargo, desprenderse de la protección que conllevaba le hacía sentirse inseguro. Dejó que Tran, todo un experto, ocultara el burdo rastro de la nieve amontonada.

- Continuemos.- Siguieron al mago guiado por el vínculo especial que le unía al petirrojo, él siempre en última posición. Otro jocoso comentario de Tran le anunció lo que después pudo ver con sus propios ojos.- Mmmmm.

   Nalfeim avanzó con un sigilo inaudito y Tran lo invitó a adelantarse junto con el mago.

Al no ver ninguna amenaza, el pícaro sobrepasó la zarza y se acercó al cadáver del animal para examinarlo.

-Lo han mordido en la Yugular- Comentó en voz baja para no espantar a los cuervos y alertar así de su presencia. -No tiene nada de raro...Salvo que esto es un jardín vallado- Dijo extrañado.

Shansahr avanzó por un flanco para examinar unas huellas. La nieve estaba removida y acabó dando con otro cadáver. Esta vez de una cría de orco. El mago le dio la vuelta con cuidado y descubrió una herida punzante en el vientre y dos más en el cuello. -Un depredador le habría dejado 4 marcas simétricas de las mandíbulas superior e inferior, pero aquí sólo hay dos- Comentó el joven.

Los tres aventureros miraron a su alrededor, temerosos de caer en la emboscada de un  vampiro.

Shanshar silvó en el lenguaje del petirrojo, pero Yarlinand negó con la cabeza y saltó a una rama al otro lado del roble.

El grupo avanzó hasta el árbol desde donde divisaron un viejo cenador. Se trataba de una simple pérgola de hierro forjado elevada sobre cuatro columnas. Un par de jaulas vacías colgaban mecidas por el frío viento de la montaña. La base de piedra estaba desconchada. La hiedra y la maleza lo reclamaban para sí y parecía llevar largo tiempo en desuso.

  Junto a la estructura había varios niños rodeando a una mujer vestida de negro. Todos estaban en cuclillas observando algo en el suelo. Marius aguardaba hierático, sosteniendo la caja de piedra y con la mirada perdida en el infinito.

Entonces descubristeis al resto de del grupo: Jess a lomos de Botones, Fornund, la enorme Klurca, Tergrar y todos los peregrinos.

Desde vuestra posición oculta pudisteis distinguir que uno de los niños, otra cría de orco, sostenía un pequeño puñal ensangrentado, a su lado, un humano de pelo claro, enfocaba los últimos rayos de sol con una lupa para achicharrar un pajarillo. Los demás observaban fascinados como las plumas y la carne humeaban hasta carbonizarse.

Tergrar miró a Fornund. En sus ojos se leía el miedo de que fuera el petirrojo de Shanshar.

  -Veis niños: El sol es tan bello como peligroso.- Explicó la mujer de negro.

Vestía un traje de plumas negras salpicado de adornos de mitrhil. Sobre sus hombros lucía una capa a base de alas de cuervos entre las que asomaba un mango de puño y medio tras el hombro derecho. En su estilizada mano sostenía una sombrilla, también de plumas tan negras como brillantes. Al incorporarse plegó la sombrilla permitiendo que el sol bañara fugazmente su pálida piel. Un aroma a flores lunares perfumó el jardín. Se volvió hacia vuestros compañeros y les dio la bienvenida ante la atónita mirada de los peregrinos: -No esperaba a tantos para cenar, pero siempre agradezco cualquier visita.- Su sonrisa cálida contrastaba con unos inquietantes ojos amarillos.

-¡Alastair!-. -¡Fanfir!- Gritaron las madres al ver a sus pequeños. Pero los demás peregrinos las sujetaron, aterrados con la idea de que se acercasen a Lady Lustmord o el muerto viviente que la acompañaba.

Fanfir echó a correr a los brazos de su madre que lo recibió entre sollozos de alegría, pero Alaister, que aún sostenía en su mano la lupa, se abrazó a las piernas de Morrigan y escondió la cabeza entre las oscuras plumas de su ropaje.

Morrigan se agachó hasta ponerse a la altura del pequeño:-¿No quieres ir con mamá?- Preguntó con dulzura.

El niño bajó la mirada y continuó aferrado a la mujer de luto y su lupa.

