Partida Rol por web

Habían tenido que dejar atrás a varios de sus compañeros, pero no tenían tiempo, aunque Mordrak se sintiera mal por ello no podía pensar en ninguna opción mejor - El hechicero y el estaliano - Grito Mordrak explicando quienes eran por si no conocía los nombres el vigía.

La guerra estaba construída sobre los cadáveres de aquellos que daban su vida para que un fin superior y justificado sirviera como los cimientos de la paz, en los que una nueva generación pudiera convivir tranquila.

Bien sabían todos que, aunque siempre cause dolor, dejar a los compañeros a su suerte era uno de aquellos tributos. Avanzásteis hasta la siguiente calle, deslizándoos por ella mientras al otro lado de las casas los aceros entrechocaban en una rítmica canción funesta.

La calle acabó dando paso a otra mas amplia, donde tan solo unos metros mas allá, la muralla exterior de la ciudad se alzaba cerrándoos el paso. El portón este de Hagendorf permanecía abierto. Las cenizas de los edificios salían de vez en cuando por la puerta mientras las llamas y el calor arrastraban corrientes de aire caliente. Era literalmente, lo mas parecido al infierno que habíais visto en vuestra vida.

El portón estaba en línea con la calle paralela donde luchaban desesperadamente vuestros compañeros. Únicamente esperábais poder pasar sin que os vieran los norses. 

Marius miró a Ellidor y asintió con la cabeza. Sabían lo que tenían que hacer y era el momento de hacerlo. El gladiador salió corriendo, pegado a la pared para tratar de nos ser visto. Se movió como una gacela, pasando totalmente desapercibido, no obstante, nada más llegar frente al portón, le asaltaron las dudas. El fuego y los norses por todos lados, le hicieron detenerse un instante. Un instante en la que el miedo asaltó su corazón.

- ¡Ellidor! - Miró atrás y llamó la atención del elfo. - ¡No te separes de mi! - Le ordenó.

Los norses que quedaron de guardia en los barcos se habían dedicado a romper, partir y destrozar todo cuanto tenían al alcance, como si el hecho de no derramar la inocente sangre de los humanos de aquella ciudad los corroira por dentro.

Cubos, destrozados, barcas, remos, cajas y redes de pesca. Nada se había salvado de su ira mientras sus compañeros segaban vidas. 

Frunciste el ceño, emitiendo un leve gruñido de disgusto al ver tu plan frustrado. Te diste la vuelta pensando en como de grueso seria el muro de la ciudad para abrir una brecha en él cuando un ruido llamó tu atención.

Era madera chocando contra el muro de piedra del puerto. Las olas la empujaban una y otra vez produciendo ese ruido. Frunciste el ceño de nuevo dando la espalda a ese montón de madera cuando, de repente, una tabla cayó al agua. La tabla había dejado un hueco donde podía verse el lateral de una embarcación. ¿Sería posible que los atacantes en su ciega furia de destrozar cosas hubieran tapado de escombro un bote?

Alzaste las cejas pensando en la ironía de la situación y q la propia destrucción hubiera salvado una pequeña barca para ti. 

Te pusiste manos a la obra y al quitar todas las tablas de cajas, barriles y cestas para cangrejos hallaste un bote con dos remos. Parece que Grumgnir estaba de acuerdo con tu plan. 

El soldado apartó la ballesta mirándoos durante un instante para comprobar la veracidad de vuestras palabras. 

Al verle la cara lo reconocisteis de inmediato, era uno de los heridos después del ataque de las arpias. Sus heridas eran tan graves que tuvo que quedarse bajocubierta en el asalto de los no muertos. Si él estaba de guardia, significaba que solo encontraríais allí a aquellos tullidos sin oportunidad de moverse o luchar. Las palabras del compañeros os confirmaron vuestras dudas. 

-El alto sacerdote marchó con un grupo para limpiar las calles y encontrar una forma de entrar en la fortaleza. Se fueron por ahí, por esa calle principal.- Dijo señalando una calle entre dos casas en llamas. 

El elfo dejo que Marius avanzara primero y contempló lo fácil que este pasaba, esperando que nadie les observara y rezando a los dioses para que los ayudaran en su misión. Un momento luego, ya con el gladiador al otro lado, el elfo salio disparado en su dirección, mas se reprochó por la tontería de no guardar su arco en caminos tan poblados de obstáculos... Su arco dio contra una caja mientras se movía la cual cayó al piso realizando un poco de ruido.

Al llegar al portón, observo a su compañero algo preocupado y le dijo -Creo que un elefante lo pudo haber hecho mejor que yo, mi estimado-

Buri observaba el bote meciéndose y se acercó a él con todo el silencio que podía mantener. Infló el pecho y saltó sobre él para luego desatar la cuerda que lo sostenía. Se cubrió con una manta y procuró mantener algunos tablones de madera cerca para que nadie sospechase y empezó a remar. No tanto como para ser notado si no lo suficiente como para poner el pequeño transporte en marcha, cada tanto tiempo empezaría a dar una que otra remada para fijar el curso del bote y si era necesario se recostaría y cubriría con la manta colocándose el escudo a la altura del rostro. Nunca podía saberse si el enemigo podría sospechar de él.

Así tardo un largo pero efectivo rato en llegar al puerto viejo. Ya había entrado a la ciudad, ahora tenía que llevar a cabo la primera fase de su plan.

