Partida Rol por web

Te encuentras escuchando misa. Debe ser un recuerdo, ya que te ves a sí mismo vestido ridículamente de marinerito, y con unos siete u ocho años de edad. La misa es católica. Al recibir la comunión en tu boca, notas algo extraño: escupes y ves que es, en realidad, un amasijo de carne podrida y sangrante.

Parpadeas y miras con nuevos ojos a tu alrededor: tú y sus compañeros de compañía os encontráis devorando un cadáver semiputrefacto...

Parecía una pesadilla.

No podía dejar de comer, tenía hambre y esos cuerpos eran deliciosos. Pero sus ojos miraban frenéticos a un lado y a otro, preguntándose que estaba pasando y porque aquel sueño parecía tan real.

Se concentró, cerró los ojos, quería salir de ahí.

25 de Julio de 1918

Despiertas en el hospital militar de Val-de-Grâce, situado en el 227 de la rue de Sant Jacques, en París. Ves que no eres el único que acabas de despertar, hay más a tu alrededor, todos pertenecen a la 2ª Compañía del I Regimiento de la 42 División (División Rainbow) del I Cuerpo Expedicionario de los Estados Unidos. En camas adyacentes se encuentra el resto de sus compañeros de armas, veintiuno en total. Al parecer, son lo único que queda de la 2ª Compañía.

Un hombre os llama la atención para que todos le escuchéis todos los presentes:

-Soy el doctor Alexander Scie de Villevile, el jefe de planta. Todos los aquí presentes presentáis los mismos síntomas, habéis estado sumidos en un estado de coma, inexplicable en términos médicos, desde que habéis llegado al hospital hace cinco días procedentes de un hospital de campaña en las afueras de Reims, donde en un principio se creyó que podíais ser víctimas de algún nuevo tipo de gas. Todos sufrís una amnesia parcial: al parecer sois incapaces de recordar nada de las dos últimas semanas.

Al intentar recordar, en efecto, recordáis exclusivamente la monotonía de la guerra de trincheras del frente americano, en los alrededores de Chaumont.

El doctor sigue hablando:

-Además, todos tenéis un extraño tatuaje en el hombro derecho. 

Lo más extraño es que nunca has visto nada igual, y aún menos, recuerdas haberte hecho ese tatuaje

Kurt escuchó a aquel médico, acto seguido cerró los ojos y entrelazó los dedos en estado meditativo, pero no, fue incapaz de recordar nada. Se esforzaba en cruzar aquella negrura en su mente pero nada salía a relucir.

Negó un par de veces y miró a sus compañeros, con alguno cruzó la mirada y se saludó asintiendo con la cabeza, agradecido de al menos seguir con vida.

Notaba también algo de dolor en el rostro y se repasó con las yemas de los dedos hasta notar una fea cicatriz. Temió por un momento que Susy no quisiera verlo jamás, pero recordaba con cariño una conversación que tuvieron antes de marchar, que «incluso volver con cicatrices te hará mas sexy».

Sonrió recordando aquello.

Luego se miro aquel extraño tatuaje, quizá se lo habían hecho en plan camaradería durante ese tiempo que no recordaba. Lo observó e intentó pensar si le sonaba de algo el estilo tribal, de alguna tribu antigua o alguna civilización ya perdida. ¿Qué demonios significaba aquello?

Observas el tatuaje, eras bueno en historia, esperabas poder relacionarlo con algún recuerdo de alguna tribu, sociedad o cualquier pequeño detalle de qué podía ser aquel tatuaje, pero no lo sabías.

En ese momento, un individuo agresivo, de gafas oscuras y enormes patillas se acerca a ti

-Señor Reed, acompáñeme -en su voz notas que no es una petición sino una orden, te lleva hasta una habitación completamente vacía, con una silla en el centro donde te indica que te sientes-. Quiero que me explique cómo desertaron usted y sus amigos, ¿cómo consiguieron esfurmarse de Chaumont para ir a tatuaros a Reims? ¿Cómo lo hicieron sin que nadie les viera y atravesando el campo de batalla?

Kurt no sabía discutir, ni imponer su criterio.

— Bu-bueno, ve-vera no-no hemos desertado. El me-medico ha dicho que hemos sufrido amnesia. No te-tengo recuerdo de nada señor. Pero nunca desertaría, créame.

Tragó saliva, dios santo, ser acusado de desertor era algo muy grave. En ningún momento pensó que podrían acusarlo de tal cosa. Pero no recordaba nada, quizá tenía razón aquel tipo.