Partida Rol por web

Equipe rapidamente mi caravina despues de haber dejado al capitán en el suelo y disparé, provocandole al hereje mas cercano una leve herida en la pierna.

- ¡Obedeced al capitán! ¡Descuartizad a los infieles!

Entre el cuchillo de Venria y varios impactos láser el último hereje cayó al suelo, sangrando por el pecho, con el cuchillo de la artillera aún en su cuerpo; no iba a durar mucho. Vivo, pero incapaz de moverse. Inofensivo. El resto de la escuadra fue abandonando la ciénaga y reuniéndose en torno al capitán Septus. Sólo la artillera, su bolter y su camarada. Una palmada en el hombro, como gratitud y recompensa por el trabajo bien hecho.

No iba a durar mucho, el rugido de motores y el fuego de armas pesadas les devolvió a la realidad: debían salir de aquella ciénaga.

Venria se agachó sobre su enemigo y le puso el puñal en el cuello haciendo cierta presión - ¡¿Tus amigos!? ¿Donde están? ¡Quiero sus posiciones! ¡Habla! - le gruñó al oído con una voz cargada de odio y desprecio

Tú...arg..éll..fff...

El hereje apenas podía hablar de las heridas recibidas, estaba tumbado en el suelo, se movía muy lentamente, iba a morir. Casi dio lástima. Casi. Con su último aliento logró decir algo:

¡Muere!

De su mano cayó una granada, sin espoleta.

Venria solo tuvo tiempo de gritar a Sanaia - ¡Al suelo! - mientras rodaba, o eso intentó, ya que el desplazamiento que consiguió fue inexistente gracias al bolter pesado que tenía colgado de su brazo sumado al resto del pesado equipo... - putos genios, nos hacen saltar al combate con equipo de campaña - pensó veloz mientras todo pasaba muy deprisa... ¿Sobreviviría?

Bueno, Luz, - dijo el padre Karras con una sonrisa conciliadora - eso es territorio del hermano Firro aquí presente. Déjasela a él, que le eche un vistazo. Seguro que el hombre de marte sabe susurrarle para que sane o algo de eso. Mientras tanto, deberíamos ponernos en marcha. Si hay más supervivientes, deberían estar en ruta hacia el punto de reagrupamiento original.

La súbita explosión pilló por sorpresa a los demás.

El leve desnivel del terreno ayudó a la artillera, rodando lodo abajo hacia el pantano notó el impacto de los fragmentos ardientes de metralla sobre su chaleco antifrag, después su cuerpo quedó cubierto de agua y lodo de la ciénaga. Dolorida, pero ilesa, casi. Sanaia salió volando por la explosión, dando con su cuerpo en el suelo. Del hereje sólo quedaron algunos restos de carne desperdigada y un rifle láser chamuscado.

Me acerqué con cuidado, aún no me fiaba mucho de los guardias, ya que ellos nos habían traicionado, alguien de dentro nos había traicionado... pero debería disimular.

-Déjame ver eso -dije cogiendo el arma del guardia mientras me dejaba la carabina colgando de la correa. No tenía el día, me estaba estresando mucho el ambiente. Estaba acostumbrado a un complejo aislado en el que no había nada que molestara, asique tras revisar el arma sin encontrar nada que indicara el fallo.

-Lo siento, pero no estoy acostumbrado a este tipo de entornos... me cuesta centrarme-dije mientras me volvía a colocar la carabina de la forma adecuada.

Venría fue empujado unos pocos metros por la sorpresa de la explosión pero se levantó sin un rasguño, al menos ella... Sanaia había sido herida y Venria fue corriendo hacía ella. Se arrodilló a su lado y comprobó su estado; al menos solo estaba herida, no revestía gravedad pero si que sería bueno que la atendieran - ¡Sanitario! - gritó mientras le acariciaba la cabeza a su camarada

El ultimo enemigo había caído. Logré verlo cuando me inclinaba sobre el capitán para aplicarle una pomada regeneradora y anti-séptica. En ese momento una explosión iluminó el claro como un foco. !BUUM! Sanaia y Venria no lograron apartarse a tiempo y salieron despedidas hacia atrás por la explosión. Fruncí el entrecejo pensando en que ahora habría más trabajo que realizar, y que a ciencia cierta mis compañeras estarían heridas. Mal hemos salido parados de esta refriega. Pensé mientras una punzada de dolor me acudía cuando las protecciones del blindaje me tocaron mi herida abierta. Rápidamente terminé de curar al capitán y le cerré la herida con una venda que apreté fuertemente. Listo Capitán, voy a atender al resto de heridos.

