Partida Rol por web

Llevas semanas obsesionado con la chapita con el símbolo de los tentáculos: es un símbolo que no habías visto nunca, durante estas semanas has ido de casa de empeños a casa de empeños, preguntando aquí y allá sin obtener ningún resultado.

Contactaste con un anticuario llamado Böchum, un sueco- alemán residente en Boston que además se da la circunstancia que es propietario de una casa de empeños en la ciudad, en la 45 con la 4º Avenida. Una zona realmente mala , de las peores de la ciudad. Lo cual dicho sea de paso, te extraña ¿ por qué una persona de la posición social del tal Böchum cuyas cartas denotan que se trata de una persona cultivada de buena familia va a tener la casa de empeños en un barrio tan malo ? ¿ es que quizás tenga algo que ocultar ?

En eso mismo piensas cuando el taxi para en la puerta del local, tras pagar el taxi y dejar una pequeña propina para que el hombre de pelo sucio te espere, pones un pie en la calle que hiede a basura - sólo hay que ver las aceras circundantes - y para colmo lleva una semana sin llover, lo cual es muy inusual en esta época del año en Boston.

A tu izquierda ves a un tipo tirado en el suelo bocarriba ¡ tiene un agujero de bala en el pecho ! entonces ves la palidez de su cara, el tipo te sonríe y te hace una mueca burlona señalándote la puerta de la casa de empeños, te das cuenta de que estás ante otra de tus visiones, las cuales llevan acompañándote desde que tienes memoria.

Sin más preámbulo y tras mirar el cielo y comprobar que hoy tampoco lloverá, abres la puerta y entras en la casa de empeños.

El aire del interior está viciado- como si hiciese mucho que no se abriesen las ventanas para ventilar el local -y la habitación se encuentra medio en penumbra. Tanto el suelo como las paredes están forradas de madera y en el centro hay un mostrador, también de madera. Por lo demás, la habitación está vacía. Otra incongruencia ....

¡ Ah sí !

En el centro del mostrado hay un reluciente timbre dorado.

¡Ding... ding, ding...! ¡Ding... ding, ding...!

La campanilla sonó varias veces rítmicamente. Su sonido claro y alegre contrastaba con la sordidez del lugar; el barrio, la calle, la fachada de la tienda... lo que a Nigel le puso de buen humor al instante. Normalmente ese tipo de artilugios eran más habituales en hoteles, alguna oficina elegante o en definitiva algún lugar donde cualquier ruido suele ser tomado como una clara agresión al escrupulosamente rancio ambiente que se respira. Pero allí daba igual... se podía hacer ruido. Qué demonios, se debía hacer ruido. Aquel lugar era sucio y hosco... como borroso. Un sonido prístino despejaría ese aire opresivo que se respiraba en varias manzanas a la redonda.

- Vendrán enseguida... - dijo Nigel en voz baja como tratando de convencerse.

Mientras esperaba comenzó a pasear por el local observando las estanterías como si estas no estuviesen vacías. En realidad le fascinaba el hecho de que una casa de empeños no estuviese literalmente forrada de todo tipo de chismes pseudo valiosos atesorando varias capas de polvo. Eso la hacía diferente.

Un hombre aparece en el umbral de la puerta que da a la trastienda, es un tipo muy muy alto ojos azules, pelo muy largo y una larga barba rubia. Está claro que no es de estos lares... supones será el señor Böchum pues sus rasgos germanos son inconfundibles.

El hombre al verte se muestra curioso y mirándote de arriba a abajo pregunta

- ¿ Qué hace un tipo como usted en este barrio ?

- Aiiiiih... - Nigel no pudo refrenar un leve chillido de felicidad. Su boca se abrió de par en par en una sonrisa enorme llena de dientes y sus ojos se desorbitaron al ver a aquel hombre de aspecto extravagante.

- Señor Böchum... ¿Böchum...? Es usted... ¿verdad? Sí... claro que lo es. ¿Quien si no... verdad? No es... quiero decir... para nada como yo hubiera imagi... vaya, ¡menuda barba!

De nuevo Nigel se paró como para volver a observar al cabalero. Sonrió de nuevo e hizo el gesto de señalarse a sí mismo como si hablara con un nativo africano que no entendiese su idioma.

