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La Nave Estelar Perdida

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13/12/2010, 12:56
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Adam Holloway

Nacido en Ely, Minnesota hace veintiocho años, fue un chico algo problemático en su adolescencia.

Sus padre murieron cuando él tenía siete años, en un ataque terrorista del grupo secesionista "África Libre".

Sin familia cercana, fue enviado a los servicios sociales de la Unión y criado entre un hogar de acogida y otro, donde se metía en líos día si, día también.

La paciencia tiene su límite y Adam sobrepasaba a menudo el de los funcionarios a su cargo, por lo que fue expulsado de la mayoría de aquellos centros en los que, a pesar de lo que podía parecer, se vivía muy bien.

Hartos de tanta irresponsabilidad y rebeldía - llegando a fugarse durante casi tres meses, en los que traficó con drogas y armas - Adam fue enviado a la escuela militar de los marines de la Unión, en Oceanía.
Aquello fue duro sin duda, tenía quince años y estaba allí rodeado de adultos y reclutas voluntarios que le sacaban mínimo tres años. Le habían jodido.

Sin embargo, Adam era duro de roer y se adaptó. Recibía las novatadas y los abusos sin inmutarse, entrenaba duro, más duro que cualquiera de los demás. Y no paró hasta que se hizo fuerte, lo suficientemente fuerte como para tumbar a Jotaku'uh, el jodido humano más grande que nunca había visto. Era un camerunés de dos metros diez de alto y casi ciento veinte kilos de peso, una auténtica máquina de luchar cuerpo a cuerpo gracias a su tamaño.

Pero cayó, vaya si cayó; Adam se hizo rápido y preciso, acabando con aquella mole en apenas cuatro ataques. Y desde entonces, se ganó el respeto de todos - incluso de varios oficiales, pero sobretodo de Jotaku'uh.
Cumplió los dieciocho años y ya era uña y carne de aquel entramado militar, gran amigo de todos y todas las reclutas que con él se graduaron y conformaron el sexto batallón de los marines de la Unión.
Y entonces... Entonces llegó la guerra. "África Libre", que durante todos aquellos años había logrado poder en el Norte de dicho continente, atacó Camerún desde Chad y Nigeria, los muertos se contaban a miles y los marines entraron en combate.

La guerra fue larga y dura para todo marine, pero sobretodo para el sexto batallón del que, al concluir la guerra solo sobreviviría un miembro; él, el resto murió en combate - incluida Stevanie la novia de Adam, natural de Indonesia. Con la medalla al mérito de la Unión y el reconocimiento de todo el planeta por defender la base fronteriza de Wum, el sexto batallón fue postergado y Adam licenciado con honores.

Desde entonces, su vida no tuvo demasiado sentido; vagó de trabajo en trabajo, metiéndose en algún que otro lío - cuando estaba bebido - llegando a matar a un hombre de un disparo en Thailandia, aquello marcó de nuevo a Adam, que juró evitar las armas de fuego y dejar de beber como un cosaco. 
Tenía que salir del planeta y empezar de cero, y hace poco más de ocho meses, entró a formar parte de la tripulación del «Traveller».

 

Rob Steiner

Robert H. Steiner nació en un humilde barrio en la región de la Antigua Escocia en 2453 y es hijo único. Sus padres, James Higgs (2425-2501) y Amanda Steiner (2430), ambos de igual procedencia, tuvieron una infancia dura en la que carecían prácticamente de todo (dado que eran "hijos de la guerra"), pero supieron hacer de aquello un motivo para luchar por una muy digna vida basada en el trabajo que les proporcionase todo lo que necesitaban.
Desde siempre, Robert (o Rob como sería conocido más adelante entre sus colegas y amigos), fue muy consciente de ello e hizo lo propio. No pudo más que intentar demostrar con cada paso que daba en su vida, que todo el esfuerzo realizado por sus padres no habría de "caer en saco roto" y que tal vez, con suerte, acabaría por convertirse en una seña de identidad de la familia.
Durante su infancia, no dudó en participar en las tareas domésticas, y, a los 14 años, tampoco dudó en compaginar sus estudios en el instituto, con un empleo menor en una multinacional. Dicho empleo, lo mantuvo trabajando como responsable de correo interno de la sede de Biotic Engineering Corp. (la más importante empresa de ingeniería genética del momento), hasta que cumplió la mayoría de edad y pudo terminar sus estudios de secundaria en el instituto Webster.

Durante su "breve" paso por la empresa, mostró aptitudes y conoció a multitud de personalidades versadas en diversos campos científicos que despertaron en él un desproporcionado interés por la ciencia y las matemáticas (sobre todo en las disciplinas de estadística y probabilidad).

Con 18 años, ingresó en la facultad de física de Old Oxford donde se doctoró magna cum laude a la edad de 26 años. Tras un brillante paso por ella, se labró un prestigio como joven talento y fue llamado a participar en un importante proyecto de investigación en la Región Norteamericana, donde habían sabido valorar sus esfuerzos en el estudio del origen del universo y en su posterior y no muy apreciada publicación "Universos cognoscibles probables", que se convirtió en objeto de cruentas sátiras por parte de sus antiguos compañeros de universidad. En ese trabajo exponía de manera plausible y probable la muy trillada posibilidad de existencia de un número infinito de universos paralelos con ínfimas diferencias entre ellos, respaldada con un gran trabajo matemático que muchos tachaban de "vulgar, erróneo y poco original", pero que con el tiempo, resultó ser digno de estudio por parte de las Fuerzas Aéreas.

