Partida Rol por web

Klurca se tomó un merecido descanso tras el combate, pero en todo momento permaneció al lado de la vampiresa apuntándole con el espadón, por si las moscas...
La salvaje, asintió hacia la enemiga de los orcos. Yo me haré cargo...pero me gustaría más llevarla en trozos. La cabeza en un bolso, y el resto aupada.
La mirada de cuervo que le dedicó...el cuervo, la frenó a tiempo. Si, si...lo entendí. No podemos matarla, para que los colgau no se desbanden. Lo mismo que pasó con Jagga**.
Murió, y ya ni siquiera Siglu se quedó aca....

La bárbara, observa como le despojan de cada cosa a la muertaviviente, pero en cuanto le van a quitar el anillo de oro y sello de cuervo le pisa la mano con anillo y todo.
Hey. Vamos a repartir botin como fue el trato cierto?

Sin dejar de pisarle la mano a Morrigan, Klurca le apoya la punta del espadón y se recuesta con todo su peso, moviendo el acero de un lado a otro hasta arrancarle la extremidad.
Esta garra es mi trofeo...con anillo y todo. Ante la mirada de espanto de Jess, la bruta se explica. Serán dos garras de vampira, las que adornaran el casco de piel de gigante que tengo acá. Afirmó, dándose dos rápidos toques en el bolso de cintura donde llevaba el trozo de piel del gigante de piedra.
Extrañamente, el muñon que quedó, no dejo más que una mancha de muy poca sangre, de color entre violácea y negra...

La semiorca, se guardó la mano en su zurrón, y se dispuso a arrancar la otra extremidad.
¿Eh? Es que son dos...una garra para cada lado, como si fuera un yelmo de cuernos, pero con manos de vampira en vez de cuernos...Lo vi una vez, en la batalla contra los Grug-Hakai. Recordó.

El lobo volvió a caminar en círculos en torno a Tran, consciente de que el humano no lo dejaría marchar sin más. Sin la voz de su ama para presionarlo, sucumbió a su sanguinario instinto y volvió a saltar sobre el joven con idéntico resultado. Tran se escurrió entre sus zarpas con un ágil movimiento y se colocó a su costado listo para contraatacar.

Tran amagó con la espada corta, para atacar esta vez con su filo más pesado. El arma hirió a la bestia en una pata seguida de una estocada directa al corazón. El acero se hundió en la carne profundamente y quedó a escasos centímetros de su objetivo. Tran, consciente de que aun herida la bestia podría destrozarlo de un solo golpe, desclavó su arma y volvió a adoptar una posición defensiva con ambas espadas en cruz.

    Confiados de la pericia del joven, quizás demasiado, el resto de aventureros se centraron en planear su siguiente paso, que incluía desbalijar a la vampira de todas sus pertenencias. Shanshar se las ingeniaba por meter el valioso botín en su mochila mientras Klurca cercenaba las garras de Lady Lustmord como adorno para un yelmo digno de una reina (orca).

Jess repartía ordenes a diestro y siniestro con una determinación insólita hasta para la resuelta joven. Nadie se atrevió a rechistar y los peregrinos se dispusieron a seguirla allá donde fuera...Salvo una pequeña niña de ojos entrecerrados y mirada somnolienta que había acudido en auxilio de la dama oscura y en la que nadie había reparado.

    La chiquilla miró alternativamente a cada uno de los aventureros sin pestañear, ni siquiera cuando la semiorca comenzó a mutilar el cuerpo de Lady Lustmord. Finalmente se arrodilló junto al cadáver con la mirada hipnotizada en la flecha que asomaba del pecho. Jess la miró fugazmente esperando que los peregrinos se la llevasen, pero dejó de prestarla atención cuando de pronto y sin decir palabra, la niña tiró con fuerza del astil de la flecha...

¡Ah, no! ¡Ni lo pienses por un segundo!

No tenía tiempo para esto. De verdad que no. Pero todo eran zancadillas y retrasos. Y por mucho que Jess no quisiese lastimar a un niño en condiciones normales, el Gran Tergrar acababa de morir, y ella tenía que irse pronto para salvar a Ely.

