Adamar fue, en tiempos muy anteriores a los días presentes, la capital del nuevo imperio humano que crecía y se fortalecía en Feralis. Los tiempos de paz y el hastío por la guerra permitieron que humanos y licántropos se relacionaran fuera de lo que había sido una conveniente alianza defensiva.
Bestias y hombres compartieron conocimiento y se recuperaron juntos de lo que fue la devastación. Codo a codo lograron sobreponerse y muchos fueron los logros alcanzados. Así fue como Adamar creció en tamaño y popularidad albergando tanto a humanos como a licántropos por igual.
Hoy día, lejos de aquellos tiempos de esplendor y paz, Adamar no es la ciudad capital del imperio humano sino que es la única ciudad humana medianamente relevante en todo Feralis y entre sus muros ya sólo se albergan “Hombres puros” y algunos pocos “Medio hombres” mas ningún licántropo. Este cambió en la distribución se gestó lenta y paulatinamente, nadie sabe hoy como comenzó todo pero llegó un momento en que una ferviente intolerancia creció entre las bestias y los hombres. Hoy día riadas de licántropos asolan los fértiles valles en los que los hombres cultivan y los ejércitos de Adamar apenas logran mantenerlos a raya. El resto de las ciudades, las menos poderosas se vieron sobrepasadas y cayeron inexorablemente ante las embestidas de los distintos grupos armados. Los supervivientes formaron comunidades, aldeas nómadas que se mueven constantemente de un lugar a otro evitando quedarse mucho tiempo en un mismo sitio a fin de evitar ser encontrados. En Adamar el odio por los licántropos creció a tal extremo que hasta los “Medio Hombres” son discriminados y reducidos a la servidumbre o a realizar trabajos mal pagos, para ellos los salarios son menores, los precios más caros y las leyes más inflexibles e injustas, es por eso que muchos se alejaron de Adamar y cuando llegan a ella evitan por todos los medios posibles revelar su capacidad de transformación. Así tristemente aquello que había llenado de orgullo a muchos hoy es causa de vergüenza y desprecio. No se sabe cuantos “Medio Hombres” quedan hoy día pero sí que cada vez es más infrecuente el nacimiento de estos, quizás se deba a que el poder que poblaba la sangre de los once generales que acompañaron a Ngué se diluyó y debilitó con el correr del tiempo, quizás, como sostienen los licántropos más fanáticos, a que Lupus retiró su bendición de los hombres.
El reino de Jīn zhǎo es, por demás, misterioso y prácticamente desconocido. Está conformado íntegramente por Hombres Panda, criaturas pacíficas, seres espirituales que sirven al bien y rara vez se involucran en conflictos armados. Son respetados por Ferales y ajenos y sus territorios son santuarios protegidos por poderosos espíritus ancestrales.
Otras criaturas viven o transitan por Jin zhǎo, pero ninguna de ellas tiene el honor de ser ciudadano del reino. Los Xión, tal y como se autodenominan los Hombres Panda, no abren los obscuros recovecos de su sociedad y su conocimiento a otros.
Jin zhǎo se extiende en el centro de Feralis, en tierras verdes y húmedas. Por él corren caudalosos ríos que nacen en las montañas y desembocan en los mares del este cercanos a la ciudad humana de Adamar.
Fenghuang: La ciudad del Fenix
Es la capital del reino y desde donde se concentra el comercio con el resto de Feralis. La guardia de la Palma Temblorosa custodia y protege la ciudad. Pocos han enfrentado a los miembros de la guardia pero ninguno ha logrado vencerlos. Utilizan inusuales técnicas de combate y casi siempre batallan desarmados.
El imperio de Alrramal lil'atfal se extiende por todo el desierto sur a través de incontables kilómetros de arena y dunas. Las principales ciudades se encuentran rodeando los fértiles oasis o por sobre los incalculablemente preciosos ríos subterráneos. En aquel lugar con un clima tan extremo quien domina el agua tiene el poder absoluto. Esta cuestión fue comprendida hace ya cientos de años por los Alharith, hombres serpiente, que extendieron su dominio sobre otros ferales menos belicosos como los Suhulia, hombres lagarto.
El emperador Fangh Alshshaytan gobierna sus tierras con puño de hierro desde la ciudad capital de Wahh hace más de cincuenta años y los rumores que circulan sobre él son perturbadores. Hay quienes dicen que por su cuerpo corre sangre demoníaca, hay otros sin embargo que aseguran que un demonio poseyó su cuerpo y que del antiguo emperador ya no queda sino la deforme cáscara de su cuerpo. Fuese esto cierto o no, no existe en el imperio de las arenas oposición política, civil, militar o clerical alguna a los deseos del emperador
Ciudades Oasis
Alharith
Guardia Imperial
Emperador Fangh Alshshaytan
Suhulia
Bastión Nevado
La rústica empalizada de aproximadamente cuatro metros de altura se extendía de forma circular, a aproximados cien metros no crecía un sólo árbol, seguramente debido al cuidado de los pobladores. Ocho torres se elevaban, dos por cada punto cardinal. El poblado estaba compuesto por cabañas de madera de tamaño medio que no debían superar la treintena, estaban ordenados de forma circular y en el centro se erguía una construcción de piedra mucho más grande que el resto, un templo erigido en honor a Lupus a juzgar por la imagen del ojo grabada en la piedra. Hacia el conducía una gran calle central de tierra que parecía continuar hasta el otro lado del pequeño poblado. La distribución de las cabañas brindaba de forma certera la importancia que el templo tenía para los pobladores. De forma radial se extendía pequeñas callejuelas de tierra entre las cabañas de un ancho no mayor al metro