Partida Rol por web

En la posada en cuestión se encontraban demonios en lo suyo: bebiendo, jugando, apostando... En la barra se podía ver una de las sillas levemente torcida a causa de algún gran peso que se le hubiese ejercido, pero el encargado no parecía darle importancia alguna.

-Solo me queda una habitación... -y así les entrego la última llave que tenía, la cual abría uno de los cuartos del segundo piso de la cabaña.

El olor a alcohol era embriagante, la suciedad en el aire mucho más notable que afuera, pero era lo mejor que tenían para descansar.

Luego de aquel aviso de parte del peliblanco y de deambular un poco más por el castillo terminamos por ir a nuestras respectivas habitaciones. Me despedí de Lavinia cordialmente al igual que del ejecutor que seguro compartiría cama con ella esa noche.

Por mi lado una única cama me esperaba para ser compartida por el sirviente de Leviathan y unas ventanas abiertas que dejaban que el frío viento se infiltrarse con la sutileza de un buey en una cristalería.

Me aproxime a la ventana para cerrarla, ya se había refrescado lo suficiente la habitación. De inmediato me despoje de mi túnica, quedando solamente con una ligera camiseta de color marrón al igual que los pantalones que llevaba debajo y un par de botas. Esas últimas si me las quitaría.

-Espero no te moleste compartir cama, soy robusto pero compacto jojojo- reí animado acicalando mi barba con la mano antes de ir hasta el borde de la cama y sentarme.

-Que tengas buenas noches- le desee humildemente un buen sueño antes de apoyar mi cabeza en la almohada y meterme entre las sábanas, dejando espacio suficiente para que entrase otro más, de ser necesario dormiría de lado.

No tenía nada de valor conmigo más que aquella desgastada túnica negra y los brazaletes que solo me quitaba para bañarme.

Con el aire apesumbrado que siempre me acompañaba, volví hacia el dormitorio como me había ordenado Maese Leviathan, donde me encontré con el enano cultista -Ho-hola...- le saludé con timidez, quedándome no muy cómodo en un rincón, pasando algo de frío por el viento de la ventana hasta que se cerró.

Yo ya estaba buscando una esquina donde ponerme con la almohada... hasta que el enano después de ponerse más cómodo dijo que no había problema con que durmiera en la cama... cosa que me sorprendió -Ahh... n-no no... n-no m-me mo-molesta...- le dije al enano negando muchas veces, esperando no querer molestarle con una negativa. A diferencia de él, yo no me desvestí... yo no tenía más ropa que esta, y era mi ropa para todo.

Al principio me fui tumbando en la cama con cierto temor... pues esto era la primera cama en la que dormía. Era cómoda, muy cómoda... demasiado cómoda y blanda... no me acostumbraba después de años durmiendo en un triste colchón fino casi como una sabana. Esperaba poder dormir bien sobre esto -Bu-buenas no-noches...- le devolví con nervios tumbándome boca arriba... mirando de cuando en cuando al enano con miedo de que me hiciera algo, por mucho que hubiese sido la primera persona en mi vida en darme las buenas noches.

Por más duro que pueda ser Nekrodum, nadie puede estar preparado para habitar el mismo lugar que el Rey Divino... 

 Incapaz de negar o buscarle la vuelta a ello, la sacerdotisa asintió, más también "guardó" el rostro ajeno como uno en el que podría dejar caer mayor interés del que había pensado antes, gracias al halo de misterior y solemnidad que rodeaba a aquel sujeto; tras hablar otro poco más con Einar, finalmente siguieron el consejo del albino y se fueron hacia los aposentos, en su caso, Lavinia se dirigió a donde se había invitado ella misma...

***

De cara a la serpiente la enana también sonrió, pero en su caso la mueca era notable de inicio y solo adquirió cierto tinte curioso; Astartea buscó además con la vista al acompañante de Leviathan, más no logró encontrarlo...ambos estaban solos, en teoría.

