Partida Rol por web

A pesar de que toda tu atención se centraba en tu agresor, era imposible no escuchar las risas que corrían por los pasillos del calabozo. Se trataba de los presos, obviamente, quienes mantendrían la boca cerrada con tal de disfrutar de un espectáculo como el que seria la ejecución de un consejero de los reyes; además, si tu muerte era limpia y rápida, como parecía que seria, tal vez algunos podrían pelearse por ver quién se encargaba de tu cuerpo; muchos guardias descuidaban a los presos, un cadáver más en el rincón pasaría desapercibido.

Fuese lo que fuese lo que te sucedería, no tenías tiempo para pensar ahora, pues Antony levantó su espada dispuesto a ejecutarte allí mismo y... La gata saltó. La mascota del príncipe se escapó de entre tus manos y paso de manera elegante junto a la hoja que descendía hacia ti. Como un proyectil, Nyhamda saltó hacia el rostro de Antony y le propinó una dosis de rasguños similares a los que te dio a ti. Los quejidos del rubio resonaron instantes antes de que el filo de la espada bajase por completo, clavándose en el suelo pasando justamente entre tus piernas, a escasos centímetros de haberse clavado en algún lugar verdaderamente importante para ti.

-¡Argh...! ¡Maldita rata...! -con su otra mano, Antony logró separar a la gata de su rostro, y tras dirigirle una mirada de ira la arrojó hacia atrás con molestia. Al aterrizar, la gata del príncipe saldría corriendo velozmente del calabozo, dejándote con Antony más molesto que antes. -. Pensaba acabar contigo rápido... ¡Pero te juro que en el momento en el que ya no te puedas mover te tirare en la celda más oscura que encuentre, repleta de criminales que acabarán el trabajo por mi! -aseguró mientras levantaba su espada del suelo y la volvía a empuñar, mirándote fijamente mientras seguías en el suelo. -. ¡Acabare contigo, maldito enano!

Tal vez la diosa suerte le escuchó, ya que el gato se lanzó a por el rostro de Antony, provocando que le hiciera arañazos en la cara y le dejara tiempo a Ethan para reaccionar, aunque claro, el gato salió corriendo escaleras arriba, ya había hecho bastante ayudándole, ahora eso era entre el aprendiz de consejero y el maldito psicópata.

Mientras el caballero le gritaba, Ethan cayó en la cuenta, ¡su libro!, ¿Cómo lo había podido olvidar?...era peligroso y estaba prohibido, pero la situación lo requería. Rápidamente rebuscó entre sus ropas y sacó un pesado tomo forrado en piel y con pinta de ser más antiguo que la propia ciudad.

Pero no se detuvo ahí, tenía que darse prisa. Mientras el hombre le gritaba improperios y amenazaba, Ethan fue a las páginas del libro que tenía memorizadas.-Aquí…aquí…-Murmuraba rebuscando a toda prisa, hasta que dio con el hechizo adecuado y abrió el libro de par en par en dirección a su objetivo mientras murmuraba las palabras mágicas.

Del libro salieron unos delgados carámbanos de hielo, que se dispararon en dirección a donde el libro apuntaba, buscando dañar a su enemigo. Era magia prohibida, pero…¡no tenía otra opción, tenía que hacer uso del libro!  

Los hombres no parecían esperarse otra respuesta por tu parte, por lo que empezaron a ayudar al vendedor con su mercancía. Entonces, comentaste el tema de los problemas que estaba teniendo el pueblo, por lo que uno de los hombres que ayudaba a bajar todo se detuvo para mirarte.

-Hemos investigado la causa del problema, pero no hemos dado con ella. Muchos dicen que el lugar fue embrujado por algún visitante que no estuvo satisfecho con el recibimiento, pero nadie recuerda a algún individuo que pudiese resultar sospechoso -el hombre miró hacia los lados, y luego se inclinó un poco hacia ti para hablarte de manera disimulada. . Si me preguntas a mi, creo que un noble contrató un brujo para maldecir las tierras y así hacer que nos vayamos para él poder reclamarlas... -sonaba a teoría conspirativa contada por un borracho de un bar, pero sabías bien que la imagen de nobles aprovechados era bastante común.

-No atosiguen a la señorita con historias sin sentido -intervino el mercader, quién se acercó a ti con una pequeña bolsa de cuero. -. Debes estar cansada luego del viaje: En este pueblo hay una pequeña taberna hacia el norte donde reciben a muchos viajeros. Tal vez quieras pasarte por allí a recuperar energías.

