Partida Rol por web

Ante la respuesta de Fausto, Kilian indicó:

 - Ahí estas en lo cierto. Sea como sea siempre que se produjera tal encuentro, en el caso de que el príncipe consiga esos apoyos, nos dejaría en franca desventaja.

Y tras la nueva intervención del brujo, añadió:

- También estoy de acuerdo en eso. Antes o después ese grupo afectará directamente a nuestro propósito. Con lo cual, quizás lo mejor sea al menos, neutralizar ese posible aumento de huestes a su causa. Quizás allí hasta podamos sacar alguna pista del paradero del barón.

Tras decir esto último se quedó en silencio. La idea de que los trasgos se unieran a ellos no le terminaba de convencer, tenía cierta inquietud sobre la posible volatilidad de un acuerdo entre ambos grupos.

—Conclusión, nuestro destino pasa por lo que ocurra entre los trasgos y los kobolds—zanjó Brent—. Está decidido entonces, Ambroos, ¿sabrás llevarnos a ese sicomoro?

—¿Voy a tener que ir con vosotros?—preguntó Ambroos con fastidio—Con lo a gusto que estaba aquí bebiendo y comiendo. Bueno vais a contarme que pasa con Erin.

—Nuestra compañera ha decidido ayudar a ese sacerdote de Elgafar con el que está hablando en una misión sagrada.

—¡Estarás de coña!—exclamó con asombrsorna, pero al ver la expresión malhumorada de Brent relajó el rostro—Mejor no tocar el tema, ¿no?

 - Mejor céntrate en pensar cómo salir airoso de lo que se nos viene encima en ese sicomoro –dijo Kilian intentando desviar el tema de Erin para que Brent no entrase en cólera y, sobre todo, para que no le afectase a el mismo. Aunque instintivamente, acabó mirando hacia la mesa donde ella y Jonas conversaban.

 - En fin, ¿Supongo que saldremos como muy pronto mañana no? –preguntó con la misma intención que su respuesta anterior y con la de saber de cuánto tiempo disponía antes de la próxima expedición.

—Teniendo en cuenta que el tiempo juega en nuestra contra, deberíamos salir después de comer y habernos aprovisionado.

- Comprendo –respondió Kilian al cual la salida tan prematura, aunque esperada, no dejaba de disgustarle pues esperaba poder tener más tiempo para hacer ciertas cosas que tenía en mente.

Se levantó definitivamente de la silla, miro de nuevo hacia la mesa de Erin, pues no tenía la intención de marcharse sin hablar con ella antes, y dijo:

- Si eso es así, supongo que antes tendremos que aprovisionarnos bien. ¿Podremos hacerlo aquí mismo? –preguntó con la intención de ir a por esas cosas.

Astrid, la mujer de Guntar comenzó a sevir la comida, y Erin volvió con el grupo para comer. Como era de esperar, Jonas se había mostrado receptivo a que la mujer se uniera a su empresa. E Intentarían convencer a la elfa y al enano para lo mismo. La decisión estaba tomada y ni siquiera Brent iba a hacer nada por cambiarla. Fue una comida silenciosa y tensa.

Tras la misma Erin se levantó para salir a estirar un poco las piertas y Kilian poco después, fue a encargar las provisiones a Guntar. Después también salió del local, dónde se encontraba la joven Lutt.

—Kilian—la saludó con una sonrisa—. ¿Os marcháis ya?

Salió de la posta con cierto nerviosismo y guardando con fuerza algo en su puño. Pero pronto se disiparon al ver a Erin sonriéndole.

- Si –respondió con una sonrisa plena el guerrero. - Ya sabes, esto es una prueba contrarreloj y llevamos más desventaja que los demás.

Dio unos pasos más y se acercó a donde se encontraba ella para continuar diciendo:

- A mí particularmente me hubiese gustado esperar un poco más, quizás a que estuviésemos recuperados del todo… o al menos a poder haber dormido en una cama y darme dos buenos baños –bromeó haciendo un divertido gesto con la cara de resignación.

- Pero bueno, la verdad es que no es eso lo que más voy a extrañar –dijo con tono distendido. - Por eso, me gustaría que tuvieras esto.

Y agarrando la mano de la espadachina, Kilian dejó caer sobre ella lo que había estado guardando en su puño. Ella ya lo había visto con anterioridad y sabía de la importancia del mismo para él. Se trataba del colgante que le había dado la madre de Kilian a su hijo.