- Yo... Nigel Guuildford. Soy Nigel... ¡pero bueno! Mi querido Böchum... que alegría. Con todo lo que hemos hablado sobre la insignia de... bueno ya sabe, ¿verdad? ¿Y ahora...? El uno frente al otro. ¿Cómo le va?

Nigel paró en seco su verborrea e hizo como si acabara de acordarse del verdadero motivo de su viaje. La insignia... del pequeño maletín de médico que llevaba sacó una diminuta cajita y en su interior, envuelto con un pañuelo de tela más bien barata, estaba el objeto.

Nigel volvió a sonreír como si lo hubiese descubierto de nuevo.

- Ah... ¿qué le parece?

Al principio parece estar sumamente desconcertado, las cartas no estaban escritas a la manera Nigel hablando y  por lo tanto Böchum no sabía que le faltara una tuerca, aunque sí había detectado algo raro. En cualquier caso eso daba igual, pues el Doctor Nigel era uno de los mejores Psiquiatras del país y además ostentaba una chapita de candidato por lo tanto era perfectamente apto para iniciarse en la logia.

Abre los ojos y sonríe al ver la chapita , con la mano derecha se rasca la barba y sin dejar de sonreir mira al doctor y le palmea el hombro

- Doctor Nigel permítame decirle que he leído alguna de sus tesis y creo que toda felicitación es poca, también compré hace unos meses y leí casi del tiró su libro Hombre: ¿ Animal bipolar? , me imagino que si viene a verme con la isignia del Crepúsculo de Plata ... me hace usted un gran honor, estaré encantado de ser su padrino en la ceremonia de iniciación y estoy convencido de que un hombre de sus aptitudes llegará a maestro en menos de un año

- Magnífico...! - espetó Nigel sin definir muy bien a qué se refería. El británico parpadeó un par de veces con ojos atónitos. El Crepúsculo de Plata... ¿qué demonios sería eso? Sonaba como un club de caballeros y el amabilísimo Böchum hablaba de apadrinar su ingreso. De un modo o de otro, después de un viaje tan largo era absurdo plantearse regresar a la repugnante y rancia Inglaterra. Aquello era Boston... los Estados Unidos de América. Santo cielo, aunque los tiempos de los primeros colones ya hubiera quedado muy atrás sin duda seguía siendo emocionante respirar ese aire nuevo cargado de oportunidades.

- Aiiih... - de nuevo aquella especie de sonido leve y chirriante que denotaba entusiasmo en Guildford. - ... me encantaría brindar por... bueno por... nuestro reencuentro. Ya sabes... ¿una copita de jerez? Seguro que guarda una botellita en algún lugar de este establecimiento o... claro... lo mejor sería... ¿algún local de... confianza? Esto de la ley seca tiene que ser un incordio. Si. Lo es... por supuesto que lo es.

De nuevo Nigel perfiló otra vez su sonrisa lobuna cargada de dientes.

- Pero Böchum... Böchum, Böchum, Böchum... cuénteme más cosas de ese... Aunque sea secreto que... digo yo, seguro que lo es pero, entienda mi estupefacción.

Sonríe y desparece un instante, apareciendo después con una botellita transparente de cristal muy fino - puede que de bohemia:) - que contiene un líquido marrón clarito inconfundible: Whiskey - No podrá ser una copita de Jerez, pero si no le importa, le ofrezco este whiskey MC´Stuarts de 18 años. Precisamente me dan botellas en la Logia, es el único sitio en que hay un buen whiskey en esta condenada ciudad. Allí nos reunimos y comemos, y lo que es más importante debatimos sobre ciencia y filosofía. De nuestra pequeña comunidad forman parte las cabezas pensantes más avanzadas de Boston: médicos, abogados, artistas, científicos, historiadores, filósofos... una auténtica delicia para la mente se lo aseguro. Pero todo eso usted ya lo sabe, pues  sino no tendría una insignia claro. Precisamente, la próxima semana va a entrar un nuevo miembro, podría usted ser aceptado ese mismo día. Intercederé por usted y haré de su padrino, la ceremonia no es más que una mera formalidad en la que usted jura defender los principios de nuestra hermandad y jura no hacer ningún acto indecoroso impropio de caballeros.

- Oh... no, no, no... eso nunca. Los caballeros tenemos una deuda para con la sociedad... tenemos que servir de faro para iluminar el camino correcto a las masas. Como... bueno pues, como usted sin ir más lejos. Como esta botella... magnífica por otra parte. Como este lugar.

