Partida Rol por web

Le sang des autres

Prologue I: Le langage des ombres

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05/05/2022, 15:03
Mireille Bettencourt-Dumah

Escuchó con muchísima atención la corrección y los consejos de su mentora, asintiendo levemente a lo que decía. No le molestaban las críticas si eran para mejorar, en su cabecita siempre estaba la voz de Anaïs, juzgando cada gesto y movimiento, exigiéndole la perfección. Entendió lo que decía Éléonore y se quedó pensativa durante varios segundos. 

—Je comprends —dijo, mordiéndose con suavidad el labio inferior con la punta de los colmillitos—. Alors… ¿Qué podría ofrecer entonces, si desconozco lo que puede interesarte? —preguntó, dándose un toquecito en la barbilla con el índice—. Siempre puedo ofrecer favores futuros, pero sin saber qué son también es un riesgo. ¿Ofrecerme a entrenar un juguete para ti sería una buena oferta? 

Le había dado la impresión de que había algo personal en aquella lección para Éléonore y eso había despertado la curiosidad en ella, pero sabía que no debía preguntar. No ahí ni en ese momento, al menos. Así que se guardó la duda para más adelante. Quizás si Stanislas dejase de portarse como un idiota podría preguntarle a él algún día, aunque después de lo que su mentora le había contado ya no tenía mucha confianza en él. 

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07/05/2022, 01:54
Éléonore

Parecía que iba a decir algo pero se quedó silenciosa esperando a que terminases. Tu última oferta produjo reacción en ella, una curvatura de sus labios que podía ser interpretada cautelosamente como una sonrisa de satisfacción.

Un jouet pronunció, como si fuese capaz de saborear las palabras con reservadas ansías. —Pero no me interesa que lo entrenes, prefiero que lo busques y lo encuentres. Prefiero cuando el sabor es natural, es más orgánico.— y te mira fijamente. —Está decidido entonces. Hasta una semana después de que ocurra ton service, me traerás un juguete. Alguien deliciosamente roto para saborearle. Vivo. Es-tu d'accord?— pregunta, pero en realidad no espera una confirmación.

—Y así es como tomas una oferta y luego la acomodas en tus términos— dice con un tono serio, en lo que parece ser el proceso de impartir una valiosa lección.

—Te diré esto: El chiquillo Toreador que se presentará a su servicio no era exactamente el tipo de mortal que su sire abrazaría. Su existencia es... intrigante. Tomando en cuenta que en vida era una ficha importante de los Ventrue en el ajedrez político de la ciudad. Semejante acto sólo aumentó las hostilidades entre el clan de la rosa y la progenie de madame la vicomtesse. En un esfuerzo por aliviar las tensiones, Madame le Prince concedió a una Ventrue el derecho de abrazar a un mortal. Sais-tu qui? dice relatando los hechos con un tono distante, casi distraído.

—Paul Guilhem— confirmó, alargando cada sílaba del nombre de forma artifical. —Y no aceptar su servicio, y por ende el tuyo, habría sido un acto peor de hostil. Salvo que, el chiquillo lo hizo tan mal, que Malabeste mismo intervino en su contra ante el principe y la primogenitura. Y así fue que lo que era una victoria fácil y una oportunidad, terminó en una derrota humillante para los Ventrue de Lyon— expuso.

—Ah, pero no es eso lo interesante. Lo verdaderamente curioso es... ¿por qué abrazar una ficha tan importante y exhibirla por la cara de los sangre azul? ¿Por qué no esconder el crimen? ¿Por qué existe un chiquillo Toreador que genera tan mala sangre entre los clanes más influyentes de la ciudad, cuando parece no ser más que una carga para su sire? Hay tantas preguntas...— acaba Éléonore mirando al vacío.

—¿Lo sientes Mireille? Todo... de alguna manera... está... conectado— dice en una pronuciación cargada de largas y taciturnas pausas.

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09/05/2022, 12:07
Mireille Bettencourt-Dumah

Una sonrisa de satisfacción curvó los labios de Mireille al ver la reacción de su mentora a aquella última propuesta. Asintió con la cabeza, aceptando las condiciones que ponía y, en realidad, ya tenía ganas de ponerse a buscar ese juguete para ella. Era como tener unos deberes divertidos de hacer. También tomó buena nota mental de la lección que acompañaba a aquel trato, pues ahora era ella la que pedía favores, pero si las cosas salían como debían, llegaría el día en que estuviera al otro lado y los favores se los pidieran a ella.

