El Rey te contempla, su rostro rodeado de cera, su cabeza coronada por una gran vela de llama azulada que arde hipnoticamente. Su trono de cera dorada que se derrama y cubre todo el salón como un océano fosilizado.
[Jack White] - Saludos - hace una reverencia al rey. - Vengo de arriba, y vengo a ofrecerle mis servicios, señor. Le ayudaré con los periodistas y esa gente que atesta sus galerías a cambio de que me ayuden a recuperar algo de mucho valor para mí.
Alza la mirada para contemplar mejor al soberano de lo subterráneo.
[Rey de Cera] - ¿Así que te ofreces, eh? Déjame mirarte a los ojos...
Jack alza la cabeza, sin nada que ocultar. Los ojos marrones del Rey te contemplan desde lo alto. La llama de su corona baila en tus pupilas un instante.
[Rey de Cera] - Si, eres un Despertado. ¡Me ayudaRÁS!
Pronuncia la sílaba en voz alta, y todas las luces del Salón parecen brillar con más fuerza. Algunos Hombres de Cera se acercan, postrándose ante su señor. Jack mira a su alrededor, confuso, y hace lo mismo que el resto de súbditos. El rey mira a sus hombres.
[Jack White] - No entiendo mucho de protocolo, espero que me sepa perdonar.
[Rey de Cera] - ¡Otro se nos une hoy! ¡Un Despertado se une a nuestras fuerzas! ¡El día que recuperemos la Ciudad se acerca!
[Hombres de Cera] - ¡¡Si!! ¡¡¡El día se acerca!!!
Jack sonríe, con la cabeza gacha.
[Jack White] - Recuerde, señor, que hay algo que quiero a cambio... - El Rey te mira desde el trono. - Un portátil. Mejor dicho, EL portátil. El mío. Una pandilla de rateros me lo robaron. Es muy importante para mí.
[Rey de Cera] - Tu Rey te proveerá de los que Deseas, Hombre Despierto. Y a Cambio, tú le servirás como es debido. ¿Harás el Juramento, Hombre Despierto?
[Jack White] - No sé nada sobre Juramentos, mi Rey. Sólo ofrezco lealtad y palabras con las que disolver los cerebros de esos estúpidos redactores de prensa.
[Rey de Cera] - ¡Levántate entonces! ¡Ofrece tu Juramento y yo te entregaré lo que deseas como recompensa!
Jack se levanta.
[Jack White] - ¿Cuál es ese juramento, entonces?
[Rey de Cera] - ¡Juro ante ti, mi Rey!
[Jack White] - Juro ante ti, mi Rey.
[Rey de Cera] - ¡Servirte en la Lucha y Recuperar la Ciudad!
[Jack White] - Servirte en la Lucha y Recuperar la Ciudad.
[Rey de Cera] - ¡Y traer de nuevo el Día a la Ciudad y la Corona al Verdadero Rey!
[Jack White] - Y traer de nuevo el Día a la Ciudad y la Corona al Verdadero Rey
[Hombres de Cera] - ¡ASI SEA!
[Rey de Cera] - Así Sea... Levantate, Caballero. Ahora recibirás tu pago...
Jack asiente y se levanta, orgulloso. - El deso que yo pida, ¿cierto?
La mano del rey, etérea, cubierta de cera fina y dorada sostiene una llave vulgar y corriente, la llave de una puerta. Jack se queda mirando al rey y coge la llave, confundido.
[Jack White] - ¿Qué he de hacer con ella?
[Rey de Cera] - Esta es la llave de la puerta que lleva a tu Ordenador, Caballero. Esa llave es la que necesitas para entrar.
Dos hombres vestidos como caballeros de las películas medievales entran en la sala. Sus armaduras parecen de cera. Quizás sólo estén cubiertas de cera. Pero sus ojos... sus ojos son dos pequeñas llamas azules en la oscuridad.
[Jack White] - ¿A mi Ordenador? No entiendo. Los Despiertos no entendemos de las costumbres subterráneas, por desgracia. La opresión de la Ciudad es demasiado grande como para que podamos centrarnos en estudiar estas tierras. ¿Qué es lo que me ocultaron allí arriba?
[Rey de Cera] - Eso no te lo puedo responder, Caballero. Ya tienes lo que necesitas. Ahora, cumplirás tu juramento...