Nigel paseó la mirada de nuevo por todos los rincones del local... como si lo estuviese descubriendo ahora por primera vez. 

- Pero... ¿y su mercancía? Me encantaría que me mostrase sus tesoros. - rió como si hubiese dicho algo graciosísimo. - Santo cielo... si usted fuese una mujer parecería que le estoy pidiendo otra cosa. Qué divertido es usted Böchum... pero, ¿dónde están sus antigüedades? Me extrañó que su establecimiento se encontrase en este lugar tan...

El doctor hizo un gesto con las manos como buscando la palabra. Un término que no fuese demasiado ofensivo ni cruel para definir aquella sordidez.

- ... cochambroso. - Nigel volvió a sonreir buscando la complicidad de su anfitrión. 

Hace una mueca ante los comentarios tan directos de Nigel , pero no se lo toma a mal realmente sino que contesta educadamente pues pronto el psiquiatra será fráter - A decir verdad, esta zona es muy tranquila y discreta. Tenga en cuenta que mis mercancías son sumamente valiosas y extrañas, adquirirlas es sumamente difícil y a menudo hay gobiernos que no quieren que determinadas mercancías salgan de sus países y acaben en mi tienda y esos gobiernos a su vez dan a la lata al nuestro para que busquen y bueno... agentes de aduana me importunaban por eso me vine aquí.

Mira en derredor  - sobre las mercancías, he de decirle que hace relativamente poco vendí casi todas mis mercancías a gran parte de nuestros fráteres, en especial al gran líder John Scott el cual adquirió todo lo que no fue a parar a la mansión. - Mirando el reloj saca un pedazo de papel y te lo ofrece, al coger el papel y leerlo te percatas de que es una dirección - Si no le importa, tengo unos asuntos importantes que atender. Ahí tiene la dirección de la mansión de la logia. La ceremonia de iniciación tendrá lugar el miércoles, me alegro de tenerle con nosotros.

Nigel baja la cabeza y mira a un lado y a otro. La información que Böchum le da es de suma importancia y hace ademán de guardar el secreto. En voz muy baja comenta...

- Oh... entiendo. Malditos sean esos burócratas del gobierno...

Toma el pedazo de papel y lee la dirección. Parece que está muy bien ubicada la mansión. Sólo por el hecho de llamarla así ya suena de maravilla.

De repente regresa a un tono de voz más acorde a una situación trivial.

-  ¿Me pregunto dónde podré alquilar un smoking? Entiendo que... ya sabe cómo son estas cosas... la etiqueta es la etiqueta y la impresión es lo primero que queda y, claro, lo que dicen... no hay segundas oportunidades para una primera impresión. Ja, ja, ja... Me alojaré en el Boston Omni Parker House... aunque no tengo reserva. He venido directamente aquí, ¿sabe? Ardía en deseos de... bueno... lo dicho... conocerle. ¿No sabrá de algún lugar acogedor y sencillo? No me gusta la opulencia... - de hecho tampoco podía permitírsela.

Asiente mecánicamente

- A decir verdad, ya que va a ser usted uno de los nuestros , me sentiría muy honrado si se alojase en una de mis múltiples propiedades que poseo precisamente para estos menesteres, digamos que lo utilizo de piso franco para fráteres de fuera, ahora mismo está vacío. - rebusca en la trastienda mientras te grita desde dentro  - ¡no se espere gran cosa eh! estamos hablando de un pequeño apartamento pero al menos está limpio y tendrá usted una cama, un escritorio y un armario. Más que suficiente a ver dónde demonios las puse... aquí...no... humm.... ¡ Aquí están ! - sale de la trastienda con un manojo de llaves en la mano. - Tome son del número 27 de Gibbons St. Zona Este , 3º C. De todas maneras tiene la dirección apuntada en el llavero mire - efectivamente allí está la dirección.

- Bueno, bueno, bueno... Böchum. Es usted mi benefactor, mi amigo, mi padrino y a poco mi hermano. - Nigel sonrió de par en par. - Será más que suficiente... como ya le digo, y soy hombre de palabra... lo mío es la sencillez y el pragmatismo.

Nigel dudó durante unos instantes y finalmente abrazó efusivamente a su nuevo amigo.

- Bueno... pues... ya sabe dónde encontrarme.

Ahora le estrechó la mano agitándola rítmicamente.

