Partida Rol por web

         - Buena noche sir Lloyd Grimshaw!    No tiene que salir conmigo a los jardines para evitar mi enojo, en muchos lugares las mujeres como yo son fácilmente discriminadas o ignoradas! -    Entonces la mujer admiró el bello jardín del noble por un momento y cruzó la mirada nuevamente con el caballero por un momento antes de sacar un abanico para refrescar se y dar misterio y cierto recato a su conversación:

        - Su mansión es bella y la fiesta parece que ha comenzado bien ... a pesar de que, si me lo permite no me ha sido agradable ver a esa criatura encerrada allá adentro, que piensan hacer con ella?

El anfitrión trata de que se mano vaya directo a la breve cintura de la contorcionista de manera atrevida.

-Madame Azkarizade que bella es usted, este rincón es sólo una migaja de lo que pudiera poner a sus pies, olvide a esa bestia y mejor enfoquemonos en coasa más placenteras...-

El hombre levanta los labios con toda la intención de robarle un beso a Samara.

         - Vaya si es usted muy atrevido caballero!    No es que me considere una dama muy preocupada por la buenas costumbres ni mucho menos y no me cabe duda que además de ser un hombre rico y generoso ... me parece muy buen mozo!     Sin embargo debo pedir le por favor que no crea tampoco que soy una mujer tan fácil! -     Susurró Samara al oído de Sir Lloyd Grimshaw mientras que ponía sus brazos por delante para complicar le un poco al hombre que la besara, pero sin oponer mucha resistencia para que la tomase de la cintura ... con una contorsión ligera para alargar el deseo del hombre pero no demasiada para indicar le que lo desprecia, entonces le dice en tono normal:

         - No tengo inconveniente en olvidarme de esa bestia caballero ... pero mientras que no responda mi pregunta lamento decir le que seguiré con la curiosidad y eso podría impedir que me relaje su suficiente como para ... poder disfrutar las cosas mas placenteras que parece proponer me ... -    

Esta ves encontraron muertos a cuatro personas. La trapecista y el mimo en la cocina. Con la ropa y cuerpos desgarrados. Y en los jardines a la periodista con la actriz, como su hubiera sido una lucha de bestias salvajes, entre ellas.

El cuerpo de la periodista estaba medio transformado en una bestia peluda, que asemejaba a un lobo, y la actriz*, a algo que parecia a un aswang, pero, ¿Otro aswang? Sin duda habia mas de uno alli entre ustedes, pues revisaron la jaula, y el primer aswang seguia alli, encadenado. Y estas dos bestias, se deben de haber descubierto y atacado mutuamente.

Entre las ropas del mimo encontraron una nota que decia:

-Yo, callado, nunca he votado, y yo he sido quien ha impedido votar en mas de una ocasión a mas de uno de vosotros, disculpad mi excentricidad y mi silencio, esperaba asi ayudar, aunque no lo je conseguido, atte Gerard.-

 Reprimiendo el miedo y el asco que la escena le producía, el domador se agachó junto a aquellos horribles cuerpos mutilados, intentando captar informaciones o indicios que le permitiesen desentrañar el diabólico enigma que envolvía a aquella maldita mansión en donde se hallaba recluido. Lo que veía eran tan horripilante que tuvo que cerrar los ojos y respirar hondo durante más de un minuto, tratando de evitar el vómito o el desvanecimiento. El olor a sangre y a carne frescas era insoportable y sólo su larga experiencia profesional le permitía mantenerse firme y no darse la vuelta y echar a correr despavorido. 

Después de un tiempo indeterminado (que a él le pareció eterno), se levantó, volvió a respirar hondo, recogió con ternura al cachorro, que había dejado junto a la entrada a la mansión y dirigió sus pasos a la cocina. Aun había otros dos cadáveres que estudiar...

Con su cachorrito muerto en los brazos, el domador se acerca hasta un rincón de los jardines en los que crece un solitario e imponente roble. Allí, al pie de su tronco y entre sus nudosa raíces, el domador deposita con suma delicadeza el cuerpo de su querido Welpie. Se arrodilla en la tierra húmeda y con sus manos desnudas cava un pequeño agujero, poco profundo, en el que deposita a su amigo. Lo acaricia con amoroso cuidado y después lo tapa con la tierra húmeda, como un padre arropando a su hijo antes de dormir.

El domador llora.

-Gracias por todo, amigo. Nunca te olvidaré.

Pasa mucho tiempo. 

El hombre que se levanta a los pies del solitario roble de los jardines de la Mansión Grimshaw se parece a aquél llamado Sir William, domador de profesión. Pero sus ojos ya no son los mismos. Algo ha cambiado en ellos. En esa mirada falta o sobra algo. 

Con pasos lentos, este hombre comienza a andar en dirección a la casa.

Thelma, Thomas y Herbert acompañan al Domador en su luto. Los dos primero con paraguas y pala respectivamente.

        - Así como los demás que han muerto esta horrible noche ... que descanse en paz! -   Dijo Samara en voz baja y con actitud solemne al acercar se a Sir William, sin hacer lo demasiado ... respetando su luto, pesar e intimidad mientras que temblaba por el frío y trataba de cubrirse con una sombrilla de la lluvia y le sigue a la distancia cuando regresa ... pero se da un tiempo antes de entrar a la casa de nuevo

              Tras dejar que los que enteraron al cachorro de león regresaran a la casa la mujer rodeo la casa con la cautela de revisar que nadie la siguiera, aprovechando la ligera llovizna y busco un lugar apropiado para comenzar a trepar por la parte trasera para llegar a la planta de la casa y desde allí buscar cualquier ventana o ventanilla que pudiese abrir o rasgar para poder entrar, entonces alcanzar el estudio de Sir Lloyd Grimshaw