- Tal vez, sí... - te dice, dubitativa. - Tal vez debería salir más... Ver a gente, caminar... Pero no sé, nunca me animo del todo. No parece una idea atractiva.
Antes no era así, no termino de comprenderlo...
-¿Y si te visitamos nosotros? Una tarde de pelis, como antes.-Le dejo caer, mordiéndome el labio.-O si no quieres, podemos ir al cine, o salir de fiesta, ahora que somos mayores e independientes. ¿Qué me dices?
Parece temerosa, escuchas su respiración temblorosa. Algo le ocurre.
- Sí, tu hermano me dijo algo de eso... Quizás algún día, sí...
Me paro y frunzo el ceño.
-Mei, ¿qué te ocurre? En serio, te pasa algo. ¿Es que no puedo hacer nada?
- Puedes, sí, en caso de que pase algo. Pero no es importante. - te dice, riendose un poco. - Todos decidimos un camino a lo largo de nuestra vida. Y aunque no esté contigo, nunca te voy a abandonar. Siempre voy a estar pendiente de ti.
-Lo sé Mei...-Respondo, volviendo a retomar el camino para no llegar tampoco muy tarde.-Pero no puedo corresponderte. En fin... es difícil estar pendiente si apenas sé de ti.
- Yo estoy bien. Siempre lo estoy, ya lo sabes. - vuelve a reír. - En fin, tengo que colgar. Que vaya bien el trabajo. Hablamos pronto.
Y cuelga el teléfono, con misterio a su alrededor.
Su actitud misteriosa no deja de molestarme.
Me despido y guardo el teléfono cuando cuelga. Al menos me alivia el hecho de que puedo esconderle un secreto. Ya por motivos legales.
Es una pequeña venganza, aunque en realidad no me satisface.
Camino hasta la empresa y paso la mañana trabajando.