Cerré el maletín con un golpe seco y salí corriendo hacia donde estaban las compañeras caídas. Sanaia era la que peor se encontraba, pues había recibido todo el impacto de la granada, y multitud de fragmentos se le habían incrustado en el cuerpo. Rápidamente preparé un vial de anestesia local y pinché en los puntos donde había metralla incrustada. Luego, una vez adormecida la zona, con las pinzas extraje todos los fragmentos y cerré las heridas con un par de puntos de sutura. Los apósitos salpicaron de blanco el cuerpo de nuestra compañera, en cada punto donde había sido alcanzada. Menos mal que tengo buena cantidad de material... que si no... Pensé mientras trabajaba. Las quemaduras de la deflagración fueron tratadas con la pomada adecuada y luego vendadas. Estaba hecha un cuadro cuando terminé.

Venria estaba a su lado, bastante menos mal parada, pero también en un estado complicado tras recibir un par de disparos y la explosión de aquella granada. El proceso fue similar, anestesia, desinfección, extracción y curación de todas las heridas. Trabajaba frenéticamente pero como siempre, con pulso estable. A aquellas alturas mis manos estaban totalmente manchadas de sangre, al igual que mi uniforme en varios puntos, donde mis heridas seguían sangrando lenta pero inexorablemente. Ya está compañera, ¿Cómo estás? ¿Mejor? Pregunté a Venria mientras señalaba a Sanaia, que estaba recostada contra el tronco del árbol. Echale una mano, por favor ¿Podrás?. Tengo que atender al resto. Una vez más, dejé a aquellos heridos atendidos y me dispuse, ya más calmadamente a atender al Sargento, que estaba mejor parado.

Comenzaba a estar realmente cansado. El tiempo pasaba y cada minuto que estábamos ahí era más probable que nos localizaran, !Pero maldita sea! !Había heridos que atender! Después de la tensión y el bajón de adrenalina del combate, mis nervios estaban ya tocados, y el trabajar a aquella velocidad y con precisión, en medio de la noche, no era nada fácil. Cuando llegué hasta nuestro sargento ya me pesaban los brazos. Como pude atendí sus heridas, que no eran tan graves como las del resto, del mismo modo que me habían enseñado a atender las quemaduras laser y los cortes y contusiones provocadas por las caídas. Aquel aterrizaje le había pasado factura.

Finalmente quedaba un herido. Yo mismo. Así que me senté en el suelo y me desabroché el casco. Aquella acción me hizo ver las estrellas, a parte de las propias de la noche al mirar hacia arriba. Tenía una quemadura fea en la cabeza provocada por un disparo que me había dado de lleno. No me hizo falta verme para atenderme, sabía dónde estaba y lo que tenía que hacer. Con las tijeras me hice unos cuantos trasquilones como si de una oveja se tratara para poder aplicar las curas a la herida, y luego apliqué la pomada para quemaduras para finalmente colocar un apósito.

Menuda noche... madre mía. Y no hemos hecho más que llegar. Comenté dejándome caer un segundo de espaldas notando como me dolía todo el cuerpo. No pude evitar que las imágenes de cómo había matado a aquel hombre me asaltaran la mente. Lo vi a cámara lenta, recibiendo los seis disparos que en dobles tiros habían impactado en aquel hombre. Medicamente era muy interesante como había aguantado tanto antes de morir.

     La emboscada les había pasado factura. La mayor parte de la unidad estaba muerta o perdida de algún modo y los que quedaban no estaban en unas condiciones demasiado buenas. Tras la refriega, el sanitario se afanaba en remendar a los heridos del grupo, que no eran pocos. Por suerte, Grish no había recibido mas heridas que las de su propio orgullo. No había sido especialmente efectivo en su cometido y aunque había colocado algún que otro disparo contra sus enemigos, su puntería nocturna no había sido nada buena.

     Había cuerpos por doquier y seguramente algunos de ellos contendrían pistas de lo que estaba pasando, pero lo primero era lo primero y alguien debía cubrir a Flavion mientras trabajaba. Mark y él salieron a tierra firme para afianzarse mejor y tomaron posiciones de vigilancia, barriendo con la mirada la oscuridad mas allá en busca de mas enemigos aproximándose. - Nosotros te cubrimos, Flavion. Dijo a su compañero para que supiera que podía trabajar tranquilo. - Alguien debería revisar esos cuerpos por si tienen algún mapa o equipo útil. Dijo señalando a uno de los soldados caídos. Si tuvieran algo de equipo nocturno como bengalas, linternas o, el Emperador lo quisiere, visores, serían una noticias magníficas.

     Una vez que el sanitario hubo acabado su trabajo y todo el mundo comenzaba a moverse, Grish y Mark comenzaron la ingrata tarea de examinar a los enemigos caídos. La idea era encontrar cualquier pista o indicio de lo que estaba ocurriendo. Lo segundo era encontrar cualquier elemento útil para la misión como mapas, equipos de vox, baterías de rifle láser, granadas, explosivos... en definitiva pertrechos que pudiesen escasear en una campaña cuyo final no estaba ahora nada claro. No tomaría cosas como efectos personales o raciones de comida, pues el contacto con el archienemigo corrompía sus pertenencias y era fácil quedar "manchados" por su mácula al consumirlo. Tan solo lo necesario para poder encarar la misión con algunas garantías de éxito.