— Cómo no disfrutar las vista del hogar de nuestro Señor... incluso encontramos un lugar perfecto para oficiar misas negras, Eina y yo, aunque...nos encontramos con alguien peculiar, un albino de ojos negros — dijo casual — ¿secretos? fufufu...definitivamente tengo que ver eso — luego añadió con mucho mayor interés, pues al fin y al cabo su curiosidad era grande.

El frío soplo del viento nocturno se sentía como caricias de ultratumba sobre la piel bastante expuesta de la sacerdotisa, incapaz de mover su túnica, no obstante, pues dicha era más pesada que las finas cortinas, más la tela cubriendo a Lavinia obtenía en cambio impulso con los gráciles movimientos de su portadora.

— Eso depende, ¿si digo que si me sacarás de aquí o te sacarás a ti mismo? — obviamente notó la presencia de una sola cama, y dado que a pesar de todo no conocía demasiado al verdugo, de nuevo la curiosidad le pudo...

Asentí al llegar a mi nueva dueña. No podía hacer mucho más ni siquiera Vox me estaba hablando ahora. Tras ello simplemente seguí a mi dueña confirmando que la levantaría si sentía algo nuevo, esperando entonces en la habitación junto a ella por si acaso.

Aunque por un momento se mostró interesado en la mención de aquel albino, enfoco su atención en tu curiosidad por los secretos que el castillo ocultaba. Pero con tu deducción, no muy alejada de lo que cualquiera pensaría, Leviathan negó y se levantó de su asiento.

-No me atrevería a dejar que una persona de tal importancia pasase una mala noche por no permitirle dormir en mi habitación; tampoco me gustaría que te sintieses culpable por hacerme dormir afuera... Creo que dos personas como nosotros pueden llegar a un acuerdo... -con una sonrisa un tanto maliciosa en su rostro, se acercó a la cama, y se retiró la gabardina purpura para colgarla en un gancho de la pared. Dejó su monóculo en una mesa de noche, en la cual también apoyaría su bastón. Ahora que lo veías sin su traje característico, podías fijarte que también le faltaba aquel colgante de gema roja que siempre llevaba con él, pero no le diste mucha importancia. -. Ha sido un día largo, y debo admitir que hasta yo debo darme un descanso de vez en cuando...

El demonio tomó asiento en un lado del colchón, haciéndote un gesto con la mano para que te acercases. Una vez te tuviese delante, se dispondría a ayudarte a quitarte de los hombros ese abrigo que llevabas, sin darle tanto cuidado como a su gabardina, pues tu capa fue directo al suelo luego de quitartela; si se lo permitías, claro...

-Las noches suelen ser un poco... Largas, este lugar... Ya te harás la idea de que alguien de mi estatus tampoco puede pasarse el día durmiendo... -obviamente, se aprovecharía de aquella privacidad para poder acariciar nuevamente tu cuerpo, empezando a bajar por tus brazos para saltar a tus costados, llegando a tus caderas y finalmente a tus muslos. -. Me pregunto... Si para ti es igual... -nuevamente esa sonrisa maliciosa se dibujo en su rostro, tirando de tu cuerpo hacia él para dejarte lo más cerca posible, con sus rostros separados nada más por una leve diferencia de altura. Podías sentir su respiración, su mirada penetrante, su aura dominante... Lo podías sentir todo casi tanto como sus manos recorriendo con delicadeza tu cuerpo...

Ya conocías esa aptitud: la naturaleza de los hombres demonio de gran poder los hacía de cierta forma deseosos de tomar todo lo que les llamase la atención... Y era innegable que habías estado bajo la mirada de Leviathan desde que hablaron en la base del culto.

-¿Te interesa?

— Ya veo, ya… — ella a su vez siguió a la serpiente, no perdiendo oportunidad de regodearse en su curiosidad e igualmente sonreír de la única forma en la que podía: con personal malicia, pues la conversación iba favoreciendo ese clima.

