Tras la corta visita al salón de juegos, volvéis al salón principal donde no parece haber cambiado nada desde la última vez que estuvisteis aquí, para iniciar la búsqueda en otro punto de la mansión.
Odiaba ese salón con su decoración tétrica y el acuario presidiéndolo con aquellos malditos peces que parecían reírse de ellos. Odiaba aquella casa y odiaba al tío que les estaba haciendo aquello, sólo por el hecho de divertirse. Dakota siguió empujando la silla de ruedas sin fijarse apenas en el salón, donde los restos del pobre perro aún se podían ver. Tenían que seguir buscando, intentar encontrar el guante que les permitiera coger la llave. Pero había algo en el interior de Dakota que le gritaba que, aunque lo consiguieran, aquel individuo no los dejaría marchar tan fácilmente.
- Salgamos de aquí y miremos en otro sitio, Dwight.
- Sí Dakota, vayamos sin perder más tiempo -
Tras volver al salón nos dirigimos a la otra puerta del salón intentando esquivar los restos sanguinolentos del perro cruelmente asesinado.
Al salir del salón nos encontramos de nuevo en el pasillo y frente a nosotros vemos otra puerta que me dispongo a abrir...
Intento abrir la puerta de la sala etiquetada como cocina...
El salon vuelve a estar vacio
Entras en el salon principal rapidamente.Entras en el y a priori todo parece estar igual que cuando saliste de el por ultima vez. Pero algo te llama rapidamente la atencion. Sobre el sofa donde poco antes rebento el perro en pedazos puedes ver unas tijeras de podar.
Alguien las habia dejado alli, pero... ¿Quien?
Antes si quiera de poder contestarte a ti mismo a la pregunta de quien seria el responsable de que esas tijeras estubieran ahi, una vez mas la voz retumba en tus oidos... Ves esas tijeras de podar?, pues bien, cogelas.
La voz enmudece, dando la sensacion de que esta esperando a que realices la orden que te acaba de dar para seguir hablando.
Llego al salón y observo los rastros de sangre y carne del perro repartidos por todos los rincones del salón, este recuerdo lo había borrado de mi mente, aún así las ganas de vomitar vuelven a mi cuerpo y me aguanto una arcada para no forzar más mi estómago.
Una vez que me he recuperado, observo con detenimiento si algo ha cambiado, si hay algún objeto que nos pueda valen, cuando mi mirada se detiene encima del sofá dónde ahora se encuentran unas tijeras grandes, de las que utilizan los jardineros para podar. Y en ese momento la voz del psicópata retumba en mis oídos, para que las coja.
- Ya las tengo, y ahora que quieres que haga con ellas?
Que crees que te voy a pedir?... pregunta la voz alegremente mientras disfruta el momento.
La voz del psicópata me contesta al momento, y parece que quiere jugar.
- Sinceramente, no me lo planteo, que quieres que haga con ellas.? No iba a permitir que jugará más con nosotros.
De momento cogelas y llevalas contigo alla donde vayas... dice la voz en un tono autoritario.
Escucho las palabras que suelta el psicópata y cojo las tijeras con mi mano derecha. Recuerdo a lo que había venido, y me dedico a buscar en el salón algo que nos pueda ayudar a escapar y si hay algun objeto o se ha movido algo (salvo las tijeras) desde la última vez que estuve aquí.
Tras una exhaustiva búsqueda en el salón desistes de seguir buscando ya que en el lugar no parece haber nada parecido a lo que os hace falta para poder romper el azulejo.
Con las tijeras de podar en la mano, noto su peso, que es demasiado, salgo de nuevo al pasillo y dejo el salón a mis espaldas.