     Estaba claro que el bautismo de fuego del primer salto de la compañía había sido también el último como tal, en vista de las bajas sufridas, pero eso no impediría que intentasen al menos completar su cometido... o al menos eso esperaba el especialista.

Mientras Flavion atendía a los heridos Grish, Mark, entre otros emepzaron a registrar los cadáveres. La ametralladora pesada, con una cinta de munición casi intacta y otra preparada parecía el botín principal, también había dos rifles láser y media docena de baterías láser, que podrían usar en sus propias carabinas. Un rifle láser chamuscado nos erviría de mucho, por lo que el especialista lo desechó. Nada podía salvarse del equipo del renegado suicida. También estaban las armaduras de los enemigos (dos) que no parecían gran cosa...

Dos granadas de fragmentación podrían ser muy útiles, llegado el momento, pero no algunos iconos blasfemos y textos seguramente prohibidos. Mapas, órdenes, eso era lo que buscabn mientras a su alrededor aún se sucedían las descargas láser. Encontraron un mapa, un  boceto más bien, dinujado a mano con tinta que ilustraba, agrandes rasgos, el conjunto de ciénagas. En él estaba marcado la unidad que les había aacado, las dos más próximas, y un tosco dibujo de lo que parecía un tanque. Mal asunto.

Gracias Doc - le dijo quedamente al médico después de que le tratara las heridas. Venria ahora se sentía mejor, pero estaba preocupada por Sanaia; aún así se acercó a Grish cuando le vio con un mapa, se asomó por su hombro y observó los toscos dibujos y lo que podrían representar - Esto hay que darselo al inu... digo, sargento y su amiga la llorona - hablaba en voz baja, tratando que solo lo oyera Grish - pero antes deberíamos encontrar los cadáveres del cura y el amigo de marte

     Aun con lo grave de la situación Venria consiguió sacarle una sonrisa a Grish. - Eres de lo que no hay... Espero que los sacerdotes estén aun con vida, aunque no pondría la mano en el fuego por ello. Dijo también en tono cómplice. Le pasó una de las baterías láser y una granada. - Toma. Visto lo visto seguramente necesitaremos mas munición de la prevista en un principio... Giró un par de veces el tosco mapa, buscando referencias o alguna nota que se le hubiese pasado por alto. - Si, ésto va para el sargento... Añadió pensativo. Entre él y Mark repartieron entre el grupo el resto de baterías de rifle láser, quedándose Grish una de ellas y la granada restante.

     Cuando hubo terminado se acercó al sargento. - Sargento. Le entregó la última batería láser y el esbozo de las posiciones enemigas. - He encontrado ésto. Quizás nos pueda ser útil para trazar una ruta mas segura a través de la ciénaga. Hemos repartido la munición encontrada y aun queda eso... dijo señalando a la ametralladora pesada. ...aunque no se si querrá que carguemos con aun mas peso.

El tecnosacerdote revisó el rifle del guardia imperial mientras avanzaban, con cautela, por aquel bosque no tan abandonado como ellos hubieran querido.

Casilla está en esa dirección, pero no creo que haya muchso de los nuestros...la verdad. Vi cómo ejecutaban a los que se habían rendido. El 101º ha desaparecido, sólo quedamos nosotros. Hemos intenado contactar, pero los comunicadores no funcionan.

El tecnosacerdote comprobó que la carabina láser estaba bien, pero había un problema con las baterías, funcionaban a baja potencia. Eran defectuosas.

-El problema está en las baterías, hasta el material es defectuoso -dije mientras sacaba las baterías que tenía yo como parte de mi equipo y las inspeccionaba- deberíamos revisar nuestro equipo, por si nos lo han dado manipulado de alguna forma.

Tras las atenciones del medico, volvi a levantarme del suelo mientras oteaba con la vista en recuento de los integrantes. Ninguna baja. Un herido grave. Cuatro desaparecidos.

¿Donde estaran esos malditos?

- Soldados, habrá que encontrar a los otros cuatro integrantes del grupo. Puede que necesiten refuerzos. Pero espero que la fe en el Emperador los proteja hasta entonces.

Con la carabina en mano, empezé a rodear el lugar, mientras intentaba evaluar la situación. Pero no parecia encontrar demasiado. La zona era la que era. Pero no podian estar demasiado lejos... Volvi la cabeza hacia los demás mientras ordenaba la partida.

- Inspeccionaremos las zonas cercanas. Hay que encontrar a esos idiotas. Vivos o muertos.

Guardó las cosas que le dio Grish y le dedicó una ligera sonrisa - Si sargento, debemos encontrar a esos tres y al perro lobotomizado - ni de coña iba a llamar ser vivo a ese juguete de los marcianos, le daba repelús que existiera, pero a veces venía bien tener carne de cañón - ¿Quién tiene la radio?