Cruzas la cocina hasta el Bar del Continental. Todo parece degradado, como una foto velada. La gente tiene ese toque desvahído de Mad City. El Camarero te sirve mecánicamente un licor casi transparente y que no sabe a nada.
[Jack White] - Un whiskey doble, por favor.
Jack se dirige hacia una mesa próxima a la puerta mientras recorre la estancia, examinándola. Busca algún periódico y comprueba que no hay ningún policía ni encargado de seguridad en el local: Correr por Mad City puede que no fuera tan buena idea.
En el local están los habituales: La pareja mayor del fondo, el hombre del piano, las tres secretarias que toman Bloody Mary. Hoy no hay pasma por aquí, cosa que agradece. El periódico del día está sobre la barra, junto al hombre de negocios que acaba de terminar de firmar un acuerdo. Son los mismos de siempre, desde hace 3 años.
Jack recoge el noticiario y se queda finalmente en la barra, mirando hacia el exterior mientras bebe unos tragos.
[Jack White] - Dígame... señor. ¿Quién le envía a usted estos periódicos? Son realmente interesantes...
[Camarero] - Pues el camión del Reparto, Señor White, como todas las mañanas.
Jack se asegura de que no se trata del periódico que estaba buscando... Aquellos ejemplares tenían una facilidad horrible para alterarse sobre la marcha. El periódico tiene fecha de 1954.
[Jack White] - Oh, sí, claro. Ya sabe que yo no sé mucho sobre camiones, ni repartos. Apúntemelo, ¿quiere? Me dejé la cartera... - Jack se incorpora y estira sus piernas. - Por cierto, ¿tiene hora?
El camarero levanta la vista hacia el reloj de pared.
[Camarero] - Las 11:20, señor White.
[Jack White] - Gracias... ¡hasta otra!
[Camarero] - ¡Hasta otra, Señor!
Jack se paró en seco antes de cruzar la puerta. Por un momento estuvo a punto de preguntar si de la "mañana" o de la "noche". Qué pregunta más estúpida. Negó con la cabeza y sale a las calles, caminando sin rumbo.
La Ciudad se amontonaba sobre si misma, doblándose, retorciéndose. Los edificios se apiñaban entre ellos, mientras la gente iba de un lado a otro en medio de la noche eterna de Mad City. Jack comenzó a preguntarse qué habrá sido de sus compañeros. Rehuyendo la policía, buscó un taxi.
Cruzáis la cocina hasta el Bar del Continental. Todo parece degradado, como una foto velada. La gente tiene ese toque desvahído de Mad City. El Camarero sirve mecánicamente un licor casi transparente y que no sabe a nada. Juan se toma la copa, sabe que va a necesitar un poco de valor extra para afrontar lo que queda de noche. Echa un vistazo a su alrededor, con discreción: no le asombraría encontrarse con mad Jack por aquí. Carol juega con el vaso en sus manos sin llegar a tomársela.
Algunas mesas están ocupadas por gente que viste trajes y abrigos pasados de moda. Afuera, coches antiguos circulan por una calle retorcida. Todo parece como en blanco y negro, como si algo se hubiese comido el color. La noche es despejada y llena de estrellas, a pesar de las farolas que iluminan las calles.
[Camarero] - ¿Desean algo más, señores?
Michael niega con la cabeza y busca con la mirada a Jack.
[Juan Arana] - Está bien así, gracias.
[Carol Koontz] - ¿Y tú que opinas de todo esto? ¿Alguna idea Juan?
[Juan Arana] - Creo... - Susurró - ...que os tienen bien cogidos, Carol. Un tipo de este sitio que le pone los cuernos a él y una hija no-nata tuya que está a punto de ser asesinada...
[Carol Koontz] - No si podemos impedirlo... ¿Pero cómo?
[Juan Arana] - Me huele a pura trampa... Y aún hay que saber cómo es que Jack también se ve envuelto.
[Carol Koontz] - ¿Trampa de qué?
Juan se encoge de hombros. - Algo que habéis hecho y olvidasteis, o algo que haréis, y por lo que os quieren hacer pagar.
