El segundo nivel de la mansión los recibe con una enorme estancia con dos ventanales revestidos de exquisitos vitrales de colores que aún se encuentran encendidos por el último suspiro de luz del ocaso violáceo con temas épicos de caballeros marchando por bosques encantados, apenas al salir de la amplia escalera marmoleada la cuál continúa hasta un tercer nivel la divide una puerta de madera tallada en color maple la cuál pareciera que les da la bienvenida en silencio y cerrada con llave. Del lado izquierdo una enorme puerta doble resguardada por dos armaduras caballerescas dispuestas en solemne posición de firmes sosteniendo una espada apuntando al firmamento hacen guardia a puerta cerrada con llave, las relucientes armaduras plateadas contrastan con el lado derecho de aquel salón de descanso con otra puerta doble idéntica pero esta resguardada por dos armaduras metálicas forjadas en hierro negro dispuestas en la misma posición que las armaduras plateadas. En medio de los ventanales otra chimenea igualmente tallada en piedra desprende un delicioso calor y alumbra las primeras sombras que comienzan a caer sobre las inmediaciones Grimshaw.
En la puerta que divide las escaleras se escucha el girar de una llave y el click de la perilla de la cerradura la cuál se abre de pronto y de allí sale Sir Lloyd G. Hebert, acomodándose la entrepierna del pantalón, con el cuello de la camisa desarreglado, el corbatín de lado y un tremendo beso bermellón marcado en la comisura de los labios, al girar después de cerrar la puerta se queda petrificado al encontrarse en primera instancia con el domador Sir William y luego con las dos damas, madame Delacroix y madame Ventura que vienen charlando muy campantes. -¡Ejem!... ¡Eeejem!... ¡Sir William!...- y no puede evitar el encontronazo con las dos mujeres también. -¡Gulp!... -Traga saliva y se acomoda el corbatín como puede para rápidamente hacer una reverencia ante las dos damas. -Madame Delacroix y Madame Ventura.... ejem... gulp... - con los ojos busca la mesita de caoba con la campana para la servidumbre, al encontrarla la toma nerviosamente y la hace sonar de manera estridente. -Pensé que estarían en la planta baja a la expectativa de la gran sorpresa que les tengo preparada, por favor...- señala con la palma extendida las escaleras que van hacia abajo a la primera planta. -Por favor, acompañadme a develar lo que Sir Robert Smith nos ha traído de tan lejanas y exóticas tierras...- Le es imposible disimular al anfitrión el tono rojizo de su rostro y las gruesas gotas de sudor que se pueden percibir tan frías como el mismo clima de Londres.
Por supuesto, señor Grimshaw. ¿Mi compañera Samara no nos acompañará abajo durante la presentación? - Digo con ácido encubierto tras una sonrisa y un tono ingenuo.
Juraría haberla visto ascender estas escaleras, pero ya no sé donde se puede haber metido. No se olvide de indicarle que baje con sus compañeros si llega a verla.
Vuelvo a subir dispuesta a averiguar quien era la dama que retuvo a nuestro anfitrión y por qué no acudió a la exposición.
Me acerco a la mesita y me hago con la campanilla para hacerla sonar.
Por las escaleras se vislumbra la espigada y ágil figura del mayordomo Thomas quién a paso véloz se presenta ante Magdalena y le hace una elegante reverencia.
-A sus órdenes madame Ventura. ¿En que puedo serviros?.-
Buenas noches, señor... ¿He llegado a oir su nombre? Discúlpeme si es así, pero temo que lo he olvidado de la impresión de haber visto la... caza que nos han mostrado. El señor sir Lloyd Grimshaw Hebert ha permitido que conozcamos la mansión mientras esperamos a la cena, o eso he creído entender, la verdad es que estoy algo mareada con tanta gente abajo y la visión de... la sorpresa que nos habían preparado y estaba buscando la sala de fumadores para calmar mis nervios. Supuse que se encontraría en esta planta ¿sería tan amable de indicarme dónde se encuentra o dónde puedo aplacar mis nervios con un poco de nicotina antes de la cena?
Se mostró sonriente y amistosa con el mayordomo, y la verdad es que no necesitó fingir, porque prefería la compañía de sirvientes que de nobles. Eran menos orgullosos y menos ambiciosos. Los nobles se creían que todo y todos les pertenecían.