Con el pomo de la empuñadura de su cimitarra (una suerte que la hubiese agarrado unos segundos antes para dar órdenes y mandar mucho), Jess golpeó la base del estómago de la niña para dejarla sin aire, y dejó tendido el brazo para recogerla cuando se cayese, si es que se llegaba a caer.

¡OS DIJE QUE COGIÉRAIS A LOS NIÑOS!-recriminó a los peregrinos-¡OS LO DIJE!-es cierto, lo dijo-¡¿POR QUÉ NADIE NUNCA ME HACE CASO?! ¡¿ES QUE TIENE QUE MORIR OTRO NIÑO?! ¡¿ES ESO LO QUE QUERÉIS?! ¡¿QUE MUERA OTRO NIÑO?!

Mientras gritaba, sus ojos abiertos expedían lágrimas. Jess estaba siendo víctima de un ataque de nervios.

Se encuentra distraido con los objetos, conoce su uso aproximado, o por lo menos lo intuye aunque es consciente que podría equivocarse. Como siempre que se abstrae el mundo exterior desaparece por lo que no es consciente de como la niña se acerca mientras murmura -la capa para mi... el atuendo para Jess... el anillo para Fornund que no disponía de ninguno...- aún recordaba todo lo que poseían sus compañeros, cualquier adepto a la magia sabía que objetos similares interferían en sus capacidades mágicas por lo que no tenía sentido que cogiesen algo inútil, sin duda iban a necesitar toda la ayuda mágica posible.

¡Ya se como acabar con el lobo...!- exclamó mientras su prodigiosa mente daba respuesta a otro de los interrogantes y levantaba la mirada justo para ver horrorizado a la niña con la flecha agarrada. No tuvo tiempo de reaccionar que Jess ya había golpeado a la niña con el pomo de la cimitarra, un poderoso golpe que esperó que no fuese demasiado grave, pero no había tiempo. Y empezó a hablar a la máxima velocidad que pudo - ¡Bien hecho Jess! Ya se como enfrentar a los lobos. El atuendo mágico es para ti, yo llevaré la capa y el anillo debería cogerlo Nalfeim-  dijo mientras ya se alejaba y gritaba a Tran -¡alejate a la de ya! ¡Retroceded los demás y custodiad el cuerpo de Morrigan!

La gente no podía ver mas que sus pisadas profundizando en la tierra al ponerse de pie, pero estaba rebuscando un objeto casi olvidado, una posible arma que utilizar, una que no quitaría su invisibilidad, una que podría entretener a los lobos en su huida.

Una vez extraido el vial con el monstruo contenido en su interior apuntó en las cercanías del lobo, dudaba que fuese un monstruo con inteligencia mas allá del instinto y quería que el lobo fuese lo más cercano al salir. Su lanzamiento fue certero cayendo justo entre las patas del lobo con bastante fuerza.

En cuanto vió eso ordenó, pues si podía controlarse esperaría una orden mágica -mata al lobo.

Una vez hecho eso agarró la capa a sus pies y empezó a alejarse, quería ser "visible" para los demás si la situación lo requería.

¡Vámonos! ¡Klurca lleva el cuerpo de Morrigan!- no tenía grandes esperanzas en la semiorca, pero posiblemente era la única capaz de llevarla sin perder el ritmo y con la obsesión por los trofeos seguro que lo haría con placer.

¡Nosotros vamos a llevar a la niña y todo lo demás, rápido! Esta jugada nos puede salir muy mal.

Había asumido que el tremendo golpe de Jess había sido capaz de derribar a la niña y se había despreocupado, pero ahora miró temiéndose un posible revés de la suerte.

El golpe de Jess dejó sin respiración a la niña, que cayó en sus brazos.

-¡Angelito del cielo!- Dijo peregrino mas anciano cargando con ella con sumo cuidado.

Un joven se acercó a Jess dispuesto a ayudarla.