[Michael Lowell] - Estoy seguro de que ese tipo está metido en esto... ese hijo de puta... Se llevó a tu hija, seguro que la trajo a Mad City... y ahora se quiere llevar a la mía seguro...
[Juan Arana] - Quién sabe...
[Carol Koontz] - El periódico decía que todo esto sucederían en la calle Darthmoor, ¿no? Vayamos y tratemos de impedirlo.
[Michael Lowell] - ¿Ir? Esto es una puta profecía autocumplida.
Carol realmente quería ir y ver si era cierto que su hija estaba allí... viva.
[Juan Arana] - ¿A tu hija? ¿También tienes una hija, Michael?
[Michael Lowell] - ¡Ni siquiera hubiéramos pensado en ir a esa puta calle si no hubiéramos leído ese titular! - Michael asiente. - Dana, solo tiene 6 años. Vive con mi mujer... y con ese capullo.
[Carol Koontz] - Pero ella está... viva.
[Juan Arana] -Por todos los santos...
[Michael Lowell] - Si la vamos a matar parece que la tuya también, ¿no?
[Carol Koontz] - En la vida real no...
Michael se ríe sonoramente.
[Michael Lowell] - ¿La vida real?
[Carol Koontz] - Y aquí ¿quién sabe? porque yo no lo se...
[Michael Lowell] - Mira pequeña esto es TAN real como la Ciudad Durmiente. Diría que es hasta más real...
[Juan Arana] - A ver, esperad, creo que voy entendiendo algo...
[Michael Lowell] - Hiperreal.
[Carol Koontz] - ¿Pero tú has visto a tu alrededor?
[Michael Lowell] - ¿Sí? Pues explícanoslo...
[Carol Koontz] - No... no puede serlo...
Carol niega con la cabeza mientras agacha su mirada.
[Juan Arana] - Tú tienes una hija, Michael; tú, Carol, pudiste tenerla...
Michael asiente.
[Carol Koontz] - ¿Y tú juan?
[Juan Arana] - Yo también busco a una cría, sólo que no es real...
[Carol Koontz] - ¿No es real?
[Michael Lowell] - ¿Qué?
[Juan Arana] - Veréis, en mis ensoñaciones... Soy matemático, lo fui de algún talento. A veces, para progresar en mis fórmulas, necesitaba... Cómo decirlo, era una especie de ayuda preternatural. Una cría se me aparecía, la veía tan clara como os veo a vosotros. Y ella siempre siempre tenía la llave.
Michael se vuelve a pasar la mano por la frente y el pelo, secándose el sudor y despeinándose aun más.
[Juan Arana] - Pero ahora no, no se me presenta y mi mente está vacía, como un cascarón. Estoy en dique seco, no progreso en mis investigaciones...
[Michael Lowell] - ¿Estás comparando una alucinación con nuestras hijas?
Carol deja el vaso sobre la mesa de un modo un poco brusco.
[Juan Arana] - Eeer... No, por supuesto, no lo pretendía...
[Carol Koontz] - Dios santo... ¿pero esto qué es?
[Michael Lowell] - Esto... esto es Mad City. - vuelve a reírse.
[Juan Arana] - Sólo digo que alguien persigue extinguir nuestras motivaciones.
[Carol Koontz] - Primero Jack... ¿Ahora Juan?
[Juan Arana] - Acabar con lo que nos mueve.
[Michael Lowell] - Joder, que le jodan, necesito un trago...
[Carol Koontz] - ¿¿¿Estáis todos locos???
El camarero pasa una bayeta para limpiar la salpicadura del vaso de Carol y sigue a sus cosas. Michael levanta la mano y llama su atención.
[Michael Lowell] - Tráigame un gintonic.
El camarero asiente y prepara rápidamente un GinTonic que sabe a humo viejo... pero es alcohol.
[Carol Koontz] - ¿O yo empiezo a estarlo también?
[Juan Arana] - No, Carol, piénsalo. Yo sólo soy por esa niña, esa niña simboliza todo cuanto quiero ser. No sé si en vuestro caso ocurrirá lo mismo, apostaría a que sí.
[Carol Koontz] - No entiendo donde quieres ir aparar...
[Juan Arana] - Ese es el nexo, un ansia, un anhelo: tu hija, su hija y la niña de mis alucinaciones.