Poco luego de eso, las personas en la entrada acabarían de bajar la mercancía.

-Muchas gracias por acompañarme -te agradeció el vendedor. -. Yo daré unas vueltas por el pueblo antes de irme. Esperó puedas disfrutar de la comodidad del lugar.

Luego de haberse quitado a la gata de encima, lo último que esperaba el caballero era que hicieses uso de la magia para enfrentarte a él. Se quedó con los ojos bien abiertos cuando vio formarse aquellas esferas de hielo, las cuales luego salieron volando desde el libro como carámbanos que impactarían contra su cuerpo.

-¡Argh...! -retrocedió con un quejido, aferrándose fuertemente a su espada. -. M-Maldito... ¡Sabía que tenías algo entre manos! E-Esto solo lo hará más sencillo... Luego de matarte, revelaré a todos que eras un brujo... ¡Y todos admirarán que te haya asesinado! -soltó otra carcajada mientras se llevaba una mano libre al rostro, dándole una imagen bastante maniática para un mandamiento, o para cualquier persona normal. -. ¡Muere, Von Karstein, Muere!

Entonces, Antony se lanzó a por ti con una sonrisa de oreja a oreja, dispuesto a abrir tu pecho de par en par con un único corte.

Tal vez fuese que no lo vio venir, o que estaba dispuesto a dejarse dañar si eso significa mantenerte sujetado, pero tu sombra se mantuvo en aquella posición permitiéndote efectuar la llave que tenías en mente sin muchas complicaciones. Pronto ambos se encontraban lado a lado, a pocos segundos de llegar al suelo.

-Grrr... -escuchaste un tipo de gruñido venir de tu sombra, aunque nunca le viste mover la boca.

Finalmente, llegaron al suelo, impactando los dos a la vez de forma brusca contra esté, levantando una nube de polvo que los cubriría durante unos instantes. Apenas tuvo la oportunidad, tu copia se incorporó y se alejó de ti de un salto, tomando un par de metros de distancia.

-... -sin decir nada, sacó de su cinturón una daga muy familiar, siendo una versión oscura de tu arma característica. Entonces solo te do unos breves segundos para recuperar el aíre antes de lanzarse de nuevo a por ti, dispuesto a apuñalarte con su arma.

La caída dolió, no lo podía negar, sin embargo lo que más me llamó la atención fue lo decidida que estaba esa sombra en acabar conmigo, cuándo sacó la daga y atacó rápidamente pegué un salto hacía el costado e intenté darle un dagazo rápido, con tanta mala suerte que no sostuve la daga con la suficiente fuerza.

Aquel ataque, además de ser ineficaz, dejó abierta una abertura que la sombra aprovecharía. Con un veloz movimiento, giró sobre su posición y golpeo tu daga con la suya, causando que el arma volase de tus manos un par de metros antes de clavarse en el suelo. Tu sombra solo te dirigió una mirada antes de volver a arremeter a alta velocidad, dispuesto a apuñalarte en el pecho con tal de hacerte una herida que recordases durante el resto del combate.

El ataque había sido malo, eso lo había sabido desde que me precipité a ejecutarlo, pero ahora estaba desarmado y aquel ser igual a mi no dudó en aprovechar eso para apuñalarme.

Me tiré hacía atrás con un salto y arqueando la espalda, haciendo que el ataque pasara por encima de mi a escasos centímetros de mi pecho al tiempo que abría las piernas para agarrarlo de la misma forma que él había hecho.

Apoyé las manos en el suelo y aprovechando el envió seguí de largo buscando estrellar su cabeza contra el suelo.

—No no, por favor, que sigan explicando, me interesa —le digo al vendedor, bastante entusiasmada. Si hablo con el jefe que estos tengan y me ofrece una recompensa por todo esto, ya podría establecerme aquí durante algunos días.

—Iré a la taberna entonces, pero más por información que por descanso, ya dormí bastante mientras venía en el carro. Si no nos vemos, solo le pido que antes de partir de nuevo me esperes, que me gustaría continuar acompañándote mientras viajas.
Y sí, una vez que consigo carruaje, vamos a tratar de no perderlo.

Con el impulso que había tomado no pensaba que llegases a realizar una maniobra como esa, pasando de largo y cayendo de lleno en tu agarre. Para cuando se dio cuenta, la sombra ya se encontraba con su rostro volando hacia el suelo para ser estampado con fuerza.