Cuando Erin volvió a mirar a Kilian este prosiguió diciendo:

- ¿Sabes? Desde que me lo dio no me he separado de él en ningún momento y siento que me ha estado protegiendo hasta ahora. Es todo el recuerdo que tengo de mi familia, pero… – Kilian empezaba a notar como el tiempo se iba ralentizando a cada instante y sus palabras consigo. - Ahora necesito que te proteja a ti… tú eres tan importante como ellos para mi… porque… te quiero Erin.

Lo había dicho, sentía que seguramente era lo más complicado que había hecho en su vida. En su pecho, su corazón latía a una velocidad como nunca lo había hecho. Y aunque su mayor deseo era besarla, se había quedado impasible esperando cualquier gesto o reacción de ella.

Erin se ruborizó al escuchar las palabras de Kilian y sus ojos se humedecieron.

—Kilian yo...

¿Se iba a echar a llorar? ¿Acaso iba a rechazarlo? Incluso Dunkel en ese encuentro hace tanto tiempo en el Sincasíos ardiente le había dicho que por qué nunca había retozado con ella. ¿Acaso ella sólo lo quería como un hermano? La joven cerro los ojos, sacudió la cabeza y después miró a Kilian sonriendo. Entonces cogió el colgante y se lo puso en el cuello, mientras no dejaba de sonreír.

—Asegúrate de volver con la cabeza de ese barón, ¿vale? —le dijo con voz firme—. Yo liberaré ese templo maldito y entonces nos... ordenaremos caballeros.

Era normal que lo dijera en voz baja, a fin de cuentas los Caballeros de la Hidra estaban perseguidos en Almeia.

Entonces, Erin besó a Kilian.

Cuando Erin comenzó a hablar, pudo notar como todo su cuerpo se iba tensando, como si se contrajera queriendo hacerse más y más pequeño. ¿Qué era esa sensación? ¿Por qué ella tenía los ojos llorosos? Su cabeza no podía dejar de dar vueltas como si se encontrase en el ojo de un huracán, su corazón aumentaba el ritmo de sus latidos con cada segundo que pasaba y el solo mantenía la sonrisa hasta que ocurrió.

 Se estaban besando. Su primer impulso fue pasar el brazo por su espalda y poner la mano sobre su cuello, no quería que ese momento terminase. Y notó que, a pesar que había tocado millones de veces a Erin en los entrenamientos, aquella era una sensación completamente diferente a cualquiera de las anteriores. Lo había hecho con tal firmeza y delicadeza como si tuviese ante él el mayor de los tesoros. A su vez, todo lo que estaba sintiendo anteriormente fue sustituido por una ola de calor que lo recorrió de arriba abajo inundándolo de júbilo.

 - Dalo por hecho –le respondió Kilian con una sonrisa de absoluta felicidad una vez que el beso se acabó. - Estoy deseando que llegue ese momento.

Se quedó un instante en silencio mirándola a los ojos. Bajó el brazo que tenía en su espalda, para volver a coger la mano de la muchacha y estrechársela con ternura. Kilian podía contar con los dedos de una mano los momentos felices de su vida, aquél sin ninguna duda, era el mejor hasta el momento.

 - Así que ya sabes. Vuelve sana y salva porque me debes una buena historia –le comentó en tono de broma en referencia a cuando le conto la suya. - Y estoy deseando que me cuentes con pelos y señales todo lo referente a ese templo.

Parecía que el guerrero no tenía nada más que decirle a la joven, y que era ella la que debía retomar la conversación cuando como si se hubiese acordado de algo le dijo:

- Ah y una cosa más... –y se hizo un silencio en el que aprovecho para besarla. – Uno para el camino de ida y otro para el de vuelta –le dijo sin dejar de sonreírle.

Sonriendo, Erin se metió en la Posta mientras que Kilian se quedó un rato más fuera. Ahora era más importante que nunca acabar cuanto antes con el Barón Proscrito, porque eso sin duda signficaría volver a verla. Y eso era algo que el joven guerrero ahora quería más que nunca.

Poco después salieron Brent, Fausto y Ambrose. La hora de volver a internarse en las Tierras Sin Señor había llegado.

Kilian continúa aquí.