Michael deja que la bebida le caliente la garganta mientras Juan y Carol hablan de lo humano y lo divino.
[Michael Lowell] - Sabéis... cada minuto que pasamos aquí es un minuto de ventaja para Jack, a saber donde está ahora...
[Carol Koontz] - No se nada... solo se que nos quedan 2 horas para lo que sea que vaya a pasar.
[Juan Arana] - Cuando encontremos a Jack, podremos preguntárselo directamente.
Michael asiente.
[Camarero] - El Señor White salió hace cinco minutos, Señor.
[Juan Arana] - ¿Qué? - Se sobresaltó.
[Michael Lowell] - Joder... supongo que es un buen cliente, ¿eh?
El camarero habla sin miraos, como si no fiera con él. Limpia por enésima vez un vaso y lo coloca junto al resto. Carol mira al camarero extrañada. Michael apura su Gintonic.
[Michael Lowell] - Vamos, tenemos que buscarlo... no puede andar lejos.
Juan hace una mueca, como intentando hacer un cálculo muy difícil de cabeza. Carol mira de reojo a Michael.
[Carol Koontz] - Pues creo que tu llevas el mismo camino que Jack.
Observa lo rápido que se ha tomado el gintonic. Michael deja sobre la mesa el dinero de la copa y una jugosa propina. Juan imita a Michael y paga también lo de Carol.
[Michael Lowell] - ¿Dijo algo de donde iba?
[Camarero] - ¿Señor?
[Michael Lowell] - El señor White, ¿dijo algo?
El Camarero hace un gesto que significa "¿Y a cambio de qué debería decirle eso?" en todos los idiomas de la Realidad. Michael se frota los ojos con el dedo pulgar y el índice, cansado: “No debería mezclar excitantes y antidepresivos...”
[Michael Lowell] - Mira, eh... - mira el nombre en su plaquita – Dominic. He tenido un día terrible. Y sólo quiero saber donde ha ido ese tipo. Me debe dinero ¿sabes? Y si lo consigo es probable que venga a gastármelo aquí, y deje más propinas como esta.
[Dominic] - Ahammm. Si, suele pasar, señor. Tiene una cuenta bastante larga aquí...
[Michael Lowell] - Creo que es una situación en la que ganamos todos. ¿No crees que lo mejor es que me digas si dijo algo que pueda interesarme?
Dominic arquea una ceja y se atusa el bigotito. Mira a Carol.
[Dominic] - ¿Crée que la señorita podría darme un beso a cambio, señor? Como propina...
Michael mira a Carol...
[Michael Lowell] - Sí... estoy seguro de que sí...
[Carol Koontz] - ¿¿Qué??
Michael sonrie - Vamos, hazlo por Stephanie...
Carol le lanza una mirada fulminante a Michael y besa al camarero en la mejilla. El Camarero se retira, sorprendido.
[Dominic] - ¿Qué hace?
[Carol Koontz] - Dinos donde... ¿cómo?
[Dominic] - Sólo le he pedido un Beso, ¡nada más!
[Carol Koontz] - ¿¿Qué???
Carol mira sin entender a ese tipo. Dominic mira a la señorita.
[Juan Arana] - Será en los labios... - sugiero.
[Dominic] - Acérquese, por favor...
Carol se acerca mientras mira a Juan y Michael. Dominic acerca la mano a los labios de Carol... y lentamente le arranca un Beso: Una fina lámina rosada, como de papel, que convierte en una bolita y se guarda en un bolsillo...
Michael observa asombrado. Sacude la cabeza. Carol mira al hombre con los ojos de par en par mientras Juan no cabe en sí de la sorpresa.
[Dominic] - El señor White cogió un taxi y preguntó por el Periódico.
[Michael Lowell] - ¿El periódico? Maldito loco... Gracias Dominic; volveremos a gastarnos las ganancias.
[Dominic] - Cuando deseen, señores. Buenas noches.
Michael se levanta - ¿Vamos?
Juan, que no atina a dónde mirar, se dispone a seguirlos hasta el exterior. Michael se frota los ojos camino a la salida, el humo se los irrita, tiene una pinta horrorosa. Carol los sigue aún perpleja.