Viéndolo despojarse de sus cosas la sacerdotisa se quedó quieta y no debido a ninguna emoción negativa, sino más bien para poder ver a detalle aquel lado que poco había apreciado de Leviathan antes, incluso con la cercanía experimentada; ¿dónde estaría su colgante? En fin, entre todo lo que tenía al frente los accesorios pasaban, de momento, a segundo plano…

— Tempus fugit… — ante el comentario ajeno ella reaccionó con un viejo dicho — quizás fue la caminata, lo que te cansó — agregó en acto seguido, si bien solo estaba jugando puesto que dudaba de su propia afirmación; luego Lavinia se acercó sin considerarlo demasiado, pues al fin y al cabo invitada era lo que correspondía para no hacerle desdén al anfitrión.

El que la túnica cayese al piso, aun cuando el abrigo del verdugo no, era algo que Astartea no tomó precisamente como ofensa ya que incluso ella solía dejarla tirada dependiendo de lo que estuviera haciendo o se dispusiera a hacer, pues donde ella iba o permanecía se asegurada de que no hubiera suciedad…y así mismo creía estar en la alcoba de la serpiente: libre de inmundicia que contaminara su estatus o el de la mano derecha del Rey, por lo que prácticamente aquel debía de ser un suelo impoluto…¿no? En cualquier caso, la pequeña demonio se acomodó enseguida.

— ¿Alguien como tú puede ser amenazado, o es que abundan las preocupaciones sobre el dominio que regentas? — quizás impertinente preguntó, pero aquello enraizaba de la misma privacidad que le permitió al contrario acariciarla así…y a ella dejarse con peculiar tranquilidad, devolviendo al poco el tacto empezando por los muslos del demonio de alto rango — Yo paso mucho tiempo en mi lecho, pero es verdad que duermo poco… soy demasiado inquieta, verás, y más que simplemente dedicarme a dormir, me gusta cultivar mi pereza reposando… o hacer honor a Asmodeus jugando allí — confesó — solo es cuestión de encontrar algo divertido qué hacer e incluso la más larga de las noches se pasará pronta… — eso último lo murmuró.

Inevitablemente la también enana se estremeció al ser manipulada cual objeto, más no tardó en esbozar mueca de divertida curiosidad por los arranques del ajeno, sosteniéndose ahora de los brazos que la rodeaban; Leviathan era dominante pero eso era algo ya sabido por ella, pues lo percibió desde verlo llegar a sus aposentos, allá en la sede del culto, más eso no le suponía incomodidad alguna, al contrario, lo consideraba necesario pues quien ostenta poder no puede ser fácil de domar…

Acosada por aquella mirada fija, la que ella devolvió era una de expresiva malicia, así como tibio aliento que también por su parte acariciaba la piel ajena; ella se veía receptiva pero no indefensa, invitante como siempre, lo que ciertamente coincidía con su parte de naturaleza demoniaca, algo en lo que nada tenía que envidiar a las “puras”…

El deseo ajeno era correspondido, probablemente también su intensidad, solo que en vez de arrinconar a Leviathan como él lo hacía con ella, Lavinia lo rodeó del cuello con sus juveniles brazos femeninos y terminó de acortar la distancia entre sus rostros pegando su suave mejilla a la de él, así podría susurrar con voz de lo más empalagosa:

— Bueno, yo misma vine a meterme al nido de la serpiente… ¿no? ¿qué tentaciones tiene para esta sacerdotisa oscura el demonio más influyente en Nekrodum? — obviamente podía suponerlo y aun así quería oírlo, todo como parte del juego que la llevó a recargar el resto de su sinuosa anatomía sobre el ajeno para compartir sus temperaturas…

Aquel lugar no era mejor o peor que los de otras ciudades, pero era mejor que tener que quedarnos en la calle hasta el amanecer. Tome la llave y subí a la habitación con la niña, cerrando y dejándome caer en la única cama.

-Más vale que todo esto de verdad te ayude a hablar... -no era como si quisiese ayudarla, era simplemente que ahora me sentía responsable por haberla acogido, y sentía una intensa curiosidad por ver como cambiaban las cosas si podía usar su voz...