—Je comprends —dijo, para que Éléonore supiera que sus instrucciones no caían en saco roto. 

Y entonces se dispuso a escuchar con fruición cada brizna de información que la vampira le brindaba. Aquella política entre clanes le había resultado interesante desde que había entrado al cobijo del ala de Éléonore y había empezado a instruirla. Aún había cosas que se le hacían complicadas de entender, pero llamaban igualmente su atención. 

—Oh… —musitó, al escuchar cómo habían ido las cosas aquella noche.

¿Todo había sido culpa del necio Paul? Enfin, los otros tampoco habían puesto demasiado de su parte, pero sin duda el ventrue era el que menos había colaborado, insultando al anfitrión en su casa. Hasta ella, que era una niña, sabía que eso no se hacía. Y todas las preguntas que su mentora exhibía ante ella, la hacían entreabrir los labios, fascinada. 

—¿Por qué? —murmuró en un susurro, pero no estaba muy claro si la pregunta era para Éléonore, para sí misma o para las voces, con las que intentó entablar contacto en ese momento. 

«¿Alguien me escucha? Necesito saber por qué. ¿Por qué está todo conectado?
¿Por qué la sangre azul ha sido abrazada por la rosa?».

- Tiradas (2)
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10/05/2022, 02:21
Narración

El aire a tu alrededor comienza a vibrar, devorando en medio de las sombras las luces de la habitación y absorbiendo poco a poco tu atención hasta transformarse en expresiones deformes e indiscernibles.

Dinos más y más

Por el aleteo de una mariposa

Para llegar al otro lado.

Antes de que pudieses comprender mejor, el impacto llegó a tu mejilla con fuerza, devolviéndote a aquella oscura habitación. El dolor en tu rostro y la mano abierta de Éléonore, con toda su presencia de pie junto a ti. Sus ojos grises parecían encendidos con rabia, y la ausencia de una respiración agitada en su pecho sólo enfatizaba a la bestia acechando muy cerca de ella.

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10/05/2022, 02:29
Éléonore

—¿Qué te acabo de decir, chiquilla insolente?— pronuncia mordiendo cada palabra con visible cólera. Por un momento crees que se abalanzará sobre ti, dejando caer maldiciones y castigos ocultos en lo más profundo de aquel rostro féerico —¿Así es cómo me pagas? ¿Soltando esa información en el vórtice de la red? ¿Creía acaso que no me iba a dar cuenta?— dice y sus colmillos largos y afilados, su voz raposa, todos son evidencias de la bestia de Éléonore, siseando y luchando por liberarse.

—Toda información tiene un precio. ¿Crees acaso que no estás pagando por las preguntas que recibes? ¿Que no hay quienes escuchan y sondean la red en busca de estúpidos neonatos con demasiadas ganas de sumergirse en lo que no comprenden? Yo he sentido las vibraciones de tu petición, y estoy seguro de que no soy la única— a medida que habla su voz se apaga, recuperando el control, pero manteniendo el ceño fruncido. Se gira hacia la ventana y camina hacia ella con paso lento y medido. Por un fugaz momento, crees reconocer una expresión de preocupación en su rostro impávido antes de que se gire.

Ça sera tout. Bonne soirée pronuncia con un tono más suave, apenas dejando ver nada más que las cenizas del fuego de su ira. Te está dando la espalda y levanta la mano de forma despectiva, sumergiéndose en un silencio profundo y comatoso, sin que seas ya de ninguna importancia o consecuencia.

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11/05/2022, 17:50
Mireille Bettencourt-Dumah

La guantada pilló a Mireille totalmente desprevenida. Sus ojos se abrieron como platos y se llevó una mano a la mejilla dolorida que, de estar aún viva, le estaría latiendo con calor. Entreabrió los labios, asustada al ver el rostro de su mentora tan enfadada, y sintió también un coletazo de rabia en sus venas, la bestia rebullendo en protesta por el golpe recibido. Sin embargo, era mayor el desconcierto que la rebeldía. 

—Pero… pero… las voces me ayudan —repuso, con una arruguita entre las cejas—. Stanislas me anima a hablar con ellas. 

No creía haber hecho nada malo, pero tenía en gran estima el criterio de Éléonore, aun por encima del de su sire y del propio en algunos casos. Así que tras esa leve protesta, cerró los labios y los apretó, bajando también la mirada al suelo, contrita.