Los Caballeros de las armaduras te flanquean mientras el rey busca entre sus ropajes cubiertos de cera dorada.
[Rey de Cera] - Tienes que ir a la Ciudad y matar a una niña...
Saca una pistola de entre sus ropajes y la pone en tus manos.
[Rey de Cera] - Sabes de quién te hablo. Sabes lo que tienes que hacer.
Jack mira el arma, atónito.
[Jack White] - ¿Y mi deseo?
Se sienta de nuevo en el trono de cera, mirándote.
[Jack White] - El trato implica lo que yo desee. Quiero formular mi deseo ahora. Lo que sea me será concedido, dijiste.
Jack observa al rey.
[Jack White] - Deseo ser el próximo Rey de la Cera.
El Rey se levanta de golpe. Las luces se apagan, sólo se ilumina su Corona con la luz azul fantasmal.
[Rey de Cera] - ¿¿¿CÓMO???
[Jack White] - El trato era claro. Hemos hecho un juramento.
[Rey de Cera] - ¡DESEASTE TU ORDENADOR! TE HE CONCEDIDO EL DESEO, ¿TE ATREVES A DESAFIARME?
[Jack White] - Eso lo dije antes de hacer el juramento... - sonríe - Bueno, voy a encargarme de esa chiquilla. Supongo que nos veremos pronto... señor.
El Rey te mira con ojos enfurecidos.
[Rey de Cera] - Volverás, Caballero. Volverás y lucharás en mis filas. Y te haré pagar cara tu insolencia.
Los caballeros señalan una puerta cubierta de cera.
[Caballero Ciego] - Por ahí.
Jack arquea una ceja al escuchar al Rey. - Técnicamente lucharé en mis filas. No te atreverás a quebrantar tu palabra, ¿verdad? Eso puede dar pero que muy mala imagen allí arriba... y ya no hablemos de si se enteran de eso los periodistas.
La mira del rey te fulmina desde el trono. Las velas comienzan a chorrear cera roja, como si su rabia tiñese las velas que de nuevo se encienden lentamente alrededor del Salón.
[Jack White] - Eso creía, mi rey.
Abandona la sala por el lugar que le indicaron.
El salón es una gran sala. Quizás fuera un almacén o una alcantarilla. Ahora es una catedral gótica de cera. Pilares amarillentos se alzan, con fila tras fila de cirios iluminándolas. Las paredes han desaparecido bajo las oleadas blanquecinas. El suelo es un océano lechoso solidificado. El trono está cubierto de cera dorada e iluminado por miles de pequeñas velas que crean riachuelos de cera alrededor.
Y en el centro, el Rey, con sus ropajes fluyendo y fundiéndose con el trono y el suelo, su cabeza calva coronada con un gran cirio de llama azul que gotea lentamente por sus sienes. El Rey os mira, y notáis la furia en sus ojos.
[Rey de Cera] - ¡Acudid, Hombres Despiertos!
[Juan Arana] "Vaya, esta vez sí, a postrarse toca" - piensa.
Michael avanza hasta estar frente a él.
[Rey de Cera] - Venís tras el hombre Despierto. Lo leo en vuestros ojos. Las cosas nunca ocurren por casualidad...
[Juan Arana] - En efecto.
[Michael Lowell] - Así es... Majestad.
Carol observa sin abrir la boca.
El rey os mira, sus ojos reflejando las constelaciones de velas que le rodean.
[Rey de Cera] - Habéis venido... si, habéis venido. Habéis acudido a mi llamada, como debía ocurrir.
[Juan Arana] - Señor Rey, no es así exactamente... Hemos venido porque... queremos impedir un acontecimiento atroz. Y ese hombre Despierto tiene que ayudarnos. No sé cómo, pero de alguna forma tiene que hacerlo.
El rey asiente, mientras oleadas de cera caen sobre sus hombros, como una cabellera dorada y fluida.
[Rey de Cera] - Yo escribí ese periódico. Yo hice que llegase a vosotros.
[Michael Lowell] O_o
Juan hace una mueca de extrañeza.
[Carol Koontz] - Pero... ¿por que?
[Rey de Cera] - Y ahora, ese hombre está a punto de matar a la niña, y de atarse en mi Juramento, como planeé que debería ocurrir. Y vosotros no podréis impedirlo.