Sin más que decir, me aparté muy levemente para dejar un pequeño espacio en el colchón para ella, luego empece a cerrar los ojos y me dispuse a descansar...

-El mundo tiene una naturaleza muy peculiar que te llevará años descubrir, tal vez nunca seas capaz de descubrir todas sus maravillas, pero... Aprenderás a adorar los pequeños detalles -te comentó al percatarse de como observabas algo tan común como la luna.

Con una suave risa, te retiró el sombrero y lo dejó sobre una mesa de noche junto a la cama, luego cerraría los ojos y te acompañaría en aquel descanso...

-¿Amenazado? De ninguna forma... Viviré en pie hasta el despertar del rey divino, y estaré a su lado cuando conquiste todo Terra. Nadie podrá evitarlo -aseguró con convicción.

Ver como cooperabas satisfacía a Leviathan, quién no ignoraba esos aíres de travesura y confianza que le hacían mantener la guardia alta, por si intentabas liderar la situación como suponía lo hacías con tus seguidores... Aunque no era que le disgustase la idea...

-Vaya ego tienes para pensar que tengo algún trato especial para ti... -con sus manos te sujetó de la cintura, y tras dejarse caer en el colchón te subió a sus caderas, mostrándote esa sonrisa manipuladora. -. Cuento conque aceptarás y disfrutarás todo lo que te pueda ofrecer... ¿No es así?

La serpiente tiró suavemente de ti para tumbarte sobre él, acariciando tu espalda para bajar lentamente por ella hasta finalmente sujetarte con una única mano de la prenda inferior que usabas. Sin más palabras, los ojos de Leviathan mostrarón un destello de malicia, y la noche correría a un ritmo que aprovecharían todo lo posible...

La noche transcurrió a su ritmo, y las oscuras tierras de Nekrodum fueron recorridas por el viento frío y de muerte y desesperación. El cielo oscuro solo permitía divisar una pequeña luz lunar más allá de las sombras, siendo que solo se podían ver correctamente las luces del cielo cuando salía o se ocultaban.

El reloj corrió, y el sol empezó a salir... Nekrodum fue bañado por la radiante luz que expulsaba temporalmente las sombras, aunque existían lugares donde nunca llegaba a iluminar...

Incluso en un amanecer, el territorio de los demonios era un lugar oscuro y temible, pero aquella mañana todo cambió...

Un estruendo seguida de una intensa luz les hizo despertar casi al instante. Una incomoda y muy molesta sensación recorrió sus cuerpos como si las llamas más ardientes de Nekrodum les hubiesen recorrido la piel durante unos instantes. Aunque la sensación disminuyó notablemente luego de unos breves instantes, aquella luz seguía filtrándose por las ventanas. El alboroto en la taberna fue tal que decidieron salir a toda prisa.

Todo el pueblo estaba reunido fuera de las casas, observando el cielo que ahora brillaba en un intenso amarillo que solo era oscurecido levemente por las densas nubes del territorio. Como si se tratase de escarcha, un polvo dorado caía como copos de nieve en el inicio de invierno, dándoles nuevamente aquella incomodidad que solo aquellos que habían experimentado contacto con objetos divinos podrían identificar.

-¿¡Qué es eso!? -gritó una de las personas del pueblo, señalando la dirección hacia donde se encontraba la capital, inclinándose hacia el mar. En la lejanía se podía observar que una parte del cielo estaba totalmente abierta, dejando caer un rayo de luz sobre las aguas a varios kilometros del castillo del rey.

-O´lupent... ¿Te sientes bien? -una chica cuya apariencia delataba que no podía ser de por allí se preocupó por su gran compañero de elegante vestimenta. Por otro lado, una pequeña albina y su ama pelirrosa también eran testios de aquel "escalofriante" panorama...

