Aquel mensaje en su móvil era casi una puta sentencia de muerte. La habían identificado, le habían quitado su furgoneta y aquella especie de primogénito malkavian iba a ir a por ella. La iba a desenmascarar y le iba a cortar la puta cabeza. Era así de simple. La habían enviado al puto infierno a morir. Puta Denise. Puto Ministerio. Puta Mascarada. Putos todos. La estaban jodiendo como a una puta barata y mal follada.
Mireille se estaba poniendo nerviosa. Y cuanto más intentaba encontrar el camino sin éxito, más nerviosa se ponía y peor se orientaba. Notaba la Bestia rascándole en las venas, notaba la presencia ominosa del día cosquilleándole en la nuca, un recordatorio constante de lo que sucedería si no llegaban a la furgoneta a tiempo. Y cuantas más vueltas daban, más crecía esa sensación imperiosa que la impelía a darse prisa, a corretear con sus piernecitas cortas de niña.
Perdida la compostura, las puntas de sus pequeños y afilados colmillos asomaban entre sus labios. Porque también tenía hambre y cada vez le costaba más gestionar el hambre, la cercanía del día y la frustración acumulada durante toda la noche.
Y ese maldito dolor de cabeza.
Leyó los mensajes por encima, sin prestarles verdadera atención. No podía entretenerse con esas tonterías cuando tenían tanta prisa.
La llamada sí la respondió. Pulsó el botón rápido, con urgencia, y no esperó a escuchar a su interlocutora antes de hablar con prisa.
—Estamos intentando llegar. Vemos el edificio, pero está lejos. Estamos en la carretera, tomando el desvío. ¿Puedes salirnos al encuentro, s'il te plaît? Pero corre, corre mucho o no llegaremos.
Continúais caminando, mientras la voz da algunas indicaciones "Tratad de ir por la vía, veréis una furgoneta sin ventanas" dice, pero el pánico lentamente os obliga a caminar y casi a correr, con Clarisse detrás, empezando a alterarse también. La racionalidad da lugar al instinto, y pronto sentís como estáis a punto de salir corriendo como criaturas arrinconadas.
Os acercáis al edificio, os permitís sentir algo de esperanza, pero antes de celebrar, los primeros rayos del sol despuntan por el horizonte, y caen sobre vuestra piel. Mireille puede sentir el peso de su maldición y cómo su piel empieza a calentarse y a ebullir en horribles ampollas. Dahlia tiene la reacción de intentar cubrirse, pero incluso con ello, su propia dermis empieza a calcinarse y a emitir un humo blanco. El aire se llena de un olor desagradable a carne quemada.
El ruido de un motor parece romper el siseo de vuestro cuerpo quemándose, luego el sonido de una puerta abriéndose y la voz femenina gritando "entrad pronto". Ni siquiera tenéis que procesar aquellas palarbas, el miedo os invade y os arrojáis hacia la oscuridad del interior con Clarisse detrás, casi aullando de dolor.
Las manos y el rostro de Mireille dejan ver horribles quemaduras. Parte de su rostro parece haberse simplemente derretido y dejado unos horribles bordes negros aún humeantes. Sus manos parecen haber envejecido varios años, mientras horribles grietas en carne viva surcan su piel. Aún puede percibir el maldito calor del sol que se niega a abandonar sus nervios. Los brazos de Dahlia están igualmente quemados, puede sentir como la piel empieza lentamente a gotear desde el mismo, exponiendo músculo y tendón, sin que pueda ella evitarlo.
Pero aún estáis no-vivas. Las palabras de vuestra desconocida aliada resuenan desde la lejanía. "Quedaos quietas, os llevaré a un lugar seguro" mientras el motor del coche comienza a sonar y percibís que os movéis. Ha estado cerca, bastante cerca. Lo suficiente para sentir la sed de venganza de vuestras Bestias y el resentimiento instintivo que crece, dirigido hacia vosotras y vuestra falta de instinto de conservación.
Con dos turnos en el sol, habéis sufrido 4 heridas agravadas, estáis heridas (penalización de -2).
Adicionalmente Mireille ha ganado el defecto desfigurado hasta que se cure sus dos últimas heridas agravadas. Su apariencia queda reducida a 2 temporalmente y todas sus tiradas sociales tienen +2 a la dificultad.
Para intentar estar conscientes, necesitáis una tirada de FdV o de Humanidad, la que tenga reserva más baja. Cada éxito os da un turno para estar despiertas. Si falláis, os doy una acción reflexiva gratis (decir una palabra, acomodaros, etc) y la posibilidad de despertaros si estáis en peligros más adelante. Si pifíais, caeréis sin más, sin posibilidad a reaccionar a peligro diurno.