Solo quedaban heridos en el barco, por lo que aquí no había nada que hacer, por lo que no nos quedaba otra que buscar por las calles, "Vamos, Mordak, cuanto mas tiempos perdamos hablando con el vigía, mas posibilidades hay de que estos bastardos puedan matar a Alförd" le digo a mi compañero, "gracias a vuestra merced, que myrdinia evita que caigáis en esta batalla"

Marius se quedó petrificado al llegar a la altura del portón, con los ojos muy abiertos como platos. El elfo le siguió a la zaga, pero su prisa por pasar desapercibido fue lo que le perjudicó en la carrera, tirando una caja y llamando la atención de un par de los norses que esperaban detrás, poder entrar a una lucha ya ganada. Sus gritos alertaron a los demás y aunque no todos comenzaron a perseguiros, cuatro de ellos comenzaron a gritar obscenidades sobre lo que harían con vosotros cuando os cogieran.

Y no era para menos. Pues cuando Eldillor llegó a la altura del gladiador humano, su voz tembló intentando pronunciar una plegaria a su dios. Pues clavado boca abajo en el portón, con puntas de lanzas rotas en tobillos, muslos, y muñecas, se encontraba el cadáver desnudo y decapitado de un humano de Hagendorf rodeado de cabezas también humanas, que gritaban sus sufrimientos en silencio, retorciéndose en sus picas. Los pies y manos del cadáver coincidían con las esquinas de un infecto octógono rodeado de moscas y pintado con la propia sangre del muerto mientras las tripas le caian sobre el pecho estremeciéndose como si de un nido de culebras se tratara.
El octógono estaba rodeado de símbolos arcanos que de solo mirarlos el valor y la esperanza abandonó vuestro ser. No solo era un recordatorio para aquellos que quisieran aventurarse contra el caos, sino que una magia negra manaba de aquella puerta, creando una especie de aura de miedo en la ciudad.    

Oís pasos detrás vuestro y unas risas bravuconas.

-¿Que sucede? ¿tenéis miedo de nuestro poder?- Las risas de los cuatro norses retumbaron en vustros oídos amplificadas sin duda alguna por el poder del caos.
-Parecen corderitos en el matadero.- Se burló uno.
-Quiero comer sesos de elfo, nunca he comido los sesos de un elfo.- Dijo otro con ansia en la voz.

Los brazos de los guerreros tenían pústulas y alguno parecía tener garras en vez de manos. Estaban mutando por el contacto con el caos, y si os tocaban... aunque posiblemente tocaros era lo menor que podían haceros ahora mismo. 

La barca comenzó a deslizarse por el agua lentamente mientras el reflejo de las llamas la tiznaba de naranja. La ceniza comenzaba a caer sobre la manta que te cubría, mientras tus ojos buscaban la zona más tranquila del puerto donde atracar.

- Ningún miedo... - Dijo más para si mismo que para los caóticos seres que le habían preguntado.

Marius desenfundó su mangual y miró a Ellidor con la esperanza de que estuviera de su lado. Combatir a cuatro norses él solo no era una buena idea, mas si se sumaba al combate su buen amigo elfo, podía ser que lo lograran. De ellos dependía encontrar la zona en la que se produciría el ataque en ayuda de los defensores de Hagendorf y si se retrasaban, o peor aún morían, la estrategia fallaría y eso era algo que Marius no penaba consentir.

El gladiador comenzó a hacer rodar su mangual por encima de su cabeza y lanzó un golpe de advertencia. En un principio quería que fuera un ataque real, contra uno de aquellos seres, pero se precipitó y no llegó a alcanzar a su objetivo. No creía posible que aquel burdo intento ahuyentara a sus atacantes, pero al menos les habría dicho que él, no se amilanaba ante nadie.

Os internáis tras la pista del sacerdote por la calle que os han indicado. Las llamas comienzan a devorar el tejado de la primera casa de la izquierda convirtiendo el pequeño barrio del puerto nuevo, poco a poco, en un lugar donde es mejor no quedarse. 
Seguís llegando a un cruce de calles cuando una voz, débil, os pide ayuda.

Una mujer mayor intenta desesperadamente gritar, pero su boca solo traga humo. Las llamas avanzan rápidamente hacia ella, atrapada entre unos tablones cuando el segundo piso se desplomó sobre ella. Llora desconsoladamente al ver la muerte avanzar con su lengua de fuego. El humo casi asfixia sin entrar en la derruida casa. 

Aunque sabía que Ellidor no podía defenderse así como se encontraba debido a su estabilidad mental, Marius consideraba que era más importantes tratar de acabar cuanto antes con aquellos norses. Si le daba un buen golpe a uno de ellos, podría acabar con él y dedicarse a aplastar el cráneo del segundo instantes después.

Sin embargo, al lanzar su mangual contra su atacante, falló. Por escasos centímetros, pero falló. Ahora solo le quedaba tratar de defenderse y ayudar Ellidor a salir de su ensimismamiento.

- ¡Vamos compañero, el reacciona! - Le gritó tratando de que presentara batalla.

Mordrak corría por las ardientes calles de Hargendorf, durante unos instantes se detiene a la mujer, en ese momento mira a su compañero - No podemos pararnos a salvar a todos, salvara  una anciana podria costar d¡cientos de vidas, o las de nuestros compañeros, iiVAMOS!!

El hechicero echó a correr sin detnerse a mirar atrás, la decisión de Mordrak casi parecia aterradora, estaba claro que su actitud resultaba imperturbable.

No había esperanza para la pobre anciana, la cual estaba ya en grave peligro y apenas había opcion de salvarla, por lo que lo unico que podía hacer era desearle que su viaje al campo de Morr fuera lo mas leve posible, "Vamos y intentemos acabar con este asalto y con esos hideputas de una vez por todas" le digo a mis compañeros.