-¡Eli! -te habló la voz en tu cabeza. -. Allí esta la criatura: ese sapo de sombrero es lo que la bruja quiere que maten, pero... ¡No tienen tiempo para eso! Este cielo... ¡Es magia divina pura! Esto va más allá de las plegarias del clan Betestal, algo malo esta pasando, y no tengo la menor idea de que puede hacer... Solo intenten no acercarse a la capital mientras el cielo continúe así: sea lo que sea ese rayo de luz, no ha caído cerca de la capital por nada...

Un estruendo seguido de una luz inmensa les hizo despertar casi al instante. Una incomoda y muy molesta sensación recorrió sus cuerpos como si las llamas más ardientes de Nekrodum les hubiesen recorrido la piel durante unos instantes. Aunque la sensación disminuyó notablemente luego de unos breves instantes, aquella luz seguía filtrándose por las ventanas. Se empezó a escuchar alboroto por todo el castillo y la ciudad, por lo que salieron a toda prisa para encontrarse en el pasillo: frente a la ventana del fondo se encontraba Leviathan, parado con las manos en la espalda llevando solamente pantalón y zapatos. Observaba allá en el horizonte un inmenso rayo de luz que caía sobre el mar a varios kilometros de la capital; aquella luz se expandía por encima de las nubes, llegando a recorrer seguramente todo el territorio o incluso más allá... Como si se tratase de escarcha, del cielo empezó a caer un polvo dorado como nieve en el inicio de invierno. Aquel aura divina les resultaba molesta.

-Ya han llegado... -Leviathan se dio la vuelta, y mientras avanzaba por el pasillo se fue formando su gabardina desde las sombras, quedando totalmente vestido en cuestión de segundos. -. Es momento de defender nuestras tierras... Espero poder contar con ustedes... -a diferencia del día anterior, ahora si que se le veía frío y determinado, tomando con seriedad aquel asunto.

   Verdaderamente esto era mucho mejor que solo dejarse recostar en el fondo de un lago ... Menos hidratante... pero eso es fácilmente solucionable... , pero... algo no se sentía bien... aún cuándo seguía durmiendo una extraña molesta empezaba a dar una comenzó, la cual se fue intensificando hasta sentirse como la primera vez que comprobé a qué sabía el fuego ... La señorita se rió... pero la verdad si que picó esa vez... 

     Aghhhhh...grrrr...ghhh...- exclamaba intentando reponerme mientras escuchaba la voz de la señorita en la cercanía - d-dígame que no es algo común este tipo de mañanas señorita... - mientras rebuscaba en la calles i sombrero cubiertio de polvo ... ¿ Momento..?, ¿ cuándo llegué aquí ?.... - C-como sea... nada que una buena comida no solucioné... ¿ duda señorita ?- apuntando con mi dedo el cielo y aquél brillo que apuntaba a la lejanía - el cielo se comporta de manera... extraña... ¿ verdad?,  hummm... debería estar más atentos en este tipo de cosas...- terminando de darle una limpieza rápida a mi sombrero y demás teñida.

   Que tal... dar una última vuelta por este pueblo y luego seguir a la capital... ¿ le parece ?- miraba a la señorita a la vez que le daba un vistazo al resto de persona cercanas que también tenían un rostro de estar viendo algo extraño ... No seré yo... ¿Verdad?...

No quería hablar... ¿Cuantas veces tenía que hacerlo entender? Mi garganta estaba dañada... y mi voz solo era un flujo de problemas... No quería hablar, ni hoy ni nunca. Era muda desde aquel momento y lo seguiría siendo.

Al final caí rendida apaciblemente y sin dar ningún problema... Al menos hasta que por la mañana aquel estruendo nos despertó a mi ama y a mi. Ambas salimos a ver lo que ocurría a mitad de la calle, siendo que yo más bien parecía seguirla. Aunque pronto me quedé obnuvilada mirando al cielo tan extraño. No me di cuenta de lo que pasaba a mi alrededor, pues aquel cielo me recordaba a mi pasado... aunque en un modo "¿Mejor?".