- No le robo más tiempo y... eso... nada más. Hasta pronto...

Nigel salió de la tienda con los andares de un auténtico triunfador. Su reunión con el tal Böchum había sido un auténtico éxito. No sólo es que la insignia tuviese mucho valor, que lo tenía. Pero no a nivel de orfebrería o materiales preciosos... eso era la punta del iceberg. La insignia facultaba a su poseedor el acceso a una exclusiva asociación con los más influyentes librepensadores del nuevo continente. Un giro inesperado esa Hermandad del Crepúsculo de Plata. Sonaba rimbombante pero era prometedor y emocionante. El tipo de desafía que Nigel jamás osaría rechazar.

El taxi le llevó con presteza a la dirección del piso que Böchum le había cedido. No era ninguna mansión pero la zona era más que acojedora y, claro después de una celda en un Hospital mental, era como una mansión de tres plantas. La luz era agradable y las calles tenían árboles. De hecho todo Boston estaba lleno de abundante y frondosa vegetación... pero no al estilo de la vieja Inglaterra. En efecto, el apelativo de Nueva Inglaterra era más que acertado. Todo era como Gran Bretaña... pero mejor.

Nigel se quitó la ropa y extrajo el escaso equipaje que portaba en ella. Los cajones de la cómoda y el armario del dormitorio eran más que suficientes para albergarlo todo por lo que con teniendo un poco de cuidado la ropa no precisaría del trabajo de una planchadora. Así, completamente desnudo cerró las contraventanas haciendo que el piso se oscureciese tildad únicamente de una mortecina luz de un flexo eléctrico que reposaba sobre el escritorio. El hombre, de una delgadez nervuda y extrema, se arrodilló en el centro de la estancia. El salón tenía pocos muebles pero era amplio. Allí cerró los ojos presto a contactar con los difuntos. Si había algo qué debía saber sobre esa organización a la cual estaba a punto de pertenecer, estos se lo dirían. Los muertos no tienen secretos...

Y si eso no funcionaba (a veces los muertos eran caprichosos) siempre podía acudir a la Biblioteca Pública de Boston.

Como siempre que intentas contactar con los muertos, entras en un estado de trance en el cual un sudor frío recorre tu cuerpo desde la cabeza a los pies y todos tus músculos se contraen causándote una sensación mezcla de dolor y placer, hasta que como en cada ocasión mientras cierras los ojos notas un viento gélido que hace que tu carne se llene de puntitos asemejándose a la carne de una gallina desplumada.

Ese viento que no viene de ninguna parte del mundo de los vivos, tan gélido que sólo puede venir de aquel mundo, el mundo de los difuntos. Al fin tu llamada es escuchada y un hombre contesta: es un hombre de mediana edad de nombre BOB, por un momento atisbas su cara: tiene cara de simio, pelo largo y canoso y ríe como un poseso a después de cada palabra que pronuncia

-No jajajja es jajaja todojajaja lo que parece jajajaja ten jajajaja cuidado jjajaajjaa con la logia jajaajaja secretos jajjajajaa profundos jajajaja se esconden jajajjaa allíj jjajajjaa, granja jajajajjaja.

El enlace mental se corta bruscamente como nunca antes lo había hecho, es como si algo no quisiese que fueses informado , o dicha información fuera demasiado peligrosa incluso para los difuntos. Así que poco a poco vuelves al mundo material y piensa que después de todo, tendrás que dar una vuelta por los archivos.

Aquellos contactos eran perturbadores... la sensación de estar en las garras del mismísimo diablo oprimía el corazón y conseguía que se congelara el alma pero al volver, cuando ya todo había acabado, era habitual encontrarse a sí mismo con una monumental y molesta erección.

- Maldita sea... - replicó Nigel con fastidio.

Apenas se hubo incorporado se acercó al cuarto de baño donde consiguió lavarse un poco la cara y las axilas con agua fría. Eso debería bastar... y posteriormente se vestiría con su traje de tweed de saldo (inglés pero de saldo) para visitar los archivos de la Biblioteca. Aquello era terriblemente hipnótico... cautivante el modo en el cual la logia se mantenía oculta y a la vista de todos. Sin duda desde dentro hallaría una visión más fidedigna pero sin duda carente de perspectiva. Debía prepararse para estar dentro... debía saber todo lo que fuera posible sobre la Hermandad del Crepúsculo de Plata.