El sirviente escucha atento la petición de la huésped.
-Oh madame, permítame darle un humilde consejo... tenga mucho cuidado...- el mayordomo baja la voz y se acerca un poco a madame Vnetura con una mano cubriendo su mejilla.
-Aquí suceden cosa muy extrañas, y dicen algunas zonas son muy peligrosas por el desuso y falta de "mantenimiento"... Thomas se retira un poco y se acomoda su chaqueta.
-Tengo poco tiempo al servicio de la familia Grimshaw, y desafortunadamente madame Thelma es la que tiene acceso a toda la mansión, es con ella con quién debe dirigirse para que le pueda mostrar la mansión...- el mayordomo cambia el tema suavemente. -¿Le puedo servir en algo más?
¿Cómo dice? Muy peligrosas. ¡Madre de dios! Será mejor que me acerque entonces al comedor y me asegure de no precipitarme sola en ninguna de estas estancias. Gracias por el aviso.
¿Se trataría de un aviso sincero o de una excusa para mantenerla alejada de salas que no están abiertas a su indiscreción. Bueno, tarde o temprano lo averiguaría. De eso estaba segura.
Gracias de nuevo. Me retiro entonces
Bajo las escaleras en diección al gran comedor.
-Por aquí madames....- Thomas les señala el salón de las armaduras de la segunda planta y se detiene en una de las puertas de madera bellamente decorada y con chapas doradas, saca un llavero con multiples llaves de todos tipos y tamaños.
-Por lo regular no suelo hacer esto pero nuestra ama de llaves se encuentra indispuesta...- les comenta mientras busca la llave encontrándola casi al instante y abre la puerta.
Les deja pasar amablemente.
-Cualquier cosa que necesiten no duden en llamar, y al instante estaré con ustedes.- hace una elegante reverencia y acomoda las maletas de la cantante junto a la entrada para después salir de la alcoba y regresar a la primera planta.
Llegan a 6 y entran a 7A (7B es una pared que suena hueco).
El segundo nivel de la mansión los recibe con una enorme estancia con dos ventanales revestidos de exquisitos vitrales de colores que aún se encuentran encendidos por el último suspiro de luz del ocaso violáceo con temas épicos de caballeros marchando por bosques encantados, apenas al salir de la amplia escalera marmoleada la cuál continúa hasta un tercer nivel la divide una puerta de madera tallada en color maple la cuál pareciera que les da la bienvenida en silencio y cerrada con llave. Del lado izquierdo una enorme puerta doble resguardada por dos armaduras caballerescas dispuestas en solemne posición de firmes sosteniendo una espada apuntando al firmamento hacen guardia a puerta cerrada con llave, las relucientes armaduras plateadas contrastan con el lado derecho de aquel salón de descanso con otra puerta doble idéntica pero esta resguardada por dos armaduras metálicas forjadas en hierro negro dispuestas en la misma posición que las armaduras plateadas. En medio de los ventanales otra chimenea igualmente tallada en piedra desprende un delicioso calor y alumbra las primeras sombras que comienzan a caer sobre las inmediaciones Grimshaw.
-Por aquí madames....- Thomas les señala el salón de las armaduras de la segunda planta y se detiene en una de las puertas de madera bellamente decorada y con chapas doradas, saca un llavero con multiples llaves de todos tipos y tamaños.
-Por lo regular no suelo hacer esto pero nuestra ama de llaves se encuentra indispuesta...- les comenta mientras busca la llave encontrándola casi al instante y abre la puerta.
Les deja pasar amablemente.
-Cualquier cosa que necesiten no duden en llamar, y al instante estaré con ustedes.- hace una elegante reverencia y acomoda las maletas de la cantante junto a la entrada para después salir de la alcoba y regresar a la primera planta.
Llegan a 6 y entran a 7A (7B es una pared que suena hueco).
