-Bastante raro, los cachorros no suelen moverse sin un lider, sin un garou que haya pasado el rito. No entiendo que hacian por alli...bueno pueden hacer quizas como nuestros niños ¿no? saciar su sed de caza con los mas debiles de sus enemigos.
La mira con cariño eterno en sus ojos.
-Pero no debes prepocuparte, no te tocaran, ninguno osará tocarte.
Asintió ferrero, ante su afirmacion.
Anotó aquello mentalmente... Se sentía extraña, con ganas de frecuentar de nuevo aquel local, quizás la noche siguiente fuera allí sin permiso ni la protección de John... Quizás allí volvería a ver aquel mortal.
Pero aquellos pensamientos eran escondidos bajo una eterna sonrisa.
Lo sé, Príncipe...
Se giró un momento, para mirar hacia aquellos ventanales y ver cuanto faltaba para que saliera el sol...
No quedaba demasiado para salir el sol, por lo que el principe comenzó a tapar cada ventana con las cortinas negras que poseia cada una de ellas, y llevó de la mano a Angelica a su habitacion, donde él se desnudo, quednado en ropa interior, para luego meterse en la cama y esperar a angelica...el dia pasó rapido..mas rapido delo esperado, y la noche volvia a hlzarse sobre Manhattan, el lugar donde vampiros y garous se movian a su antojo.
Ella tampoco tardó en meterse en la cama en ropa interior, abrazándose a su sire buscando su protección, le encantaba dormir con él, aunque estuviera tan frío como un muerto... Ya no le importaba.
Pero por la noche, ella despertaba nuevamente, estirándose y esperando ver al Príncipe aún a su lado, para sonreírle con cariño y ponerle aquellos ojillos suplicantes.
¿Puedo ir a dar una vuelta? - claro que quería ir a dar una vuelta sin John, pero no sabía si el príncipe estaría conforme... Y siempre quedaba la opción de darle esquinazo.
Mark se despierta, botezando a su lado.
-Una...claro claro...ve. Pero no vayas demasiado lejos, bien? te quiero de vuelta antesde que salga el sol.
Dijo mientras se desperezaba y se lecvantaba sirviendose sangre en una copa y otra a ati, haciendote beber, para alimentarte un poco antes de irte.
-Pero ten cuidado, John hoy estará muy ocupado, inntea no cruzarte con esos perros.
Claro, Príncipe, ya sabe que no tiene de qué preocuparse...
Se despidió de él, dándole un beso en la mejilla después de tomar un sorbo de aquel delicioso desayuno, y salió de la habitación y de su apartamento, para llegar hasta su casa y así poder vestirse y arreglarse.
Lo tenía todo planeado: iría en taxi hasta la discoteca, y allí buscaría a aquel mortal entre los demás mortales... Y lo esperaría, hasta no muy tarde, no quería preocupar al Príncipe, y mucho menos a John, que sería el que tendría que sufrir las consecuencias de que a ella le pasara algo.