Tras unos años de "oscuridad" en su carrera, durante los cuales se dedicó a hacer trabajos de investigación de campo en zonas peculiares del planeta (hasta los 48 años), Rob fue reclamado para participar en una importante misión a bordo de una modernísima nave llamada Traveller en compañía de otros muy bien cualificados seres humanos en una misión de exploración de proporciones inimaginables hasta la fecha, y que, dada su envergadura, era probable que tuviese un final incierto. Debido a la naturaleza de dicha misión, Rob recibió un intenso entrenamiento militar, enfocado principalmente, a fortalecer su capacidad de enfrentarse a situaciones límite, ya que su forma física era más que decente para su cometido en la citada misión.

Se había embarcado en la mayor aventura de investigación de la historia del planeta. Una, donde se harían importantes descubrimientos, donde no dejaría de buscarse una respuesta a la pregunta de hasta donde podría llegar el conocimiento del ser humano gracias al método científico, y sobre todo, si realmente existiría un umbral máximo e infranqueable de su comprensión (la del ser humano en general), de la propia existencia.

Sus metas (las de la humanidad y las suyas propias), parecían tener un final tan lejano como ambicioso. Lo que nadie esperó, es que su descubrimiento más pura y sinceramente deseado acabaría siendo saber cómo volver a casa...

 

 

Sylvia Ross

 Si tuviera que decir algo hoy en día de mi familia, y más viendo lo que hay por el mundo, podría decir que la mía entra en el stándar de familia normal, de esas que celebran las navidades todos juntos o que cada vez que hay alguna clase de reunión terminan tirándose los trastos a la cabeza.

Hace ya veintinueve primaveras que nací, aunque cuando lo hice no era precisamente primavera, sino que estaba nevando de una forma que mi madre casi se pone a parir en el coche porque las carreteras estaban tan colapsadas que casi no se podía ni llegar a un hospital, pero por suerte, llegó hasta la entrada y dio a luz en la sala de curas de urgencias.

No tengo ningún hermano y a pesar de que cuando era pequeña pedía uno, descubres que recibir las atenciones de tus padres y de tus abuelos tú sola no está nada mal y más, si aunque tus padres no tengan más dinero que una familia obrera normal, tus abuelos están bastante bien situados y resulta que incluso se prestan a pagar tus estudios.

Así, gracias a ellos, fui a una " preciosa y encantadora " escuela privada y de ahí a otro más maravilloso lugar para " pijos " llamado instituto, en el que a las que no nos apetecía ser animadoras casi nos tenían marginadas y más, cuando como hobby ayudas a la gente a aprobar ciencias..

La universidad al menos, me sirvió para hacer cosas normales a esa edad como salir de fiesta, conocer a chicos y eso sí, estudiar hasta que no podía más y caía rendida sobre un libro, teniendo sueños más bien incómodos o pesadillas de esas en las que descubres que vas a un examen pero llegar tarde, o lo haces en pijama o está en un idioma del que no tienes ni idea. El tener una de las mejores notas de mi promoción cuando acabé me abrió las puertas de un doctorado bastante curioso, pues me ofrecieron el poder estudiar y atender a los pacientes de uno de los programas espaciales y mi publicación a costa de ello en una revista científica gustó a los entendidos, cosa que me hizo ganar muchos puntos y de ahí, sin saber demasiado bien como, acabé en la situación en la que ahora nos hayamos, en mitad del espacio, en una nave espacial y tratando de resolver ciertos problemillas que teníamos entre manos.

 

Tom Miller

De padre y madre ingenieros, Tom siempre tuvo claro su profesión. Su padre trabajo como ingeniero armamentístico para el ejercito en Francia hasta que se produjo la reunificación. Su madre, catedrática en aeronaves y vehiculos espaciales por la universidad de Toulose, le inculco una gran pasión por los aviones y en especial los vehículos de propulsión espacial.

Fue ingresado de pequeño en el colegio "Huerfanos de la armada", uno de los colegios mas prestigiosos de Francia, donde normalmente iban hijos de militares de alto rango y personas de alta relevancia. A los 16 años pasó a la escuela de suboficiales a cursar carrera militar para el ejercito del aire. A los 21 años se lincenciaba en el cuerpo de ingenieros del ejercito del aire (especialidad vehiculos espaciales) con un expediente brillante.

Fue destinado a Perpignan donde se encontraba la base europea de lanzamiento espacial. Colaboró en el diseño y desarrollo de nuevos sistemas de propulsión para motores cohete basados en hidrogeno, además de introducir notables mejoras aerodinamicas para la reentrada de naves espaciales en la atmosfera.

Cuando se destino a un grupo de hombres para llevar a cabo una de las misiones de exploración más importantes de la humanidad, fue escogido como oficial ingeniero en la nave Traveller.

 

 

Frank Elgyn

Frank nació en lo poco que quedaba de Rusia en los años que corren en medio de la fuerte y peculiar represión que surgió después de la caida del regimen comunista, por el bien del pueblo.

En medio del caos que surgió unas pocas familias consiguieron prosperar en medio del caos y la desesperación y a Frank, como único hijo nacido tras la muerte en el parto de su madre en extrañas circunstancias, tuvo una dura educación al principio, y en cuanto pudo fue internado en escuelas y posteriormente ingresó en el ejecercito, donde consiguió ver claramente su vocación.

El gran espacio y mandar un grupo de personas en la inmensidad de la nada.

Cuando se dió cuenta de esto toda su vida cambió y demostró finalmente interés por algo. Estudio y se preparó para alcanzar su meta... Ser un futuro capitán de nave interestelar.

Tras años de esfuerzo y viajes como segundo de abordo, consiguió su nave, la "Traveler" de la que se ha hecho cargo hace muy muy poco tiempo...