Se quedaron allí unos instantes antes de que la sombra forcejease y se lograse zafar, saltando lejos de tu posición para tomar unos metros de distancia. Se le veía mal herido, aunque no se reflejase en su oscuro cuerpo: apenas se mantenía de pie, y al intentar avanzar hacia ti parecía que caería en cualquier momento.

Tal vez fuese esa imagen la que te hizo bajar la guardia, pues con sus pocas fuerzas la sombra arremetió a toda velocidad hacia ti. Te embistió de tal forma que te llevó contra una de las paredes, creando un cráter por el impacto: y sin dar tiempo a intercambiar golpes, clavó su daga sobre tu hombro derecho , introduciendo profundamente el arma.

La sombra mantuvo aquella posición. Utilizaba las pocas fuerzas que le quedaban para mantenerse aferrado a ti, clavando la daga más y más...

Al ver tu interés por lo sucedido, los hombres continuaron contando.

-Verás, son solo suposiciones, pero un noble que tiene sus tierras al otro lado de aquella colina opuesta al bosque una vez vino haciendo una oferta por el pueblo. Nadie estuvo de acuerdo, pues disfrutamos de la vida que tenemos aquí. El noble se fue molesto, y pues... Ya sabes como es la gente adinerada: hace lo que sea por tener lo que quiere -explico uno de los hombres antes de suspirar. -. La gente equivocada es noble...

-Ya quiero ver cual de ustedes se quejará cuando venga un noble tirando oro por su camino... -soltó un tanto molesto en mercader antes de escuchar lo que tenías para decir. Tras una leve confusión, te mostró una leve sonrisa. -. Muy bien, creo que puedo esperarte. Me haría bien compañía en mis viajes.

Tras haber asegurado un transporte, decidiste adentrarte en el pueblo para dirigirte a la taberna. Al abrir la puerta te encontraste lo que esperarías de un lugar como ese: personas bebiendo, jugando, olor a licor y comida caliente. Nadie se volteó a verte cuando entraste, como si no le diesen importancia a quienes entraban: cada quién estaba muy ocupado en sus asuntos.

Habían un par de mesas libres, así como la barra que era atendida por el dueño de la taberna, tras el cual había una linda exhibición de bebidas de distintas procedencias; ninguna exótica, claro está, pero había variedad. Al fondo habían unas escaleras que llevaban al segundo piso de la cabaña, siendo donde seguramente se encontrasen las habitaciones. 

Al ver que la sombra quedó aturdida rápidamente tomé mi daga, en ese momento sentí el impacto contra la pared, aparentemente sus últimas fuerzas le habían dado una agresividad inesperada.

Pero ahora lo tenía pegado a mi cuerpo de nuevo, sentía la sangre correr por la herida que me había hecho ahora, apretándo los dientes, giré la daga con el filo hacía abajo, para luego tirar un rápido corte a su yugular.

Los carámbanos de hielo hicieron su función…bueno, le hicieron daño, no el suficiente…pero si el necesario para hacerle sangrar. Fue entonces cuando Anthony comentó que ahora sería más fácil matarle, ya que le acusaría de ser un brujo y se quitaría el asesinato de encima.

El muchachito no perdió tiempo y trató de rodar hacia un lado para esquivar aquella espada que iba directa a por su pecho. Robin no era un acróbata, ni siquiera un guerrero, ¿Cómo iba a poder enfrentarse a semejante persona?, aquel golpe que le asestó el hombre resultó doloroso, era la verdad…pero aún así el chico no se detuvo, volviendo a abrir el libro y pronunciando palabras en una lengua prohibida, rezando para que el maldito libro pudiera hacer algo para librarse de semejante amenaza.

Fue entonces cuando el libro soltó un fogonazo en dirección al atacante…¡pero no era suficiente!

Mientras te tenía contra la pared, la sombría hacia todo a su alcance para clavarte más y más el arma con sus últimas fuerzas. Pero fue así como bajo la guardia al concentrar todas sus energías en atacar, y es que con algo de esfuerzo pudiste abrirte paso a través del agarre para lanzar un último ataque con tu daga. El cuello de la sombra se abrió en dos a los pocos segundos, siendo que empezó a brotar una amplia cantidad de "Sangre negra" que te empapó mientras el cuerpo de tu copia caía hacia atrás. Una vez en el piso, la sangre empezó a brotar de manera incontrolable, y a los pocos segundos el cuerpo de la sombra se fundió con el suelo hasta desaparecer, dejando únicamente una mancha negra en su lugar. La "sangre" que te había salpicado también se secó; la que había sobre tu cuerpo desapareció, pero tus ropas quedaron manchadas de un negro intenso.