-Está bien- Dijo complacida acariciando su frente. -Venid conmigo mis pequeños. Ayudaréis a Marius a preparar el pic-nic-

-No, tu no- Dijo reteniendo por la muñeca a la cría de orco que portaba el puñal ensangrentado. -Tú te quedarás aquí junto a Alas- Explicó Morrigan clavando la mirada en el paladín y dejando claro a los aventureros cómo funcionaba el juego. Tras esperar algún signo de aceptación de sus "términos", la dama se sentó sobre la hierba con ambos pequeños junto a ella. A continuación invitó a los peregrinos y su escolta de aventureros a hacer lo mismo. Los otros cuatro niños se acercaron obedientemente al cenador donde esperaba Marius, abrieron una gran cesta de mimbre y extendieron el mantel que había sobre el suelo. En pocos segundos el mantel estaba repleto frutas, pasteles y finas copas de cobre bruñido, aunque todo repartido sin orden ni concierto.

A cada paso que daban encontraban más pistas de que los vampiros campaban a sus anchas en los sagrados terrenos del Santuario de Pelor.

- Les está enseñando.- Dijo con voz grave y gesto de repulsión al ver las heridas del ciervo y luego el cadáver de la cría orca. Envalentonado por la ligereza que sentía al dejar la armadura atrás, Nalfeim se acercó junto a sus compañeros más ágiles. Se ocultó lo mejor que pudo, presenciando con estupor la escena que se abría ante sus ojos.

Maldita.- Allí estaba Morrigan, rodeada de niños, como si de una maestra del mal se tratase. No se le escapó la presencia del pobre Alas al que uno de los críos jugaba a chamuscar con una lupa. ¿Sería Corvinnus? Giró la cabeza hacia Shanshar elevando los hombros en un signo de desconcierto.

- ¿Dónde está Corvinus?- Le recriminó, pues habían ido siguiendo al petirrojo con un claro objetivo de deshacerse del geas y obtener un poderoso aliado, no para unirse a la cena como otros invitados más. Mientras esperaba la respuesta pudo ver a otra cría orca que sujetaba un cuchillo. En ese momento le pareció claro que había sido la culpable de la tercera punzaba que habían visto en el joven cadáver. Con las fuerzas que le vinculaban a Boccob casi agotadas, Nalfeim se lamentaba de nuevo de haber dejado atrás la armadura que lo protegía.- Tenéis que encontrarlo.- Les dijo a Tran y Shanshar. Ellos se movían mucho mejor que él. El clérigo sólo podía esperar ahí, atento a intervenir cuando sus amigos le necesitaran.A falta de armadura rebuscó entre sus pertenencias un pergamino que pudiera ayudarle en caso de tener que entrar en combate.

Escuchando tras su escondite las palabras intercambiadas entre los dos grupos, Nalfeim miró a Shanshar con preocupación. ¿De qué objeto  hablaba Morrigan? ¿Uno de los que se había quedado del escritorio del enano? No le hizo falta hablar, su  mirada ceñuda lo decía todo. Si a través de ese objeto podía espiarle estaban vendidos.

¿Sería Corvinnus? Giró la cabeza hacia Shanshar elevando los hombros en un signo de desconcierto.

- ¿Dónde está Corvinus?- Le recriminó

Shanshar abrió las manos y repitió el gesto de Nalfeim. Al fin, y de forma apenas audible, el mago silvó y gorgogeó a su fiel compañero alado.

Nalfeim no entendía el idioma del petirrojo, pero el trino grave y seco daba a entender cierto enojo en la respuesta del pajarillo.

-Insiste que es ahí- Dijo señalando el cenador.

- Tenéis que encontrarlo.- Les dijo a Tran y Shanshar.

-Veo dos jaulas, pero están vacías-. Susurró Tran,-Malditos lobos-Gruñó recordando el ataque a la posada. -¿A dónde va ese viejo loco de Tergrar?. Cubridme. Voy a acercarme a ver si logro dar con Corvinus antes de que se líe.-

Tras comprobar que la dirección del viento no lo delatase, se adelantó unos pasos.

-Vamos. Con la cháchara de Jess confío en que no puedan oírnos- Comentó Shanshar avanzando con más cautela.

Escucha las palabras de Morrigan sobresaltándose unos instantes antes de empezar a analizar la posible veracidad de sus palabras -el medallón poseía un aura de encantamiento, claro que podría ser un medallón de dominación, eso explicaría la extraña sensación, pero los vampiros a pesar de ser inmortales no poseen la férrea voluntad de un mago y yo debí superar su poder. Si el medallón sirve también para controlar a no muertos entonces necesita tener un poder activo constantemente, no escuché ninguna palabra de mando. Morrigan podría utilizar su ojo como foco para conjuros de escrutación, aunque dudo que lo esté haciendo ahora, se necesitan los dos extremos, un foco para observar y otro foco para ser observado, es posible que me haya vigilado antes y no me haya dado cuenta. Sea como sea impedir que nos observe es relativamente sencillo, pero mas interesante resultaría comprobar el efecto que el medallón tiene sobre ella misma. ¿Será capaz de resistirlo? Éste tipo de objetos rara vez discrimina entre su objetivo u otros, incluso su propio creador puede caer presa de él. Claro que, su voluntad será mas poderosa que la de Yazlik y su resistencia enana, ¿o quizá yo haya resistido por estar vivo? Si el objeto está realmente enfocado en controlar no muertos podría ser como el conjuro que he ideado antes.