Tras llegar al salón, Charles le echa un breve vistazo al salón para reconocer sus dimensiones. Bueno señores aquí estamos, creo que no hace falta decirlo pero cuidado con lo que tocan, recuerden que somos invitados, sé que la emoción y curiosidad puede llevarnos a tal nivel, sin embargo también lo digo porque desconocemos qué objeto puede llegar a ser peligroso. Por otra parte, me gustaría saber si alguien se ha guardado algún detalle o sospecha que no pueda decir con tanta compañía, tienen mi protección. -
-Por mi parte, aunque desconfío del pequeño hombre -señalé al Hombre Bala con un gesto de cabeza-, empiezo a creer que no es el pirómano. Me resulta muy sospechoso lo que lleva diciendo el Médium después de la votación. Diría que intenta mostrar a Magdalena Ventura como posible sospechosa, incluso de su propio ataque. No sé qué pretende ni qué habilidades tiene, pero empiezo a pensar que no es un médium, sino un impostor. E incluso podría ser que quien de verdad habla con los muertos sea el señor Kipling. Me resulta muy extraña la aparición de ese "niño" que sólo puede ver él.
-También me gustaría informarles de cuáles eran mis capacidades, y digo "eran" porque estoy agotado y no podré volver a usarlas en mi estancia en la mansión. La primera era la de resucitar a una persona, y la utilicé con la periodista para que nos proporcionara información sobre quién la había degollado. Aunque ahora que está tan callada dudo que haya sido de utilidad. Mi segunda habilidad era sanar a una persona, y también la utilicé para curar las quemaduras de la mujer barbuda. Pero tampoco parece que haya servido de nada si la han vuelto a atacar.
-Tengo que informarle también, señor Warren, que cuando estábamos en la habitación, la mujer barbuda, la cantante, la acróbata y yo descubrimos un muro falso en la pared. No recuerdo si ellas ya lo comentaron, porque estoy mayor y la memoria me falla, pero tengo la sensación de que alguien usa esos pasadizos para moverse por las distintas salas de la mansión sin ser visto. No sé si esto deberíamos decirlo delante de todos.
El jefe de policía escuchaba con detenimiento al doctor que le aportaba datos importantes sobre los acontecimientos. - Ya veo...- Dijo mientras se llevaba una mano a la barbilla. - El médium bien puede ser un impostor, como también un tonto. Todo esto me parece muy extraño ya.
- Hizo bien al contar sobre los pasadizos, así estaremos más atentos y quizás así logremos preparar una emboscada, no sólo letal, sino alguna especie de sustancia que lo marque para reconocerlo, algo así nos ayudaría bastante. -
- ¿Por qué Magdalena? Algún motivo tiene que tener el asesino para tratar de acabar desesperadamente con la pobre mujer.-
Obvio las palabras del Medico a su persona, después de todo estaba cansado de repetirse y fue al grano.
-A ver, concretemos un poco. Sabemos que hay al menos un asesino y un piromano, vale. Pero sabemos si solo una de cada o si son personas diferentes? Por que, empezamos bien, pero vamos mal. No parece que tengamos nada en claro y por cierto, en ese punto sobre el médium estoy de acuerdo con William. -Imposible considerarlo doctor- Recuerden que el cachorro del domador rugía por alguien. ¿Quien recuerda a quien?
El señor Ricci se inclina hacia sus contertulios, bajando la voz, como si fuera a realizar una confidencia extraordinaria. Desde luego, el escritor sabía cautivar la atención de su audiencia.
- O a lo mejor ella misma se ha acicalado con esa sustancia, sin llegar a prenderse fuego - responde - Así, alejaría convenientemente las sospechas de ella. Quizá incluso dirigiéndolas hacia una tercera persona, si quisiera incriminarla dejándole un recipiente vacío con restos de la misma sustancia, por ejemplo.
- Una criatura insólita, a la par que retorcida, esta mujer con barba: sin duda, un personaje a tener en cuenta para mi próxima obra. Sólo espero que nada de esto haya sido una farsa, y sólo sean imaginaciones mías: así, nadie podrá sustraerme el mérito de la originalidad.
Y, cambiando el tercio y abandonando su anterior tono pedante, añade:
- En cuanto al niño, ¿seguro que es un niño? ¿No sería el enano? - y, de inmediato, dirigiéndose al señor Judd - Mejorando lo presente, si me lo permite.
Saco la navaja y degollo al escritor fingiendo estar poseída
(Se me va)