Me acerco con cuidado guardando mi escudo y espada, hacia los viales y objetos, como también los libros viendo con mayor detenimiento su contenido.
Tras los últimos sustos (la sanguijuela y la trampa con el agua) y en previsión de más, entro con el hacha en la mano y busco el rastro de sangre que desaparecía tras la puerta.
Os acercáis a la puerta y entras una vez dentro puedes ver una enorme sala decorada con mosaicos que una vez fueron alegres con escenas de niños y adultos sonrientes corriendo por las calles de Absalom, pero ahora el tiempo y el agua los han dañado, manchando las caras lo suficiente como para que parezcan que lloran. Robustos bancos de piedra y estanterías de libros cubren las paredes. Ahor apuedes ver que las pasarelas que van del suelo a los 20 pies donde se unen todos, en un círculo abierto en el centro de la habitación. Entre las pasarelas circulares cuelga el cuerpo de un elfo reseco, vestido con harapientos y polvorientos retales de ropa cubriendo su esquelético cuerpo. Parece estar colgado del laberinto de cadenas conectadas con el enorme astrolabio, las cadenas tintinean silenciosamente como si el cuerpo moviese la cabeza de lado a lado.
El rastro de sangre continúa por la sala y la cruza hasta la esquina noreste de la sala.
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Cambiamos de escena copio esta en la nueva.