Partida Rol por web

El ambiente que se podía percibir al entrar en el salón era muy distinto al que habían dejado antes de su paseo. Aún del brazo de Lord Wllington le basto con un rápido vistazo para ver a la señora Hughes  junto a la duquesa dirigiéndoles a ambas una amable sonrisa a modo de saludo. Iba a soltarse de su acompañante agradeciéndole su gesto cuando se percato de la presencia de dos nuevos invitados y de la rápida reacción de conde para recibirlos.

- Realmente grato, gracias por su interés – la voz de Prudence sonó suave y melodiosa. Antes de posar su vista en Lord Gallat y su sobrina - ¡oh! Vaya. Lamento que nos dejen, espero que tenga un plácido descanso Lady Merrow.

"Vaya, ya está aquí el innombrable..." pensé, lo cierto es que su compañía me resultaba de todo menos grata, después de saber lo que sabía, pero por supuesto yo era un caballero, y no iba a demostrarlo.

Saludé con un leve gesto de cabeza a todos los presentes y respondí a Kimberlein

-Oh, le aseguro, excelencia, que ha sido de lo más grato. Realmente estos jardines son una delicia para la vista.- miré a Lady Maccon, que aun iba de mi brazo, y al resto de los paseantes con una amplia sonrisa- -Y la compañía no podía haber sido más exquisita.-

Al oir a Lord Gallant, incliné la cabeza en dirección de ambos.
- Les veremos luego, pues. Lord Gallant, Lady Merrow, realmente ha sido un placer disfrutar de su compañía.- 

Asentí a la respuesta de la duquesa y seguí observando el juego con atención cuando el grupo que faltaba volvio al salón y la tensión ante la presencia de Lord Potter se hizo notar, sobre todo en Lord Gallant que abandono la sala nada más entrar acompañado de su sobrina.

Les salude levemente con la cabeza a modo de despedida, pero seguí prestando atención a la partida. Supuse que pronto se nos unirian los recien llegados.

Pese a las tensiones desplegadas ante el regreso del grupo, la sonrisa infatigable de Edgar resistía, aportándole un aire de indiferencia a toda negatividad que pudiera surgir a su alrededor. Aguardó a que la señorita Beaumont soltará su brazo y, tras un gesto de respetuosa cortesía, procedió a inclinarse y, con movimientos suaves, invitar a su acompañante felino a recorrer por libre el lugar si era su deseo. 

Cuando retornó la atención a la escena, dirigió su expresión cordial y mirada sonriente a los nuevos visitantes del Lynd, curvándose más sus labios por un instante al reconocer al señor Potter. Su reputación podía ser nefasta, pero al relajado juicio de Forrester eso bien podía significar que escenas divertidas tendrían lugar próximamente, aun si los hábitos del joven resultaban escandalosos aún para su bohemia forma de vida.

-Deliciosamente exuberante e inspirador, como no podía esperarse menos de una visita a este terrenal fragmento de cielo-dijo como respuesta al señor Kimberlein, aunque miraba de reojo a la señorita Beaumont-. Sin duda coincido con todos los presentes al esperar gozar nuevamente de su presencia con la procedente brevedad-se despidió de quienes abandonaban el salón, poniendo un sutil énfasis en las palabras "todos los presentes".

No tardó en buscar alguna botella y una copa limpia que poder servirse por su cuenta, aprovechando la aparente distracción del servicio, como un chiquillo que toma el instante en que la mirada de su madre no se sitúa sobre él para hacer una pequeña e inocente diablura.

Después, halló un lugar en que sentarse y, por lo presente, contemplar el juego sin dejar de poner algo de atención en las conversaciones que pudieran darse.

Kimberlein curva apenas los labios en un asomo de sonrisa al escuchar sus palabras y tras un par de halagos confiables deja a los recién llegados, Lady Maccon fue rapidamente llamada al grupo de la duquesa lo mismo que el dLord Wellington, mientras la prosa del señor Forrester pudo maravillar al grupo de caballeros a quienes se unió, teniendo el placer de conocer a la acompañante de lord Potter, la señorita Beckham, Lirio Beaumont también se unio al grupo.

Al poco tiempo, y viendo la hora se dieron cuenta de que la hora de la comida se acercaba peligrosamente, el conde Kimberlein de acuerdo a las leyes de hospitalidad invito a los presentes a retirarse a sus habitaciones para asi refrescarse antes de la comida.

FIN DE LA ESCENA