Je suis desoleé, Éléonore. No sabía que era algo malo. Tendré más cuidado, je te le promets

Sabía que eso servía de poco en aquel momento, pues su mentora ya la había despachado. Hizo una pequeña reverencia y se encaminó hacia la puerta, triste y enfadada por el final de la reunión. En el fondo, culpaba a Stanislas de aquello, pues si él hubiera hecho su trabajo y la hubiera educado como debía, esa situación no se habría dado. Pero no, él estaba muy ocupado alimentándola con sus malditas jeringuillas y planeando cómo deshacerse de ella. Así era él de despreciable.

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12/05/2022, 02:32
Narración

Atrás quedó Éléonore, con su gesto de preocupación y su silencio meditabundo que sabías, podía durar días, si no meses. Atrás quedaron los mortales que te observaban con una mezcla de curiosidad y miedo, revelando a quien servían en realidad y qué reconocían en ti. Incluso quedó la familia mortal que intentaba pedir servicio pronto en la recepción, y que observó con curiosidad tu presencia deslizándose hacia la salida en absoluta soledad, como quien ve a un fantasma pero no se atreve a confirmar con otras personas si comparten la misma visión.

Al menos partías con una oportunidad. Una segunda oportunidad de demostrar que podías ganarte el derecho a ser reconocida entre los vástagos de Lyon. No iba a ser fácil, y lo sentías de alguna manera. De un lado, estaba un chiquillo Nosferatu y su clan no parecía una coincidencia con relación a los eventos de tu primer service; y del otro, un chiquillo Toreador en medio de un conflicto político entre los linajes más influyentes de la ciudad. Y luego estabas tú, apadrinada por Éléonore, jugándote tu honor y de cierta manera, tu no-vida.

Y bajo la punta de este iceberg, intrigas centenarias cociéndose a un fuego lento y sangriento en las mismas venas de la ciudad. Criaturas más antiguas de lo que podrías imaginar en un pulzo eterno por la ciudad y tú, como una pieza más en medio. Quizás no tuvieses mucho poder de decisión, pero al menos parecía que varios jugadores se habían interesado en ti. Y en el centro de todo, la misteriosa figura de Blandine de Lyon, príncipe de la ciudad.

El viaje de regreso fue rápido, o al menos te lo pareció. Stanislas estaba en su sótano, a juzgar por los sonidos que venían de allí, y una vez más, pasó otra noche sin dirigirte palabra. Pero en esta ocasión aquel silencio distante no tenía el mismo caracter indiferente, sino que había asumido un tinte más oscuro, más peligroso, y no podías evitar preguntarte si todo el tiempo que pasaba allá abajo no lo estaría pasando planeando metódica y minuciosamente, como era él, tu muerte definitiva.

Notas de juego

Puedes hacer un post de cierre.

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13/05/2022, 13:58
Mireille Bettencourt-Dumah

Muchas emociones se mezclaban en el interior de la pequeña vampira esa noche, mientras regresaba al refugio de su sire. La tristeza por haber enfadado a su mentora, estropeando la lección y la velada. La esperanza por saber que tendría una segunda oportunidad para ganarse su lugar en la ciudad, una oportunidad que ahora ya no solo era la vía para librarse de su sire y ser independiente: ahora también era su única posibilidad de que su existencia no acabase demasiado pronto.

Y, por encima de todo eso, la rabia, una rabia áspera y profunda hacia el cainita que la había arrancado de los brazos de sus padres para convertirla en un animal, en una muñeca perpetua, incapaz de crecer, y que en sus ansias mesiánicas, también se creía con derecho a terminar con su vida cuando le pareciese, como quien arruga una foto vieja y la tira a la papelera. 

Debía ser lista y estar alerta, pues ahora sabía que compartía techo con su peor enemigo. No podía permitirse otro fracaso, lo sabía. Solo la excelencia sería aceptable en aquel segundo intento. Y con esa certeza en mente, le daba vueltas a la información que había obtenido sobre los que serían sus compañeros. La belle y la bête, toreador y nosferatu, la sangre azul abrazada por la rosa y el maldito que solo respondía ante los suyos. Iban a ser unos curiosos compañeros de viaje, Mireille tan solo esperaba que, además, fueran lo suficientemente manejables como para obtener lo que quería, esta vez sí.