Susurra ante la pregunta de Nalfeim -no te preocupes, si nos quiere observar tendría que tener una bola de cristal o algo parecido, pero es fácil evitar que nos observe, ¿tenéis plomo o una bolsa mágica? Una de esas que puede contener mucho mas de lo que normalmente sería factible. Así mismo sus palabras son indicativas, quizá el medallón sirva para controlarla a ella misma, a mi no parece haberme controlado, no siento ningún deseo de ayudarla os lo aseguro.

Dicho esto elogia mentalmente las palabras de Jess para mantenerla ocupada mientras razona -¿tendría yo a Corvinus tan cerca de mi? Quizá Yrlinand haya sido engañado, dominado o simplemente se haya equivocado. Es cierto que así podría vigilarlo personalmente, ¿pero me sentiría tan seguro teniendo un grupo de experimentados aventureros buscando mi muerte? No me cuadra del todo.

Es posible de todas formas que hayamos caído en una trampa, pero si las cosas se ponen feas intentaré colocar el medallón alrededor del cuello de Morrigan.

Dicho esto saca la brújula mágica y le echa un breve vistazo, no pudo descubrir su objetivo antes pero quizá ahora sirva de algo y cualquier ayuda aunque pequeña puede ser poca para salir de éste enredo. Sin hablar también conmina a Yrlinand a coger altura, toda precaución es poca cuando se trata con vampiros.

- ¿No será mejor deshacerse del objeto que menciona Morrigan?- Preguntó al mago temiendo que el efecto sorpresa de su llegada quedara descubierto. Cavar un agujero y meterlo bajo tierra. Dárselo a Yrlinand para que se lo llevara lejos o actuara de manera engañosa para la vampiresa.-No tengo nada de eso ahora.- Por no tener no tenía ni su adorada, aunque pesada, armadura. Miró con recelo las jaulas a las que se refería Tran y recordó cómo uno solo de esos lobos había podido con el robusto Fornund. De repente se sorprendió con la dificultad de tragar su propia saliva. Tenía la boca seca y pastosa.

Nalfeim observó el sigiloso avance de Tran. La verdad es que Jess podía desesperar a cualquiera, incluso a Morrigan, por lo que había una oportunidad. La única ventaja que le había dado algo de esperanzas, encontrar a Corvinus, parecía desvanecerse por momento. Si ese tal "Plumas" al que uno de los niños gustaba torturar con la lupa no era Corvinus, iban listos. y aunque lo fuera la operación de rescate, delante de las narices de sus enemigos, narices entrenadas para detectar incluso lo invisible, iba a estar complicado. Miró a sus dos compañeros olvidando cualquier atisbo de resquemor o diferencia de opiniones. Sólo podía confiar en ellos y ayudarles de la mejor manera posible.

- Os cubro.- Acabó diciéndoles. Si uno de esos lobos se acercaba a ellos tendría que pasar por encima de su cadáver.

Conmina a Yrlinand a coger altura

El petirrojo se elevó en el aire, tomando una excelente perspectiva del entorno, pero nada sobresaltó al pequeño ave, salvo el viento glacial que soplaba sobre la montaña.

Tran se llevó una mano a la cabeza al ver el forcejeo de Tergrar con Marius y se quedó boquiabierto cuando descubrió al cuervo dentro del no-muerto.

-¡Tiene que ser el maldito Corvinus!- Susurró. Eso explicaba el comportamiento errático de Tergrar y que ponía en peligro toda la negociación.

    Cuando el lobo infernal aterrizó tras su viejo amigo, El pícaro se volvió hacia sus compañeros suplicando con la mirada uno de esos milagros que los lanzadores de conjuros eran capaces de sacarse de la manga en situaciones desesperadas. Pero al ver el aspecto agotado de Nalfeim y Shanshar, decidió de acercarse a hurtadillas hasta las ruinas.-No sé cómo, pero allá voy- Dijo sin aliento.

La perorata sin sentido de Jess acabó no siéndolo tanto. La a veces descerebrada joven se había dado cuenta de que faltaba una cría orco y Nalfeim y los que le acompañaban sabían bien qué había sido de ella. Tan difícil era concentrarse con la chicuela hablando que apenas percibió el clérigo el avance de Tergrar hacia el mayordomo no -muerto.