Podéis elegir fallar esta última tirada, usar la acción reflexiva y poder despertaros si percibís peligro real.
La Bestia. Rugiendo, amenazada. Aullando, desesperada. Dahlia la sintió, la sintió en su propia piel incluso antes de que esta fuera tocada por los rayos del sol. Al ver salir el sol, sus colmillos se desplegaron en un instinto de furia, en un instinto de protección fútil, que de nada servía. Contra el sol, ni su Bestia ni los colmillos la protegían, pero aun así se desplegaron con toda su longitud mientras el sol empezaba a quemar la piel de sus brazos.
Un rugido salió de entre sus dientes. Pero, extrañamente, al mismo tiempo que expresaba dolor con ese rugido, sus labios parecieron esbozar una pequeña sonrisita, como si estuvieran encontrando alguna especie de placer en esa cercanía de la muerte. Sus ojos, inyectados en la sangre que la alimentaba, parecían decir «odio y amo», «me duele y me encanta», «no quiero más y dame más». Sus ojos, inyectados en sangre, parecían tan preocupados de buscar una supervivencia desesperada como de dejarse caer por la inclinada pendiente que la conducía hacia la muerte, como si quisieran saber qué había a lo largo de esa pendiente.
Sin embargo, el instinto de supervivencia de su Bestia fue mucho más fuerte que cualquier otro instinto que pudiera albergar y pudieran reflejar sus ojos y sus labios. Por ello, buscó con desesperación y casi con un aullido esa furgoneta en la que se arrojó en cuanto vio la puerta abierta. Se abrazó a su escopeta mientras caía rendida en el suelo del vehículo, como si esa última propiedad que le había restado tras haber perdido su 4x4 fuera lo más preciado que tenía.
Decido fallar la tirada automáticamente con la posibilidad de despertar si hay peligro.
Desde la noche en que la habían abrazado, Mireille nunca había vuelto a ver el sol. Ese instante magnífico en que el cielo se teñía de calidez con los primeros rayos horizontales del amanecer. Tampoco cuando estaba viva solía estar despierta a esas horas para verlo, quizás aquel fuese su primer amanecer. Solo que dolía como si fuese también el último. Toda la piel le dolía, un escozor lacerante que le ardía en el rostro y en las manos. Su Bestia aullaba de dolor. O quizá no era su Bestia. Era ella, era su garganta la que liberaba esos alaridos mientras el aire se iba llenando con el olor pestilente de la carne quemada.
Nunca, en toda su existencia, había sentido un dolor como aquel, tan fuerte que ni siquiera era capaz de encontrar el consuelo en seguir existiendo.
Se aovilló en el suelo de la furgoneta, haciéndose una bolita, y gimoteó. Era incapaz de hablar, de quejarse, incapaz incluso de llorar de verdad. Tan solo emitió esos sonidos quejosos con la garganta mientras sentía el sopor arenoso del día tirando de sus párpados. No intentó permanecer despierta porque le dolía demasiado. Era mejor dejarse arrastrar hasta la inconsciencia, donde no le doliese tanto, donde pudiese descansar.
Tal vez habría sido mejor no cerrar los ojos y tratar de averiguar dónde iban, quién las había socorrido, o asegurarse de que Clarisse quedaba a buen recaudo. Pero Mireille no hizo nada de eso, porque solo quería cerrar los ojos y escapar del dolor.
Fallo y me duermo.
El día os envuelve, mientras los lejanos sonidos del coche son el único murmullo antes de que vuestra consciencia se deslice lentamente en la imperfecta muerte temporal a la que estáis condenados. Os dormís pensando que vuestras Bestias, o vuestra voluntad, os levantarán en caso de necesidad, y aferrándoos a esa mentira, dejáis que vuestra consciencia se desvanezca del todo.
Tenéis un día sin sueños, sin impresiones, sin recuerdos vagos, sólo la dudosa idea del dolor de las quemaduras sobre vuestro cuerpo inerte, que solamente recordará estas heridas al próximo anochecer. ¿En dónde estáis o qué sucede a vuestro alrededor? No podéis saberlo, sólo podéis aspirar a despertar en un mejor sitio que en el que habéis caído en el letargo diurno.
Tirada oculta
Motivo: Despertarse Mireille
Tirada: 3d10
Dificultad: 8+
Resultado: 5, 2, 6 (Suma: 13)
Tirada oculta
Motivo: Despertarse Dahlia
Tirada: 3d10
Dificultad: 8+
Resultado: 7, 1, 6 (Suma: 14)
Fin del capítulo.