Partida Rol por web

Antes de soltar al orco, espero a ver qué están tramando entre Pride y Lyrah.

El sarcosano no apartaba la vista del orco. Lo observaba atentamente con ojos fríos y escrutadores, que parecían querer atravesar aquella máscara desagradable y obscena que su enemigo tenía por rostro.

Rasheed lo miraba desapasionadamente, sin evidenciar  sensación alguna, como no fuera una leve nota de velado desprecio. A pesar de ello, estaba claro que el humano no sentía ninguna compasión por el grotesco personaje.

- Yo digo que acabemos con él. – dijo finalmente, con un tono de voz tan imperturbable y glacial como el mismo terreno que los rodeaba – No me fío de este sujeto.

- Mirad las insignias. – agregó mientras señalaba unas ostentosas figuras que salpicaban el uniforme del ogro - Ningún siervo del Enemigo consigue ese rango entre sus filas sin profesarle una devoción absoluta. Es una trampa.
 

-¡Eh!- bocea el orco al ser arrebatado el colgante que lleva al cuello, en realidad uno más entre otros. -¿La resistencia, eh? No sois más que ladrones. Eso, bruja. Diles. Ahí está vuestra salvación.. pero sólo yo sé usarla.-

Los ojos de la pequeña mujer brillaron con fuerza, incluso bajo las sombras de la capucha que amenazaba con sepultarlos. Antes de coger el colgante que ahora oscilaba pendiendo de un dedo de Pride, subió sus manos delicadas y se la quitó, dejando a la vista su rostro, su cabello, y el desastre de sudor y fatiga que había bajo las pieles. Permaneció mirando un instante, a esa distancia tan escasa, como si estuviese evaluando la situación, y luego alargó la mano para cogerlo, no desde el dije, sino desde la misma cadena.

- Esto es mágico. Es probable... que sea lo que... dice que le permite... bien... déjenme revisarlo... a la distancia no podía...

Se alejó un par de pasos hacia atrás, poniendo distancia entre el orco y ella, que ahora tenía ese colgante. Levantó el brazo para que quedase a la altura de sus ojos, para examinarlo más de cerca, y finalmente, enrolló con delicadeza la cadena y lo depositó en su palma.

Lyrah examina el objeto con cuidado y llega a una conclusión tras tocarlo, sentirlo, olerlo y examinar su diseño, cree que está hecho para a un gesto y palabra de mando, convocar a un animal, sin duda un ave. Crees que permite darle una orden, pero no sabes qué más.

Lyrah levanta la mirada, luego de sopesar, mover, girar, tocar, oler y examinar el objeto en todas sus aristas. La agitación de su cuerpo ha bajado, pero le brillan los ojos apagadamente, y mira a sus compañeros con cierta vergüenza, como si les pidiera disculpas.

- Pues... sí, esto es... para convocar a un ave... o algo así... que podría llevar un mensaje, sí... y posiblemente permite darle al... ave una orden, pero... pues... no sé más... supongo que solo... responde a la voz de su dueño...

—Entonces... ¿Debo soltarle? —pregunto a la hechicera. No me había quedado muy clara su explicación, pero por lo que había podido deducir, tal vez con eso pudiese dar una orden, y hacer lo que decía que iba a hacer... No eran muchas garantías, pero al menos ya era algo.

- Pues... no sé... - Lyrah parecía confundida de que alguien le preguntase qué hacer - A ver... es muy probable que sólo él pueda... activar esto y hacer lo que promete. Si le sueltas... no sé... quizás huya... nos quedaremos con esto y no... servirá de nada... y si no le sueltas... pues quizás no nos diga nada... a menos que le agrade mucho su vida... y que prefiera hablar antes de que... le partas el cuello...

La pequeña mujer miró al orco.

- Aquí está vuestra salvación también... ¿por qué no me decís cómo pensáis usarlo...? Vuestra vida, y la nuestra, dependen de que nos pongamos de acuerdo... a fin de cuentas...

-SIn duda. Pero ahora pienso más bien en mi salvación tanto como en la vuestra. No os diré la palabra de mando que lo activa hasta no estar a una distancia prudente de vosotros. Si os doy una palabra falsa siempre podéis cazarme como a un perro. Estaré desarmado pero es mejor que morir aquí, sujeto a este traidor.-

—Por tu bien espero que digas la verdad, o será la última mentira que cuentes en tu vida —respondo a la última frase del orco, para después, aflojar mi presa y soltarlo.