-¿Liones? -escuchaste una voz venir de uno de los pasillos. Al llevar tu vista hacia aquella persona que habló, te encontraste con el príncipe, portando su lanza y armadura como era de esperarse. -. ¡¿Estas bien?!

Se acercó velozmente hacia ti para ayudarte a recuperar la compostura, observando aquella herida que tenías en el cuerpo.

-¿Que rayos sucedió? -obviamente, él no había sido testigo de lo sucedido, y tal vez nadie más lo hubiera visto; aunque era cierto que al menos un par de personas debieron haber visto a la silueta tirarte desde la sala del trono... -. Da igual... Ya rescatamos a los reyes. Estamos patrullando el castillo en busca de amenazas... ¿Encontraste algo?

Ver la sangre brotar de tu pecho dibujó una sonrisa en el rostro manchado del mandamiento, quién continuó avanzando hacia ti en busca de un poco más de tus gritos... Pero se encontró con el resplandor rojo de las llamas que brotaron de tu libro. El fuego le abraso intensamente al encontrarse cerca de ti, obligando a que soltase un grito desgarrador mientras retrocedía.

-¡M-Maldito! -gritó a todo pulmón cuando pudo salir de las llamas, con serias quemaduras por todo el cuerpo. Sus ojos estaban inyectados en ira, y toda esta iba dirigida hacia ti. -. Tu... ¡Maldito! Ese maldito me las pagará luego por no advertirme de tus trucos, sucia rata... ¡Pero ahora voy a acabar contigo!

Entonces, la espada de Antony empezó a recubrirse con un brillo celeste y escarchado. Un airé frío empezó a recorrer los calabozos, y fue cuando te diste cuenta de que no eras el único con un arsenal prohibido.

-¡Muere! -gritó con una sonrisa maniática antes de dejar caer su espada.

Pero entonces, el brazo de Antony se detuvo. Tu que te encontrabas a nada más un par de metros de él podías ver mejor que nadie lo que estaba sucediendo. El hombre, quién forcejeaba en un intento de zafarse, estaba siendo "recorrido" por unos tentáculos verdosos. Estos surgían de unas grietas del suelo, las cuales se agrandaron para permitirles salir; empezaban recorriendo las piernas del mandamiento para llegar a su torso, luego escalar por sus brazos para mantenerlos sujetados.

-¡Tsk...! -tu no habías hecho nada, pero estaba claro que Antony ahora estaba totalmente desprotegido al no poder moverse.

-Estuve mejor- dije sonriendo antes de caer justo sobre el brazo del príncipe que me atajó - una sombra me atacó, me tiró desde la sala del palacio y luego cuándo la derroté se convirtió en eso- dije señalando el charco negro.

Me quedé pensativo, no sabía hasta que punto era bueno decir que la sombra tenía mi figura.

-Temo que el ataque a tus padres pueda venir de una gran fuerza maligna...-

Aquella llamarada fue suficiente como para que el caballero retrocediera a grito pelado mientras su cuerpo se llenaba de quemaduras y nuevamente le amenazaba, dejando caer que le habían enviado para matarle…¿entonces no estaba solo?

El corazón de Ethan palpitaba violentamente, tanto que tenía la sensación de tener a un tamborilero de un navío de guerra tocando el dichoso tambor con sus enormes manazas mientras guiaba el ritmo de los hombres que remaban…solo que ahí no había ni barco, ni tripulación, ni siquiera agua…la cual hubiera venido de lujo para apagar el brillo de aquella espada, la cual hizo que Ethan sintiera terror por unos segundos, aquello era magia…si, como la de el, pero de otro estilo…¿Qué más traidores podrían haber?

Fuera como fuera, el caballero estaba dispuesto a matarle y no dudó en intentar bajar su espada en dirección al muchacho que aún seguía en el suelo, pero por suerte, unos tentáculos aparecieron de el suelo, formando grietas y agarrando al caballero en un intento de detenerle, ¿sería eso obra del libro?, ya tendría tiempo para investigar después.

Nuevamente alzó el libro frente a su rostro clavando con ansia los dedos en las páginas y luego encarándolo frente a su enemigo.-¡Maragydine!-Gritó de forma casi infantil, aquel hechizo no sabía que significaba, pero salió de su garganta de manera casi instintiva, invocando algo que…desde luego podía resultar peligroso para aquel caballero traidor.

Mientras te ayudaba a mantenerte en pie, el caballero escuchaba atentamente la explicación de los sucesos, quedándose pensativo al respecto breves instantes.

