—Uno de nosotros debería de quedarse aquí—apuntó Fausto—. Si recibimos un mensaje deberíamos recogerlo nosotros directamente. Por seguridad. Kilian no puede ser, el no es uno... así que las opciones se reducen.
Ambroos y Fausto no habían aceptado de muy buena manera el hecho de que Kilian supiera la verdad sobre la Orden sin ser caballero. Por suerte, eso tampoco había sido un impedimento para iniciar el viaje, y poco a poco el joven guerrero había conseguido aplacar un poco a sus dos nuevos compañeros para que al menos se respetasen. Siempre y cuando no se hablase sobre el tema.
—¡Ni hablar!—dijo rabiosa—¡No voy a quedarme siempre atrás esperando a que vosotros lo hagáis todo! Voy a ir a por ese Barón tanto te guste como no.
—Bueno, si tantas ganas tiene de morir déjala Brent. Si intentas dejarla aquí nos seguirá y nos meteremos en un problema.
Eso reducía las opciones a dos: Ambroos o Fausto.
- Te recomiendo que no la infravalores –respondió Kilian como un resorte al comentario de Ambroos en un tono serio mientras no apartaba la mirada de la jarra de cerveza.
- Este territorio es tan grande que estoy seguro que esto no será cosa de una única incursión, por lo que, habrá oportunidad para todos de quedarse aquí esperando noticias – dijo el guerrero, que levantó su mirada para dirigirla a los allí presentes. – Así que hay que confiar en los compañeros porque… no hace falta decir que cuando alguno de vosotros tenga que quedarse aquí, no será tan irresponsable como para abandonar su cometido –apostilló con tono socarrón.
- Además quedarse aquí descansando, comiendo y bebiendo tampoco parece un mal plan. Aunque creo que una posta en medio de la nada rodeada de un territorio de bandidos tampoco parece el sitio más seguro.
Tras eso, tomó la jarra y bebió hasta finalizar con su contenido. Exhalo un suspiro y la soltó en la mesa. Deseaba que Erin estuviese a salvo más que ninguno de los allí presentes, pero sabía que era su deseo participar, y era mejor para todos si Erin sentía que todos confiaban en ella en cualquier incursión. La desconfianza solo provocaría la duda y eso la pondría en peligro, y eso es lo que Kilian quería evitar a toda costa.
—De momento te quedas tú Ambroos—zanjó Brent mirando molesto al hombre de la perilla—. Y no vuelvas a dirigirte así a mi hermana. ¿Entendido?
—Deja de darme órdenes como si estuvieras al mando Brent ¿Entendido?—replicó imitando su tono— Ya tenemos suficiente con que tu hermana y tu amigo sepan más de lo que deberían, así que lo mejor que puedes hacer es agradecer que hayamos dejado pasar la situación, dejar de pavonearte y cerrar el pico.
Brent, furioso, se levantó de la silla como si tuviera un resorte.
—¿Cómo te atreves? Mi hermana tiene más derechos de los que...
—Basta.
No había sido un grito ni una exclamación. Casi podría haber pasado por un susurro, pero tampoco lo había sido. Ni tampoco había nada mágico en sus palabras. Esto formaba parte del oscuro magnetismo de Fausto. Cuando él hablaba, le escuchaban, quizás porque el semielfo siempre daba la sensación de que a su lado, algo malo iba a pasar en cualquier momento.
—No pienso salir ahí fuera con vosotros dos ahora mismo. Así que como necesitamos a Brent te quedas aquí Ambroos. Además me parece que tampoco te hace mucha gracia viajar por una tierra maldita, ¿cierto?
Ambroos se encogió de hombros, cogió su jarra y la dirigió hacia Fausto.
—Como gustes, herr semielfo.
La situación se había puesto tensa, instintivamente tenía uno de sus puños apretado. Aunque se estaba acostumbrando a sus nuevos compañeros, sus formas en ocasiones le crispaban. Brent solo había sacado la cara por su hermana, pero al menos a él le valía. Lo que le dijeran a él le traía sin cuidado, estaba ya acostumbrado por las muchas batallas dialécticas que había mantenido con Hem o con el mismo Brent en el pasado.
Sin embargo, le parecía que aquellos se iban a poner a sacar temas de su hermandad, y Kilian había aprendido en todo este tiempo que era mejor alejarse de aquellas conversaciones para que Erin o Brent no tuvieran que soportar ningún tipo de recriminación. Así que Kilian, se levantó y dijo a los presentes:
- Me parece que hay cosas de las que querréis hablar sin mi presencia, así que me voy a la barra, estaré allí si me necesitáis.
Se dirigió a la barra, se sentó en uno de los taburetes y con un tono de voz que denotaba cansancio y cierta tristeza, le dijo a la mujer de cabellos rubios: - Hola, ¿Me pones otra jarra de cerveza por favor?
La mujer de cabello rubio le sirvió una cerveza a Kilian, pero el joven guerrero se la tuvo que beber bastante rápido, porque Brent, Erin y Fausto no tardaron en levantarse de la mesa con la intención de comenzar la exploración. Al menos de momento, Ambroos se quedaría en la Posta a la espera de novedades.
Una nueva aventura comenzaba. ¿Qué les depararía el futuro?
Kilian continúa aquí.