Sea como fuere, al escuchar aquella voz miré alrededor buscando aquella descripción hasta encontrarlo. No estaba muy lejos lo que habiamos venido a buscar, y al verlo hice un ruido sordo con mi boca antes de girarme y llamar la atención de mi dueña, bajando mis orejas y metiendo mi cola entre mis piernas.

Tiré varias veces de su brazo para que me mirara y cuando logré que me prestara atención, señalé al sapo sin girarme. También hice un gesto más que solo entendería y vería mi ama, pues lo hice en el poco espacio entre ella y yo. - Tendré en cuenta lo que me dices Vox... pero no podemos hacer otra cosa mientras. No podemos pelear contra el cielo, es... ¿Imposible? - pregunté, tonta de mi, pues si bien el ataque venía del cielo, yo pensaba que era el propio cielo el ejecutor. A fin de cuentas aún era un tanto inculta del mundo que me rodeaba.

También hice un gesto más que solo entendería y vería mi ama, pues lo hice en el poco espacio entre ella y yo. Un gesto que ella entendería como bestia u matar pues con mis manos hice como si fuera un depredador, antes ce acercar las manos a mi cuello y hacer un corte como si fuera de que hubiera que matarlo.

Aquella extraña lluvia no me gustaba nada, lo mejor era acabar rápido con lo que habíamos venido a hacer y luego irnos de ahí lo antes posible. Vi como mi esclava señalaba a aquel engendro verde, gordo y feo y lo tuve claro. 

-¿Estas segura? Cuantos problemas das...- di unos pasos al frente dejando a Eli atrás, saqué mi látigo de mi cinto y con un rápido movimiento rodee el cuello, si se podía llamar así, de aquel ser con aspecto de rana.

-¡Ha llegado tu hora engendro! ¡Sométete a mi voluntad y entrégame tu cabeza en bandeja!- dicho esto use mi magia para que el látigo se prendiera en llamas para causar mas daños y cortarle la cabeza aquel monstruo.

Ver a O´Lupent tan tranquilo hizo a su compañera suspirar, empezando a acostumbrarse a la naturaleza tan calmada del sapo. Por eso mismo se llevo un sobresalto al ver ese látigo volar al "cuello" de su amigo.

-¡O´Lupent! -la chica llevó su vista a la portadora del látigo, dando con aquella demonio. -. ¡¿Que es lo que hacen?! ¡Él no les ha hecho nada! -por más que sus palabras intentasen defender a su compañero, era claro por su aspecto que era lo único que podía dar: palabras. Seria muy extraño que alguien como ella pudiese rivalizar en fuerza a algún demonio...

Aquella luz que cubría el cielo se extendía más allá del horizonte, dando la idea de que era básicamente imposible escapar de ella. Poco a poco se fueron acostumbrando a la sensación, pero la preocupación de estar bajo ese aura divina no se desvanecía por nada...

     Hmmmm... señorita Schwi... ¿ debo suponer que esto no es parte de alguna tradición del lugar verdad ? - iba diciendo mientras sentía aquella extraña arma intentando pobremente el rodear mi cuello, obligando a poner mi atención sobre la nueva - ¿ Mi cabeza... ? hummmm...  creo que debo negarme en esta ocasión señorita... vera, soy como cualquier ser vivo... igual me duelen los golpes... necesito descansar... y de vez en cuándo debo comer... preferiblemente sin barro... ¡¡ Ahhh!!, Cerca hay un sitio donde sirve una comida bastante buena, ¿ cree que deberíamos comer antes de irnos señorita Schwi ?- dandole una rápida vista a mi compañera de viaje, mientras empezaba a seguir mi caminó ... sniff... sniff.. ¿ Por qué se siente como si algo se quemará ?...

  Ahora bien señorita... No es que este ocupado... pero nosotros íbamos rumbo a la capital con la señorita Schwi... y estimó que usted debe tener sus propios asuntos... ¿ le parece bien terminar esto como gente educada... o debo proseguir ? -​​​​​ dejando escapar una estela amarilla de mis brillantes ojos.