¿Qué hace? ¡Se lo comerá el lobo!- Al igual que Tran, Nalfeim se quedó atónito, sólo que esté lo único que hizo fue abrir los ojos de par en par relajando el fruncimiento de las cejas.

- ¡Corvinus!- Se le erizaron todos los pelos de cuerpo al ver la macabra jaula que Morrigan había preparado para su mentor. Había estado ahí todo el tiempo, incluso habían tenido una oportunidad de oro para rescatar al hombre ahora convertido en ave de plumaje negro como el corazón de Morrigan. Hizo un gesto  con la mano dirigido al petirrojo en señal de disculpa por haber dudado de sus capacidades. Pero no había tiempo para lamentarse. Tran ya se aproximaba al peligro. Nalfeim, por su parte, avanzó lo más sigiloso posible hasta la posición de Shanshar. Le puso la mano en el hombro a la espera de contactar con sus ojos con la esperanza del que el mago de ágil mente trazara un plan improvisado.

- Tenemos que hacernos con él y devolverle el libro.- Tenían la pequeña esperanza de que eso sirviera para que el mago recuperara su forma original , pero si no era así, al menos sería capaz de deshacerse del geas.

Parece el momento de actuar finalmente, por lo que susurra ferozmente a Tran antes de que se aleje demasiado -cúbreme del lobo.- para acto seguido mirar a Nalfeim -viejo amigo, vas a tener que cubrirme mientras lanzo mi conjuro de invisibilidad, es mejor si no saben de mi presencia, pero te prometo que serás libre del geas dentro de nada.

Espera a que éste asienta y espera a la primera voz de Nalfeim mientras acuclillado lanza su conjuro de invisibilidad en la voz más baja que la magia le permite, cuando ha hecho eso extrae finalmente el verdadero arcanábulo de Corvinus y lanza un último susurro al aire -buena suerte y que la Magia nos sonría.-antes de acercarse furtivamente a Marius.

Para bien o para mal todo iba a resolverse ahora, o eso parecía. Shanshar empezó a sentir la excitación tan típica cuando una obra de arte o un problema peliagudo llega a su final.

La promesa de Shanshar fue todo lo que necesitó Nalfeim para convertir sus recelos con respecto al plan improvisado en determinación.

Todo lo posible...- Pensaba. Iba a quedarse hasta sin fuerzas por devolverle el libro a Corvinus. Si eso no era "todo lo posible" que viniese Boccob mismo a reprenderlo. Si iba a cubrir al mago lo mejor sería impedir que aquella vampiro, de sentidos seguramente agudizados, no pudiera saber qué demonios estaban haciendo. Tomando las palabras del mago como suyas se puso a gritar con una voz potente y de ultratumba, armando un soberano jaleo en medio del apacible bosquecillo.

- A MÍ, OH BOCCOB, EL SEÑOR DE TODA LA MAGIA, A TU MAS FIEL SIERVO CONCEDE TUS FUERZAS PARA EXPULSAR A AQUELLOS CUYA NEGRURA DE CORAZÓN AMENAZA EL EQUILIBRIO QUE POR MILENIOS RIGE EN ESTE MUNDO.- El clérigo soltaba las frases echas que tantas veces había repetido durante su larga vida, como un autómata, mientras hacía aspavientos con las manos y elevaba al cielo casi oscurecido el símbolo sagrado de su deidad.-

No pares Nalfeim, piensa..¡no! No pienses, habla, escupe toda la palabrería que en toda tu vida no has soltado.- Por una vez debía convertirse en una especie de Jess masculina y entrada en años. Sólo esperaba que, si salía de esta, nadie pudiera recordarle su lamentable actuación. Quizá una vez acabado el peligro tendría que matar a los testigos.

-TU MANTO ME CUBRA, TU MANO ME BENDIGA, TU PODER ME OCULTE, TU ESCUDO ME DEFIENDA EN LA VIDA Y EN LA HORA DE MI MUERTE.

 ¡Más , más!

- OH JUSTO JUEZ, ARCHIMAGO DE LOS DIOSES,  YO TE SUPLICO CUBRAS CON TU MANTO DE FUERZA DIVINA A LOS QUE SIRVEN A TUS FINES, PARA QUE LIBRE DE TODOS LOS PELIGROS Y GLORIFIQUE TU DIVINO NOMBRE.

Parece el momento de actuar finalmente, por lo que susurra ferozmente a Tran antes de que se aleje demasiado -cúbreme del lobo.-

Tran asintió con la cabeza y desenvainó su segunda espada.