-Suena a que Nekrodum se esta moviendo... ¿Por qué realizarían un ataque con una única tropa? ¿Acaso nos subestiman demasiado? -opinó Sir Elric IV, quién te acompañaba por los pasillos del castillo buscando quién te atendiese. -. Da igual, podremos pensarlo luego, pero ahora te llevaré a la sala donde están atendiendo a los reyes. Es vital tenerte en buen estado si algo vuelve a suceder -confesó mientras avanzaba por los pasillos.

Entonces, mientras se dirigían a aquella sala segura donde deberían estar resguardados los reyes, un leve temblor sacudió el suelo del castillo. Instintivamente ambos giraron sus cabezas hacia el pasillo por donde vino el ruido causante del estruendo.

-¡Viene de los calabozos! -declaró el príncipe empuñando nuevamente su lanza, dispuesto a salir corriendo lo más pronto posible. -. Liones, sigue recto y gira en el tercer pasillo, llegarás a una puerta de acero. Toca y di "Larga vida al rey" y te dejarán entrar -luego de explicarte aquello rápidamente, el príncipe partió en dirección a los calabozos. En tu estado lo mejor era ir a tratarte, pero... ¿Que podría estar causando estragos en los calabozos? ¿Estaría bien dejar ir al príncipe solo? No te sabías el castillo de pies a cabeza pero... Tus piernas aún tenían fuerzas para seguirle el ritmo a Elric.

Todos los prisioneros miraban fascinados la escena desde sus celdas; ya tendrías tiempo para pensar que hacer respecto a ellos, pero ahora tenías que encargarte de una vez por todas de tu problema actual. Tras narrar las palabras escritas en el libro, un circulo de fuego se dibujo a tu alrededor, unas débiles llamas que no te llegaban ni siquiera a las rodillas.

-Ha... ¡Ha, Ha, Ha! -soltó una carcajada Antony, y no solo él: todos los presos que podían ver la escena también se empezaron a reír de ti. -. ¡¿Piensas matarme o quitarte el frío, niño inútil?! -y cuando estaba por intentar liberarse... sucedió.

Las llamas del circulo de fuego se alzaron en todas las direcciones al exterior de ti, creando una explosión de llamas desde tu posición que recorrería los estrechos pasillos del calabozo. Muchos prisioneros se vieron obligados a alejarse de los barrotes y arrinconarse en sus celdas para no ser alcanzados por las llamas, otros no tendrían hacia donde correr, pero quién seria el blanco principal de tu ataque seria el Mandamiento delante de ti.

-¡Tsk...! ¡Argh...! ¡KARSTEIN! -fue su último grito amenazante, combinado en notable agonía mientras su cuerpo era abrasado por las llamas.

Tras unos segundos las llamas dejaron de surgir, y tu que te encontrabas en medio de todo podrías ver el resultado de tu hechizo. Fuego por todas partes, prisioneros calcinados, otros que aún mantenían la consciencia... Delante de ti, los restos quemados de un hombre que intento asesinarte: sus ropas, su rostro, todo su cuerpo... Si no fuese porque hace poco intentó matarte no le reconocerías. Poco después, los tentáculos que sujetaban el cadaver volverían a adentrarse en las grietas que luego se cerrarían por si solas, dejando tirado el cuerpo de Antony en el suelo.

Entonces, una delgada capa de "magia" celeste cubrió el suelo, paredes y techo de los calabozos: de pronto, las llamas que habían quedado por allí empezaron a ser absorbidas por los ladrillos que formaban la estructura, hasta que finalmente no quedo nada y la capa de energía desapareció.

-M-Maldito... -dijeron los restos quemados de Antony: podía ser un asesino, un traidor, pero tenía el poder de un mandamiento... -. P-Pagarás por esto... -con sus últimas e inútiles fuerzas intentó alzar su espada, pero entonces... -. ¡Argh...!

Un nuevo tentáculo salió del suelo, justo debajo de Antony esta vez para atravesar su corazón. No fuiste tu, obviamente, pero el causante de aquella invocación acababa de arrebatarle la vida al caballero. Luego de que el cuerpo de tu agresor perdiese la vida, el tentáculo volvería a ocultarse tal como lo hizo el resto.

Justo entonces alguien bajó las escaleras. Llevando a la gata del príncipe en uno de sus brazos, Frey se te quedo viendo a ti y a la escena en cuestión con una expresión de sorpresa indescriptible.

-¿Ethan...?