-He iodo lo que le ha propuesto al señor enano. En el santuario no hay catapultas ni nada  parecido, pero si hay una grúa con la que izan los andamios. Sólo soy un peón de albañil, pero sé manejar su torno. Basta con caminar dentro de la gran rueda para subir una viga o un sillar de buen tamaño.-

Otro de los jóvenes se unió al primero.

-Nosotros usaremos la grúa. No creo que podamos derribar el muro, ¡pero haremos trizas las vidrieras para que acabéis con todos los vampiros!-

  Shanshar examinó los distintos frascos. El vial del líquido azulado y arma a flores era un potente derivado de "noche líquida". Eso explicaba la capacidad de de Morrigan para desafiar la luz solar. El segundo, de olor rancio, pertenecía a la escuela de nigromancia. Permitía reanimar un cuerpo y controlarlo como zombi. Con toda seguridad, ese había sido el destino de Marius.

Al guardarlos se topó con el pequeño vial que contenía un gusanillo verde y una idea genial iluminó su mente.

   El mago arrojó el vial a los pies del Lobo infernal. Una nube de vapor sulfuroso envolvió a la bestia y de la niebla surgió un demonio que duplicaba en altura al lobo.

Los ojillos del cuervo se salían de sus órbitas: -¡Un cobrador!¡¿Qué has hecho insensato?! ¡CORRED!- El gran maestre no esperó a nadie y echó a volar hacia su observatorio.

  El cobrador se irguió hasta alcanzar una altura equivalente a  la de la posada de Tergrar, desplegó sus cuatro brazos rematados en guadañas quitinosas y rugió haciendo estremeceros a todos.

El lobo infernal miró hacia arriba con el rabo entre las piernas. Los ojos del demonio estallaron el llamas y fulminó al lobo con dos rayos.

Tran giró sobre sí mismo, y saltó para ponerse a cubierto. El pícaro rodó por la nieve para apagar las llamas de sus pantalones y lanzó varias maldiciones sobre Shanshar antes de ponerse en pié.

Tras aniquilar al lobo, el demonio se volvió hacia el resto de humanos para seguir sembrando la destrucción.

     Los peregrinos chillaron de pánico y corrieron tras los aventureros tan rápido como les permitieron sus piernas.

Shanshar observó al enorme cobrador unos instantes, pero al no ver ningún signo de que podía controlar al demonio, corrió con los demás hacia el templo. En cualquier caso si querían salvar a Ely, no tenían alternativa.

Klurca agarró a Mórrigan y con cuidado de que la flecha no se desclavara, cargó con la vampira y siguió al mago.

Jess subió a lomos de botones y azuzó a la toporrata hacia el templo.

En su carrera hacia el templo Nalfeim aprovechó a recoger la armadura que había dejado por el camino.

Fornund se dió cuenta de que él era el corredor más lento y que si el demonio los perseguía, sería el siguiente en morir abrasado. Agarró su martillo con firme resolución cuando apareció toda una manada de lobos a la carrera. Sin duda se trataba de las bestias convocadas por Morrigan, pero al cruzarse en el camino del cobrador, se enzarzaron en una terrible lucha. Fornund agradeció a Moradín que las fuerzas del mal se enfrentasen entre sí y aprovechó para correr hacia el templo junto con sus compañeros.

Klurca se encontraba muy malherida, y sangraba por multiples heridas. La semiorca, analizó la posibilidad de huir directamente del lugar dejando a los humanos delirantes con la tarea de rescatar a la hija del viejo delirante, pero no le gustaba mucho el plan de dejar la mina repleta de los enjendros muertos vivientes, de abandonar las montañas de piedras verdes, y tambien a Siglu -podriamos decir que era una de las pocas amigas que tenia-
Uggg...no debí dejarla salir corriendo...donde murda estará ahora. Se pregunto.

De camino al templo Tran no pudo evitar sentir lástima por el estado en que se encontraba la semiorca, rebuscó en su bolsa y encontró cuatro viales de curación. No eran muy potentes, pero era todo cuanto tenía.