Juan se queda estupefacto. Carol se queda sin palabras tan solo comienza a llorar.
[Juan Arana] - ¿Dón... dónde está?
[Michael Lowell] - ¡No!
[Juan Arana] - ¿Qué forma salvaje de hacer un juramento es esa?
Carol se viene a bajo por completo.
[Rey de Cera] - Así ha de ser. Así me libraré de esos malnacidos Repartidores y sus intentos de asesinato...
[Michael Lowell] - ¿Repartidores?
[Rey de Cera] - ¡Es la Guerra, Hombre Despierto!
[Michael Lowell] - ¿Quienes son?
[Rey de Cera] - ¡La guerra por recuperar mi Reino! ¡Por recuperar la Ciudad!
[Juan Arana] - ¿¿La guerra?? ¿De qué habla? ¡Es la hija de esta mujer, por dios!
Juan se arrodilla junto a Carol, para asistirla.
[Rey de Cera] - Es un sacrificio que hay que hacer. Ahora, esperad.
[Michael Lowell] - No hay manera... ¿No hay manera de evitarlo?
Hace un gesto y tres Caballeros Ciegos salen de detrás de las columnas, armados con largas espadas oxidadas.
[Rey de Cera] - No.
[Juan Arana] - ¡Hay que evitarlo! ¡Ya le robaron un beso a esta mujer! ¿Ahora quiere arrebatarle, además, un recuerdo doloroso pero crucial en su existencia?
[Michael Lowell] - ¡Espere! Estoy seguro de que debe haber otra manera de acabar con los repartidores. Esa niña no tiene por que pagar por esto, ¡¡ella no tiene la culpa de nada!!
El Rey te mira y las luces parpadean.
[Rey de Cera] - Podría ser. ¿Estás dispuesto a prestar el Jurameto, Hombre Despierto? ¿Estás dispuesto a ponerte en su Lugar?
[Michael Lowell] - ¿La dejarás ir?
[Carol Koontz] - No Michael...
Juan mira al rey y a Michael, sucesivamente, boquiabierto.
[Carol Koontz] - Esa no es la solución y lo sabes tan bien como yo. - se seca las lagrimas.
Michael piensa en su hija...
[Rey de Cera] - Os daré una Oportunidad.
Michael asiente - ¡Habla!
[Rey de Cera] - ¡JURA Y OS DARÉ UNA OPORTUNIDAD!
[Michael Lowell] - Esta bien. Juraré.
[Rey de Cera] - ¡Dilo: Juro Fidelidad!
[Juan Arana] - Michael, piénsalo...
[Michael Lowell] - !Juro Fidelidad!
[Carol Koontz] - Michael no...
[Rey de Cera] - Y yo te doy lo que pides...
El Rey saca de entre sus ropajes una pistola y la pone en manos de Michael. Michael toma la pistola entre sus manos, que tiemblan, debido al miedo y a las anfetaminas. Juan atiende expectante.
[Carol Koontz] - Michael... ¿Qué vas a hacer?
Michael mira al Rey expectante.
[Rey de Cera] - Es por esa puerta. Date prisa...
Señala una puerta medio escondida por la cera de la pared. Michael asiente y camina hacia la puerta.
[Juan Arana] - ¿Dónde vas, Michael?
Michael camina mientras sus zapatos de 800$ se llenan de cera. Carol mira a Juan esperando que él consiga detenerle.
[Juan Arana] - Rey, ¿qué quiere de él? ¡Díganoslo, tenemos derecho a saberlo!
[Rey de Cera] - Nada. Yo no quiero nada de nadie. Sólo recuperar lo que es mio.
Carol mira a Juan sin entender nada. Juan se siente del todo impotente. Comienzan a seguir a Michael.
[Juan Arana] - ¿Podemos acompañarle, al menos?
[Rey de Cera] - Sois libres. Vosotros. El no... ya NO.
[Carol Koontz] - Vamos... - le dice a Juan.
El Rey sonríe, y las llamas se oscurecen un poco, lanzando sombras tétricas sobre el Salón del trono.
[Juan Arana] - Vamos, Carol. No entiendo nada, pero te prometo que tu hija no morirá.
Carol va tras Michael y Juan, que se apresura tras su compañero, que ahora parece preso de un embrujo.