Aunque lo suelte, permanezco alerta. Cualquier movimiento en falso, y me lanzaré otra vez sobre él, y esta vez no habrá clemencia.

Pride mira al orco con mucha desconfianza y presta atención a sus palabras, forma de decirlo y todo lo que pueda revelar sus verdaderas intenciones, mientras pone sus manos bajo sus axilas para calentar sus dedos ya bastantes entorpecidos por el frió.

Eres de la opinión de que dice la verdad, concretamente sobre esto. Muy concretamente sobre esto. Quién sabe qué otras cosas oculta, es un orco de élite, entrenado para el liderazgo y para no mostrar sus debilidades, después de todo.

Sin mirar a nadie en particular

-Esta diciendo la verdad, los mentirosos nos conocemos, pero yo confiaría solo en lo que dice y en ninguna palabra mas

A medida que la extraña escena se desarrollaba, el sarcosano no podía evitar morderse lo labios de frustración. Caminaba con paso nervioso de un lado a otro, mascullando maldiciones por lo bajo y pateando de tanto en tanto las pequeñas protuberancias de nieve y barro que se habían ido formando alrededor de la fogata.

- Sigue sin gustarme… - dijo por fin, incapaz de contener por más tiempo su furia – Esa rata va a traicionarnos en cuanto pueda. No podemos fiarnos de él. Yo lo acuchillaría aquí mismo, con mis propias manos…

La decisión del grupo había quedado clara, y aunque no la compartiera en absoluto, Rasheed la respetaba. Después de todo, Lyrah era la experta en temas de magias y esas cosas. Sin embargo, ello no le iba a impedir tomar sus recaudos.

- Dice que va a darnos la palabra de mando. Bien, eso puede servirnos para hacer funcionar esa cosa… ¿pero si hay algo más? ¿Y si tienen un santo y seña o algo parecido? Aunque podamos comunicarnos con ese legado, no hay forma de saber si realmente conseguimos engañarlo.

- Hasta que ya sea demasiado tarde, al menos… Y los tengamos sobre nosotros.

- No se… hagan como quieran… - dijo finalmente, algo agotado por el desgaste mental que le provocaba todo aquello – Yo iré a ver como está el prisionero…

Diciendo esto, Rasheed se alejó del grupo para encaminarse en dirección a las sombras, donde había visto por última vez a su misterioso contacto.

-No tengo nada más que ofreceros. Aceptaré mi destino y me reuniré con Izrador en espíritu, cosa que no podéis hacer quienes adoráis a dioses inexistentes. O podéis confiar en lo que digo.- se encoge de hombros .

Te acercas al hombrecillo mientars los demás siguen hablando con el orco. Ahí está tirado en la nieve donde le dejó Pride, mirando al suelo, en aparente estado de shock.

Al escuchar tus pasos en la nieve levanta la cabeza y te mira con los ojos llenos de lágrimas.

-¿Quiénes sois?-

El sarcosano se acercó al agobiado sujeto, y lo ayudó gentilmente a incorporarse. Con gesto amistoso, le pasó un brazo por la espalda, mientras utilizaba el otro para aferrarlo por un hombro. En verdad, la idea no era solo alzarlo de la húmeda posición en la que se hallaba, sino también transmitirle algo de calor humano y seguridad.

- Tranquilo. Somos amigos. – dijo mientras le guiñaba un ojo con complicidad – Hemos venido a dar una mano. Dime ¿te encuentras bien? Con las prisas, apenas si hemos podido reparar en tu estado. ¿Has sufrido alguna herida o algo? ¿Necesitas comida o agua? Supongo que debemos de tener algo de eso por ahí.
 

—Muy bien, confiamos en ti. Tú diras —digo al orco tras haberle soltado de la presa. Es su momento de demostrar que dice la verdad, o de que sus huesos crujan de una vez por todas.

El enemigo capturado asiente y se vuelve hacia Lirah. -Deberás alzar al cielo el amuleto y decir la palabra de mando. Esperar un par de minutos y ver cómo se posa un cuervo en tu mano. A él le deberás dar un mensaje y este lo llevará al legado más cercan, que es el que se dirige a est posición. Ese mensaje servirá para despistarle, decidle que el prisionero ha huido hacia el oeste y que le persigo. Os diré la palabra de mando cuando esté a un centenar de pasos de vosotros.-